25 de Octubre de 2020
Vigésimoprimer día después de Pentecostés.
Lecturas: Salmo 1; Levítico 19: 1-2, 15-18; 1 tesalonicenses 2: 1-8; Mateo 22: 34-4
“El Señor dijo a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
hasta que yo ponga a tus enemigos
debajo de tus pies.”
Hoy día de la Reforma Protestante promovida por el Monje Martín Lutero, es propicia la ocasión para hablar acerca de la Ley y el Evangelio; en la narración vemos que los maestros de la ley con su orgullo bien marcado, tratan en su trampa de imponer el cumplimiento de los mandamientos, creemos que en las vidas de estos personajes la manifestación del amor había desaparecido por completo.
En las distintas sectas Israelitas, lo realmente valioso, era el cumplir con ciertos y determinados mandatos conductuales, que hicieron poco valioso o increible la venida del mesias.
En la Edad Media, los representantes de la Iglesia sometían al pueblo al pago de indulgencias; por una cantidad razonable, se ofrecía la disminución de un número considerable de años en el purgatorio de algún familiar difunto; se vendían, entre otras excentricidades, plumas de ganzo con la promesa que pertenecían al Ángel Gabriel etc etc.
En nuestras iglesias en la actualidad, seguimos conviviendo con fariseos y maestros de la Ley y abusadores como en el medioevo. No es necesario que les enseñe los abusos en que incurren muchas congregaciones, y esto es así ya que con sólo mirar los videos en youtube, nos convencemos de lo horroroso de sus practicas "Por sus frutos los conocereis"
Y por último tema, Jesús es el hijo de David solamente en el sentido de la descendencia humana que como hombre se le debe atribuir. En el ámbito divino, David es decendiente de Dios Hijo.
Hermanos, roguemos a Dios el poder identificar cuando se nos está burlando nuestra fe al predicarnos ley, y sepamos diferenciarla en la práctica con el evangelio.
Amén. Dios me los bendiga y recuerden Sólo Dios Salva.