Sexto domingo después de Epifanía - .
Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel
Lecturas: Salmo 1; Jeremías 17:5-10; 1 Corintios 15:12-20; Lucas 6:17-26
Tema de hoy: Premios, ahora y en el cielo.
Nuestra reflexión para el día de hoy Sexto Domingo Después de Epifanía, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Lucas 6:17-26 y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:
Podemos decir que como ya Jesús ha escogido a sus discípulos en el versículo 14 de este capítulo 6; luego tenía que darles una enseñanza intensiva.
Jesús presenta sus discípulos a la multitud que necesita de él.
Jesús y los doce después de bajar del cerro permanecieron en un llano para recibir a la multitud.
Hermano, como cristianos: ¿estamos atentos y preparados para recibir a quienes quieran venir a Jesús con sus necesidades y padecimientos?
No solamente había una gran cantidad de seguidores reunidos, sino además una gran cantidad de personas que habían llegado de Judea, de Jerusalén, y de la región costera de Tiro y de Sidón que habían acudido a escuchar a Jesús y a ser sanadas por él. Tiro y Sidón, eran ciudades ubicadas en la costa del mar Mediterráneo, mayoritariamente ocupada por gentiles.
Hermano: ¿Somos conscientes que Jesucristo es para todas las naciones o guardamos recelos ante determinados grupos étnicos?
Como dijimos cuando Jesús tuvo que usar una barca en un lago para comunicarse con todos sus seguidores; los espacios dentro de las sinagogas judías no se daban abasto para contener tanta gente llegada de todas partes.
Los que sufren por espíritus impuros son sanados; todos los enfermos se aprietan alrededor de él con la sola intención de tocarlo para ser curados.
Para los discípulos esta experiencia resulta bastante asombrosa, y si observamos bien le vamos a encontrar parecido a la pesca milagrosa de Simón - Pedro, cuya lectura y reflexión abordamos el pasado domingo.
Bajo este ambiente y circunstancias el evangelista Lucas, registra palabras que Jesús probablemente expresó en diferentes oportunidades; estas palabras muy parecidas también se hallan en el evangelio según Mateo capítulo 5, conocido como «el Sermón del Monte».
La enseñanza va dirigida a sus discípulos a quienes dice “ustedes”.
Estas enseñanzas también sirven como guía para la predicación apostólica que Jesús sabe que vendrá.
La enseñanza comienza con las dichas y los ayes o «la felicidad y la infelicidad».
Cada una de las ocho aseveraciones es una rareza, una declaración que es opuesta a lo que generalmente piensa la gente.
El ser humano a lo largo de su historia, jamás ha estimado al pobre, al hambriento, al que llora, y a los que son odiados como dichosos, pero esta es la aseveración que nuestro Dios Jesús expresa.
El mundo y su sistema de cosas, no piensa que sean desafortunados los ricos, los satisfechos, los que ríen, y aquellos que son alabados. Aun así, este es el ¡ay! pronunciado por Jesús.
Jesús estaba hablando acerca de la felicidad que sus discípulos iban a gozar en los cielos. En esta vida pueden ser pobres y odiados, pueden estar hambrientos y tristes. Sin embargo, cuando lleguen días así, él los exhorta a que se regocijen y a que salten de gozo «porque ustedes recibirán un gran premio en el cielo”.
Cada una de las cuatro «Dichas» corresponde a la palabra de advertencia «¡Ay!». En esta sección de Lucas los ayes significan una advertencia para los discípulos. Se les exhorta a que no busquen alivio en las riquezas, en la buena comida, en el entretenimiento o en una popularidad obtenida evadiendo el compromiso auténtico hecho con Cristo.
Hermano: ¿Hemos cambiado la dicha que nos ha dado Jesús por la que nos ha ofrecido el mundo y sus sistemas?
Con qué facilidad se sustituyen las verdaderas bendiciones por los goces materiales. Jesús les advierte a sus discípulos para que estén alertas. Cada una de las «dichas» y los «ayes» finaliza con una reseña a la manera en que sus padres trataron a los profetas, tanto verdaderos como falsos. La expresión “antepasados” se refiere al Israel del Antiguo Testamento que con frecuencia escuchaba a los falsos profetas; pero rechazaba las advertencias de los verdaderos profetas.
Hermano, hoy en día, ¿a quién o quiénes estamos escuchando y siguiendo?
Jesús estaba preparando a sus discípulos para la persecución que iba a venir en su mayoría de sus mismos compatriotas de la casa de Israel.
Lo más importante es que nosotros como seguidores e imitadores de Jesús, tengamos presente el pasaje de Lucas 6:17-26 y su meta final: las bendiciones de la vida eterna en el reino de Dios.
Oremos:
Roguemos a nuestro Padre eterno, para que podamos permanecer en las enseñanzas que nos ha dado nuestro Señor Jesucristo, y no permitir que nada ni nadie nos las cambie para ir detrás de ilusiones infértiles.
Amén. Dios los bendiga y recuerden Sólo Dios Salva.
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