04 de abril de 2021
Domingo de la Resurrección de Nuestro
Señor.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas: Salmo 118: 1-2, 14-24; Hechos 10: 34-43; 1 Corintios 15:
1-11; Juan 20: 1-18
Tema de hoy: ¡Resucítanos Señor
Jesucristo!
Nuestra predicación está basada en la lectura del
evangelio para el día de hoy, Domingo de la Resurrección de Nuestro Señor, y la
misma se encuentra en el evangelio según Juan 20: 1-18
María Magdalena o María de Magdala (Ciudad
judía a orillas del lago Genesaret) llegó al sepulcro, una cavidad hecha en la
roca, y cuya entrada estaba tapada con una pesada piedra rodante, cuando aún
estaba oscuro el día que empezaba; era un domingo muy triste para ella y los
otros discípulos de Jesús.
Ella sabía cual era la ubicación de la tumba
porque, tres días atrás había observado con mucho interés donde colocaban el
cuerpo de su Maestro.
Ahora veía que la piedra había sido
desplazada de su lugar, por supuesto que ella miró dentro del nicho mortuorio,
y no pudo ver cuerpo alguno. En ese momento el terror se apoderó de ella, porque no
sabría donde ir para ungir su cuerpo, honrarle y en fin darle todas las
muestras de amor y respecto que él merecía.
¿A quién acudir, llena de tantos sentimientos
encontrados, miedo, ira, tristeza, impotencia, decepción?
Pensó en Pedro por su carácter fuerte y
liderazgo mostrado, así como, en Juan quien era muy cercano a Jesús, por el
afecto especialmente fraternal que éste le manifestaba.
María les cuenta lo que ha experimentado y
ellos dos salen corriendo hacia el sepulcro. Se puede ver que Juan era tanto
más joven como más atlético que Pedro, ya que le ganó en la carrera emprendida
por ambos.
Ambos, eventualmente entran a la tumba y,
efectivamente falta el cuerpo de Jesús.
Juan hace una reflexión narrativa sobre él
mismo y, dice que hasta ese momento fue cuando creyó en lo que su Maestro le
decía acerca de resucitar al tercer día de entre los muertos. Bellas palabras
que hablan muy bien de la humildad de Juan.
Los dos discípulos regresaron a su casa; sin
embargo, María quedó cerca de la tumba llorando desconsoladamente; ella miró por
última vez dentro del hoyo y pudo observar a dos ángeles, uno a la cabecera y
el otro a los pies donde debía estar el cuerpo de Jesús.
Los ángeles le preguntaron por qué lloraba, y
ella les respondió, porque se han llevado el cuerpo de mi Señor y no sé dónde
lo han colocado.
Luego de pronunciar esas palabras, cayó en
cuenta que alguien estaba afuera, y le preguntó lo mismo que como introducción
divina de Jesús, habían preguntado los ángeles, ¿por qué lloras?
María pensando que era quien se encargaba de
cuidar los sepulcros, le dijo que si él se había llevado el cuerpo de su Señor, le dijera donde lo había colocado para ir a buscarlo.
Al escuchar que la llamaba por su nombre,
supo que se trataba de su Señor.
Ella lo identificó respondiendo ¡Maestro!
Jesús le dijo a María que tenía que ir a
encontrarse con su Padre y Padre de todos nosotros, que fuera y le contara esto
a sus hermanos; María fue y contó que había visto y hablado con Jesús y les
comunicó que iría a reunirse con Nuestro Padre eterno.
Hermanos, oremos a Dios
pidiendo que nos dé la curiosidad y hambre espiritual que le otorgó a María,
para saber dónde se encuentra nuestro Maestro, e ir en su búsqueda y entonces
podamos exclamar ¡Resucítanos Señor Jesucristo!.
Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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