01 de agosto 2021
Décimo Domingo Después de Pentecostés.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas: Salmo 78: 23-29; Éxodo 16: 2-4, 9-15; Efesios 4: 1-16;
Juan 6: 24-35
Tema de hoy: ¡Quiero Comer de ese Pan!
Himnos: 03, 127, 302, 323, 661
Nuestra reflexión para el día de hoy Décimo Domingo
Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra
en: Juan 6: 24-35
“Así que, al ver que ni Jesús ni sus discípulos estaban
allí, la gente subió también a las barcas y se dirigió a Cafarnaúm, a buscarlo.
Al llegar ellos al otro
lado del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron:
—Maestro, ¿cuándo viniste
acá?
Jesús les dijo:
—Les aseguro que ustedes me
buscan porque comieron hasta llenarse, y no porque hayan entendido las señales
milagrosas. No trabajen por la comida que se acaba, sino por la comida que
permanece y que les da vida eterna. Ésta es la comida que les dará el Hijo del
hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.
Le preguntaron:
—¿Qué debemos hacer para
realizar las obras que Dios quiere que hagamos?
Jesús les contestó:
—La única obra que Dios
quiere es que crean en aquel que él ha enviado.
Le preguntaron entonces:
—¿Qué señal puedes darnos,
para que al verla te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados
comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: “Les dio a comer pan
del cielo.”
Jesús les contestó:
—Les aseguro que no fue
Moisés quien les dio a ustedes el pan del cielo, sino que mi Padre es quien les
da el verdadero pan del cielo. Porque el pan que Dios da es el que ha bajado
del cielo y da vida al mundo.
Ellos le pidieron:
—Señor, danos siempre ese
pan.
Y Jesús les dijo:
—Yo soy el pan que da vida.
El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que cree en mí, nunca tendrá sed.”
Oración del día
Oh
Dios, bondad eterna, amor inconmensurable, nos colocas tus dones; comemos y
estamos satisfechos. Llénanos a nosotros y a este mundo en toda su necesidad
con la vida que viene solo de ti, a través de Jesucristo, nuestro Salvador y
Señor.
Aclamación al Evangelio
Aleluya.
No sólo de pan vivirá el
hombre, sino también de toda palabra que salga de los labios de Dios (Mateo 4: 4)
Sermón
La multitud
sigue tras Jesús y al encontrarlo le preguntan en qué momento había llegado
hasta allí.
La omnisciencia
divina de Dios no tarda en responderle que, sabe muy bien que ellos le buscan para
que les llene sus estómagos, mas no porque hayan comprendido el mensaje de la
multiplicación de los alimentos.
Jesús les
enseña que no deberían emplear su corazón y su mente, en trabajar por las cosas
perecederas que hoy son y mañana no.
En el contexto histórico
que les habla, el ser humano no contaba con formas modernas de refrigeración
como las conocemos hoy. Y la verdad era que muchos alimentos que no se
aprovechaban en su momento, a las pocas horas se dañaban y no servía sino como alimento
para los animales.
Él les manifiesta
que existe una comida que da la vida eterna.
Considerando la
esperanza de vida para ese tiempo como de 25 años, podemos pensar que esas
palabras de Jesús serían recibidas y aceptadas con gran regocijo.
Les señala que
él mismo les dará esa comida que proporciona la vida, y eso es así porque su
Padre Dios lo ha dispuesto de esta manera.
Ellos le dicen que, cómo pueden ponerse en la buenas con Dios.
Le responde,
que lo que Dios quiere es que crean en su hijo a quien él ha enviado.
Cualquier
pensaría y se confundiría, creyendo que Jesús está poniendo a la fe como una
simple obra que, cualquier ser humano puede ejecutar y, ganar con ella el favor
de Dios y la vida eterna.
Pues eso no es
así. Previo a ese creer, en el alma del hombre debe ser obrada la fe por Dios
(El Espíritu Santo) y ella es alcanzado por medio de: la Palabra
de Dios, el Bautismo y la Santa Cena.
Una vez que Dios
resucita al hombre a una nueva vida, empieza a creer en la obra salvadora de
Jesús.
Seguidamente, Jesús
les dijo que fue Dios quien les dio el pan del cielo en el desierto.
Y así como Dios
dio el maná, ha dado a su hijo quien es el Pan de Vida. Ese Pan de Vida, es el
mismo que comemos cuando participamos de la Santa Cena. Con este Pan, nunca
tendremos hambre y, nos encontramos viviendo desde ya la gloriosa vida eterna.
Hermano, ¿vives
una vida de pecado alejado de tu Dios y creador?
Busca la
Palabra de Dios, exponte a su predicación y estoy seguro que, el Espíritu Santo
obrara la fe en tu corazón, entonces, desde ese momento vivirás la rica vida
eterna en unión de Jesús tu Salvador.
Y tu, hermano que llevas als buenas nuevas de Dios; no desesperes cuando a quienes se la comunicas, no atienden a su mensaje y, continuan en su incredulidad. Por ningún momento pienses que Dios y su Palabra han perdido su poder transformador. No hermano. El responsable es el hombre, a quien se le ha dado el libre alberdrío y decide enduraecer su corazón ante el mensaje vivificador.
Oremos: Dios Padre eterno, te suplicamos envíes tu espíritu Santo a cada
persona que necesite la fe verdadera, para que de esta forma coma del Pan de
vida y tengan la dicha de empezar a vivir la vida eterna.
Amén.
Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!