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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Decimosegundo domingo después de Pentecostés - ¡Yo soy el único pan de vida eterna!



11 de agosto de 2024

Decimosegundo domingo después de Pentecostés

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 34:1-8; 1 Reyes 19:4-8; Efesios 4:25—5:2; Juan 6:35, 41-51

Tema de hoy: ¡Yo soy el único pan de vida eterna!

Nuestra reflexión para el día de hoy decimosegundo domingo después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Juan 6:35, 41-51.

Y Jesús les dijo:

—Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que cree en mí, nunca tendrá sed.

Por esto los judíos comenzaron a murmurar de Jesús, porque afirmó: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo». Y dijeron:

—¿No es este Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?

Jesús les dijo entonces:

—Dejen de murmurar. Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre, que me ha enviado; y yo lo resucitaré en el día último. En los libros de los profetas se dice: “Dios instruirá a todos.” Así que todos los que escuchan al Padre y aprenden de él, vienen a mí.

«No es que alguno haya visto al Padre; el único que lo ha visto es el que procede de Dios. Les aseguro que quien cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan que da vida. Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, y a pesar de ello murieron;pero yo hablo del pan que baja del cielo; quien come de él, no muere. Yo soy ese pan vivo que ha bajado del cielo; el que come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propia carne. Lo daré por la vida del mundo».

***

El evangelista Juan, continúa la exposición narrativa que viene desde la alimentación de multitudes hasta una revelación inesperada y que causa: afectos, murmuraciones y odio hacia Jesús.

El leccionario programado para hoy, nos deja como separado e introducctorio el versículo 35, que es considerado como marca y guía del significado de los siguientes.

El famoso “Yo Soy” que representó ante el Faraón de Egipto, el nombre propio de Dios “Yo Soy el que soy” es revelado en esta oportunidad por Jesús, no prometiendo, mas sí asegurando que, el que va a él nunca tendrá hambre, y si cree en él nunca tendrá sed.

Y alguien me preguntará: Y por qué dices que no es una simple promesa.

Tan sencillo es deducirlo porque Jesús utiliza la palabra “nunca”, que en español da la inequívoca idea de que, quien habla asegura y garantiza el cumplimiento de su afirmación y, más allá, él está a cargo y controla la ejecución de lo que ofrece.

En el versículo 41, el evangelista muestra cómo el pueblo de Israel seguía siendo del mismo corazón duro de aquel que murmuró contra Dios, pensando que renegaba contra Moisés y Aaron, por su deseo de llenarse el estómago al igual que lo hacían en Egipto.

Los judíos no veían en Jesús, el Dios que él les mostraba ser con hechos y palabras.

Decían —No puede ser: Él es el hijo de José y María, así que, como resultado lógico, no puede ser divino. En conclusión: es terrenal y vamos a murmurar todo lo que podamos.

En el mundo actual en que vivimos, las personas se quedan en la idea de que Jesús es un maestro más, un líder espiritual como cualquiera de los que existen y han existido. Y esto es así, porque para ellos el evangelio es una tontería. Jesús se les convierte en piedra de tropiezo.

Cuando Jesús les dice que dejen de murmurar, es una enseñanza franca para todos nosotros de que a Dios no le gusta esa práctica tan estéril. Pensemos en lo siguiente: Cuando nos quejamos, por el motivo que fuere y, al mismo tiempo criticamos y murmuramos, estamos siendo despectivos y rechazamos la creación de Dios.

¿Por cuáles motivos nos quejamos y murmuramos cotidianamente? Desde los sencillos, simples e inocentes: Qué sol; qué nieve; qué calor; qué frío…hasta los más elaborados, tendenciosos y suspicaces: Siempre comemos lo mismo, quiero comer más; estos gobernantes no sirven para nada; el jefe me tiene harto, lo odio etc.

En todas esas circunstancias, estamos murmurando y criticando a Dios, creador del cielo y la tierra, de lo visible e invisible.

Ahora bien, nadie llega a los pies de Jesús, si el Padre no lo lleva hasta él.

No podemos acercarnos a Jesús por nuestra propia voluntad, ya que, por naturaleza heredada del viejo Adán, somos enemigos de Dios.

Es el Padre quien toca nuestros corazones y hace que nuestra voluntad se dirija a amar a Jesús.

Nuestros antepasados pidieron pan a Dios y él les envió el maná. Saciaron sus estómagos, pero murieron

Jesús, nos dará de comer su propio cuerpo, pero este maná, es el pan que ha bajado del cielo para dar vida eterna a todo aquel que lo coma.

Hermano. ¿Sientes hambre y no hayas como saciarla? ¿Has probado toda forma humana conocida para satisfacer o llenar el vacío espiritual que atormenta tu vida?

Hoy quiero invitarte a probar, aunque sea un bocado del Pan de Vida, sí, Jesucristo. Él te dará lo que asegura en su Palabra: vida eterna y en abundancia; desde hoy, ya, inmediatamente, desde el primer bocado que comas. ¡Así será!

Oremos: 

Dios Padre eterno, te suplicamos envíes tu espíritu Santo a cada persona que necesite la fe verdadera, seamos humildes para nunca murmurar de tu creación y, así reconocer que necesitamos comer del maná que asegura vida eterna en tu presencia.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!


Decimoprimer domingo después de Pentecostés - ¡Quiero pan de vida eterna!



04 de agosto de 2024

Decimoprimer domingo después de Pentecostés

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 78:23-29; Éxodo 16:2-4, 9-15; Efesios 4:1-16; Juan 6:24-35

Tema de hoy: ¡Quiero pan de vida eterna!

Nuestra reflexión para el día de hoy Decimoprimer Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Juan 6: 24-35

“Así que, al ver que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, la gente subió también a las barcas y se dirigió a Cafarnaúm, a buscarlo.

Al llegar ellos al otro lado del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron:

—Maestro, ¿cuándo viniste acá?

Jesús les dijo:

—Les aseguro que ustedes me buscan porque comieron hasta llenarse, y no porque hayan entendido las señales milagrosas. No trabajen por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y que les da vida eterna. Ésta es la comida que les dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.

Le preguntaron:

—¿Qué debemos hacer para realizar las obras que Dios quiere que hagamos?

Jesús les contestó:

—La única obra que Dios quiere es que crean en aquel que él ha enviado.

Le preguntaron entonces:

—¿Qué señal puedes darnos, para que al verla te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: “Les dio a comer pan del cielo.”

Jesús les contestó:

—Les aseguro que no fue Moisés quien les dio a ustedes el pan del cielo, sino que mi Padre es quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan que Dios da es el que ha bajado del cielo y da vida al mundo.

Ellos le pidieron:

—Señor, danos siempre ese pan.

Y Jesús les dijo:

—Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que cree en mí, nunca tendrá sed.”

***

La multitud sigue tras Jesús y al encontrarlo le preguntan en qué momento había llegado hasta allí.

La omnisciencia divina de Dios no tarda en responderle que, sabe muy bien que ellos le buscan para que les llene sus estómagos, mas no porque hayan comprendido el mensaje de la multiplicación de los alimentos.

Jesús les enseña que no deberían emplear su corazón y su mente, en trabajar por las cosas perecederas que hoy son y mañana no.

En el contexto histórico que les habla, el ser humano no contaba con formas modernas de refrigeración como las conocemos hoy. Y la verdad era que muchos alimentos que no se aprovechaban en su momento, a las pocas horas se dañaban y no servía sino como alimento para los animales.

Él les manifiesta que existe una comida que da la vida eterna.

Considerando la esperanza de vida para ese tiempo como de 25 años, podemos pensar que esas palabras de Jesús serían recibidas y aceptadas con gran regocijo.

Les señala que él mismo les dará esa comida que proporciona la vida, y eso es así porque su Padre Dios lo ha dispuesto de esta manera.

Ellos le dicen que, cómo pueden ponerse en las buenas con Dios.

Le responde, que lo que Dios quiere es que crean en su hijo a quien él ha enviado.

Cualquiera pensaría y se confundiría, creyendo que Jesús está poniendo a la fe como una simple obra que, cualquier ser humano puede ejecutar y, ganar con ella el favor de Dios y la vida eterna.

Pues eso no es así. Previo a ese creer, en el alma del hombre debe ser obrada la fe por Dios (El Espíritu Santo) y ella es alcanzada por medio de: la Palabra de Dios, el Bautismo y la Santa Cena.

Una vez que Dios resucita al hombre a una nueva vida, empieza a creer en la obra salvadora de Jesús.

Seguidamente, Jesús les dijo que fue Dios quien les dio el pan del cielo en el desierto.

Y así como Dios dio el maná, ha dado a su hijo quien es el Pan de Vida. Ese Pan de Vida, es el mismo que comemos cuando participamos de la Santa Cena. Con este Pan, nunca tendremos hambre y, nos encontramos viviendo desde ya la gloriosa vida eterna.

Hermano, ¿vives una vida de pecado alejado de tu Dios y creador?

Busca la Palabra de Dios, exponte a su predicación y estoy seguro que, el Espíritu Santo obrara la fe en tu corazón, entonces, desde ese momento vivirás la rica vida eterna en unión de Jesús tu Salvador.

Y tú, hermano que llevas las buenas nuevas de Dios; no desesperes cuando a quienes se la comunicas, no atienden a su mensaje y, continúan en su incredulidad. Por ningún momento pienses que Dios y su Palabra han perdido su poder transformador. No hermano. El responsable es el hombre, a quien se le ha dado el libre albedrío y decide endurecer su corazón ante el mensaje vivificador.

Oremos: 

Dios Padre eterno, te suplicamos envíes tu espíritu Santo a cada persona que necesite la fe verdadera, para que de esta forma coma del Pan de vida y tengan la dicha de empezar a vivir la vida eterna.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!


Décimo domingo después de Pentecostés - ¡Hagámoslo como si lo hicieramos para Jesús!



28 de julio de 2024

Décimo domingo después de Pentecostés

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 145:10-18; 2 Reyes 4:42-44; Efesios 3:14-21; Juan 6:1-21

Tema de hoy: ¡Hagámoslo como si lo hicieramos para Jesús!

Nuestra reflexión para el día de hoy Décimo Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Juan 6: 1- 21

“Después de esto, Jesús se fue al otro lado del Lago de Galilea, que es el mismo Lago de Tiberias. Mucha gente lo seguía, porque habían visto las señales milagrosas que hacía sanando a los enfermos. Entonces Jesús subió a un monte, y se sentó con sus discípulos. Ya estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Cuando Jesús miró y vio la mucha gente que lo seguía, le dijo a Felipe:

—¿Dónde vamos a comprar pan para toda esta gente?

Pero lo dijo por ver qué contestaría Felipe, porque Jesús mismo sabía bien lo que había de hacer. Felipe le respondió:

—Ni siquiera el salario de doscientos días bastaría para comprar el pan suficiente para que cada uno recibiera un poco.

Entonces Andrés, que era otro de sus discípulos y hermano de Simón Pedro, le dijo:

—Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero, ¿qué es esto para tanta gente?

Jesús respondió:

—Díganles a todos que se sienten.

Había mucha hierba en aquel lugar, y se sentaron. Eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó en sus manos los panes y, después de dar gracias a Dios, los repartió entre los que estaban sentados. Hizo lo mismo con los pescados, dándoles todo lo que querían. Cuando ya estuvieron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos:

—Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicie nada.

Ellos los recogieron, y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. La gente, al ver esta señal milagrosa hecha por Jesús, decía:

—De veras éste es el profeta que había de venir al mundo.

Pero como Jesús se dio cuenta de que querían llevárselo a la fuerza para hacerlo rey, se retiró otra vez a lo alto del cerro, para estar solo.

Al llegar la noche, los discípulos de Jesús bajaron al lago, subieron a una barca y comenzaron a cruzar el lago para llegar a Cafarnaúm. Ya estaba completamente oscuro, y Jesús no había regresado todavía. En esto, el lago se alborotó a causa de un fuerte viento que se había levantado. Cuando ya habían avanzado unos cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús, que se acercaba a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. Él les dijo:

—¡Soy yo, no tengan miedo!

Con gusto lo recibieron en la barca, y en un momento llegaron a la tierra adonde iban.”

                                                                            ***

Es interesante observar, que estos pasajes bíblicos también fueron registrados por inspiración del Espíritu Santo, en los evangelios de San Mateo, San Marcos y San Lucas, otorgándole a este pasaje fuerza histórica y consistencia al relato del evangelista.

San Juan coloca este relato en medio del texto de los milagros, que va desde el capítulo 1 hasta el 12, pareciera que este capítulo 6, es la pieza central de las señales milagrosas de Nuestro Señor Jesús.

Según el último informe de la FAO (Food and Agriculture Organization, por sus siglas en inglés; agencia de las Naciones Unidas que lidera el esfuerzo internacional para poner fin al hambre), se calcula que unos 820 millones de personas no tenían los alimentos necesarios para comer en el año 2018, comparado con 811 millones el año 2017, la FAO considera que este es el tercer año consecutivo en que esta cifra se incrementa.

Según datos de la pagina web https://www.worldometers.info/ la población mundial alcanza el numero de 7.8 billones de personas, lo que nos arroja que, el 10,29% por ciento de la población del planeta no tiene alimento alguno que llevarse a la boca.

Jesús es seguido por las multitudes ya que ellos habían visto los milagros que hacía, al subir a un monte, se da cuenta de la cantidad de personas que le espera.

Seguidamente Jesús pregunta a Felipe cómo haremos para conseguir alimentos para todos esos seguidores, que estaban ahí porque tenían alguna necesidad espiritual o de sanidad.

Relata el evangelista que Jesús estaba poniendo a prueba a Felipe, porque Jesús, el Hijo de Dios, Dios mismo, tenía pleno conocimiento de lo que tenía que realizar para dar de comer a los hambrientos.

Felipe responde que los recursos que tenemos son escasos, se necesitaría mucho dinero, y Andrés interviene y como por decir algo, manifiesta que allí había un niño, con cinco panes y dos pescados.

Tal vez, ese niño era un vendedor ambulante que aprovechaba estas grandes concentraciones de personas, para vender algo de comida a quienes tuvieran hambre y pudieran pagarla, y de esa forma colaboraba con el sustento de su hogar.

Jesús, no se frustra ante la poca comida que tiene el niño, por el contrario, busca rápidamente dar indicaciones que todos se sienten, como acto previo al disfrute de cualquier banquete ofrecido por un Rey.

Toma los panes y los pescados y dando gracias a Dios Padre, reparte tanta cantidad de comida que todos quedaron saciados y aún sobraron pedazos.

Finalmente, Jesús indica que se recogieran los pedazos sobrantes, para que no se desperdiciara nada. Una muestra de la sensatez y mayordomía, que debemos practicar en nuestras vidas con los buenos dones que vienen de Dios.

¿Estamos conscientes que la tierra sufre por la caída en pecado de los primeros padres Adán y Eva, en el Jardín del Edén?

Hermanos, ¿Nos preocupamos por los hambrientos que viven cerca en nuestras comunidades?

¿Como Iglesia, destinamos de las ofrendas, un apartado para llevarles el sustento diario a esos hermanos sin alimentos?

¿Participamos de los programas mundiales para erradicar el hambre sobre el planeta?

Cuando ves un anuncio en las redes sociales, de instituciones solicitando donativos para luchar contra el hambre de tantos prójimos ¿donas? ¿Somos tan egoístas o pobres que nos resulta demasiado dinero donar un dólar americano a esa causa?

¿Estás cumpliendo por fe y amor lo que dice Jesús en Mateo 25:35? “Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer…”

Cuando das de comer a un hambriento, le estás dando de comer a Jesús, el Dios verdadero, a quien dices seguir y amar de todo corazón.

En la palabra “Ustedes”, ¿crees con sinceridad que te puedes incluir o estás fuera?

Hermano, no te quedes afuera, porque ya sabemos lo que pasará con ellos en el día final.

Oremos: 

Dios Padre eterno, te rogamos pongas en nuestros corazones una fe viva y una compasión que actúa, para que de esta manera podamos alimentar a Jesús por medio de los hambrientos de este mundo.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

Noveno domingo después de Pentecostés - Jesús, un Pastor misericordioso



21 de julio de 2024

Noveno domingo después de Pentecostés

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 23; Jeremías 23:1-6; Efesios 2:11-22; Marcos 6:30-34, 53-56

Tema de hoy: Jesús, un Pastor misericordioso

Nuestra reflexión para el día de hoy Noveno Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Marcos 6: 30-34, 53-56

“Después de esto, los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Jesús les dijo:

—Vengan, vamos nosotros solos a descansar un poco en un lugar tranquilo.

Porque iba y venía tanta gente, que ellos ni siquiera tenían tiempo para comer. Así que Jesús y sus apóstoles se fueron en una barca a un lugar apartado. Pero muchos los vieron ir, y los reconocieron; entonces de todos los pueblos corrieron allá, y llegaron antes que ellos. Al bajar Jesús de la barca, vio la multitud, y sintió compasión de ellos, porque estaban como ovejas que no tienen pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.

Cruzaron el lago y llegaron a la tierra de Genesaret, donde amarraron la barca a la orilla. Tan pronto como bajaron de la barca, la gente reconoció a Jesús. Corrieron por toda aquella región, y comenzaron a llevar en camillas a los enfermos a donde oían decir que estaba Jesús. Y dondequiera que él entraba, ya fuera en las aldeas, en los pueblos o en los campos, ponían a los enfermos en las calles y le rogaban que los dejara tocar siquiera el borde de su capa; y todos los que la tocaban, quedaban sanos.”

***

Es de observar, que estos pasajes bíblicos también fueron registrados por inspiración del Espíritu Santo, en los evangelios de San Mateo, San Lucas y San Juan, dándoles fuerza y consistencia al relato del evangelista.

Si bien la misión de Juan El Bautista había terminado, la de los Apóstoles apenas había empezado.

Ellos se reúnen alrededor de Jesús y le cuentan todas las cosas, tanto lo que habían hecho como lo que habían enseñado.

Estos son misioneros que entregan cuenta en forma seria a su Maestro o Líder. El trabajo realizado por ellos les debió producir bastante cansancio ya que, Jesús les invita a ir a un lugar desierto para descansar por un rato, porque eran muchos los que iban y venían y, ellos no habían tenido un simple momento de ocio para siquiera comer algo.

Es de observar que Jesús sabe de la importancia del descanso, y basado en su experiencia divina aplica lo practicado en la culminación de la obra de su creación; Génesis 2: 2 “El séptimo día terminó Dios lo que había hecho, y descansó.”

Jesús, el Buen Pastor, lleva a sus ovejas hacia verdes praderas y los hace descansar.  

Hermanos, ¿tomamos tiempo de ocio para descansar de nuestra obra diaria?

O tal vez pensamos que somos de acero inoxidable y, nunca vamos a sucumbir, como resultado de sobre exponernos a la fatiga que trae la laboriosidad cuando no damos espacio a cierto tiempo de reposo.

Y el mejor tiempo de ocio empleado, es cuando nos congregamos, leemos la Palabra de Dios y nos sumergimos en oración ante Él. Así ganamos en comunión verdadera con nuestro Padre celestial, quien nos proporciona el descanso perfecto.

Las multitudes los reconocían dondequiera que fueran; no podían ocultarse de ellos.

El Buen Maestro vio a la multitud con un corazón compasivo, porque parecían ovejas sin pastor.

Una oveja sin pastor, no tiene mucha esperanza de vida en sí misma, ya que son seres débiles, inocentes, crédulos y confiados de todo lo que le rodea.

Hermanos, ¿tenemos compasión cuando vemos personas que no tienen un Dios verdadero en quien creer y confiar?

¿Hablamos del amor de Dios en la Cruz, o nos quedamos callados?

Si tienes por costumbre guardar silencio y no hacer nada, en alguna forma estás negando a Nuestro Señor Jesucristo y él promete negarte el día del juicio final.

Finalmente, Jesús y sus discípulos arribaron a Genesaret, allí la gente lo reconoció. Le llevaban a los enfermos en camillas y los colocaban en las calles, en la creencia de que, si sólo tocaban el borde de su traje, quedarían sano y asimismo les fue hecho según su fe.

Las ovejas confían en su pastor, y éste les cura con cuidadoso amor dando cumplimiento a la profecía de Ezequiel 34:16 “Buscaré a las ovejas perdidas, traeré a las extraviadas, vendaré a las que tengan alguna pata rota, ayudaré a las débiles, y cuidaré a las gordas y fuertes. Yo las cuidaré como es debido.”

Hermanos, ¿cuando estamos rotos emocionalmente o enfermos físicamente, acudimos primero a nuestro Pastor en oración, o sólo luego que hemos tratado todo lo demás sin resultado exitoso alguno?

Oremos

Dios Padre eterno, te suplicamos que siempre nos orientes a acudir primeramente a Nuestro Pastor Jesucristo, para encontrar guía, dirección y sanidad de nuestros cuerpos y almas.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!