30 de junio de 2024
Sexto domingo después de Pentecostés
Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel
Lecturas:
Salmo 30, Lamentaciones 3:22-33, 2 Corintios 8:7-15, Marcos 5:21-43
Tema de hoy: ¿Un Dios que cumple tus deseos ilimitadamente?
Nuestra reflexión para el día de hoy Sexto Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Marcos 5:21-43
La hija de Jairo y la mujer que tocó el manto de Jesús, son pasajes bíblicos que también fueron registrados por inspiración del Espíritu Santo, en los evangelios de San Mateo y San Lucas.
Luego de haber calmado la tormenta, Jesús llegó al otro lado del lago y expulsó los demonios que habían poseído a un hombre. Este episodio es saltado de la secuencia del leccionario cristiano en nuestro calendario, para enfocarnos más en las maravillas que obra la fe en nuestras vidas.
Así las cosas, Jesús regresa al otro lado del lago y, entre la multitud lo espera un líder de la sinagoga de nombre Jairo; su hija estaba muy enferma y dada su desesperación se arrodilló ante él y le suplicó que la curara.
Jairo le decía a Jesús, ven y solamente ponle tus manos sobre ella para que sane y viva.
Podemos observar que este personaje, tiene información de cómo Dios tiene que hacer las cosas para que funcionen
Podemos pensar, Jairo conocía de cómo Jesús había sanado hasta entonces a los enfermos, sabía de su proceder.
Para Jairo Jesús es Dios, el Mesías prometido, de eso no hay dudas; el Espíritu Santo le muestra a quien acudir y qué debe hacer esa persona para lograr la ayuda anhelada.
Muy bien, Jesús acepta su petición y decide ir a casa de Jairo para hacer según la fe de éste le había indicado hacer.
De camino al hogar del líder de la sinagoga le rodeaba mucha gente que casi no le permitía caminar.
Los amigos de Jairo le dicen que la niña había muerto, que no moleste más al Maestro, pero Jesús les dice que la niña no estaba muerta, y efectivamente, la niña ante la presencia de Jesús abrió los ojos, nunca estuvo muerta, sino únicamente dentro de los corazones incrédulos de sus allegados. Un detalle muy importante es que Jesús le dijo a Jairo, "No tengas miedo". No debemos, ni podemos orar a Dios y tener miedo al mismo tiempo, porque temor y fe son contrarios; la fe echa fuera todo temor, mientras que el temor disipa y anula cualquier manifestación de fe.
Dentro de la muchedumbre había una mujer que tenía una enfermedad que le producía derrame de sangre, había pasado doce años y los médicos habían consumido sus ahorros sin darle solución a su problema de salud.
Cuando oyó hablar del Mesías, pensaba que tan solo con tocar el borde de su manto sería curada; así mismo hizo, y el derrame cesó al instante, notando que ya estaba sana.
Por otro lado, Jesús manifestó que salió poder de su cuerpo y preguntó quién lo había tocado, él mirando alrededor vio a la mujer quien se arrodilló plena de miedo, y Jesús le declaró que había sido curada por su fe.
¿Acaso Jesús no sabía quién le había tocado (jalado) el manto? ¡Pues claro que lo sabía, porque estamos ante Dios quien es omnisciente, conoce todo y a todos!
Pero la pregunta a este punto es ¿Cómo sabía la mujer enferma que con tan solo tocar la capa se curaría?
Podemos pensar que ya otra persona amiga de la mujer, había hecho así, tocado alguna prenda de vestir de Jesús y eso la había curado.
Podemos deducir, que anteriormente Jesús se había enojado ante personas que recurrían a esa práctica de tocarlo para obtener algún beneficio, no solo físico sino social y financiero, es decir, lo trataban de convertir en un amuleto de la buena suerte.
Para la mujer enferma, al igual que vemos con Jairo, Jesús es Dios, el Mesías prometido, de eso no hay dudas; el Espíritu Santo le señala a donde ir por salud, ya que toda ciencia humana había fallado y, qué debe hacer esa persona para lograr la ayuda deseada.
He aquí el centro de la curiosidad que surge de ambos pasajes cuyas escenas se entrecruzan. El ser humano desde que existe, ha tratado de ubicar un ente que le proporcione toda clase de bienes y beneficios sin mayor esfuerzo. Ante ese pensamiento, ha surgido entre muchas comparaciones, la famosa “Lámpara de Aladino” de la obra “Las Mil y Una Noches”, en donde Aladino frota una lámpara de aceite y aparece un hosco genio que acuerda con él en concederle tres deseos.
Muchos “cristianos” confunden la fe, la voluntad de Dios, y su propio deseo egoísta con disponer de una lámpara de Aladino, un cajero o dispensador de efectivo bancario, o una tarjeta de crédito de consumo ilimitado y sin responsabilidad en el pago de la misma.
En ambos casos descritos en el evangelio para hoy, debemos creer que, los personajes tenían una comunión por fe con Dios (Espíritu santo) quien le mostró la manera exacta de acercarse y pedirle a Dios (Jesús, el Hijo) con fe, quien intercedería con esa petición ante Dios (el Padre) y ¡voilá el milagro sucedió! Sencillo, ¿verdad?
Ah, yo quiero lo mismo para mi vida. ¿Cómo le hago entonces?
A ver, primero debo tener comunión con el Espíritu Santo, bueno, pero eso de leer las Sagradas Escrituras no va conmigo, eso es mucho esfuerzo para mí.
A ver, ¿y si oro? No, eso es para los religiosos y se ve como aburrido, es demasiado esfuerzo para mí.
Si ese es su pensar, entonces usted no tiene relación alguna con Dios, porque de entrada, quien le colocará el deseo por las cosas divinas es el mismo Dios. ¿Y cómo hago que surja ese deseo en mí? Bueno, solamente por los medios de gracia podrá recibir el Espíritu Santo. Los cuales son a saber: La lectura o escucha de la Palabra de Dios (Biblia), la aplicación del Bautismo y la participación de la Santa Cena, Santa Comunión o Partimiento del Pan.
No existen atajos, ni magia, ni adoración de reliquias, ni intersección de lo creado, para producir milagros de parte de Dios, ni para influir en el destino eterno de tu alma. Solamente Dios es quien obra la fe, hace milagros y produce la salvación en el Hombre.
Oremos:
Dios Padre eterno, te rogamos de todo corazón, que todo ser humano pueda entender que no es por su propio esfuerzo que llega a creer en ti, y que solamente está en tus manos su fe, los milagros y su salvación eterna, y al mismo tiempo dejemos de creer que tu eres un Dios como el Genio de la “Lámpara de Aladino”.
Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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