Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Quiero Comer de ese Pan

 

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01 de agosto 2021

Décimo Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 78: 23-29; Éxodo 16: 2-4, 9-15; Efesios 4: 1-16; Juan 6: 24-35

Tema de hoy: ¡Quiero Comer de ese Pan!

Himnos: 03, 127, 302, 323, 661

Nuestra reflexión para el día de hoy Décimo Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Juan 6: 24-35

“Así que, al ver que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, la gente subió también a las barcas y se dirigió a Cafarnaúm, a buscarlo.

Al llegar ellos al otro lado del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron:

—Maestro, ¿cuándo viniste acá?

Jesús les dijo:

—Les aseguro que ustedes me buscan porque comieron hasta llenarse, y no porque hayan entendido las señales milagrosas. No trabajen por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y que les da vida eterna. Ésta es la comida que les dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.

Le preguntaron:

—¿Qué debemos hacer para realizar las obras que Dios quiere que hagamos?

Jesús les contestó:

—La única obra que Dios quiere es que crean en aquel que él ha enviado.

Le preguntaron entonces:

—¿Qué señal puedes darnos, para que al verla te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: “Les dio a comer pan del cielo.”

Jesús les contestó:

—Les aseguro que no fue Moisés quien les dio a ustedes el pan del cielo, sino que mi Padre es quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan que Dios da es el que ha bajado del cielo y da vida al mundo.

Ellos le pidieron:

—Señor, danos siempre ese pan.

Y Jesús les dijo:

—Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que cree en mí, nunca tendrá sed.

Oración del día

Oh Dios, bondad eterna, amor inconmensurable, nos colocas tus dones; comemos y estamos satisfechos. Llénanos a nosotros y a este mundo en toda su necesidad con la vida que viene solo de ti, a través de Jesucristo, nuestro Salvador y Señor.

Aclamación al Evangelio

Aleluya. No sólo de pan vivirá el hombre, sino también de toda palabra que salga de los labios de Dios (Mateo 4: 4)

Sermón

La multitud sigue tras Jesús y al encontrarlo le preguntan en qué momento había llegado hasta allí.

La omnisciencia divina de Dios no tarda en responderle que, sabe muy bien que ellos le buscan para que les llene sus estómagos, mas no porque hayan comprendido el mensaje de la multiplicación de los alimentos.

Jesús les enseña que no deberían emplear su corazón y su mente, en trabajar por las cosas perecederas que hoy son y mañana no.

En el contexto histórico que les habla, el ser humano no contaba con formas modernas de refrigeración como las conocemos hoy. Y la verdad era que muchos alimentos que no se aprovechaban en su momento, a las pocas horas se dañaban y no servía sino como alimento para los animales.

Él les manifiesta que existe una comida que da la vida eterna.

Considerando la esperanza de vida para ese tiempo como de 25 años, podemos pensar que esas palabras de Jesús serían recibidas y aceptadas con gran regocijo.

Les señala que él mismo les dará esa comida que proporciona la vida, y eso es así porque su Padre Dios lo ha dispuesto de esta manera.

Ellos le dicen que, cómo pueden ponerse en la buenas con Dios.

Le responde, que lo que Dios quiere es que crean en su hijo a quien él ha enviado.

Cualquier pensaría y se confundiría, creyendo que Jesús está poniendo a la fe como una simple obra que, cualquier ser humano puede ejecutar y, ganar con ella el favor de Dios y la vida eterna.

Pues eso no es así. Previo a ese creer, en el alma del hombre debe ser obrada la fe por Dios (El Espíritu Santo) y ella es alcanzado por medio de: la Palabra de Dios, el Bautismo y la Santa Cena.

Una vez que Dios resucita al hombre a una nueva vida, empieza a creer en la obra salvadora de Jesús.

Seguidamente, Jesús les dijo que fue Dios quien les dio el pan del cielo en el desierto.

Y así como Dios dio el maná, ha dado a su hijo quien es el Pan de Vida. Ese Pan de Vida, es el mismo que comemos cuando participamos de la Santa Cena. Con este Pan, nunca tendremos hambre y, nos encontramos viviendo desde ya la gloriosa vida eterna.

Hermano, ¿vives una vida de pecado alejado de tu Dios y creador?

Busca la Palabra de Dios, exponte a su predicación y estoy seguro que, el Espíritu Santo obrara la fe en tu corazón, entonces, desde ese momento vivirás la rica vida eterna en unión de Jesús tu Salvador.

Y tu, hermano que llevas als buenas nuevas de Dios; no desesperes cuando a quienes se la comunicas, no atienden a su mensaje y, continuan en su incredulidad. Por ningún momento pienses que Dios y su Palabra han perdido su poder transformador. No hermano. El responsable es el hombre, a quien se le ha dado el libre alberdrío y decide enduraecer su corazón ante el mensaje vivificador.

Oremos: Dios Padre eterno, te suplicamos envíes tu espíritu Santo a cada persona que necesite la fe verdadera, para que de esta forma coma del Pan de vida y tengan la dicha de empezar a vivir la vida eterna.

 

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

Alimentemos a Jesús

 

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25 de julio 2021

Noveno Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 145: 10-18; 2 Reyes 4: 42-44; Efesios 3: 14-21; Juan 6: 1-21

Tema de hoy: ¡Alimentemos a Jesús!

Himnos: 02, 126, 301, 322, 660

Nuestra reflexión para el día de hoy Noveno Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Juan 6: 1- 21

“Después de esto, Jesús se fue al otro lado del Lago de Galilea, que es el mismo Lago de Tiberias. Mucha gente lo seguía, porque habían visto las señales milagrosas que hacía sanando a los enfermos. Entonces Jesús subió a un monte, y se sentó con sus discípulos. Ya estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Cuando Jesús miró y vio la mucha gente que lo seguía, le dijo a Felipe:

—¿Dónde vamos a comprar pan para toda esta gente?

Pero lo dijo por ver qué contestaría Felipe, porque Jesús mismo sabía bien lo que había de hacer. Felipe le respondió:

—Ni siquiera el salario de doscientos días bastaría para comprar el pan suficiente para que cada uno recibiera un poco.

Entonces Andrés, que era otro de sus discípulos y hermano de Simón Pedro, le dijo:

—Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero, ¿qué es esto para tanta gente?

Jesús respondió:

—Díganles a todos que se sienten.

Había mucha hierba en aquel lugar, y se sentaron. Eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó en sus manos los panes y, después de dar gracias a Dios, los repartió entre los que estaban sentados. Hizo lo mismo con los pescados, dándoles todo lo que querían. Cuando ya estuvieron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos:

—Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicie nada.

Ellos los recogieron, y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. La gente, al ver esta señal milagrosa hecha por Jesús, decía:

—De veras éste es el profeta que había de venir al mundo.

Pero como Jesús se dio cuenta de que querían llevárselo a la fuerza para hacerlo rey, se retiró otra vez a lo alto del cerro, para estar solo.

Al llegar la noche, los discípulos de Jesús bajaron al lago, subieron a una barca y comenzaron a cruzar el lago para llegar a Cafarnaúm. Ya estaba completamente oscuro, y Jesús no había regresado todavía. En esto, el lago se alborotó a causa de un fuerte viento que se había levantado. Cuando ya habían avanzado unos cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús, que se acercaba a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. Él les dijo:

—¡Soy yo, no tengan miedo!

Con gusto lo recibieron en la barca, y en un momento llegaron a la tierra adonde iban.

Oración del día

Dios misericordioso, has puesto en el corazón de todos tus hijos el anhelo de tu palabra y el hambre de tu verdad. Haz que sepamos que tu Hijo es el verdadero pan del cielo y compartamos este pan con todo el mundo, por Jesucristo, nuestro Salvador y Señor.

Aclamación al Evangelio

Aleluya. ¡Un gran profeta se ha levantado entre nosotros! ¡Dios nos ha mirado favorablemente! Aleluya. (Lucas 7:16)

Sermón

Es interesante observar, que estos pasajes bíblicos también fueron registrados por inspiración del Espíritu Santo, en los evangelios de San mateo, San Marcos y San Lucas, otorgándole a este pasaje fuerza histórica y consistencia al relato del evangelista.

San Juan coloca este relato en medio del texto de los milagros, que va desde el capitulo 1 hasta el 12, pareciera que este capítulo 6, es la pieza central de las señales milagrosas de Nuestro Señor Jesús.

Según el último informe de la FAO (Food and Agriculture Organization, por sus siglas en inglés; agencia de las Naciones Unidas que lidera el esfuerzo internacional para poner fin al hambre), se calcula que unos 820 millones de personas no tenían los alimentos necesarios para comer en el año 2018, comparado con 811 millones el año 2017, la FAO considera que este es el tercer año consecutivo en que esta cifra se incrementa.

Según datos de la pagina web https://www.worldometers.info/ la población mundial alcanza el numero de 7.8 billones de personas, lo que nos arroja que, el 10,29% por ciento de la población del planeta no tiene alimento alguno que llevarse a la boca.

Jesús es seguido por las multitudes ya que ellos habían visto los milagros que hacía, al subir a un monte, se da cuenta de la cantidad de personas que le espera.

Seguidamente Jesús pregunta a Felipe cómo haremos para conseguir alimentos para todos esos seguidores, que estaban ahí porque tenían alguna necesidad espiritual o de sanidad.

Relata el evangelista que Jesús estaba poniendo a prueba a Felipe, porque Jesús, el Hijo de Dios, Dios mismo, tenia pleno conocimiento de lo que tenía que realizar para dar de comer a los hambrientos.

Felipe responde los recursos que tenemos son escasos, se necesitaría mucho dinero, y Andrés interviene y como por decir algo, manifiesta que allí había un niño, con cinco panes y dos pescados.

Talvez, ese niño era un vendedor ambulante que aprovechaba estas grandes concentraciones de personas, para vender algo de comida a quienes tuvieran hambre y pudieran pagarla, y de esa forma colaboraba con el sustento de su hogar.

Jesús, no se frustra ante la poca comida que tiene el niño, por el contrario, busca rápidamente dar indicaciones que todos se sienten, como acto previo al disfrute de cualquier banquete ofrecido por un Rey.

Toma los panes y los pescados y dando gracias a Dios Padre, reparte tanta cantidad de comida que todos quedaron saciados y aún sobraron pedazos.

Finalmente, Jesús indica que se recogieran los pedazos sobrantes, para que no se desperdiciara nada. Una muestra de la sensatez y mayordomía, que debemos practicar en nuestras vidas con los buenos dones que vienen de Dios.

¿Estamos concientes que la tierra sufre por la caída en pecado de los primeros padres Adán y Eva, en el Jardin del Edén?

Hermanos, ¿Nos preocupamos por los hambrientos que viven cerca en nuestras comunidades?

¿Como Iglesia, destinamos de las ofrendas, un apartado para llevarles el sustento diario a esos hermanos sin alimentos?

¿Participamos de los programas mundiales para erradicar el hambre sobre el planeta?

Cuando ves un anuncio en las redes sociales, de instituciones solicitando donativos para luchar contra el hambre de tantos prójimos ¿donas? ¿Somos tan egoístas o pobres que nos resulta demasiado dinero donar un dólar americano a esa causa?

¿Estas cumpliendo por fe y amor lo que dice Jesús en Mateo 25:35? “Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer…”

Cuando das de comer a un hambriento, le estas dando de comer a Jesús, el Dios verdadero, a quien dices seguir y amar de todo corazón.

En la palabra “Ustedes” ¿crees con sinceridad que te puedes incluir o estas fuera?

Hermano, no te quedes afuera, porque ya sabemos lo que pasará con ellos en el día final.

Oremos: Dios Padre eterno, te rogamos pongas en nuestros corazones una fe viva y una compasión que actúa, para que de esta manera podamos alimentar a Jesús por medio de los hambrientos de este mundo.

 

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

Jesús, Un Pastor Compasivo

 

 

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18 de julio 2021

Octavo Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 23; Jeremías 23: 1-6; Efesios 2: 11-22; Marcos 6: 30-34, 53-56

Tema de hoy: Jesús, Un Pastor Compasivo

Himnos: 321, 322, 324, 329, 339

Nuestra reflexión para el día de hoy Octavo Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Marcos 6: 30-34, 53-56

Después de esto, los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Jesús les dijo:

—Vengan, vamos nosotros solos a descansar un poco en un lugar tranquilo.

Porque iba y venía tanta gente, que ellos ni siquiera tenían tiempo para comer. Así que Jesús y sus apóstoles se fueron en una barca a un lugar apartado. Pero muchos los vieron ir, y los reconocieron; entonces de todos los pueblos corrieron allá, y llegaron antes que ellos. Al bajar Jesús de la barca, vio la multitud, y sintió compasión de ellos, porque estaban como ovejas que no tienen pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.

Cruzaron el lago y llegaron a la tierra de Genesaret, donde amarraron la barca a la orilla. Tan pronto como bajaron de la barca, la gente reconoció a Jesús. Corrieron por toda aquella región, y comenzaron a llevar en camillas a los enfermos a donde oían decir que estaba Jesús. Y dondequiera que él entraba, ya fuera en las aldeas, en los pueblos o en los campos, ponían a los enfermos en las calles y le rogaban que los dejara tocar siquiera el borde de su capa; y todos los que la tocaban, quedaban sanos.

Oración del día

Oh Dios, poderoso y compasivo, pastoreas a tu pueblo, alimentándonos y protegiéndonos fielmente. Sánanos a cada uno de nosotros y haznos un pueblo completo, para que podamos encarnar la justicia y la paz de tu Hijo, Jesucristo, nuestro Salvador y Señor.

Aclamación al Evangelio

Aleluya. Mis ovejas escuchan mi voz. Yo las conozco y ellas me siguen. Aleluya. (Juan 10:27)

Sermón

Es de observar, que estos pasajes bíblicos también fueron registrados por inspiración del Espíritu Santo, en los evangelios de San mateo, San Lucas y San Juan, dándoles fuerza y consistencia al relato del evangelista.

Si bien la misión de Juan El Bautista había terminado, la de los Apóstoles apenas había empezado.

Ellos se reúnen alrededor de Jesús y le cuentan todas las cosas, tanto lo que habían hecho como lo que habían enseñado.

Estos son misioneros que entregan cuenta en forma seria a su Maestro o Líder. El trabajo realizado por ellos les debió producir bastante cansancio ya que, Jesús les invita a ir a un lugar desierto para descansar por un rato, porque eran muchos los que iban y venían y, ellos no habían tenido un simple momento de ocio para siquiera comer algo.

Es de observar que Jesús sabe de la importancia del descanso, y basado en su experiencia divina aplica lo practicado en la culminación de la obra de su creación; Genesis 2: 2 “El séptimo día terminó Dios lo que había hecho, y descansó.

Jesús el Buen Pastor, lleva a sus ovejas hacia verdes praderas y los hace descansar.  

Hermanos, ¿tomamos tiempo de ocio para descansar de nuestra obra diaria?

O talvez pensamos que somo de acero inoxidablemente, y nunca vamos a sucumbir, como resultado de sobreexponernos a la fatiga que trae la laboriosidad, cuando no damos espacio a cierto tiempo de reposo.

Y el mejor tiempo de ocio empleado, es cuando leemos la Palabra de Dios y nos sumergimos en oración ante Él. Así ganamos en comunión verdadera con nuestro Padre, quien nos proporciona el descanso perfecto.

La multitud los reconocía dondequiera que fueran; no podían ocultarse de ellos.

El Buen Maestro vio a la multitud con un corazón compasivo, porque parecían ovejas sin pastor.

Una oveja sin pastor, no tiene mucha esperanza de vida en si misma, ya que son seres débiles, inocentes, crédulas y confiadas de todo lo que le rodea.

Hermanos, ¿tenemos compasión cuando vemos personas que no tienen un Dios verdadero en quien creer y confiar?

¿Hablamos del amor de Dios en la Cruz, o nos quedamos callados?

Si tiene por costumbre guardar silencio y no hacer nada, en alguna forma estás negando a Nuestro Señor Jesucristo y el promete negarte el día del juicio final.

Finalmente, Jesús y sus discípulos arriban a Genesaret, allí la gente lo reconoció. Le llevaban a los enfermos en camillas y los colocaban en las calles, en la creencia de que, si sólo tocaban el borde de su traje, quedarían sano y asimismo les fue hecho según su fe.

Las ovejas confían en su pastor, y éste les cura con cuidadoso amor dando cumplimiento a la profecía de Ezequiel 34:16 “Buscaré a las ovejas perdidas, traeré a las extraviadas, vendaré a las que tengan alguna pata rota, ayudaré a las débiles, y cuidaré a las gordas y fuertes. Yo las cuidaré como es debido.

Hermanos, ¿cuando estamos enfermo acudimos primero a nuestro Pastor en oración, o sólo luego que hemos tratado todo lo demás sin resultado exitoso alguno?

Oremos: Dios Padre eterno, te suplicamos que siempre acudamos primeramente a Nuestro Pastor Jesucristo, para encontrar guía, dirección y sanidad de nuestros cuerpos y almas.

 

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

La Santa Cena Luterana, Significado y Creencia

 

Imagen de Gordon Johnson en Pixabay

He creído necesario hacer un resumen acerca de lo que representa La Santa Cena para la Iglesia Luterana, que si bien, no constituye la totalidad de sus enseñanzas, representa una parte importante de su doctrina manifestada en su tiempo histórico.

LA CONFESION DE FE DE AUGSBURGO 1530

Artículo X: La Santa Cena del Señor

En cuanto a la Santa Cena del Señor, enseñamos que el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Cristo están realmente presentes, distribuidas y recibidas en la Cena bajo las especies del pan y del vino. Rechazamos pues la doctrina contraria.

APOLOGIA DE LA CONFESION DE AUGSBURGO

Por Felipe Melanchton

Art. X.

De La Santa Cena.

 

Acerca del Sacramento del Altar

 

1.  Sostenemos que el pan y el vino en la Santa Cena es el verdadero Cuerpo y la verdadera Sangre de Cristo y es administrado y recibido no sólo por los buenos cristianos sino también por los malos.

 

2.   También sostenemos que no se le debe dar únicamente bajo una especie; y no tenemos necesidad de una alta ciencia que nos enseñen que bajo una especie hay tanto como bajo ambas, como afirman los sofistas y el concilio de Constanza.

3.   Incluso si fuese cierto que bajo una especie hay tanto como bajo ambas, sin embargo, no constituye el orden completo y la institución fundados y ordenados por Cristo.

4.  Y especialmente condenamos y maldecimos en el nombre de Dios a aquellos que no solamente prescinden de ambas especies, sino que también lo prohíben soberanamente, lo condenan, lo tratan como herejía y se colocan con ello contra y sobre Cristo, nuestro Señor y Dios, etcétera.

 

5.  En cuanto a la transubstanciación, despreciamos las agudezas de la sofistería que enseñan que el pan y el vino abandonan o pierden su esencia natural, no quedando sino sólo la forma y el color del pan y no pan verdadero. Pues lo que está en mejor acuerdo con la Escritura es que el pan está presente y permanece, como San Pablo mismo lo designa: “El pan que partimos”. De la misma manera: “De este modo como el pan” (1Co. 10:16; 11:28).


LOS ARTÍCULOS DE ESMALCALDA

Acerca del Sacramento del Altar

 

1.  Sostenemos que el pan y el vino en la Santa Cena es el verdadero Cuerpo y la verdadera Sangre de Cristo y es administrado y recibido no sólo por los buenos cristianos sino también por los malos.

 

2.  También sostenemos que no se le debe dar únicamente bajo una especie; y no tenemos necesidad de una alta ciencia que nos enseñen que bajo una especie hay tanto como bajo ambas, como afirman los sofistas y el concilio de Constanza.

 

3.   Incluso si fuese cierto que bajo una especie hay tanto como bajo ambas, sin embargo, no constituye el orden completo y la institución fundados y ordenados por Cristo.

 

4.  Y especialmente condenamos y maldecimos en el nombre de Dios a aquellos que no solamente prescinden de ambas especies, sino que también lo prohíben soberanamente, lo condenan, lo tratan como herejía y se colocan con ello contra y sobre Cristo, nuestro Señor y Dios, etcétera.

 

 

5.   En cuanto a la transubstanciación, despreciamos las agudezas de la sofistería que enseñan que el pan y el vino abandonan o pierden su esencia natural, no quedando sino sólo la forma y el color del pan y no pan verdadero. Pues lo que está en mejor acuerdo con la Escritura es que el pan está presente y permanece, como San Pablo mismo lo designa: “El pan que partimos”. De la misma manera: “De este modo como el pan” (1Co. 10:16; 11:28).

 

FORMULA DE CONCORDIA

VII. LA SANTA CENA DE CRISTO

Aunque los teólogos partidarios de Zwinglio no deben ser contados entre los teólogos que aceptaron la Confesión de Augsburgo, ya que aquéllos se separaron de éstos ya en el tiempo en que esta confesión se estaba proponiendo; sin embargo, ante el hecho de que se están introduciendoindebidamente en el otro grupo y están tratando, bajo el nombre de esta confesión, de diseminar sus errores, creemos prudente informar a la iglesia de Cristo en cuanto a esta controversia.

AFIRMATIVA

La confesión de la doctrina pura respecto a la santa cena, en refutación a los sacramentarios.

 

1.   Creemos, enseñamos y confesamos que en la santa cena el cuerpo y la sangre de Cristo están presentes real y esencialmente, y realmente se distribuyen y se reciben con el pan y el vino.

2.   Creemos, enseñamos y confesamos que las palabras del testamento de Cristo no deben entenderse de otro modo sino tal como están escritas, de manera que el pan no significa el cuerpo de Cristo ni el vino la sangre ausente de Cristo, sino que, por causa de la unión sacramental, el pan y el vino son verdaderamente el cuerpo y la sangre de Cristo.

 

3.   Y en lo referente a la consagración creemos, enseñamos y confesamos que esta presencia del cuerpo y la sangre de Cristo en la santa cena no puede ser producida por ninguna obra del hombre, ni tampoco por las palabras que pronuncia el ministro oficiante, sino que debe atribuirse sola y únicamente al poder sin límites de nuestro Señor Jesucristo.

 

4.    Pero al mismo tiempo también creemos, enseñamos y confesamos unánimemente que en la administración de la santa cena no deben omitirse de ningún modo las palabras de la institución de Cristo, sino que deben recitarse públicamente, como está escrito en 1ª Corintios 10:16: «La copa de bendición que bendecimos», etc. Esta bendición se efectúa mediante la recitación de las palabras de Cristo.

5.    Las razones empero sobre las cuales nos basamos en esta controversia con los sacraméntanos son las que el Dr. Lutero ha establecido en su Confesión Mayor respecto a la santa cena.

 

La primera es el siguiente artículo de nuestra fe cristiana: Jesucristo es el Dios y hombre verdadero, esencial, natural y perfecto, en una sola persona, indivisible e inseparable.

La segunda: La diestra de Dios a la cual Cristo está puesto de hecho y en verdad según su naturaleza humana, se halla en todo lugar, y así él rige y tiene en sus manos y debajo de sus pies todo lo que está en el cielo y en la tierra, como lo declara la Escritura (Ef. 1:21); y a esta diestra no ha sido puesto ningún humano ni ningún ángel, sino únicamente el Hijo de María; por este motivo él puede hacer todo esto que acaba de decirse.

 La tercera razón: La palabra de Dios no es falsa y no engaña.

 La cuarta: Dios tiene y conoce varios modos de estar presente en cualquier lugar, y no está limitado a aquel único que los filósofos llaman local o circunscrito.

 

6.  Creemos, enseñamos y confesamos que el cuerpo y la sangre de Cristo se reciben con el pan y el vino, no sólo de un modo espiritual, sino también con la boca; pero no de un modo capernaítico, sino sobrenatural o celestial, por causa de la unión sacramental, como lo demuestran claramente las palabras de Cristo, pues Cristo nos ordena tomar, comer y beber, cosa que también los apóstoles hicieron, como está escrito, Marcos 14:23: «Y bebieron de él todos». San Pablo dice por su parte en 1ª Corintios 10:16: «El pan que partimos, es la comunión del cuerpo de Cristo», o lo que es lo mismo: El que come este pan, come el cuerpo de Cristo.

Así también lo declaran unánimemente los principales Padres antiguos de la iglesia, tales como Cipriano, León I, Gregorio, Ambrosio y Agustín.

 

7.   Creemos, enseñamos y confesamos que el verdadero cuerpo y sangre de Cristo los reciben no sólo los verdaderos creyentes y los que son dignos, sino también los incrédulos e indignos; pero estos últimos los reciben no para vida y consuelo, sino para juicio y condenación, si no se convierten y se arrepienten (1ª Co. 11:27, 29).

Pues, aunque rechazan a Cristo como Salvador, sin embargo, tienen que admitirlo aun en contra de su voluntad como Juez severo. Y tal como el Cristo presente en la santa cena obra vida y consuelo en el corazón de los verdaderos creyentes y convidados dignos, así el Cristo presente ejerce y ejecuta el juicio en los convidados impenitentes.

 

8.  También creemos, enseñamos y confesamos que existe una sola clase de convidados indignos: Los que no creen. De éstos se nos dice (Jn. 3:18): «El que no cree, ya ha sido condenado». Y a raíz del uso indigno de la santa cena, este juicio se acumula, se agranda y se agrava (1ª Co. 11:29).

 

9.  Creemos, enseñamos y confesamos que ningún creyente verdadero en tanto que retiene una fe viva, no importa cuán débil sea esa fe, recibe la santa cena para su condenación, pues la santa cena fue instituida especialmente para los que son débiles en la fe, pero penitentes, para el consuelo y fortalecimiento de su débil fe (Mt. 9:12; 11:5, 28).

 

10.              Creemos, enseñamos y confesamos que toda la dignidad de los convidados a esta fiesta celestial consiste y estriba únicamente en la santísima obediencia y el mérito perfecto de Cristo. Este mérito nos lo apropiamos mediante la verdadera fe y nos lo garantiza el sacramento, y no alguna virtud o preparación interior y exterior de parte nuestra.