Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Décimo Octavo Domingo Después de Pentecostés - Dios, danos coherencia de fe para mirar a Jesús como nuestro único Salvador

 01 de octubre de 2023

Décimo Octavo Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 25:1-9; Ezequiel 18:1-4, 25-32; Filipenses 2:1-13; Mateo 21:23-32

Tema de hoy:   Dios, danos coherencia de fe para mirar a Jesús como nuestro único Salvador.

Muy buenos días, hermanos y hermanas en nuestro Señor Jesucristo; en esta oportunidad vamos a reflexionar acerca de la lectura del evangelio según Mateo capítulo 21, versículos desde el 23 hasta el 32.

En una oportunidad alguien me contaba que estando en su lugar de trabajo, un grupo de sus compañeros mantenían una discusión llegando a acalorarse un poco, en relación a cómo era el uso de una determinada conjugación verbal; al ya no poder darle vueltas al asunto, sin posibilidad de consultar a nadie, estoy hablando de los tiempos en los que vivíamos sin acceso a internet, apareció un señor quien visitaba con regularidad su lugar de trabajo, fungiendo como un humilde librero ambulante, a petición y a domicilio y, les preguntó con mucha discreción: ¿cuál era la discusión propiamente dicha en la que estaban inmersos? Todos sin excepción fruncieron, cuenta mi amigo, viraron los ojos en señal de menosprecio y alguien a regañadientes balbuceó la duda.


Siguió contando mi amigo que está visto y es verdad, como se dice normalmente, que la ignorancia es libre, y que los prejuicios limitan el progreso individual y colectivo de la humanidad. Aconteció, que el vendedor de obras literarias manteniendo su sencillez, echó manos de un pizarrón y como un catedrático universitario pasó a explicarles hasta el más mínimo detalle acerca de la incertidumbre que les frustraba hasta ese momento; al ser preguntado acerca de los conocimientos mostrados, el buen y viejo librero respondió que, era Licenciado en Letras con Postgrado y Magister en el tema específico de cuya ignorancia les rescató; dice mi amigo, que está demás contar que todos quedaron sorprendidos con aquella declaración, y comentaron con pena propia: «cómo la mayoría de las veces, creyéndonos mejores que los demás, caemos en la enfermedad del orgullo».


En nuestra historia de hoy, observamos a Jesús que enseña y además lo hace con toda autoridad. Los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos, observaban con admiración oculta y con envidia revelada, como este hombre humilde, cuyo padre tenía un oficio corriente como carpintero, procedente además de un pueblo insignificante como Nazaret, desplegaba todos eso conocimientos de la Escritura; pero a ellos sólo se les ocurre preguntar:  ¿Con qué autoridad haces esto y quién te la dio? ¿Será que preguntaban eso para ellos buscar de la misma fuente donde Jesús había sido provisto? Pudiera ser esa la motivación, mas también buscar una excusa para acusarlo y apresarlo.


Jesús, quien sí sabía de sus intenciones (Dios es omnisciente y conoce los pensamientos e intenciones de los corazones), se les escapa inteligentemente respondiendo con una pregunta sencilla pero aguda, ¿quién envió a Juan a Bautizar, Dios o los hombres? Y los señores maquinando sus cálculos, referidos al costo social y religioso que tendrían que enfrentar, manifestaron no saber; Jesús responde, entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto.


El anterior pasaje bíblico nos enseña que todo aquel que ve a Cristo con ojos humanos, desprovisto de fe que obra el Espíritu Santo, se preguntará, ¿con qué autoridad me puede dar algo este personaje histórico?, si lo que observo es a un hombre pobrísimo, que nació en un pesebre maloliente, que no tenía ni donde recostar la cabeza Mateo 8: 20; además, se dejó crucificar sin abogar defensa alguna a su favor. En conclusión, Él no puede hacer nada por mí; entonces no me interesa y rechazo seguirle como discípulo.

Así las cosas, el ser humano queda atrapado en una condenación eterna, desesperado, llevando una existencia que nada ni nadie puede llenar, al enceguecerse por la enfermedad del orgullo propio.


Y, como se nos muestra en la parábola de los dos hijos, no sirve de nada las promesas verbales de sujeción a nuestro Señor Jesuscristo, por ejemplo: la persona que trás ser invitada al servicio cristiano responde: -Oh sí, el próximo domingo sí iré a la iglesia, y llegado el día no aparece, lo que sí cuenta para Dios, son las actuaciones efectivamente realizadas como resultado de la fe y, de esta manera dar fruto de arrepentimiento y discipulado real; ya que, no es por estatus socioeconómico, ni méritos académicos que vamos a lograr acceder al reino de los cielos, sino por la milagrosa misericordia de Dios que obra la fe en nosotros.

Oremos:

Dios de Gloria y Majestad, haznos vivir una existencia de coherencia, y ver en Jesús al Dios Todopoderoso que salva nuestras almas de la perdición eterna.

Amén. Dios los bendiga y recuerden: ¡Solo Dios Salva!



Décimo Séptimo Domingo Después de Pentecostés - Dios reparte sus dones según su soberana voluntad

 24 de septiembre de 2023

Décimo Séptimo Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 145:1-8; Jonás 3:10-4:11; Filipenses 1:21-30; Mateo 20:1-16

Tema de hoy:   Dios reparte sus dones según su soberana voluntad

Muy buenos días, hermanos y hermanas en nuestro Señor Jesucristo; en esta oportunidad vamos a reflexionar acerca de la lectura del evangelio según Mateo capítulo 20, versículos desde el 1 hasta el 16.

Ahora bien, en una oportunidad alguien me contó que vió un documental en la televisión, acerca de cómo hacía el sur de Estados Unidos ciertos granjeros norteamericanos hasta la fecha actual, suelen contratar personal para la cosecha de tomates. La secuencia era la que sigue: el dueño de la plantación, desde luego, de grandes extensiones de terreno, daba instrucciones a su caporal para ir al pueblo más cercano a buscar obreros, en su mayoría migrantes latinoamericanos, dispuestos a trabajar arduamente en la recolección de los frutos. Llegando a la plaza, ya esperaban ansiosos varios hombres que necesitando el sustento diario, inmediatamente subían al transporte partiendo a la hacienda para hospedarse en dormitorios dispuestos para pasar el tiempo necesario que durará la recolección.


Al día siguiente, el mayoral volvía a hacer el mismo recorrido; recogía nuevos trabajadores y regresaba a la finca. Al llegar el fin de semana, procedía como es justo, a pagar a cada uno estrictamente según los días y horas efectivamente laboradas. Y todo eso, porque en nuestra forma de vida en sociedad, así sea medianamente capitalista, se deben asignar recursos que sean correspondidos con el esfuerzo del hombre, de lo contrario, serían mínimas las posibilidades de tener a mano un producto de la calidad de los tomates tanto frescos como envasados que abundan en las estanterías de los supermercados y que tanto gustan a los clientes.


En el evangelio de hoy, el dueño de la finca va contratando jornaleros a diferentes horas del día y al final del día como es justo, empieza a pagar a cada uno según corresponda y, ¿cuál es la sorpresa, indignación y sentimiento de estafa de quienes habían trabajado todo el día, en contra de los que solamente habían laborado una hora? Bueno, que el encargado pagó a cada uno el mismo salario sin importar el tiempo de trabajo empleado por cada una de ellos. Cualquiera diría: «si yo hubiese sabido eso, me aparezco a última hora».


Nuestro pasaje para el día de hoy empieza, (dependiendo de la versión bíblica empleada) ésta es Dios Habla Hoy (DHH): «Sucede con el reino de los cielos como…» Ante esta entrada debemos pensar qué nos quiere enseñar Jesús acerca del reino de los cielos aquí.


Creo que primeramente nos muestra la discriminación en que caemos muchos, cuando una persona se convierte a la fe a una edad avanzada. Muchos suelen  comentar, por decir lo menos y dentro de su garrafal ignorancia: «¡Qué bonito, después de haber vivido una vida desenfrenada y alejada de Dios ahora si se mete a cristiana, así cualquiera se hace evangélico… $%&&&& hablando toda clase de epítetos o adjetivos calificativos maliciosos!»


Esos comentarios en burla, bien pueden ser aceptados viniendo de personas sin fe; pero nunca de los hijos de Dios, porque para eso, tenemos conocimiento abundante mediante la lectura de las Escrituras, que Dios tiene  misericordia de quien él quiera tenerla. Usted puede tener todo el tiempo de su vida dentro de un templo; pero si su corazón no sigue con ojos fieles a Jesucristo, de nada le vale para su salvación. Y, si por el contrario, fue su discípulo fiel en todo ese tiempo, excelente, felicitaciones; mas por otro lado, la otra persona objeto de burlas que a la tercera edad se postra de corazón ante los pies del Señor, tendrá los mismos derechos de ser considerada Hijo de Dios y salva por su fe en él.


Y, lo anterior es así, porque el tiempo de Dios es perfecto, Eclesiastés 3: 1. No podemos pretender adelantarnos o atrasarnos, porque todo depende de la santísima voluntada de Dios; por ejemplo, Dios quiso poner un corazón duro en el faraón, con el propósito de que su gloria (de Dios) fuera conocida en toda la tierra de Egipto Éxodo 7: 3, retrasando de esta manera, la salida exitosa del pueblo de Israel de la nación egipcia.


Y, la segunda lección que nos regala Jesús, es que, él es un pagador y Mayordomo perfecto, que tiene misericordia de sus Hijos al repartir sus dones equitativamente, y que al considerar su proceder y sus obras, jamás debemos compararlo con nuestro obrar y reglas humanas, ya que si deseamos entender sus pensamiento y actuación, necesariamente tenemos que dedicarnos con devoción a escudriñar Las Escrituras, porque ellas dan testimonio de Dios, Juan 5: 39, y en ellas tenemos vida eterna y.

Oremos:

Eterno y amantísimo Padre celestial, hoy venimos a ti para pedirte comprensión y paciencia ante la soberana repartición que haces de tus dones y misericordias.

Amén. Dios los bendiga y recuerden: ¡Solo Dios Salva!


Décimo Sexto Domingo Después de Pentecostés - Perdón Ilimitado como el tuyo, mi Señor

 17 de septiembre de 2023

Décimo Sexto Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 103: 8-13; Génesis 50:15-21; Romanos 14:1-12 ; Mateo 18:21-35

Tema de hoy:   Perdón Ilimitado como el Tuyo, mi Señor

Muy buenos días, hermanos y hermanas en nuestro Señor Jesucristo; en esta oportunidad vamos a reflexionar acerca de la lectura del evangelio según Mateo capítulo 18, versículos desde el 21 hasta el 35.

El pasado domingo, decíamos que: Dios nos invita a llevar una vida de concordia, armonía, amor y reconciliación constantes y perpetuas; así como, es eterna la reconciliación con nuestro Dios Padre, que nuestro Dios Hijo y Señor Jesucristo ganó con su sacrificial muerte en la Cruz para todos nosotros.

Para hoy, seguimos en el versículo inmediatamente posterior al último leído hace una semana, y empieza con una pregunta de parte de Pedro a Jesús: Señor, yo quiero saber ¿cuántas veces debo perdonar al hermano que peque contra mí? ¿Solamente hasta siete?

Hermanos, ¿somos de la clase de personas que llevamos una libreta en el bolsillo y escribimos las veces que hemos perdonado a alguien? «A fulanito lo he perdonado veinte veces, a zutanito lo he perdonado setenta veces, uff, ya ha sido demasiado perdonado por mí». Podemos pensar que Pedro pensaba de esta manera y por eso es que hace la pregunta. 

Nuestro Señor Jesús le responde: no te digo que perdones hasta siete, sino, inclusive lo hagas hasta setenta veces siete. Muchas personas creen que Jesus le está dando un número limitado de hasta cuatrocientos noventa (490) veces para perdonar, y por el contrario, debemos entender que no existe un límite determinado para el acto liberador, en muchos casos, del perdón. Y, es que el punto de vista de Jesús es el mismo de Dios. ¿Qué sería de nosotros y de nuestro destino eterno, si Dios llevara una cuenta de nuestras ofensas hacia él? Si es una verdad incuestionable, que Dios nos perdona a cada instante que pecamos y reconocemos nuestro mal proceder ante él; luego, no nos queda mejor ejemplo, que con un corazón agradecido, perdonemos abundantemente a nuestros ofensores.

Seguidamente en el texto del evangelio leído, el Señor Jesús cuenta una parábola para ilustrar la respuesta dada a Pedro y de cómo procede la justicia divina. El pasaje habla acerca de un rey que le perdona una gran deuda a un hombre, esta deuda era tan grande que tendría que pasar toda una vida para resarcirla, ante lo que el acreedor ordenó vender al deudor junto con su esposa e hijos y de esta forma tratar de recuperar el dinero prestado. El deudor puesto de rodillas suplicó que le perdonará la deuda y, el acreedor, movido a misericordia le perdonó toda su deuda.

La Palabra de Dios continúa diciendo que, una vez hubo salido el perdonado a la calle, se encontró con un amigo que le debía una cantidad mínima de dinero, que para muchos estudiosos sería el equivalente a tres meses de salario mínimo en los Estados Unidos de América. El acreedor lo presionó para que le pagara lo que le debía. Su amigo le suplicó que tuviera paciencia, ya que él se lo pagaría todo. Pues no, la medida que tomó fue la de echarlo enseguida en la cárcel. Los otros amigos en común de los dos individuos de la parábola, fueron y le contaron todo lo que había pasado al rey. El mandatario, al enterarse de todo lo sucedido, hizo llamar al deudor que había antes perdonado y le dijo: eres una persona muy mala, recuerda toda la inmensa deuda que te perdoné porque me lo rogaste, tú debiste haber tenido misericordia con tu amigo deudor como la tuve yo contigo; luego de lo cual, el señor lo entregó a los trabajadores carcelarios hasta que pagara toda la deuda.

Finaliza la narración cuando Jesús dice: De esta misma manera mi Padre que está en los cielos, procederá con ustedes, si no perdonan de todo corazón las ofensas de sus hermanos.

Hermanos, si Dios nos ha perdonado toda nuestra inmensa deuda espiritual producto de una vida de constante pecado, nosotros, por fe, debemos vivir la misericordia de nuestro Señor Jesucristo y perdonar a nuestros ofensores, tal y como lo prometemos en la oración del Padre Nuestro.

Hermanos, por medio del perdón que hemos recibido de Dios, vamos a querer vivir una vida de perdón hacia nuestro prójimo, porque de lo contrario no podríamos llamarnos discípulos de Cristo ni Hijos de Dios.


Oremos:

Amantísimo Dios de perdón. Hoy, queremos venir hasta tu presencia para suplicarte que, el Espíritu Santo nos mueva a vivir el perdón en cada situación de nuestra cotidianidad, y, de esta forma recordar el glorioso e inigualable sacrificio hecho por tu Hijo en la Cruz por todos nosotros para perdonar todos nuestros pecados.

Amén. Dios los bendiga y recuerden: ¡Solo Dios Salva!


Décimo Quinto Domingo Después de Pentecostés – Oh, Señor, Quiero Estar Deseoso de Perdonar

10 de septiembre de 2023

Décimo Quinto Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 119:33-40, Ezequiel 33:7-11, Romanos 13:8-11, Mateo 18:15-20

Tema de hoy: Oh, Señor, Quiero Estar Deseoso de Perdonar.

Hermanos y hermanas en nuestro Señor Jesucristo; en esta oportunidad vamos a disertar sobre la lectura del evangelio que hemos escuchado hoy.

Primeramente vamos a mirar tres versículos atrás para entender el contexto del pasaje. Jesus les dice a sus discípulos: ¿qué les parece si un hombre que es dueño de cien ovejas y pierde una de ellas, no deja a las noventa nueve restantes y sale en busca de la única que se ha extraviado? Y, luego, si la halla, estoy seguro que se llena de más alegría por la que estando perdida ha sido encontrada que por las noventa y nueve que nunca estuvieron perdidas. De esta misma manera, no es la voluntad de vuestro Padre celestial que ninguno de estos pequeños se pierda.

Luego, ya entrando en la reflexión para hoy, Jesús nos muestra el procedimiento para tratar las ofensas y las reconciliaciones. Dice que, si tu hermano peca contra ti, es decir, tu hermano cristiano, porque creo que para el hermano de sangre incrédulo no aplicarían estos mandatos, ya que este, no tendría iglesia alguna de adscripción a donde llevarlo para aplicar el procedimiento correctivo, el cual se muestra en el texto sagrado.

Dice nuestro Señor, si tu hermano peca contra ti, anda y llámale la atención a solas; pero si no te hace caso, búscate a una o dos personas que puedan dar testimonio de su renuencia a corregir o reconocer su mal proceder. Debemos tener claro algo, estos testigos deben ser personas de comprobada seriedad y solvencia moral. Nuestro Dios es un ser de amor, que en base a ello procura que todos busquemos la reconciliación y el entendimiento franco y sincero. Ya lo vemos en Mateo, Capítulo 5 Versículos desde el 25 hasta el 27 donde nos conmina a ponernos de acuerdo con quien tengamos un desacuerdo en el camino, no sea que este sujeto nos entregue a la autoridades judiciales y terminemos presos. Pablo en su Carta a los Romanos leída hoy, nos recuerda que: «el que tiene amor no hace mal al prójimo; así que en el amor se cumple perfectamente la ley»

Continúa Jesus y dice que si ante estos testigos el ofensor no te hiciera caso, entonces dilo a la iglesia y, si aún no atendiera a la iglesia, debes considerarlo como a un incrédulo o un renegado. Seguidamente, Jesús les recuerda a sus discípulos lo ya enseñado relacionado con el Oficio de Las Llaves, acerca del anuncio del perdón o retención de los pecados que puede practicar la iglesia sobre él sujeto cuya conducta ha sido evaluada por ésta. En el segundo caso, cuando no se le anuncia el perdón, es cuando se produce, mis queridos hermanos, la lamentable excomunión del individuo de la comunidad de los santos.

El Señor también nos habla acerca de la importancia de orar los unos por los otros y de unir esfuerzos en la oración. Y para aquellos hermanos que prefieren asistir a las grandes y numerosas congregaciones…Jesús los decepciona al decirles que: donde estén solamente dos o más reunidos en su nombre, ahí estará él.

Hermanos, Dios nos invita a llevar una vida de concordia, armonía, amor y reconciliación constantes y perpetuas; así como es eterna la reconciliación con nuestro Dios Padre, que nuestro Dios Hijo y Señor Jesucristo ganó con su sacrificial muerte en la Cruz para todos nosotros.

Oremos:

Oh, Dios de amor y reconciliación, haznos entender que, mediante la fe que es en tu Hijo Jesucristo, debemos y podemos vivir en completa paz y armonía. Enséñanos a resolver nuestros conflictos y diferencias para de esta manera mostrarles a todos, que tú vives en nuestros corazones hasta la eternidad.

Amén. Dios los bendiga y recuerden: ¡Solo Dios Salva!

 


Sermón Decimocuarto Domingo Después de Pentecostés

 03 de septiembre de 2023

Sermón Decimocuarto Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 26:1-8 Jeremías 15:15-21 Romanos 12:9-21 Mateo 16:21-28

Tema de hoy: Quiero ser un buen discípulo de Jesús.

Hermanos, vamos a reflexionar sobre el Evangelio leído hoy, el cual nos muestra un diálogo entre Jesús y sus discípulos que resulta muy interesante para la cristiandad, ya que nos muestra la forma en que solo él conoce los corazones y nos enseña cómo ser un buen discípulo de Cristo.

Estimados hermanos, venimos de asistir a la confesión de Pedro y de la potestad de anunciar el perdón de pecados dado por nuestro Señor Jesucristo a su Iglesia

Recordemos que, Pedro, dando una muestra de su carácter reactivo respondió: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» Jesús alabó y reconoció que en Pedro había influido Dios Padre, quien le había revelado esa verdad al discípulo y cómo a partir y basado en esa confesión que acababa de hacer, él construiría su Iglesia; y así sucedería. También hablamos que en el momento actual, cada persona que hace esa misma confesión se convierte en una roca que sirve perfectamente a la conformación arquitectónica de la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo.

En esta oportunidad que nos da la lectura de la Santa Palabra, entendemos según lo que nos expone Mateo, que, desde ese episodio anterior, Jesús empezó a explicar a los discípulos acerca de su pasión y muerte, así como, del cumplimiento de la misión que le encomendara su Padre, la cual él libremente aceptó llevar a cabo. A Pedro esta profecía de su Maestro que decía que tendría que morir, no le pareció nada buena y otra vez en forma impulsiva le dice a Jesús: «Señor ¡ten compasión de ti mismo! ¡Que esto jamás te suceda!» Jesús se volvió rápidamente hacia él y le  reprendió diciendo: «¡Aléjate de mi vista Satanás!¡Me eres un tropiezo! ¡Tú ves las cosas desde el punto de vista humano y no como las ve Dios!»

Hermanos, el mismo hombre que había sido inspirado por el Espíritu Santo para confesar que Jesús era el Hijo de Dios, el Mesías esperado; ahora era tomado por Satanás para tratar de impedir la misión salvífica de nuestro Señor Jesucristo de morir por todos nuestros pecado y, vencer la muerte con su resurrección. ¿Con qué podemos comparar este diálogo? Yo diría que, alguien que tenga un hijo con una enfermedad renal y éste necesitara un trasplante de riñón para seguir viviendo, el padre dijera que él está dispuesto a donar sus dos riñones y su propia vida, y luego viniera alguien, se le acercara y le dijera que no hiciera eso. La persona que le ha contrariado, no está viendo que ese padre procede con el más grande amor jamás visto en algún tiempo. Bien, en nuestro pasaje, Pedro no pudo ver más allá, y no porque desconociera la misión de Cristo, sino, porque el diablo se oponía a que nuestro Señor y Dios, cumpliera su misión de redimirnos y salvarnos por el infinito amor, y sacrificio que desde antes de la creación del mundo había sido planeado.

Luego, Jesús pasa a darle ciertas directrices a sus discípulos: si alguien quiere seguirlo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y lo siga. Negarse a sí mismo es entendido como el que ha dejado el egoísmo de la comodidad, el protagonismo o el figurar, por decir solo unas pocas de las conductas vanidosas que todos los mortales padecemos y exhibimos, y vivir con el propósito de caminar por la fe en nuestro Señor Jesucristo, como único ejemplo de conducta a seguir, haciendo siempre distinción entre la ley (que le impone cargas pesadas al pecador impenitente) y evangelio (que le muestra al pecador arrepentido, todo el perdón y salvación ganados por Jesús por en la Cruz). El que quiera salvar su vida, la perderá, debemos entenderlo que es cuando no aportamos nada a este mundo caído y necesitado de un Salvador (Jesucristo) porque no le conocemos, y por el contrario, todo aquel que es cambiado por el Espíritu Santo en su forma de existir, disfrutará de la vida abundante que es en Dios. 

Pasamos toda una vida acumulando tesoros y para ello, abandonamos padre, madre, cónyuge e hijos y, al final de nuestra vidas, cuando la muerte hace acto de presencia, todo ese tiempo que cambiamos de estar con nuestros seres amados por ir detrás de las cosas materiales, nos pesa, nos entristece y, quisiéramos mover las manecillas del reloj hacia atrás para resarcir los momentos que nos auto robamos, y todo por la insensatez de nuestros pensamientos que, no los pusimos donde debieron ser puestos, en nuestro Salvador (Jesucristo) y sus enseñanzas eternas en unión de nuestros seres queridos.

El Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles y, en ese entonces pagará a cada quien según haya sido su obra. No podemos tomar la vía fácil de pensar que con ciertas obras de caridad que hagamos por aquí y por allá, el Señor Jesucristo nos pagará con una vida de gloria eterna junto a él; no, eso no debe entenderse de esa manera. Toda buena obra hecha con y como producto de la fe puesta en Jesús y que proviene de Dios, tendrá su buena paga; mas aquellos que hicieron el mal, recibirán su paga con la muerte eterna en el lugar que arde con azufre y fuego, tal como lo asegura la Santa Palabra de Dios.

 Oremos:

Amantísimo Padre Celestial, danos mentes dispuestas y llenas de fe hacia tus promesas eternas, para comprenderlas, aceptarlas y propalarlas a todos aquellos que necesitan y desean ser tus discípulos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén. Dios los bendiga y recuerden: ¡Solo Dios Salva!