Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Primer Domingo de Adviento - No sabemos el día y la hora de su regreso; pero, como en temporada de Adviento lo esperamos.

27 de noviembre de 2022

Primer Domingo de Adviento.

 

Pastor: Miguel Moreno

 

Lecturas: Salmo 122, Isaías 2:1-5, Romanos 13:11-14, Mateo 24:36-44

 

Tema de hoy: No sabemos el día y la hora de su regreso; pero, como en temporada de Adviento lo esperamos.

La reflexión para el día de hoy, primer servicio de Adviento, gira en tormo al hecho mismo de que, quien vino una vez como un humilde y tierno niño al cobijo de un pesebre, vendrá otra vez, en un tiempo indeterminado, con gran poder y gloria a juzgar a los vivos y a los muertos.

Del evangelio leído hoy, tenemos que nuestro Señor Jesucristo nos dice de manera firme: «Pero el día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre».

Hermanos, cuanta locura hemos tenido que percibir a lo largo de los años, escuchando profecías acerca de la segunda venida de nuestro Dios Jesús. La insensatez ha sobreabundado en muchos que, haciéndose llamar lideres, apostaron por el retorno de Jesús en una fecha de exacto cumplimiento; para luego, dejar como resultado, la decepción o justificación asombrosa del hecho no realizado.

El texto bíblico nos aclara más: la segunda venida será como en los días en que vivió el patriarca Noé, en el sentido de que todo transcurría de manera normal, las personas realizaban todas sus actividades, incluidos los pecados más horrendos, desentendidos de un Dios todopoderoso que les había creado y a quien debían sujeción y respeto. Ellos no hacían caso en lo relacionado con la potestad del juicio de Dios, como lo expresa el Salmo 122 en su versículo 5: en Jerusalén están las sillas del juicio, los tronos de la casa de David.


La gente del tiempo de Noé vivía despreocupada de la presencia y autoridad de Dios sobre su creación; hermanos, ¿estamos nosotros desentendidos de que ahí está un Dios y que, con certeza algún día vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos? Por lo general, Dios siempre advierte al ser humano cuando va a desatar su ira, nosotros normalmente no prestamos atención y luego la calamidad nos toma por sorpresa. En el libro del profeta Isaías capítulo 2 verso 4, el Espíritu Santo reitera que: Dios vendrá en los postreros tiempos, juzgará entre las naciones y castigará a muchos países.

Nuestro Señor Jesucristo en Mateo 24: 42, nos aconseja diciéndonos que: procuremos estar despiertos, en vigilia, ya que, no conocemos la fecha exacta ni aproximada en la cual Él regresará. Y en el verso 43 nos dice que: si un padre de familia supiera a que hora sufrirá un allanamiento de su hogar por algún criminal, haría todo lo posible para velar, estar despierto y preparado, y así repeler al malhechor que pretende hacerles daño; más aún, tratándose de nuestro propio, personal e individual destino eterno, deberíamos hacer de nuestras vidas una vigilia continua a la espera de nuestro Señor Jesucristo en su segundo adviento; pero, ya no como un niño humilde, pobre, indefenso; mas sí como Juez de majestad, gloria y con el infinito poder que como Rey de todo lo visible e invisible le pertenece.

Pablo en su carta a los romanos nos conmina a: que desechemos las obras de las tinieblas y marchemos en el carruaje de la luz; comportémonos como si siempre estuviéramos a pleno día, en la santidad, que no santurronería, que solo nos puede comunicar la comunión perfecta que es por fe en nuestro Dios verdadero, el Dios humanado que nació en Belén.

Oremos:

Dios Padre eterno, danos comprensión para que el Dios humanado que esperamos en este tiempo de Adviento, nos recuerde que, ese mismo Jesús que ascendió a los cielos, volverá un día, cuando menos lo esperemos.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

 

Cristo Rey - Último domingo después de Pentecostés.

20 de noviembre de 2022

Cristo Rey - Último domingo después de Pentecostés.

 

Pastor: Miguel Moreno

 

Lecturas: Salmo 46; Jeremías 23:1-6; Colosenses 1:11-20; Lucas 23:33-43

 

Tema de hoy: Jesucristo, Nuestro Rey Soberano

 

El mensaje para el día de hoy, cuando arribamos al último servicio después de haber asistido al culto de celebración de Pentecostés, nos invita a abocarnos a desarrollar el tema del oficio de Cristo como Rey Supremo y Soberano.

 

En el Salmo 46, el salmista por inspiración divina nos anuncia lo que deberíamos esperar de parte de Dios; sí, Él es nuestro refugio perfecto, nuestro castillo infranqueable, y desde esa perspectiva, nos afirma que por nada debemos temer si se presentaran movimientos telúricos como en los últimos tiempos se han manifestado; no sintamos miedo si surgen sunamis, así como hemos visto sobre el planeta en los más recientes años.

Nada podrá conmover la tierra, porque Él se encuentra en medio de ella; en el devenir de la humanidad hemos podido conocer que los reinos han fallado, las naciones se han corrompido sobremanera; mas, nuestro Señor dando una orden les reprendió de la manera soberana que solo Él, sabe y puede disponer.

 

Hermanos, Dios ha desplegado su poder y soberanía desde que creo los cielos y la tierra; solo Él puede traer la paz hasta los lugares más apartados del mundo. Jehová nos recuerda que estemos en quietud, hagamos silencio y, que reconozcamos que solo Él es Dios. Por ser Rey, necesariamente deberá ser alabado, honrado como nada ni nadie; el Señor de Sabaot, único comandante de los ejércitos celestiales; Él nos promete estar con nosotros y ser nuestro guardador por siempre, según la promesa hecha a Jacob y todos sus ascendientes.

 

Nuestra lectura del Antiguo Testamento viene del Libro de Jeremías; inicia con una advertencia hacia los pastores y las ovejas que han sido puestas a su cuidado. Dios les dice a estos pastores que las han dispersado, no le han dado el cuidado que requerían; Jehová promete que Él mismo reunirá a esas ovejas y colocará pastores responsables que les den el alimento necesario y correcto; estas ovejas, ya no temerán porque confiarán en que esos pastores han sido instituidos por el mismo Jehová. Hermanos, hoy en día, nos llegan noticias de abusos que cometen estas personas que haciéndose llamar pastores, someten a su rebaño a tensiones graves de dominación y, muchas de esas congregaciones terminan convirtiéndose en sectas alejadas del amor y la salvación que se espera en «Cristo».


El profeta continúa diciendo que: vendrán días en que Dios establecerá un sucesor del Rey David y, ese descendiente reinará como Rey, sí hermanos, Dios hablando por medio del profeta, nos promete que su hijo Jesucristo será el soberano que gobernará sobre toda criatura, haciendo verdadera justicia, porque Él, Cristo, es la justicia de Dios hecha Rey soberano.

 

Cuando reflexionamos sobre la lectura de la epístola, nos encontramos con una verdad que todo cristiano debería atesorar en su corazón y mente, y se trata de la sentencia vivificante que nos habla Dios por medio de la pluma del Apóstol Pablo, quien nos dice, que demos gracias a Dios Padre quien nos capacitó para poder ser constituidos como herederos que tiene todo santo en luz; ya que Dios nos ha rescatado, puesto en libertad y llevado hasta el reino de su hijo amado, y nos asegura y ratifica, otra vez, que en Él, su hijo Jesucristo, tenemos el pleno perdón por su sangre derramada en la cruz.


Hermanos, si alguien quiere saber como es Dios, que vea al Hijo, ya que Él es la imagen misma del Dios que no podemos ver. En Jesús fueron creadas todas las cosas y su existencia es antes que todo, así como también Él es la cabeza de la iglesia.


Hermanos, solamente debemos reconocer como líder espiritual a Nuestro Señor Jesucristo, que nadie les engañe, en virtud de que solo Él, derramó su sangre preciosa y murió por nosotros, una sola vez y por siempre, sacrificio suficiente e irrepetible.

Hermanos, llegamos al evangelio escuchado hoy y, las imágenes nos muestran que Jesús es llevado al monte de la Calavera; allí fue crucificado, tal como tenían los romanos como método de ejecución de los condenados a muerte. El evangelista nos habla que a ambos lados de Jesús se encontraban dos reos que habían sido condenados a morir también en la cruz. Los soldados estaban apresurados en darle muerte y le insultaban diciendo: por qué no te salvas a ti mismo; mas Jesús, de entrada, le pide a su Padre que los perdone porque su actuar es producto directo de la ignorancia. Había un letrero sobre Jesús que decía: Este es el Rey de los judíos. De los dos malhechores, uno le injuriaba; pero el otro reprendió a este, reconociendo su vida de pecado y la justicia que estaban recibiendo e imploró a Jesús: «Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino». Jesús le respondió: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso».

Está señalado en la Palabra de Dios que, hasta las piedras hablarán. En el caso anterior, vemos como el Espíritu Santo mueve al corazón de uno de los malhechores y, confiesa y reconoce que Jesucristo es Rey. Y, por otro lado, la respuesta de Jesús nos asegura que Jesús ya es Rey, sin que tengamos que esperar su segunda venida para que ostente ese oficio de Rey Soberano. Su reino ya tiene vigencia y toma posesión en nuestras vidas cuando nos sujetamos a Él, y permitimos que sea nuestro Rey Soberano, Glorioso y Eterno, y todo esto, solamente por fe, sin obras que exponer, alegar o que traten de justificar nuestros méritos.

Cuando ya estamos próximos a empezar nuestra temporada de Adviento, fijemos nuestras miradas en el niño del pesebre, que nació en la humildad; pero verdaderamente es Rey soberano de la humanidad. 

Oremos:

Señor, Dios nuestro. Hoy venimos ante ti para suplicarte que mores en nuestras vidas, y que reconozcamos que solo tú, eres nuestro Rey soberano.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

  

Vigesimotercer domingo después de Pentecostés - Señor, Quiero estar Preparado para tu Segunda Venida

 13 de noviembre de 2022

Vigesimotercer domingo después de Pentecostés.

 

Pastor: Miguel Moreno

 

Lecturas: Salmo 98; Malaquías 4:1-2a; 2 Tesalonicenses 3:6-13; Lucas 21:5-19

 

Tema de hoy: Señor, Quiero estar Preparado para tu Segunda Venida

 

El mensaje para el día de hoy, cuando arribamos al servicio vigesimotercero después de haber asistido al culto de celebración de Pentecostés, nos dirige a tratar un tema muchas veces tratado con morbo y, se trata de las señales acerca de acontecimientos futuros.

 

Hoy hemos leído muy gratamente en el Salmo 98: versículo 2: «El Señor ha anunciado su victoria, ha mostrado su justicia a la vista de las naciones;» Más adelante en los versículos 7 al 9 leemos: «Que brame el mar y todo lo que contiene, el mundo y sus habitantes; que aplaudan los ríos; que se unan las montañas en gritos de alegría delante del Señor, que viene a gobernar a la tierra. Él gobernará a los pueblos del mundo con rectitud e igualdad».

 

Nuestro Dios Padre, ha hecho notoria su salvación y ha descubierto su justicia, sí, hermano, en estos versículos el salmista profetiza sobre la venida de un Salvador, nuestro Señor Jesucristo. Mas en los otros versículos, Dios pide a su creación que haga festividad claramente visible y audible, ya que, si bien Jesús, el Mesías, ya vino como la Justicia de Dios hecha sacrificio suficiente mediante su muerte en la cruz, volverá para juzgar a todas las naciones y razas con rectitud de juicio.

El pasaje del antiguo testamento que hemos revisado hoy, nos habla de que: Vendrá un día muy caliente como un gran horno, y quienes viven en pecado, serán consumidos como algodón que se expone al fuego, y además, les arrancará cualquier raíz de donde puedan retoñar en su maldad; luego, el profeta nos revela una promesa que, nos debe llenar de felicidad y gozo para quienes respetamos a Dios con la seriedad y firmeza que nos aporta la fe; nacerá el sol de justicia (Jesucristo), quien traerá salvación, y ese hecho nos hará saltar como becerros de la manada, con nuevos bríos, agilidad y alegría.

La epístola a considerar para el día de hoy, nos sugiere que tratemos el tema de la disciplina y el orden en nuestras vidas, así como, en las comunidades cristianas. Dios nos recomienda que no nos juntemos con personas desorganizadas o desordenadas en sus vidas; aquellas que se comportan diferente a las enseñanzas de una buena doctrina sobre la fe.

Pablo les recuerda que mientras estuvo con ellos, jamás esperó recibir alimentos sin habérselos ganado con su esfuerzo, para no llegar a ser una carga adicional en esa comunidad de Tesalónica.



Pablo entiende y enseña que, el individuo que no quiera laboral, sino que, por el contrario, en su ocio lo que quiere es estar inmiscuyéndose en las vidas ajenas, tampoco merece comer. También nos exhorta a no desmayar en nuestro propósito, en cuanto podamos, de hacer el bien al prójimo.

El evangelio que nos ocupa hoy, nos trae una profecía hecha por Jesús.

Muchos conocedores consideran que, Lucas escribió sobre esto después de la destrucción del templo y de Jerusalén en el año 70 d.C, bajo el gobierno del Emperador romano Tito Flavio Vespasiano.

Un grupo de individuos hablan acerca de la belleza que mostraba el templo; nuestro Señor les dice que: en relación a esas cosas que ven, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida. Y la pregunta no se hizo esperar: Maestro, ¿en qué fecha será eso y cuáles será las señales que indicarán la destrucción?

Nuestro Señor les recomienda: No sean engañados, ya que vendrán muchos en mi nombre, haciéndose pasar por mí. También les habla de que habrá guerras y separaciones de comunidades de sus propios países. Los países se enfrentarán unos contra otros, los desastres y fenómenos naturales causarán mortandad; habrá muchas señales en el cielo. Serán perseguidos; pero no preparen su propia defensa, porque yo les daré las palabras y la sabiduría para responder.

Continúa Jesús diciendo: en ese tiempo ustedes serán entregados por sus mismos familiares y algunos será asesinados; y serán despreciados por haber creído en mí; mas yo les cuidaré en su integridad. Al final les declara que con la paciencia preservarán sus almas.

Hermanos, si bien estas revelaciones de nuestros Señor Jesucristo, están dirigidas a un público específico que lo viviría hacia el año 70 d.C, también pueden ser aplicadas a nosotros en la espera de la segunda venida de nuestro Salvador, sobre todo en lo que atañe a la aparición de falsos Cristos, falsos Mesías, falsos profetas; el incremento de la devastaciones productos del embate furioso de los fenómenos naturales; la aplicación en ciertas y determinadas naciones, de medidas coercitivas y penalidades capitales a personas que profesan la fe cristiana; pero, sigamos las recomendaciones de nuestro Dios Jesús, no preparemos defensa alguna en nuestras mentes, ya que, él ha prometido llenarnos de sabiduría sobre qué alegar en nuestra defensa y, sobre todo roguemos y vivamos en la perfecta paciencia que él nos otorga, y de esta manera cuidaremos nuestras almas hasta que él regrese. 

Oremos:

Padre celestial, así como los hermanos de las primeras congregaciones fueron guiados ante los acontecimientos por venir en Jerusalén; que nosotros estemos bien adoctrinados y preparados, para esperar con propiedad la segunda venida gloriosa de tu Hijo Jesucristo.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

 

Vigesimosegundo domingo después de Pentecostés - ¡Resucítame Señor y Hazme tu Hijo!

06 de noviembre de 2022

Vigesimosegundo domingo después de Pentecostés.

 

Pastor: Miguel Moreno

 

Lecturas: Salmo 17:1-9; Job 19:23-27a; 2 Tesalonicenses 2:1-5, 13-17 Lucas 20:27-38

 

Tema de hoy: ¡Resucítame Señor y Hazme tu Hijo!

 

El mensaje para el día de hoy, cuando arribamos al servicio vigesimosegundo después de haber asistido al culto de celebración de Pentecostés, nos dirige a tratar un tema que siempre ha creado polémicas, y se trata sobre hecho glorioso de la resurrección en el día final, cuando regrese nuestro Señor Jesucristo.

 

Cuando leemos el pasaje del libro de Job asignado para hoy, vemos que el profeta por inspiración divina dice: «Yo sé que mi defensor vive, y que él será mi abogado aquí en la tierra. Y aunque la piel se me caiga a pedazos, yo, en persona, veré a Dios. Con mis propios ojos he de verlo».

 

Hermanos, Dios nos habla por medio de Job anunciándonos que, efectivamente todos nosotros veremos por nuestros propios ojos, la presencia de Dios cara a cara. Sí, hermanos, en la resurrección de todos los muertos, tendremos ese privilegio, el contemplar el rostro de nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo.

 

En la epístola para el día de hoy, aprendemos de Dios por intermedio del Apóstol Pablo que: «les rogamos que no cambien fácilmente de manera de pensar, ni se dejen asustar por ningún mensaje espiritual, discurso o carta que reciban como si fuera nuestra, diciendo que el día del regreso del Señor ya llegó. No se dejen engañar de ninguna manera».


Hermanos, siempre vamos a encontrarnos con personas, pertenecientes a sectas o no, que con sus filosofías vanas y frías, tratan de inventar enseñanzas descabelladas, y en esta oportunidad estamos advertidos por Dios acerca de lo que ha de venir de parte de lideres que, inventan cosas tan torcidas como que, nuestro Señor ya regresó en algún momento de la historia o que vendrá en cierto y determinado día y, que ninguna otra venida tendrá lugar, la primera premisa (de que ya tuvo lugar la resurrección) de por sí, ya es muy grave en razón de que quita toda esperanza del corazón del creyente, quien ansía con gran amor el día en el cual su Salvador volverá y lo despertará del sueño eterno, de allí que debemos estar muy atentos con tanto bombardeo de mensajes que, en la actualidad encuentran autopistas de circulación a través de la famosas redes sociales. Y la segunda premisa (de ponerle fecha a la segunda venida del Señor) ha dado fundamento a los suicidios masivos más aterradores de la humanidad. Mantengámonos apegados a lo que nos dice nuestro Señor en su Palabra y estaremos seguros de que la doctrina aprendida tiene la mejor y única fuente confiable.

 

El evangelio asignado para hoy, nos trae como eje central, las creencias erradas que se tenían hace dos milenios acerca del proceso de resurrección de los muertos y posterior vida eterna, así como, la correcta doctrina enseñada de primera mano por nuestro Dios, Jesucristo.

 

Nuestro evangelista Lucas, al igual que Mateo y Marcos, registran este pasaje ocurrido en Jerusalén, y el mismo va de la manera siguiente: Dentro del contexto de la historia, podemos ver que Jesús viene de ser puesto a prueba por sus enemigos, quienes habían enviado a unos espías que aparentando ser hombres de bien, le habían hecho una pregunta sobre si era correcto o no pagar impuestos para el emperador romano, y Jesús resolvió la situación, y salió ileso de la trampa tendida, debido a que Dios siempre sale victorioso de la asechanzas del diablo.

 

Ahora bien, seguidamente algunos individuos pertenecientes al partido judío político-religioso de los saduceos, se presentan ante Jesús y le plantean una pregunta: Desde el principio del pasaje, el evangelista nos advierte que los saduceos no creían en la resurrección de los muertos; luego, dicen: maestro, Moisés nos dio como mandamiento que, si un hombre se casaba y al tiempo moría sin tener descendientes, el hermano del fallecido debería casarse con la viuda y de esta forma darle hijos al difunto. Bien maestro, vamos a suponer lo siguiente; había una vez siete hermanos, el primero se casa y luego muere sin tener hijos, el segundo hermano va y se casa con la mujer; pero, este también muere sin tener descendencia y así mismo hizo el tercer hermano, sin lograr tener hijos y levantarle descendencia ninguno de ellos a su correspondiente hermano. Al final de esta sucesión de esposos, la mujer también murió. Y la pregunta no se dejó esperar: maestro, en la resurrección de los muertos, ¿de quién será esposa esta mujer?

 

Hermanos, Jesús pudo haber dicho para salir del paso, una explicación y analogía de la vida civil llana y sencilla, y decirles, bueno, ella será esposa del último hombre con quien estuvo casada; pero no, les habló Dios mismo y les respondió: en este mundo la gente se casa, mas quienes lleguen al día de la resurrección porque así lo merezcan, por su fe en Dios, no volverán a la practica de los casamientos, porque no podrán morir jamás. Además, ellos serán como ángeles y serán hijos de Dios por el hecho de haber resucitado. De lo anterior, siempre se ha sacado como conclusión de que los ángeles no tienen órganos sexuales alguno, lo que no podemos asegurar, sino, pensar que Jesús lo que está dando a entender es que, en el cielo la celebración de bodas o reafirmación o sujeción de vínculos obtenidos en vida, ya no tendrán vigencia ni usos.

 

Al final, Jesús habla de lo experimentado por Moisés en el relato de la zarza que ardía, Dios nos hace saber que los muertos resucitan, él no es un Dios de muertos sino de vivos.

Oremos:

Amado Dios y Señor de los cielos, hoy te rogamos que nos enseñes a tener una visión clara de cómo será nuestra vida contigo, una vez nos hayas resucitado a la eternidad gloriosa a tu lado.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!