27 de Septiembre de 2020
Décimo Séptimo dia después de Pentecostés.
Pastor: Miguel Moreno
Evangelio según Mateo: 21: 23-32
Tema de hoy: Ciegos por la Enfermedad del Orgullo
Buenos días queridos Hermanos en la fe, hoy vamos a meditar en las palabra de Nuestro Señor Jesucristo plasmadas en el evangelio según Mateo, en el cual se reflejan varios topicos interesantes y aplicables al crecimiento de nuestra fe.
Recuerdo que una oportunidad estando en mi oficina, un grupo de compañeros manteniamos una discusión bastante enconada en relación a cómo era el uso de una determinada conjugación verbal; al ya más no poder rebanándonos las neuronas sin tener a quien más consultar, apareción un joven quien visitaba frecuentemente nuestro lugar de trabajo, desempeñando su papel como humilde librero ambulante, a petición y a domicilio, y nos preguntó con mucha humildad ¿Cuál era la discusión propiamente dicha en la que estabamos enfrascados? Todos sin excepción fruncimos el ceño, viramos los ojos en señal de menosprecio y alguien a regañadientes balbuceó la duda.
Está visto y es verdad como se dice normalmente, que la ignorancia es libre, y que los prejuicios limitan el progreso individual y colectivo de la humanidad, sucedió que el vendedor de obras literarias manteniendo su humildad, echó manos de un pizarrón y como un catedrático universitario pasó a explicarnos hasta el más mínimo detalle acerca de la incertidumbre que nos frustraba hasta ese momento; al ser preguntado acerca de los conocimientos mostrados, el buen amigo respondió que era Licenciado en Letras con Postgrado y Magister en el tema espefico de cuya ignorancia nos rescató; está demás contarles que todos quedamos sorprendidos con aquella declaración, y comentamos con pena propia "Cómo la mayoría de las veces creyéndonos mejores que los demás caemos en la enfermedad del orgullo"
En nuestra historia de hoy observamos a Jesús que enseña, y además lo hace con toda autorida. Los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos, observaban con admiración oculta y con envidia revelada, como este hombre humilde, cuyo padre tenía un oficio corriente como carpintero, procedente de un pueblo insignificante como Nazaret, desplegama todos eso conocimientos de la Escritura; pero a ellos sólo se les ocurre preguntar ¿Con qué autoridad haces esto y quién te la dio? ¿Será que preguntaban eso para ellos buscar de la misma fuente donde Jesús habia sido provisto? Pudiera ser esa la motivación, mas tambien buscar una excusa para para acusarlo y apresarlo.
Jesús, quien sí sabía de sus intenciones (Dios es omniscientes y conoce los corazones) se les escapa inteligentemente respondiendo con una pregunta sencilla pero aguda, ¿Quién envió a Juan a Bautizar, Dios o los hombres? Y los señores maquinando sus calculos, referidos al costo social y reliogioso que tendrían que enfrentar manifestaron no saber; Jesús responde, entonces yo tampoco les diré con qué autorida hago esto.
El anterior pasaje bíblico nos enseña que todo aquel que ve a Cristo con ojos humanos, desprovisto de fe, se preguntará, ¿Con qué autoridad me puede dar algo este personaje histórico?, si lo que observo es a un hombre pobrisimo, que nació en pesebre mal oliente, que no tenía ni donde recostar la cabeza Mateo 8: 20, además se dejó crucificar sin abogar defensa alguna a su favor. En conclusión, Él no puede hacer nada por mi, luego no me interesa y rechazo seguirle como discipulo.
Así las cosas, el ser humano queda atrapado en una condenación eterna, desesperado, llevando una existencia que nada ni nadie puede llenar, al enceguecerse por la enfermedad del orgullo propio.
Y como se nos muestra en la parábola de los dos hijos, no sirve de nada promesas verbales de sujeción a nuestro Señor Jesuscristo, ejemplo: la persona que trás ser invita al servicio cristiano dice -Oh sí, el próximo domingo sí iré a la iglesia, y llegado el día no aparece, sino las actuaciones efectivamente realizadas como resultado de la fe, para dar fruto de arrepentimiento y discipulado real; ya que no es por estatus socio economico, ni meritos academicos que vamos a lograr accesar al reino de los cielos, sino por la milagrosa misericordia de Dios que obra la fe en nosotros.
Amén. Dios me los bendiga y recuerden Sólo Dios Salva.
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