Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Cuarto Domingo de Pascua - ¡Cuidado con Pastores que Saltan Cercas!

30 de abril de 2023

Cuarto Domingo de Pascua.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 23; Hechos 2:42-47; 1 Pedro 2:19-25; Juan 10:1-10

Tema de hoy: ¡Cuidado con Pastores que Saltan Cercas!

Nuestra predicación está basada en la lectura del evangelio que hemos leído en el día de hoy y sobre la misma podemos reflexionar lo siguiente:

Para quienes en estos tiempos actuales hemos podido observar de cerca la crianza y pastoreo de ovejas, podemos decir que estos animalitos son, además de pacíficos muy maleables y obedientes; cada pastor le asigna a su rebaño una forma particular y personal de llamarles y, sorprendentemente ellos atienden con prontitud. Los pastores que conocí recientemente, llevaban una varita no muy larga que utilizan para posarla con suavidad sobre el cuerpo de la que se haya distraído y esta, inmediatamente reacciona y atiende a las directrices que su cuidador le está señalando. De lo que podemos entender que, entre las ovejas y su pastor, siempre debe existir una cierta compenetración y familiaridad, él sabe cuales pertenecen a su rebaño y ellas identifican claramente quien es su guardador y benefactor, esto es, quien las alimentas o la lleva a los mejores pastos, quien las cura si se han herido etc.

En nuestro pasaje para el día de hoy, podemos apreciar bastante de estas características del trabajo ganadero. Jesús nos dice algo muy de lógica: ¿Quién querría entrar saltando la cerca, en lugar de hacerlo por la puerta para tener acceso a las ovejas? Pues claro, solamente un ladrón. Y así, empieza Jesús a explicarles lo que ellos no habían entendido.

Yo soy la puerta, por donde pasan las ovejas, todos los que vinieron antes que él, eran unos ladrones y bandidos. En este sentido, no podemos pensar que Jesús está refiriéndose a los profetas enviados por Dios, que vinieron antes que él a profetizar acerca de su propia venida, ya que, no tendría sentido que los llamara ladrones y bandidos. Jesús está hablando y haciendo directa mención a los engañadores, que practicaban toda suerte de artes mágicas y oscuras y, que se hacían pasar por él, burlándose de ellos, de tal manera que sus almas se perdieron por haber entrado por la puerta incorrecta.

Hermanos, cada vez que vemos personas siguiendo, a cualquier líder «religioso» ocupado más en cosas terrenales que en las espirituales y el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, podemos estar seguros que están errando en la puerta que lleva a la salvación; no es que esos líderes están robando el dinero de muchas personas en este mundo, porque estaríamos enfocando nuestra mirada en cosas de este mundo y pasajeras como «el dinero»; sino, lo terriblemente grave es que, les esté robando el alma y, como lo dice Jesús en el versículo 10: «pero yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia». La vida en abundancia es un concepto que no tiene que ver con la largura de años por vivir; sino más bien por la calidad en el disfrute de los beneficios provenientes de nuestro Dios: la justificación, la paz, el amor y la misericordia verdaderos.

Hermanos, ¿estamos asistiendo a iglesias en las cuales solamente se tiene como centro de sus enseñanzas el dinero o la «prosperidad»? ¿Nos sentimos intimidados porque nos parece que formamos parte de fríos números dentro de un presupuesto a alcanzar para complacer a algún ser mortal? O ¿estamos seguros y en paz en una iglesia cristocéntrica en donde se predica con seriedad la salvífica Palabra de Dios? Recapacitemos y pidamos dirección a nuestro Dios. 

Oremos:

Amantísimo Padre celestial, te pedimos que nos permitas entrar por ti, quien eres la puerta a la salvación, y cuídanos de los pastores que han saltado la cerca y que ellos mismo aún no lo saben.

Amén. Dios me los bendiga y recuerden. Solo Dios Salva.

 

 

  

 

Tercer Domingo de Pascua - Mi corazón Arde en mi Pecho

23 de abril de 2023

Tercer Domingo de Pascua.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 116:1-4, 12-19; Hechos 2:14a, 36-41; 1 Pedro 1:17-23; Lucas 24:13-35

Tema de hoy: Mi corazón Arde en mi Pecho.

Nuestra predicación está basada en la lectura del evangelio que hemos leído en el día de hoy y sobre la misma podemos reflexionar lo siguiente:

Dentro de la historia de la humanidad y sin especificar nombres, todos conocemos de personajes que, estando en diferente grados responsabilidad y supervisión han tratado de pasar inadvertidos, ya sea disfrazados o más modernamente por medio de cámaras de vigilancia, todo esto con el objeto de ver la verdadera compostura, actitud o pensamientos de sus supervisados o subordinados. Así, se sabe de presidentes y jefes de Estados que han aparecido en construcciones de gran importancia para sus naciones y, conocer de primera mano quien trabaja y quien malgasta el tiempo y otros recursos de esa nación. Los famosos programas de televisión «jefe encubierto» en el cual el dueños o presidente de una empresa se disfraza y presenta como un empleado de mediano o bajo nivel y, se entera de todos los pormenores que se suceden en su compañía, al final del evento televisivo, el jefe encubierto, premia o desaprueba las conductas de sus empleados tomando en cuenta lo evidenciado por él mismo.

En nuestra historia bíblica asignada para hoy, tercer domingo de pascua, y la cual es solamente relatada por Lucas, nos encontramos con algo parecido a lo antes descrito.

Primeramente, el evangelista nos dice que dos de los discípulos viajaban al pueblo de Emaús. Ellos iban comentando y discutiendo de todo lo que había sucedido. Uno se llamaba Cleofás y el otro cuyo nombre no se menciona pudiera tratarse de la esposa de este último, aunque otros dicen que pudo haberse tratado del mismo Lucas, tomando como analogía para creer esto en la usanza de Juan, cuando se mencionaba así mismo en forma velada al expresar «el discípulo amado».

Jesús los acompaña en el trayecto del camino y conversa con ellos; dice la Palabra de Dios que, aunque lo veían algo impedía que le reconocieran. El Señor les pregunta de qué discuten, y ellos le responden con extrañeza que, si era el único que ha estado en Jerusalén y no sabe nada de lo ha sucedido. Nuestro Señor les pregunta desde incógnita presencia que le digan qué es lo que ha acontecido y ellos confiesan que su conversación trataba de Jesús de Nazaret, quien era un profeta poderoso delante de Dios y los hombres, y como había sido entregado a muerte de crucifixión. Ellos manifiestan su creencia de que Jesús les libertaría de la bota romana, es una constante en los evangelios que ellos no esperaban la resurrección de su Maestro; pero sí que se convertiría en un dirigente político y revolucionario que daría culminación al yugo romano.

También existe el detalle que no habían ni atendido ni entendido bien todas las veces que Jesús les profetizó que, al tercer día se levantaría de entre los muertos, no dijo nunca que sería a las horas o al día siguiente, ni tampoco a los dos días, sino justo a los tres días de ser sepultado. Algunas mujeres fueron al sepulcro y lo hallaron vacío y algunos de los discípulos fueron también a la tumba y la encontraron como habían descrito las mujeres.

Luego de lo anterior Jesús pasa a hacerle una reflexión; pero esto como algún conocedor más de la escritura: ¡ustedes son lentos y les falta capacidad de entendimiento acerca de todo lo que escribieron los profetas! Les hace un relato explicativo y preciso de todos los segmentos de la escritura que se referían a él directamente. 

Jesús en su caminar con ellos, hace como que va a seguir de largo y los dos discípulos le obligaron a quedarse con la excusa de que ya estaba cayendo la noche. Estando en la mesa tomó pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio. Dice la palabra de Dios que, en ese instante se le develaron los ojos y se dieron cuenta que habían estado hablando con Jesús; mas él desapareció.

Muchos han dicho que este «partimiento del pan» tal como lo vemos en Hechos Capítulo 2 Versículo 42 y en otros pasajes se refieren a la Santa Cena del Señor, aunque «partir el pan» también puede significar tener una comida con alguien. En el caso de los dos discípulos de Emaús, notamos que Jesús no compartió el vino, por lo tanto, creemos que no se trató del Sacramento del Altar.

Hermanos, lo que sí es cierto, y es una realidad de la fe cristiana, es que cuando participamos de la Santa Cena, inmediatamente vamos a reconocer a Nuestro Señor Jesucristo presente ahí con nosotros.

Dice la biblia que se dijeron uno al otro: ¿no es verdad que sentíamos un calor en el corazón cuando nos hablaba y nos explicaba la Santa Palabra?

Luego emprendieron el viaje y se reunieron con los discípulos y estos les dijeron que ciertamente había resucitado y se había aparecido a Simón.

Los dos discípulos a su vez les contaron lo que habían vivido en el camino de Emaús.

Hermanos, en el camino de la vida, nos vamos a encontrar muchas veces con nuestro Salvador, pidamos a Dios el Espíritu Santo que sepamos reconocer su presencia en nuestras vidas. 

Oremos:

Amantísimo Padre celestial, te rogamos, que nos permitas estar atentos para de esta manera poder reconocer la presencia gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo en nuestras vidas y, que estas sean vividas a la plenitud de tu voluntad eterna.

Amén. Dios me los bendiga y recuerden. Solo Dios Salva.

 

 

  

Segundo Domingo de Pascua - No soy un Fantasma, soy yo, su Salvador

16 de abril de 2023

Segundo Domingo de Pascua.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 16; Hechos 2:14a, 22-32; 1 Pedro 1:3-9; Juan 20:19-31

Tema de hoy: No soy un Fantasma, soy yo, su Salvador.

Nuestra predicación está basada en la lectura del evangelio que hemos leído en el día de hoy y sobre la misma podemos reflexionar lo siguiente:

Así nos llega la noche del día domingo, los discípulos decidieron encerrarse llenos de terror por la persecución de los lideres judíos, así como también de las autoridades romanas; y esto es así porque hay un cuerpo desaparecido que no está en su tumba y debe ser ubicado, debe aparecer, ya que a los líderes hebreos no les convenía que se dijera que Jesús había resucitado, y por otro lado a las autoridades romanas les guiaba su responsabilidad formal ante el Emperador, proceso este, que era muy severo a la hora de juzgar estos casos.

La Palabra de Dios dice que Jesús entró y se puso en medio de los once discípulos; recordemos que para este momento, Judas el traidor, se había quitado la vida.

¿Cómo pudo ser esto posible si la puerta estaba cerrada? Bien, la explicación es muy sencilla y por todos conocida, Jesucristo es Dios y uno de los atributos de Dios es la de ser Omnipresente, esto significa que puede estar en todas partes y ante todos al mismo tiempo.

Muchas personas acostumbran juzgar desafortunadamente a los discípulos por haberse escondidos; mas sus motivos fueron serios, reales y de consecuencia fatales.

Es muy fácil juzgarlos; pero, cuántas veces nos ocultamos detrás de la máscara de la insensatez y, por omisión negamos conocer a Jesús; quizá alguien que necesita del consuelo del evangelio y nosotros guardamos silencio.

¿Será que somos mejores que los discípulos?

Continúa el Maestro y les da su paz, y les dice, que no pueden quedarse para siempre enclaustrados en sus casas, que deben ir al mundo a proclamar su victoria sobre la muerte y el pecado que la produce.

Les proporcionó la efectiva llenura del Espíritu Santo e instituyó el Oficio de las Llaves, que es el peculiar poder que nuestro Señor Jesucristo ha dado a su Iglesia de perdonar los pecados a los penitentes y de retener los pecados a los impenitentes mientras no se arrepientan.

Tomás no estaba cuando les visitó Jesús y él dijo que si no veía a Jesús, y comprobaba por él mismo las marcas que la crucifixión dejaran sobre su cuerpo no creería.

Una semana más tarde, volvió a aparecerse Jesús, les dio su paz y, dirigiéndose a Tomás le invitó a tocar su cuerpo donde se suponía estaban sus heridas; mas no fue necesario la comprobación, creemos que este discípulo colmado de emoción y llanto, solamente exclamó, ¡mi Señor y mi Dios!

En este punto, siempre se menciona a Tomás como el discípulo incrédulo; pero, ¿es que alguno de ellos estaba claro en esperar la resurrección gloriosa de su Maestro? Basta mencionar al discípulo más amado (Juan); solo cuando entro en la tumba vacía fue que entendió lo que Jesús en tantas ocasiones les confesara.

¿Y nosotros? ¿Creemos firmemente en que Jesús ha resucitado, está a la derecha de Dios Padre y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos? ¿O somos como cualquiera de los discípulos que dudaron?

Hermanos, oremos a Dios Padre pidiendo que, cada vez que nos encerremos en la habitación de nuestra timidez y del qué dirán los demás, envíe a Jesús a nuestros corazones y nuestras vidas y como cerrajero sorprendente, traspase esas puertas y luego podamos exclamar ¡Mi Señor y mi Dios!

Oremos:

Amantísimo Padre celestial, te suplicamos, podamos creer que tú te nos apareces a cada instante en nuestras vidas y no lo queremos comprender. Quítanos la venda que cubre nuestros ojos espirituales para así contemplar tu hermosura.

Amén. Dios me los bendiga y recuerden. Solo Dios Salva.

 

 

Resurrección de Nuestro Señor: Día de Pascua - ¡Nuestro Señor ha Resucitado!

09 de abril 2023 

Resurrección de Nuestro Señor: Día de Pascua.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel 

Lecturas: Salmo 118:1-2; 14-24; Jeremías 31:1-6; Colosenses 3:1-4; Juan 20:1-18

Tema de hoy: ¡Nuestro Señor ha Resucitado!

Nuestra predicación está basada en la lectura del evangelio que hemos leído en el día de hoy y sobre la misma podemos reflexionar lo siguiente:

María Magdalena o María de Magdala (Ciudad judía a orillas del lago Genesaret) llegó al sepulcro, una cavidad hecha en la roca, y cuya entrada estaba tapada con una pesada piedra rodante, cuando aún estaba oscuro el día que empezaba; era un domingo muy triste para ella y los otros discípulos de Jesús.

Ella sabía cual era la ubicación de la tumba porque, tres días atrás había observado con mucho interés donde colocaban el cuerpo de su Maestro.

Ahora veía que la piedra había sido desplazada de su lugar, por supuesto que ella miró dentro del nicho mortuorio, y no pudo ver cuerpo alguno. En ese momento el terror se apoderó de ella, porque no sabría donde ir para ungir su cuerpo, honrarle y en fin darle todas las muestras de amor y respecto que él merecía.

¿A quién acudir, llena de tantos sentimientos encontrados, miedo, ira, tristeza, impotencia, decepción?

Pensó en Pedro por su carácter fuerte y liderazgo mostrado, así como, en Juan quien era muy cercano a Jesús, por el afecto especialmente fraternal que éste le manifestaba.

María les cuenta lo que ha experimentado y ellos dos salen corriendo hacia el sepulcro. Se puede ver que Juan era tanto más joven como más atlético que Pedro, ya que le ganó en la carrera emprendida por ambos.

Ambos, eventualmente entran a la tumba y, efectivamente falta el cuerpo de Jesús.

Juan hace una reflexión narrativa sobre él mismo y dice que, hasta ese momento fue cuando creyó en lo que su Maestro le decía acerca de resucitar al tercer día de entre los muertos. Bellas palabras que hablan muy bien de la humildad de Juan.

Los dos discípulos regresaron a su casa; sin embargo, María quedó cerca de la tumba llorando desconsoladamente; ella miró por última vez dentro del hoyo y pudo observar a dos ángeles, uno a la cabecera y el otro a los pies donde debía estar el cuerpo de Jesús.

Los ángeles le preguntaron por qué lloraba, y ella les respondió, porque se han llevado el cuerpo de mi Señor y no sé dónde lo han colocado.

Luego de pronunciar esas palabras, cayó en cuenta que alguien estaba afuera, y le preguntó lo mismo que como introducción divina de Jesús, habían preguntado los ángeles, ¿por qué lloras? María pensando que era quien se encargaba de cuidar los sepulcros, le dijo que si él se había llevado el cuerpo de su Señor, le dijera donde lo había colocado para ir a buscarlo. Al escuchar que la llamaba por su nombre, supo que se trataba de su Señor. Ella lo identificó respondiendo ¡Maestro!

Jesús le dijo a María que tenía que ir a encontrarse con su Padre y Padre de todos nosotros, que fuera y le contara esto a sus hermanos; María fue y contó que había visto y hablado con Jesús y les comunicó que iría a reunirse con Nuestro Padre eterno.

Hermanos, oremos a Dios pidiendo que nos dé la curiosidad y hambre espiritual que le otorgó a María, para saber dónde se encuentra nuestro Maestro, e ir en su búsqueda y entonces podamos exclamar ¡Resucítanos Señor Jesucristo!

Oremos:

Dios Padre eterno, te pedimos que nos hagas cada día más consientes y partícipes de tu resurrección.

Amén. Dios me los bendiga y recuerden. Solo Dios Salva.