Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Segundo Domingo de Pascua - No soy un Fantasma, soy yo, su Salvador

16 de abril de 2023

Segundo Domingo de Pascua.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 16; Hechos 2:14a, 22-32; 1 Pedro 1:3-9; Juan 20:19-31

Tema de hoy: No soy un Fantasma, soy yo, su Salvador.

Nuestra predicación está basada en la lectura del evangelio que hemos leído en el día de hoy y sobre la misma podemos reflexionar lo siguiente:

Así nos llega la noche del día domingo, los discípulos decidieron encerrarse llenos de terror por la persecución de los lideres judíos, así como también de las autoridades romanas; y esto es así porque hay un cuerpo desaparecido que no está en su tumba y debe ser ubicado, debe aparecer, ya que a los líderes hebreos no les convenía que se dijera que Jesús había resucitado, y por otro lado a las autoridades romanas les guiaba su responsabilidad formal ante el Emperador, proceso este, que era muy severo a la hora de juzgar estos casos.

La Palabra de Dios dice que Jesús entró y se puso en medio de los once discípulos; recordemos que para este momento, Judas el traidor, se había quitado la vida.

¿Cómo pudo ser esto posible si la puerta estaba cerrada? Bien, la explicación es muy sencilla y por todos conocida, Jesucristo es Dios y uno de los atributos de Dios es la de ser Omnipresente, esto significa que puede estar en todas partes y ante todos al mismo tiempo.

Muchas personas acostumbran juzgar desafortunadamente a los discípulos por haberse escondidos; mas sus motivos fueron serios, reales y de consecuencia fatales.

Es muy fácil juzgarlos; pero, cuántas veces nos ocultamos detrás de la máscara de la insensatez y, por omisión negamos conocer a Jesús; quizá alguien que necesita del consuelo del evangelio y nosotros guardamos silencio.

¿Será que somos mejores que los discípulos?

Continúa el Maestro y les da su paz, y les dice, que no pueden quedarse para siempre enclaustrados en sus casas, que deben ir al mundo a proclamar su victoria sobre la muerte y el pecado que la produce.

Les proporcionó la efectiva llenura del Espíritu Santo e instituyó el Oficio de las Llaves, que es el peculiar poder que nuestro Señor Jesucristo ha dado a su Iglesia de perdonar los pecados a los penitentes y de retener los pecados a los impenitentes mientras no se arrepientan.

Tomás no estaba cuando les visitó Jesús y él dijo que si no veía a Jesús, y comprobaba por él mismo las marcas que la crucifixión dejaran sobre su cuerpo no creería.

Una semana más tarde, volvió a aparecerse Jesús, les dio su paz y, dirigiéndose a Tomás le invitó a tocar su cuerpo donde se suponía estaban sus heridas; mas no fue necesario la comprobación, creemos que este discípulo colmado de emoción y llanto, solamente exclamó, ¡mi Señor y mi Dios!

En este punto, siempre se menciona a Tomás como el discípulo incrédulo; pero, ¿es que alguno de ellos estaba claro en esperar la resurrección gloriosa de su Maestro? Basta mencionar al discípulo más amado (Juan); solo cuando entro en la tumba vacía fue que entendió lo que Jesús en tantas ocasiones les confesara.

¿Y nosotros? ¿Creemos firmemente en que Jesús ha resucitado, está a la derecha de Dios Padre y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos? ¿O somos como cualquiera de los discípulos que dudaron?

Hermanos, oremos a Dios Padre pidiendo que, cada vez que nos encerremos en la habitación de nuestra timidez y del qué dirán los demás, envíe a Jesús a nuestros corazones y nuestras vidas y como cerrajero sorprendente, traspase esas puertas y luego podamos exclamar ¡Mi Señor y mi Dios!

Oremos:

Amantísimo Padre celestial, te suplicamos, podamos creer que tú te nos apareces a cada instante en nuestras vidas y no lo queremos comprender. Quítanos la venda que cubre nuestros ojos espirituales para así contemplar tu hermosura.

Amén. Dios me los bendiga y recuerden. Solo Dios Salva.

 

 

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