22 de diciembre 2024
Cuarto domingo de Adviento.
Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel
Lecturas: Lucas 1: 46b-55; Miqueas 5: 2-5a; Hebreos 10: 5-10; Lucas 1: 39-45, 46-55
Tema de hoy: ¡Yo soy esclava del Señor; que Dios haga conmigo como me has dicho!
Nuestra reflexión para el día de hoy Cuarto Domingo De Adviento, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Lucas 1: 39-45, 46-55 y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:
Esta narración es única y exclusiva de este evangelio de Lucas; no la encontramos en ninguno de los otros tres.
Adviento, la estación o temporada en la cual esperamos que Cristo venga a nosotros tiene un patrón que se extiende a través de los cuatro domingos: el primer domingo comienza por el fin, de tal forma que esperamos la segunda venida de Cristo. El enfoque de las semanas dos y tres se centra en Juan el Bautista, quien prepara el camino para la llegada del ministerio de Jesús. El cuarto domingo nos remite al comienzo de la historia de Jesús, para hacernos centrar la atención en la preparación para la natividad de Cristo, esto es, para la encarnación.
Cuando el ángel Gabriel anunció a María que iba a ser madre de un hijo, también anunció a Isabel que había concebido. Entonces María no perdió tiempo y se fue a visitar a su ya anciana parienta.
María hizo un viaje desde Nazaret hasta la región montañosa de Judá.
María nunca pudo imaginarse el tipo de recepción que recibiría. Lucas nos dice que el Espíritu Santo llenó el alma de Isabel, luego de lo cual con voz fuerte exclamó: «¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo!». Ella estaba maravillada de que «venga a visitarme la madre de mi Señor». El niño que estaba en su vientre (Juan el Bautista) se unió a su alabanza y saltó de gozo.
Rendirle honor a María de la misma forma que lo hizo Isabel, motivado por el Espíritu Santo, es verdaderamente del agrado de Dios.
Los cristianos hoy en día también honramos a María de la misma manera que lo hizo Isabel, como ejemplo de fe y servicio; pero sin ir jamás más allá de ese respeto. Jesús, el niño que nacería de ella, también le serviría de Salvador al igual que a nosotros.
Desde el versículo 46 hasta el 56 Lucas nos presenta el «Magnificat» y recibe este nombre debido a que en la versión latina ese canto empieza «Magnificat anima mea Dominus».
Desde el versículo 46 hasta el 49 se centran en las bendiciones que recibió María. Acá María reconoce su condición de sierva de Dios.
En el versículo 50 María se enfoca en la «reverencia a Dios»; esta reverencia se refiere al respeto santo que uno tiene por el Señor.
Ese respeto conducirá a la adoración y a la sujeción a Dios en forma de obediencia.
María es el vivo ejemplo de la persona que reverencia a Dios.
Así María sigue recordando los grandes actos misericordiosos del Señor: deshizo los planes de los orgullosos; puso en lo alto a los humildes; llenó de bienes a los hambrientos; ayudó al pueblo de Israel, su siervo.
El tema que trata el Magnificat se verá desarrollado y cumplido por el ministerio de su hijo Jesucristo.
De una manera que abarca y sobrepasa a todo el antiguo testamento, la obra salvadora de Jesús revela toda la misericordia de Dios a quienes le reverencian.
Concluye el pasaje de Lucas con que María se quedó tres meses con Isabel, justo hasta el tiempo en que nacería Juan el Bautista.
¿Conoces a alguna madre que contra todos los pronósticos, ha esperado cosas maravillosas del futuro de sus hijos?
¿Reverenciamos y respetamos a Dios con devoción y humildad como lo hacía María?
Oremos:
Amantísimo Padre celestial, venimos a ti con la misma fe que tenía María de servirte y adorarte de todo corazón; permite que tengamos fe como padres en el futuro de éxito de nuestros hijos.
Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!