Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Vigésimo tercer domingo después de Pentecostés - Quiero ver tu verdad para servirte, mi Señor



27 de octubre 2024

Vigésimo tercer domingo después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 126; Jeremías 31:7-9; Hebreos 7:23-28; Marcos 10:46-52

Tema de hoy: Quiero ver tu verdad para servirte, mi Señor

Nuestra reflexión para el día de hoy vigésimo tercer domingo después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Marcos 10:46-52 y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:

Continuamos con nuestro pasaje evangélico para el día de hoy y, recordando que, el domingo pasado dejamos a Jesús en el versículo 45 de este mismo capítulo 10, diciendo que… «Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y dar su vida como precio por la libertad de muchos».

Recordemos que Jesús y sus discípulos se dirigían hacia Jerusalén entonces tuvieron que pasar por Jericó; pero cuando ya dejaban la ciudad, seguido de sus discípulos y una gran multitud, un mendigo que a su vez era ciego de nombre Bartimeo, estaba sentado junto al camino, suponemos que estaba colocado sobre la polvorienta y sucia orilla de tierra, ya que ahí y en esa forma solía ganarse el pan diario suplicando por unas monedas o algo de comida.

Debemos suponer que la fama de Jesús había viajado por todos esos territorios más rápidamente que él; ya que, Bartimeo, solamente al enterarse que liderizando esa gran cantidad de personas se encontraba Jesús de Nazaret con nombre y apellido, se dijo, «indudablemente, no puede ser sino quien me va a conceder lo que yo le pida». El ciego empezó a gritar fuertemente, decía: «Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí»; hemos de observar de ese grito lanzado por Bartimeo, que al relacionar a Jesús con David nos da a entender que, él estaba en conocimiento claro que el mesías vendría como descendiente de David, es como si Bartimeo dijera: «Mira mesías esperado por tanto tiempo, yo sé que eres mi salvador enviado por Dios Padre, sí, a ti estoy clamando, yo sé quién eres, no me ignores».

Y para mayor abundamiento en esta teoría, el hombre ciego reitera el mismo clamor habiendo sido regañado por muchos de los que seguían al maestro.

Sí, Bartimeo no se deja intimidar por nadie y alzando su voz vuelve a repetir: «Mira mesías esperado por tanto tiempo, yo sé que eres mi salvador enviado por Dios Padre, sí, a ti estoy clamando, yo sé quién eres, no me ignores».

Ahora bien, ¿qué hizo Jesús? No pudo hacer nada más que detenerse inmediatamente y pidió que llamaran al ciego.

El hombre dio un salto, se incorporó alegremente y se aproximó a Jesús.

Y es como si le dijera: «sé que conoces las profecías, sé qué sabes quién soy y lo más importante, conozco el valor tan grande de tu fe, y es por ello que te pregunto “qué quieres que haga por ti”».

Este ciego no es como los tantos “ciegos” que nos encontramos por ahí, que, teniendo buena visión, optan por sacarle el cuerpo al trabajo y prefieren estar arrastrados en el suelo por largas horas en espera de minucias para sobrevivir.

Bartimeo pudo haber pedido riquezas, comodidades etc.; pero no, él quiso tener la oportunidad de volver a ver para ganarse la vida trabajando, sintiéndose útil a él y a la sociedad en la cual se desenvolvía.

Hermanos, ¿sabemos y podemos identificar a Jesucristo como el mesías descendiente del Rey David, anunciado por los profetas, enviado por Dios Padre y esperado por los hombres; y cuyo sacrificio suficiente nos perdona nuestros pecados y nos lleva a la salvación eterna o, tal vez seguimos ciegos sin poder verlo ni reconocerlo como tal?

Oremos:

Amantísimo Padre celestial, solamente te pedimos, que nos quites diariamente cualquier venda que cubra nuestros ojos, impidiendo ver las maravillas de tu salvación en Cristo Jesús.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!


Vigésimo segundo domingo después de Pentecostés - Aspiremos al galardón correcto



20 de octubre 2024

Vigésimo segundo domingo después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 91:9-16; Isaías 53:4-12; Hebreos 5:1-10; Marcos 10:35-45

Tema de hoy: Aspiremos al galardón correcto

Nuestra reflexión para el día de hoy vigésimo segundo Domingo después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Marcos 10: 35-45 y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:

Continuamos con nuestro pasaje evangélico para el día de hoy y, recordando que, el domingo pasado dejamos a Jesús en el versículo 31 diciendo que… «pero muchos que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros». Seguidamente desde el verso 32 hasta el 34 Jesús vuelve a anunciar su muerte.

Los hijos de Zebedeo tomando en cuenta lo contenido en el versículo 31, le dan otro giro para hacerle una petición diferente; pero que al mismo tiempo significa poder, autoridad y jerarquía. Jesús les pregunta amablemente qué es lo que quieren que haga por ellos. Y aquí es donde viene la variante: No es ser los primero y segundo en el reino de los cielos; sino el estar sentados los dos hermanos a ambos lados de nuestro Señor Jesucristo por toda la eternidad.

Jesús les responde con una pregunta: ¿es que ustedes pueden morir en la cruz, soportar todos los pecados de la humanidad sobre sus hombros y recibir el bautismo de regeneración que tendré con mi propia sangre?

Los muy atrevidos hombres, manifestaron que sí estaban capacitados para eso. Jesús, no pudo más que decirles que, efectivamente ellos iban a beber de ese trago amargo porque morirían martirizados por su fe y su misma sangre los cubriría al igual que el bautismo cruento padecido por el Señor.

Luego viene lo que sí era imposible recibir o ser concedido por Jesús, el sentarse a la derecha o izquierda, porque esos lugares han sido preparados por Dios Padre para dos personas en especial; y aquí es bueno precisar y recordar que Jesús está sentado a la derecha de Dios Padre en señal confirmada de autoridad suprema; es decir que Dios está a su la izquierda, faltaría completar el asiento a la derecha de Jesús y, ese está preparado y reservado por Dios Padre.

Inmediatamente surgieron en los otros discípulos, los esperados y humanos celos, pugnacidad y la amargura de corazón que se genera en las mentes y corazones de quienes se consideran marginados, burlados y segregados.

El sentimiento del celo siempre va de la mano de la envidia, desde que la serpiente en el huerto del Edén, introdujo en los seres humanos el germen del pecado original; y tomando como precursor de estos malsanos comportamientos a Caín dando muerte a su hermano Abel.

Hoy en día, podemos evidenciar este sentimiento como el más popular, abundante y pernicioso con el que cuenta nuestra sociedad actual.

Se envidia y se tiene celos de cualquier cosa o persona. No crea usted amigo que, que solamente se envidia o tiene celos de abundantes muestras de riquezas o talento, usted puede encontrarse en esta sociedad con personas que envidian y matan a otra persona solo porque su vivienda fabricada con desechos de cartón y latón luce diferente a la del asesino. También se puede encontrar conque el recogedor de latas, sintiendo envidia de un regalo obtenido por otro trabajador del reciclaje, el cual resulta muy vistoso, va y lo asesina o inventa alguna denuncia de tal forma que la policía lo saque de circulación.

Ahora bien, para no hacer la reflexión demasiado larga en el día de hoy, vemos que Jesús en el último párrafo asignado como lectura evangélica para hoy, muestra algo que se aprecia para quien tenga la capacidad de observación preparada; como en verdad pareciera que, la razón de existir de muchos personeros representantes de los entes encargados de la socialización del hombre, fuese el dominio egoísta ejercido para el sometimiento del prójimo; llámense: políticos, educadores, líderes religiosos; todos parecieran perseguir y al propio tiempo sentirse cómodos y felices haciendo el papel de dictadores de sus administrados.

Jesús dice que eso no debe suceder jamás entre los hermanos cristianos.

Deben dejar a un lado el protagonismo y servirse los unos a los otros, porque hasta él mismo vino a este mundo a servir y no a ser servido, y dar su vida como valor inapreciable por la libertad de muchos.

Oremos:

Amantísimo Padre celestial, permite que nuestras aspiraciones espirituales sólo consistan en poder contemplar tu rostro por la eternidad y en esta vida terrenal jamás pretendamos con manipulaciones y egoísmos, tratar de dominar o gobernar para satisfacer nuestro orgullo propio a nuestros semejantes.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!


Vigésimo primer domingo después de Pentecostés - Sálvame, Señor Jesús



13 de octubre 2024

Vigésimo primer domingo después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 90:12-17; Amós 5:6-7, 10-15; Hebreos 4:12-16; Marcos 10:17-31

Tema de hoy: Sálvame, Señor Jesús.

Nuestra reflexión para el día de hoy Vigésimo Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Marcos 10: 17-31 y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:

Continuamos con nuestro pasaje evangélico para el día de hoy y, recordando que el domingo pasado, dejamos a Jesús con el hecho de que les llevaron unos niños para que los tocara; pero los discípulos pensando que con esto Jesús perdía tiempo y le perturbaba el ministerio, trataban de evitarlo, llamándole la atención a quienes llevaban los niños.

Mas, Jesús les dijo a los discípulos que no impidieran que los niños se acercaran a él; porque de quienes son como ellos es el reino de Dios.

Y luego asegura que: el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

Decíamos que es erróneo pensar como muchos «cristianos», que suelen decir, por ejemplo: «no bautices al niño, porque Jesús dijo que ellos ya tienen la salvación asegurada». Esa premisa se desecha de las palabras del salmista 51: 5 «Soy pecador desde el vientre de mi madre» concatenado con Juan 3: 6 «lo que es nacido de carne, carne es».

Jesús quiere que sepamos que, para recibir la fe nuestros corazones deben ser desprejuiciados y humildes como el de los niños, de lo contrario sería engañarnos.

Inmediatamente a este pasaje, continúa el dilema que mueve el pensamiento y el corazón de un joven rico, quien, si bien llega corriendo, se había enterado por alguien más que Jesús había dicho que las personas tienen que ser como un niño para heredar la vida eterna; ante lo cual él pregunta: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?». Jesús le responde: «¿por qué me llamas bueno?, bueno solo es Dios.

El joven rico primeramente trata de congraciarse con Jesús llamándolo Maestro bueno y, luego continúa y dice en su corazón: «tengo suficiente dinero para comprar el cielo». Así que Jesús, dame por favor la receta.

Jesús le responde de entrada: si me llamas bueno, debes saber que solamente Dios es bueno. ¿Tú me estás reconociendo como Dios o solamente me lisonjeas para que te dé la receta de cómo lograr por tus propios medios el pase al cielo?

Luego, Jesús quien es el evangelio hecho hombre, le predica ley al orgulloso joven; le dice: si conoces los mandamientos, cúmplelos.

El joven responde lleno de altivez: todos los mandamientos los he cumplido desde que era niño.

Jesús le da la estocada al corazón del joven rico; ya que le responde: si eres un dechado de virtudes y perfecto cumpliendo la ley, anda, vende todo lo que tienes y se lo das a los pobres; ya que, solamente te falta eso.

El joven se entristeció mucho porque eran muchas sus posesiones.

Luego Jesús dijo a sus discípulos, que era muy difícil para los ricos entrar en el reino de los cielos.

Y esto es así, porque su confianza va a estar basada en el orgullo de sus bienes materiales y el dinero; siempre su mente y corazón se irán tras el hacer alguna obra para ganar el cielo.

Quiénes podrán entonces salvarse, se preguntaban los discípulos; y Jesús les respondió: a la verdad, esto es difícil para el hombre; pero para Dios, todo es posible.

Pedro, preguntó a Jesús: qué de nosotros que lo hemos dejado todo y te hemos seguido.

Jesús en pocas palabras les responde: el que haya dejado algo o a alguien por mi causa y la del mensaje de vida, se le recompensará cien veces más en este tiempo y en el venidero.

Y aquí es donde se tuerce la Palabra de Dios en muchos círculos “cristianos”, al aparejar esta declaración de Jesús conque las obras son elementos definitorios de la salvación eterna; mas esto no es así, si usted deja padre, madre, casa, etc... para seguir a Jesús, se entiende que usted inicialmente creyó por la obra que efectuó en usted el Espíritu Santo; es decir, usted no está tratando de comprar el cielo, usted lo recibió por fe en los méritos de nuestro Señor Jesucristo.

Primero es la fe, luego las buenas obras; mas jamás al contrario.

Oremos:

Hermanos, roguemos a Dios Padre eterno, para que aceptemos su reino por fe en los méritos y la obra salvadora de nuestro Señor Jesucristo, y no pretendamos erróneamente, comprar con nuestro dinero y mediante “buenas obras”, lo que solo ganó tu Hijo por toda la humanidad.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!


Vigésimo Domingo Después de Pentecostés - Seamos elementos de unión con Dios



06 de octubre 2024

Vigésimo Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 8; Génesis 2:18-24; Hebreos 1:1-4; 2:5-12; Marcos 10:2-16

Tema de hoy: Seamos elementos de unión con Dios

Nuestra reflexión para el día de hoy vigésimo domingo después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Marcos 10:2-16 y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:

Los fariseos, quienes siempre estaban buscando alguna excusa o motivo para detener el ministerio de Jesús, esta vez le hacen una pregunta para tratar de hacerlo caer en una trampa. Y ¿cuál es la pregunta? Bueno, que, si al esposo le era permitido divorciarse de su esposa.

Jesús, a su vez, les responde con una pregunta ¿qué les concedió hacer Moisés en relación a ese tema? Y, ellos contestaron «Moisés nos permitió separarnos de la esposa dándole un certificado de divorcio»

Luego de lo cual, Jesús los adoctrinó de tal manera que entendiesen que no sabían nada acerca del plan de Dios para la humanidad. Y les expuso: 1.- Moisés les permitió esa separación, por la terquedad que su egoísmo produce en ustedes. 2.- Si no lo han leído, aquí se los enseño: en el principio, cuando mi Padre creó los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos; él los creó hombre y mujer. 3.- Y ¿con qué motivo u objeto los creó hombre y mujer?, para que el hombre, en alguna etapa de su vida, deje a su padre y madre y se una a su mujer. Y ¿por qué se deben unir? Sencillo, porque ese fue el plan para su creación, que vivieran juntos y, ambos fuesen como un solo ser. Así que, donde esté constituido un matrimonio, Dios no ve dos personas sino solamente una. Y si se preguntan ¿hasta cuándo vivirán juntos? Jesús les responde: Ahora bien, ya que son un solo ser, que el hombre no separe lo que ha unido Dios.

Debemos estar vigilantes en no ser causa de separación de lo que ha unido Dios, sino por el contrario, procurar ayudar que las parejas lleven una vida armoniosa y rica en bendiciones de Nuestro Dios y, de esta manera formar parte de su plan para la humanidad.

Ya más reposados y en casa con los discípulos, Jesús les aclaró sobre el punto tratado con los fariseos: El que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio, y, esto es así, porque aún está unido a los ojos de Dios a su esposa y así mismo se aplica esto para la esposa.

El párrafo anterior nos da luces para pensar por contrario sensu que, el que comete adulterio se divorcia de su esposa o esposo ante los ojos de Dios.

Continuamos con nuestro pasaje evangélico para el día de hoy y, nos encontramos con el hecho de que, les llevaron unos niños a Jesús para que los tocara; pero los discípulos pensando que con esto Jesús perdía tiempo y le perturbaba en el ministerio, trataban de evitarlo llamándole la atención a quienes llevaban los niños.

Mas, Jesús les dijo a los discípulos que no impidieran que los niños se acercaran a él; porque de quienes son como ellos es el reino de Dios.

Y luego asegura que: el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

Es erróneo pensar como muchos «cristianos», que suelen decir, por ejemplo: «no bautices al niño, porque Jesús dijo que ellos ya tienen la salvación asegurada» Esa premisa se desecha de las palabras del salmista en el Salmo 51: 5 «Soy pecador desde el vientre de mi madre» concatenado con Juan 3: 6 «lo que es nacido de carne, carne es».

Jesús quiere que sepamos que para recibir la fe, nuestros corazones deben ser desprejuiciados y humildes como el de los niños, de lo contrario sería engañarnos.

Oremos:

Hermanos, pidamos a Dios nos separe de las personas descuidadas que, conscientes o inconscientemente promueven el divorcio entre los matrimonios; haznos instrumentos de unión y reconciliación en ellos y, crea en nosotros corazones humildes y fieles como el de los niños para poder entrar en tu reino eterno.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!