Vigésimo cuarto domingo después de Pentecostés.
Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel
Lecturas: Salmo 119:1-8; Deuteronomio 6:1-9; Hebreos 9:11-14; Marcos 12:28-34
Tema de hoy: ¡Oh, Señor Jesús, tú me has hecho libre!
Nuestra reflexión para el día de hoy vigésimo cuarto domingo después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 12: 28-34 y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:
Jesús viene de responder magistralmente y con la autoridad que le caracteriza, una pregunta bastante aguda, capciosa y malintencionada acerca de la resurrección; pero les había hecho entender claramente que, muchas veces los pensamientos del hombre no se pueden equiparar a los de Dios, sin que caigamos tristemente en error grave.
Luego aparece un maestro de la ley; sí, la misma ley que Dios por medio de Moisés había confiado a estos líderes para que la estudiaran, guardaran y enseñaran al pueblo de Israel.
Este maestro de la ley se había acercado a Jesús porque había visto que, éste había respondido excelentemente y con autoridad de lo que hablaba; siendo este elemento de la «autoridad» razón y motivo enconado de celos y envidia por parte de los seudo líderes religiosos.
El líder le pregunta a Jesús: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?
Y aquí nos detenemos un segundo y pensamos: «¿el líder religioso no sabía la respuesta a esto?».
Y la respuesta es un mayúsculo sí; claro que la conocía. El líder solamente está buscando la confirmación de que Jesús era el mesías esperado.
Y ¿qué responde Jesús?: «Oye Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas».
Y luego digo que, Jesús, quien es Dios omnisciente y sabe lo que está pensando y esperando el líder, dice para sí mismo: «te voy a dar más conocimiento de lo que estás esperando, para que termines de convencerte que soy el mesías enviado por Dios Padre»; luego de lo cual le manifiesta: Y el segundo (mandamiento) es: «Ama a tu prójimo como a ti mismo» Ningún mandamiento es más importante que éstos.
El líder responde en pocas palabras: es verdad lo que usted dice: vale más amar a Dios con todas nuestras fuerzas y a nuestro prójimo como a uno mismo que todos los holocaustos y sacrificios que se queman en el altar.
Jesús vio que el hombre hablaba con buen sentido porque tenía fe; inmediatamente le dice: «No estás lejos del reino de Dios».
Entonces podemos concluir que: es verdad lo que dice Jesús: vale más amar a Dios con todas nuestras fuerzas y a nuestro prójimo como a uno mismo que, estar uno como Pastor o líder de una iglesia sometiendo a la gente con cualquier cantidad de mandatos, que no han sido ordenados por Dios y que no llevan a nada; sino a la frustración en los adultos y el desamor por las actividades cristianas en los jóvenes.
Y entonces me pregunto: ¿Hasta cuándo el ser humano va a continuar con las erráticas prácticas de imponer la ley sobre las personas que llegan a las puertas de las iglesias, motivados por la fe que obra el Espíritu Santo en ellos?
Señor Pastor o líder religioso que lees, esa alma no te pertenece, sino a Dios; ese ser humano viene de estar esclavizado por el pecado, así que, no lo esclavices más, ya basta por favor.
Señores seudo Pastores que leen esta pequeña reflexión: la biblia es para leerla toda y no solamente los pasajes que te interesen para ejercer tu dominio estéril sobre tu prójimo. Si leemos el libro de Gálatas Capítulo 5, Versículo 4 dice: «Ustedes, los que buscan quedar libres de culpa cumpliendo la ley, se han apartado de Cristo; se han separado del amor de Dios».
De lo anteriormente evidenciado, señores seudo Pastores, los invito muy humildemente a volver a Cristo y al amor de Dios.
Oremos:
Amantísimo Padre celestial, solamente te pedimos, que aquellos seudo Pastores que negocian con la aplicación férrea de la ley al prójimo olvidando el evangelio y la gracia de Dios, vuelvan algún día a tus pies y con corazones fieles te puedan servir, así como, nosotros te servimos hoy.
Amén. Dios los bendiga, y recuerden: ¡¡Sólo Dios Salva!!
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