29 de junio 2025
Tercer Domingo Después de Pentecostés
Pastor: Moreno Villarroel
Lecturas: Salmo 16; 1 Reyes 19:15-16, 19-21; Gálatas 5:1, 13-25; Lucas 9:51-62
Tema de hoy: Llevando el evangelio sin prejuicios.
Jesús y los discípulos quieren pernoctar en Samaria; mas los samaritanos le niegan posada, esto es así porque como bien sabemos, los samaritanos no tenían trato con los judíos.
Ahora bien, fijémonos en la reacción que tuvieron los discípulos Santiago y Juan al sentirse despreciados. Les preguntaron a Jesús que si quería que ellos ordenaran que cayera fuego del cielo para que los matase; pero él les regañó agriamente.
Hermanos, ¿qué podemos aprender acá? Recordemos las enseñanzas de Jesús: Mateo 5: 11 «Dichosos ustedes, cuando la gente los insulte y los maltrate, y cuando por causa mía los ataquen con toda clase de mentiras».
Sí, en el caso que nos ocupa se evidencia que los discípulos y el mismo Jesús habían sido maltratados, sí, habían sido tratados de manera discriminatoria. Los samaritanos hicieron que prevalecieran las rencillas históricas entre ambos pueblos, antes que mostrar amor hacia el prójimo y, se sentían orgullosos al decir que eran descendientes de Abraham.
Cuántas personas conocemos nosotros, que sus líderes religiosos les inculcan que no traten a los demás porque según ellos, son mundanos, impíos o inconversos. Y, la pregunta que sigue es: Y, ¿cómo esos despreciados y pre etiquetados llegarán a conocer a Dios y su plan de salvación eterna, si no hay nadie que se les acerque y les predique?
Y nosotros, ¿tratamos a todos los que nos rodean de la misma forma en que nos enseñó Jesús? O ¿Tenemos indeseados prejuicios con etiquetadora mental hacia todos?
Ellos siguieron su camino hacia otra aldea y se encontraron con un sujeto que le pidió a Jesús que le dejara seguirlo, y Jesús le dio una muestra de qué tanto eran las carencias, incomodidades o necesidades de todo aquel que pretendiese seguir el oficio del apostolado, la predicación y evangelización. Él le dijo, vivimos peor que las zorras del campo, porque ellas tienen donde guarecerse; pero nosotros ni siquiera contamos con un objeto que nos sirva de almohada.
Y, nosotros hermanos, ¿por qué queremos seguir al Señor Jesús?, ¿porque el Espíritu Santo nos llevó hasta él? O ¿Por qué perseguimos intereses mezquinos llenos de confort, dinero, lujos o creyendo que la Iglesia es una especie de club social? Debemos evaluarnos cada día con sinceridad de mente y corazón.
Más adelante, andando, Jesús encontró a otro hombre a quien tuvo a bien invitarlo a seguirle; mas este, le dijo que primero le permitiera ir a darle sepultura al cuerpo de su padre. Jesús le respondió: deja que esas personas que no conocen a Dios y que, por este motivo están muertos en sus pecados y no lo saben, vayan y entierren a sus muertos; pero tú, anda y de la manera que encuentres, comunica las buenas nuevas de Dios.
Hermanos, ¿damos prioridad a lo que es importante en nuestras vidas? En el pasaje leído, Dios, de cuerpo presente, invita a un mortal a seguirlo y, este, no reconociéndolo, lo desprecia por cosas que él consideraba más importantes; Jesús nos pone la vida en perspectiva, para que aprendamos a identificar lo que realmente vale vivir en esta existencia que él nos ha dado.
Otro que estaba por ahí, le dijo a Jesús, ¡epa Señor!, quiero seguirte; pero primero tengo que despedirme de mi familia y lo que faltó decir fue: ¡ay, y también de mi perrito! Me da mucha tristeza dejarlo solo. Porque para un buen número de personas, todo, o cualquier cosa, va a ser más importante que ir tras la gloria de Nuestro Dios.
Hermanos, del anterior texto Jesús nos enseña: ¿Tratamos de seguir a Dios, pensando en que nuestro pasado nos acompaña el día de hoy? ¿Gustamos de mirar hacia atrás, el pasado, la vida que acostumbrábamos vivir? ¿Por qué? Si nuestro Señor Jesucristo nos sacó del pozo cenagoso, de la oscuridad de vida que llevábamos y, nos ha mostrado y compartido su luz sublime de salvación y vida eterna.
Oremos:
Señor de Sabaot, te rogamos que nuestras vidas puedan apreciar el tiempo que vivimos y, ponerte como prioridad ineludible en nuestro día a día, para disfrutar de tu salvación y vida eterna que ya hemos comenzado a vivir acá.
Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!