11 de abril de 2021
Segundo Domingo de Pascua.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas: Salmo 133; Hechos 4: 32-35; 1 Juan 1: 1-2: 2; Juan 20:
19-31
Tema de hoy: ¡El Señor Jesucristo,
un Cerrajero Sorprendente!
Nuestra predicación está basada en la lectura del
evangelio para el día de hoy, Segundo Domingo de Pascua, y la misma se
encuentra en el evangelio según Juan 20: 19-31
Así
nos llega la noche del día domingo, los discípulos decidieron encerrarse, llenos
de terror por la persecución de los lideres judíos, así como también de las
autoridades romanas; y esto es así porque hay un cuerpo desaparecido, que no
está en su tumba, y debe ser ubicado, debe aparecer, ya que a los líderes hebreos no
les convenía que se dijera que Jesús había resucitado, y a las autoridades
romanas les guiaba su responsabilidad formal ante el Emperador proceso que era muy severo a la hora de juzgar estos casos.
La
Palabra de Dios dice que Jesús entró y se puso en medio de los once discípulos,
recordemos que para este momento Judas, el traidor, se había quitado la vida.
¿Cómo
pudo ser esto posible si la puerta estaba cerrada?. Bien, la explicación es muy sencilla
y por todos conocida, Jesucristo es Dios y Dios es Omnipresente, esto significa
que puede estar en todas partes y ante todos al mismo tiempo.
Muchas
personas acostumbran juzgar desafortunadamente a los discípulos por haberse
escondidos, mas sus motivos fueron serios, reales y de consecuencia fatales.
Es
muy fácil juzgarlo, pero cuántas veces, nos ocultamos, detrás de la mascara de
la insensatez y por omisión negamos conocer a Jesús; alguien que necesita del consuelo
del evangelio y nosotros guardamos silencio.
¿Será
que somos peores que los discípulos?
Continúa
el Maestro y les da su paz, y les dice, que no pueden quedarse para siempre
enclaustrados en sus casas, que deben ir al mundo a proclamar su victoria sobre
la muerte y el pecado que la produce.
Les
proporcionó la efectiva llenura del Espíritu Santo e, instituyó el Oficio de
las Llaves que es, el peculiar poder que nuestro Señor Jesucristo ha dado a su
Iglesia de perdonar los pecados a los penitentes, y de retener los pecados a
los impenitentes mientras no se arrepientan.
Tomás
no estaba cuando les visitó Jesús, y él dijo que, si no veía a Jesús, y
comprobaba por él mismo las marcas que la crucifixión dejaran sobre su cuerpo
no creería.
Una
semana más tarde, volvió a aparecerse Jesús, les dio su paz y, dirigiéndose a
Tomás le invitó a tocar su cuerpo donde se suponía estaban sus heridas, mas no
fue necesario a la comprobación, creemos que este discípulo colmado de emoción
y llanto, solamente exclamó, ¡mi Señor y mi Dios!
En
este punto siempre se menciona a Tomás como el discípulo incrédulo, pero, es
que alguno de ellos estaba claro en esperar la resurrección gloriosa de su
Maestro. Basta mencionar al discípulo más amado; cuando entro en la tumba
vacía, fue que entendió lo que Jesús en tantas ocasiones les confesara.
¿Y
nosotros? ¿Creemos firmemente en que Jesús ha resucitado, está a la derecha de
Dios Padre y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos? ¿O
somos como cualquiera de los discípulos que dudaron?
Hermanos, oremos a Dios Padre pidiendo que, cada vez que nos encerremos en la habitación de nuestra timidez y del qué dirán los demás, envíe a Jesús a nuestros corazones y nuestras vidas y como cerrajero sorprende, traspase esas puertas y luego podamos exclamar ¡Mi Señor y mi Dios!
Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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