Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Primer domingo de Adviento - ¡Nos presentaremos ante ti, Señor!



01 de diciembre 2024

Primer domingo de Adviento.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 25:1-10; Jeremías 33:14-16; 1 Tesalonicenses 3:9-13; Lucas 21:25-36

Tema de hoy: ¡Nos presentaremos ante ti, Señor!

Nuestra reflexión para el día de hoy Primer Domingo De Adviento, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Lucas 21: 25-36, y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:

Hoy iniciamos en nuestras iglesias el apacible tiempo de Adviento, en el cual celebramos la llegada de nuestro Dios, encarnado en un recién nacido de nombre Jesús.

Cuando llega esta fecha en nuestra cultura occidental, los canales de televisión transmiten películas de Navidad. He observado y me ha llamado la atención muy particularmente que, en esas producciones los personajes casi nunca, por no decir nunca, mencionan el nacimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo y, optan por hablar de «fiestas o las fiestas», pareciera que esto se debe al hecho de no ser excluyentes con otras religiones diferentes al cristianismo y, de esta manera llegar a más personas en su comercialización.

Pero hoy quiero decirles que, donde se hable de «Navidad», tenemos que reconocer que se trata de la «Natividad de nuestro Señor Jesucristo», no hay otro nombre, no hay otra celebración, sino que Dios se encarnó en un pequeño bebé nacido en la ciudad de Belén.

Bien, aclarado este punto previo, continuamos con nuestra disertación.

Lucas continúa con su narrativa del fin de todas las cosas y él mismo vuelve a tratar el tema escatológico; pero esta vez con la segunda venida del Hijo del Hombre, y, por qué esto es así, bueno, para indicarnos que quien vino una primera vez, volverá por el pueblo santo que lo espera.

Jesús nos dice que las naciones llenas de temor y confundidas verán que él aparecerá en las nubes con gran poder y gloria, las fuerzas celestiales serán sacudidas, y según lo registrado en el evangelio de San Juan las estrellas oscurecerán, temblarán y caerán del cielo. Él enviará a sus ángeles y reunirá a sus escogidos.

Jesús nos da las señales de cuándo sucederá todo esto, echando mano de los conocimientos tribales acerca de las prácticas agrícolas: fíjense en la higuera, cuando sus ramas se ponen tiernas y brotan sus hojas, entonces ustedes saben que el verano está próximo a empezar. Así mismo, cuando sucedan estas cosas, sabrán que el reino de Dios ya está cerca; pero, ¿cuáles cosas? ¿Cuáles señales? 

Según entendemos del texto leído: Primero, debe pasar el tiempo de sufrimiento o la gran tribulación; segundo, deben producirse notables conmociones en los astros del universo.

Acerca de cuándo sucederá todo esto, Jesús no les da una respuesta precisa acerca de cuándo ocurrirá esto; sin embargo, asegura en el versículo 32 que: “les aseguro que todo esto sucederá antes que muera la gente de este tiempo”. Al mencionar en este contexto “todo esto”, Jesús no está hablando acerca de la segunda venida del Hijo del hombre ni tampoco sobre los catastróficos sucesos del fin del mundo. Es importante señalar que ni siquiera Jesús, en lo que respecta a su naturaleza humana, mientras estuvo en la tierra, tenía conocimiento de cuándo sería ese día (Mateo 24:36; Marcos 13:32). Su declaración se debe entender dentro del contexto de la doble pregunta de los discípulos relacionada con la destrucción del templo y Jerusalén. Las personas que vivían cuando Jesús dijo esas palabras, fueron testigos de la destrucción de Jerusalén y de las señales generales que confirman los anuncios efectuados por Jesús, de que vendría el fin del mundo.

El fin catastrófico de Jerusalén fue una muestra de lo que será el final de los tiempos. Es decir, sus palabras se cumplieron en cuanto a la destrucción de Jerusalén y se cumplirán en relación al fin del mundo.

Ahora bien, el mismo hecho de que no exista una fecha definida acerca del fin del mundo, es una razón más que suficiente para estar siempre preparados. Jesús señala varias acciones que abruman a la gente y que hacen que no esté lista.

La palabra traducida como “borracheras” se refiere a una vida de despilfarros antojadizos. Este género de vida con frecuencia termina en depresión y sería un síntoma de la falta de fe.

¿Puede alguien que, su cotidianidad transcurre en un estrés envolvente estar despierto? ¿Puede decirnos algún cristiano que, mientras está intoxicado por el alcohol y sus lagunas mentales se encuentra despierto, alerta y vigilante? O algo más sencillo y que no levanta ninguna sospecha, ¿tal vez pudiera aseverar un sujeto, que está pendiente que vuelva Jesucristo, mientras pasa horas enteras frente a su televisor o computador, consumiendo todo el material del entretenimiento habido y por haber?

Estén preparados llevando una vida de oración. Jesús les había mostrado a sus discípulos el ejemplo de la persona que se dedica a la oración. Los impulsa a orar para que puedan escapar a la catástrofe espantosa que vendrá sobre Jerusalén y para que posteriormente puedan “presentarse delante del Hijo del hombre”.

Amigos y Hermanos en Cristo, no nos engañemos, coloquemos a un lado lo que nos estorba en nuestra devoción a Dios y hoy 01 de diciembre, cuando celebramos el primer día de Adviento, en el que recordamos la espera de la primera venida de nuestro Salvador, el Dios humanado a este mundo, redescubramos nuestro amor hacia él estando bien despiertos y vigilantes.

Oremos:

Amantísimo Padre celestial, te rogamos que podamos estar preparados para la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo al igual que hoy nos alistamos a celebrar el adviento.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

Último domingo después de Pentecostés - Cristo Rey



24 de noviembre 2024

Último domingo después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 93; Daniel 7:9-10, 13-14; Apocalipsis 1:4b-8; Juan 18:33-37

Tema de hoy: Cristo Rey.

Nuestra reflexión para el día de hoy Último Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en Juan 18: 33-37, y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:

Hoy celebramos en nuestras iglesias el día de Cristo Rey y, al propio tiempo, es el último día después de pentecostés, lo que nos indica que el próximo domingo entraremos en el apacible tiempo de Adviento.

En este pasaje observamos a un Pilato muy cauteloso que, en lugar de entregar a Jesús a los líderes judíos prefiere interrogarlo en privado; pero como todo juez negligente, lo hace sin tratar de llegar al fondo de la verdad.

Los lideres religiosos presentaron como acusación, el hecho de que Jesús había blasfemado al decir que era hijo de Dios; mas rápidamente se dieron cuenta que estas alegaciones no harían mayor impresión en el criterio del prefecto, por lo que tuvieron que inventar (Lucas 23: 1- 5) que Jesús era contrario al César afirmando que era Rey, de ahí que Pilato le preguntara: ¿Eres tú el Rey de los judíos? En este punto, no podemos pensar que Pilato tuviera alguna creencia probable que Jesús fuera rey, ni mucho menos que pudiera rivalizar con el emperador.

¿Qué has hecho para que te trajeran hasta aquí? Es decir ¿qué delito cometiste para estar detenido?

Jesús respondió: Mira Pilato, mi reino no se encuentra en este mundo del cual tú formas parte, porque de lo contrario tendría ahora mismo un ejército que pelearía por mí.

Este Rey sí tiene un ejército y, sí pudiera desplegarlo y aniquilar a todo el ejército romano en un instante; pero su estado de humillación debía continuar para poder llegar a la cruz que nos salva con su sangre divina.

Pilato luego le pregunta: ¿Así que tú eres rey? A lo cual Jesús le responde: Tú lo has dicho, soy rey. Yo nací y vine al mundo para decir lo que es la verdad. Y todos los que pertenecen a la verdad, me escuchan.

Acá entramos en un tema muy interesante que, casi siempre pasa inadvertido para la mayoría de lo cristianos, por considerarlo sobreentendido y, en lo que respecta a Dios, nada debe tenerse como tal.

Nuestro Señor Jesucristo manifiesta que él dice solamente la verdad y, los que realmente son creyentes de fe genuina lo escuchan porque pertenecen a la verdad, es decir son suyos.

Y ¿qué diremos de quienes pertenecen a la mentira? Y escuchan la mentira, entonces, necesariamente son seguidores del padre de mentira, el diablo y todas sus manifestaciones y argucias.

Hermano, ¿a quién perteneces: a la verdad o la mentira, a Dios o al diablo?

Oremos:

Amantísimo Padre celestial, te pedimos que podamos identificar lo que es verdad de lo que es mentira y que seamos súbditos del único Rey que merece toda nuestra confianza, Jesucristo.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!


Vigésimo sexto domingo después de Pentecostés - Los Suplantadores de Jesucristo



17 de noviembre 2024

Vigésimo sexto domingo después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 16; Daniel 12:1-3; Hebreos 10:11-14, 19-25; Marcos 13:1-8

Tema de hoy: Los Suplantadores de Jesucristo.

Nuestra reflexión para el día de hoy vigésimo sexto domingo después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 13: 1-8 y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:

El historiador Flavio Josefo, escribió que los bloques usados en la reconstrucción del templo de Jerusalén por Herodes el Grande hacia el año 20 antes de Cristo, tenían una medida de 12 x 3.5 x 2,4m; la idea que daba la edificación era de resistencia, durabilidad y eternidad a los ojos de los visitantes.

De allí que, ante su avasallante estructura, uno de los discípulos le comenta a Jesús «¡Maestro, mira qué piedras y qué edificios!» (Versión Dios Habla Hoy).

Jesús, que sabe de la impresión de eternidad que le ha transmitido el inmueble a su seguidor le dice en otras palabras: No te sorprendas ni le rindas culto en tu corazón a algo que yo sé que dentro de setenta años el ejército romano destruirá, y no quedará piedra sobre piedra; y eso fue lo que sucedió.

Lo que queda hoy en día del edificio son los muros de contención, de los cuales no podemos afirmar que formaran parte de la estructura del templo; a estos muros de contención en la actualidad se les conocen con el nombre de «muros de los lamentos» y, este muro por más lamentaciones que se hagan, no ha demostrado poder hacer que las personas que efectúan sus ritos allí, se vuelvan al único Señor de Salvación, nuestro Dios Jesucristo. Estemos vigilantes para no cometer el error de buscar a Dios por los rincones o en amuletos y reliquias.

Este pasaje es el inicio del extensamente conocido en el mundo cristiano, como «el pequeño apocalipsis». Hay quienes piensan que desde el templo hasta el monte de los Olivos, este grupo de personas nada hablaron; pero yo pienso que sí conversaron y debió ser así: «¿Señor, por qué dices tú que todo será destruido?» «¿Es que acaso vendrá un ejército tan temible que arrasará con todo sobre el planeta?» y Jesús debió responderles: «No, será el fin de los tiempos y de todas las cosas; el regreso del hijo».

Solo entonces, los cuatro discípulos que primeramente Jesús había escogido como tales, se animaron a hacerle la doble pregunta: 1.- ¿Cuándo iba a ocurrir esto? y 2.- ¿Cuál sería la señal de que estas cosas ya estaban a punto de suceder?

Jesús no les da fecha a los discípulos ya que esto les podía afectar en su ministerio, debido a que en lugar de enfocarse en el camino se enfocaría en el destino, el fin, y no debe ser así.

A lo largo y ancho de la historia, muchas «iglesias» se han encauzado en la doctrina de la escatología, esto es, acerca de las «últimas cosas» del cristianismo, procediendo a pronosticar fechas en las cuales se produciría el fin del mundo como lo conocemos, sin reparar en leer las sagradas escrituras, en donde dice que la fecha acerca de estas cosas solamente la sabe Dios Padre, porque ni siquiera el Hijo la conoce.

Esos pronósticos han servido para identificar a sectas que hacen mucho daño en las almas de personas que, si aquellas no existieran, estas últimas pudieran llegar a tener la fe verdadera en nuestro Señor Jesucristo y así, vivir la salvación eterna.

Jesús les dice que se cuiden de ser engañados porque vendrán muchos diciendo: «yo soy el Cristo», y esto se puede ver en el mundo actual en donde se pueden encontrar diez (10) personas que dicen ser la «reencarnación» de Cristo: 1.- Vissarion (Sergey Anatolyevitch Torop) – Rusia. 2.- Apollo Quiboloy – Filipinas. 3.- Shoko Asahara (Chizuo Matsamoto) – Japón. 4.- Inri Cristo (Álvaro Thais) – Brasil. 5.- María Devis Christo (Marina Tsvigun) – Ucrania. 6.- Mitsuo Matayoshi – Japón. 7.- Wayne Bent -Estados Unidos. 8.- Alan John Miller – Australia. 9.- Jehovah Wanyonyi – Kenia. 10.- Brian David Mitchell – Estados Unidos.

Estos son solo diez sujetos que aseguran ser Jesucristo y los mismos tienen sus seguidores. Imaginen por un momento que no existiera este pasaje sobre el cual estamos reflexionando hoy; ¿Cuántas personas afirmando ser Jesucristo habría sobre el planeta? De la lista de los diez señalados anteriormente, solamente nos queda pensar que son unos timadores o estafadores con exclusivo ánimo de lucro o, necesariamente son unos enajenados mentales, ya que, el mismo Jesús en su fiel y verdadera Palabra les quita a estos malvivientes, la oportunidad siquiera de pensar por un segundo el creerse ser nuestro Señor Jesucristo.

Jesús termina el relato asignado para hoy, manifestando que esas señales son principio de dolores, queriendo significar que sería solo el comienzo de lo que vendría luego.

Oremos:

Amantísimo Padre celestial, permítenos pensar con seriedad y reflexión sobre la temporalidad de las cosas de este mundo, y que nos mantengamos en oración para saber identificar a todos los falsos líderes que, quieran apropiarse de tu persona con el solo propósito de hacer dinero sometiendo a tu pueblo.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!


Vigésimo quinto domingo después de Pentecostés - ¡Oh, Señor Jesús, te ofrendo mi vida!



10 de noviembre 2024

Vigésimo quinto domingo después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 146; 1 Reyes 17:8-16; Hebreos 9:24-28; Marcos 12:38-44

Tema de hoy: ¡Oh, Señor Jesús, te ofrendo mi vida!

Nuestra reflexión para el día de hoy, vigésimo quinto domingo después de pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 12: 38-44 y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:

El ser maestro de la ley constituía un orgullo muy grande dentro de la sociedad de esa época; mas Jesús nos enseña que la vida del pastor, dirigente o maestro cristiano debe ser una vida de servicio al prójimo, distinta al ánimo de ser altivo o sacar beneficios de los demás. En este pasaje bíblico seleccionado para hoy vigésimo quinto domingo después de pentecostés, Jesús hace evidente la hipocresía de sus enemigos, que usaban ropaje de ostentación para ser saludados con honores en los sitios públicos. Estos líderes tenían sitios de uso exclusivos en los templos, teniendo como respaldos el arca en que se colocaban los rollos con los textos sagrados, para de esta manera quedar muy visibles ante todos. Y, por supuesto, ocupaban plenamente los sitios de relevancia en los banquetes. ¡Qué jactancia y qué narcisismo! Pero aún había más basura en sus vidas ya que, se servían de la pobreza de las viudas, tapando esa iniquidad con la vociferación, para ser oídos por todos, de extensas oraciones y de este manera aparentar el ser santos ante los ojos de sus seguidores; pero, más bien lucían como unos pobres y miserables santurrones.

Así mismo, en la actualidad, se pueden encontrar con profusión, los llamados seudo líderes o seudo cristianos a quienes les haría muy bien el leer Mateo 23:1-36, en donde se despliega todo un abanico de las ofensas de los escribas y fariseos, que podían pretender burlar a los hombres, pero no a Dios.

Podemos decir que así transcurrieron las últimas horas de Nuestro Señor Jesucristo en el templo.

Los conocedores consideran algo extraño que, este tiempo lo pasara Jesús sentado en el patio de las mujeres, en donde a saber, las ofrendas eran acumuladas en trece recipientes en forma de cuernos.

Mientras eso acontecía, Nuestro Señor Jesús miraba dentro del corazón de los que venían a adorar.

Hoy en día, Jesús examina también el corazón de todos los que confiesan con el Credo Apotólico: “Creo en Dios Padre Todopoderoso… y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.” ¿Lo decimos en verdad de corazón? ¿Así lo testifican nuestras ofrendas de: dedicación de tiempo, de nuestros talentos y de dinero?

Como en el caso del joven rico que se fue triste porque eran muchas sus posesiones, muchas veces, la ofrenda es la verdadera prueba de la fe.

La gente adinerada suele ofrendar mucho. Jesús no dice que sus ofrendas no fueran bien recibidas por Dios o no fueran en absoluto necesarias; lo que quería que sus discípulos y nosotros tuviéramos presente es que, las ofrendas son aceptables sólo si provienen de corazones llenos de amor y confianza. Esta viuda era de forma muy especial, un ejemplo evidente de las dos virtudes señaladas.

La condición de que ella fuera viuda hace de este episodio final algo dramático y conmovedor.

Si recordamos, anteriormente Jesús había terminado de hablar acerca de los que devoran las casas de las viudas.

¿Estaban algunos de estos entre los adinerados que eran abundantes en ofrendas?

Lo más probable es que sí.

Comparada con lo que daban los ricos, la ofrenda de la viuda era insignificante; equivalía a 1,56% del salario diario de un trabajador en ese tiempo.

El sueldo de ese tiempo histórico no se puede equiparar al de un empleado de nuestra sociedad actual.

Por ello, consideramos que la ofrenda de la viuda era una minúscula porción.

Pero ante los ojos de Nuestro Señor Jesucristo lo dado por la viuda no fue una minucia; por eso se reunió con sus seguidores y procedió a enseñarles una doctrina que nosotros también debemos aprender y poner en práctica; les dijo que la viuda había aportado mucho más que ningún otro de los que estaban ahí.

Él lo supo, no porque le hubiera preguntado a la viuda, sino porque siendo el Hijo de Dios, Dios mismo y omnisciente, podía ver dentro del corazón de las personas.

Dios, el Hijo, sabe mucho más de lo que podemos conocer acerca de nosotros mismos.

¿Por qué dijo Jesús, «les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros que echan dinero en los cofres?»

Porque ella había dado todo lo que tenía. De esa forma estaba realizando un acto de fe y de adoración a Dios.

Ahora bien, eso es lo que significa ser un verdadero discípulo de Cristo.

El Señor mide nuestras ofrendas por el espíritu con que las damos.

Sus palabras no nos exigen que vaciemos nuestras cuentas bancarias, manteniendo a pastores o dirigentes abusadores y estafadores de la fe, sino que nos invita a darnos a él.

Comenzando con ese paso, nuestras ofrendas para su ministerio también serán generosas, y nuestra vida vendrá a ser una mayordomía auténtica.

Oremos:

Amantísimo Padre celestial, solamente te rogamos, que tú nos hagas mantener la humildad de adorarte y que siempre ofrendemos para tu causa, según nos guíe el Espíritu Santo.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!