Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Decimoquinto domingo después de Pentecostés - La ley de libertad



01 de septiembre de 2024

Decimoquinto domingo después de Pentecostés

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 15; Deuteronomio 4:1-2, 6-9; Santiago 1:17-27; Marcos 7:1-8, 14-15, 21-23

Tema de hoy: La ley de libertad

Nuestra reflexión para el día de hoy decimoquinto domingo después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Marcos 7: 1-8, 14-15, 21-23 y es del siguiente tenor:

“Se acercaron los fariseos a Jesús, con unos maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén. Éstos, al ver que algunos discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin haber cumplido con la ceremonia de lavárselas, los criticaron. (Porque los fariseos y todos los judíos siguen la tradición de sus antepasados, de no comer sin antes lavarse las manos debidamente. Y cuando regresan del mercado, no comen sin antes cumplir con la ceremonia de lavarse. Y aún tienen otras muchas costumbres, como lavar los vasos, los jarros, las vasijas de metal y las camas.) Por eso, los fariseos y los maestros de la ley le preguntaron:

—¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?

Jesús les contestó:

—Bien habló el profeta Isaías acerca de lo hipócritas que son ustedes, cuando escribió:

“Este pueblo me honra con la boca, pero su corazón está lejos de mí. De nada sirve que me rinda culto: sus enseñanzas son mandatos de hombres.”

Porque ustedes dejan el mandato de Dios para seguir las tradiciones de los hombres.

Luego Jesús llamó a la gente, y dijo:

—Escúchenme todos, y entiendan: Nada de lo que entra de afuera puede hacer impuro al hombre. Lo que sale del corazón del hombre es lo que lo hace impuro.

Porque de adentro, es decir, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos, los adulterios, la codicia, las maldades, el engaño, los vicios, la envidia, los chismes, el orgullo y la falta de juicio. Todas estas cosas malas salen de adentro y hacen impuro al hombre.”

***

Desde el Salmo 15 leído hoy, podemos apreciar que David, inspirado por el Espíritu Santo, muestra quién puede presentarse ante Dios y, nos da varias recomendaciones que se traducen en: amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

En el libro de Deuteronomio, Moisés escribe, guiado por el Espíritu Santo, acerca de los estatutos que manda Dios y nos aconseja, en pocas palabras, que los guardemos para ser una nación grande y de una vida productiva y de posibilidades en bendiciones. 

Y la epístola de Santiago nos recomienda ser hacedores de la palabra y no tan solo oidores. El apóstol nos habla de la ley de la libertad.

Ahora bien, volviendo al evangélio escuchado hoy, tenemos que, en la sociedad de los fariseos y judíos de hace dos milenios, tenían una obsesión que ellos llamaban eufemísticamente «ceremonia».

Esta sociedad, se lavaba las manos con tanta asiduidad que rayaba en un sin sentido lo que hacían: si comían, si iban al mercado, si iban, si regresaban etc.

Ellos, estaban encadenados a una ley que pensaban les traería la paz con Dios; pero estaban lejos de lograr la paz con Dios, ya que estos cumplimientos eran más de tipo social, para cumplir ante los hombres con «el qué dirán».

Y lo anterior es tan cierto que, como niños que buscan aceptación y popularidad con sus coetáneos, le dicen a Jesús: mira tú que dices que eres maestro, ¿por qué no les enseñas a tus seguidores que cumplan con la tradición de nuestros antecesores?

Jesús, responde con las palabras del profeta Isaías y les llamó: seguidores de enseñanzas y mandatos de hombres; también los catalogó de hipócritas, en fin, ustedes hace tiempo que abandonaron lo que ordena Dios para obedecer lo que dicen los hombres.

Nuestro Señor les dice: lo que entra al cuerpo del hombre no le puede hacer impuro «espiritualmente hablando» (recordemos la enseñanza de Jesús “cuídense de la levadura de los fariseos”) la persona que por necesidad y hambre come de los tambores de basura, muy bien pudiera desarrollar parásitos y otras patologías; mas espiritualmente no podrá ser afectado por ello.

Pero, la misma persona, sometida a enseñanzas malsanas desde su infancia, pudiera traerles consecuencias de eterna perdición espiritual, que no afectarían en principio su organismo, pero sí su alma.

Culmina Jesús diciendo: todas las cosas malas salen del corazón del hombre. Pudiéramos decir que, esas cosas malas, primero debieron llegar al corazón del hombre para luego poder salir.

Recordemos y tengamos muy presente, que el ser humano es pecador desde el vientre de su madre; el pecado original le domina y somete. El hombre ya desde que nace, se encuentra equipado con toda esa artillería pesada de maldad; y lo que resta, es tiempo para que este empiece a manifestarse en su cotidianidad.

No sólo el pecado original es abastecedor confiable de todas estas inmundicias; el hombre en su desenvolvimiento social va adquiriendo todo este bagaje de maldad, que luego saldrá de su corazón, contaminando todo a su alrededor y principalmente a él mismo.

Hermano, ¿cuáles prácticas tradicionales inventadas por los hombres sigues hoy en día? ¿De cuáles ritos o ceremonias eres copartícipe, pensando que con eso estarás en buena con Dios y ganarás el cielo?

Déjame decirte que, solamente el sacrificio y pago por todos nuestros pecados, obtenido por Jesucristo en la Cruz gloriosa del Calvario lo ha logrado, sí, es un hecho irrepetible, no acepta otro vicario, él es el único que puede y quiere llevarte a la vida eterna junto a su Padre,

Oremos: 

Dios Padre eterno, te suplicamos que nos sostengas en nuestro diario vivir, de tal forma que no nos desviemos detrás de elementos y actores que pretendan y finjan conducirnos a tu reino eterno de gloria.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

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