08 de agosto 2021
Undécimo Domingo Después de
Pentecostés.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas: Salmo 34: 1-8;
1 Reyes 19: 4-8; Efesios 4: 25—5: 2; Juan 6:35, 41-51
Tema de hoy: Un Bocado del Maná que da
vida Eterna
Himnos: 04, 128, 303, 324, 662
Nuestra reflexión para el día de hoy Undécimo Domingo
Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra
en: Juan 6:35,
41-51 y es del siguiente tenor:
“Y Jesús les dijo:
—Yo soy el pan
que da vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que cree en mí, nunca
tendrá sed.
Por esto los judíos comenzaron a murmurar de Jesús, porque afirmó: <<Yo soy el pan que ha bajado del cielo.>> Y dijeron:
—¿No es este
Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice
ahora que ha bajado del cielo?
Jesús les dijo entonces:
—Dejen de
murmurar. Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre, que me ha enviado; y
yo lo resucitaré en el día último. En los libros de los profetas se dice: “Dios instruirá a
todos.” Así que todos los que escuchan al Padre y aprenden de él, vienen a mí.
«No es que alguno haya visto al Padre; el único que lo ha visto es el que procede de Dios. Les aseguro que quien cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan que da vida. Los antepasados de ustedescomieron el maná en el desierto, y a pesar de ello murieron;pero yo hablo del pan que baja del cielo; quien come de él, no muere. Yo soy ese pan vivo que ha bajado del cielo; el que come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propia carne. Lo daré por la vida del mundo.”
Aclamación
al Evangelio
Aleluya. Yo soy ese pan vivo que ha
bajado del cielo; el que come de este pan, vivirá para siempre. Aleluya. (Juan 6:51)
Sermón
El evangelista Juan, continúa la exposición narrativa que viene desde la
alimentación de multitudes hasta una revelación inesperada y que causa: afectos,
murmuraciones y odio hacia Jesús.
El leccionario programado para hoy, nos deja como separado e introducción el
versículo 35, que es considerado como marca y guía del significado de los
siguientes.
El famoso “Yo Soy” que representó ante el Faraón de Egipto, el nombre propio
de Dios “Yo Soy el que soy” es revelado en esta oportunidad por Jesús, no
prometiendo, mas sí asegurando que el que va a él nunca tendrá hambre, y si cree
en él nunca tendrá sed.
Y alguien me preguntará: Y por qué dices que no es una simple promesa.
Tan sencillo es deducirlo porque, Jesús utiliza la palabra “nunca”, que en
español da la inequívoca idea de que, quien habla asegura y garantiza el
cumplimiento de su afirmación y, más allá, él está a cargo y controla la
ejecución de lo que ofrece.
En el versículo 41, el evangelista muestra como el pueblo de Israel seguía
siendo del mismo corazón de aquel que murmuró contra Dios, pensando que renegaban
contra Moisés y Aaron, por su deseo de llenarse el estómago al igual que lo
hacían en Egipto.
Los judíos no veían en Jesús, el Dios que él les mostraba ser con hechos y
palabras.
Decían —No puede ser: Él es el hijo de José y María, así que, como
resultado lógico, no puede ser divino. En conclusión: es terrenal y vamos a
murmurar todo lo que podamos.
En el mundo actual en que vivimos, las personas se quedan en la idea de que
Jesús es un maestro más, un líder espiritual como cualquiera de los que existen
y han existido. Y esto es así, porque para ellos el evangelio es una tontería. Jesús
se les convierte en piedra de tropiezo.
Cuando Jesús les dice que dejen de murmurar, es una enseñanza franca para
todos nosotros de que, a Dios no le gusta esa practica tan estéril. Pensemos en
lo siguiente: Cuando nos quejamos, por el motivo que fuere y, al mismo tiempo
criticamos y murmuramos, estamos siendo despectivos y rechazamos la creación de
Dios.
¿Por cuales motivos nos quejamos y murmuramos cotidianamente? Desde los sencillos, simples e inocentes: Qué sol; qué nieve; qué calor; qué frio…hasta los más elaborados, tendenciosos y suspicaces: Siempre comemos lo mismo, quiero comer más; estos gobernantes no sirven para nada; el jefe me tiene harto, lo odio etc.
En todas esas circunstancias, estamos murmurando y criticando a Dios,
creador del cielo y la tierra, de lo visible e invisible.
Ahora bien, nadie llega a los pies de Jesús, si el Padre no lo lleva hasta
él.
No podemos acercarnos a Jesús por nuestra propia voluntad, ya que, por
naturaleza heredada del viejo Adán, somos enemigos de Dios.
Es el Padre quien toca nuestros corazones y, hace que nuestra voluntad se
dirija a amar a Jesús.
Nuestros antepasados, pidieron pan a Dios y él les envío el maná. Saciaron sus
estómagos, pero murieron
Jesús, nos dará de comer su propio cuerpo, pero este maná, es el pan que ha
bajado del cielo para dar vida eterna a todo aquel que lo coma.
Hermano. ¿Sientes hambre y no hayas como saciarla? ¿Has probado toda forma
humana conocida para satisfacer o llenar el vació espiritual que atormenta tu
vida?
Hoy quiero invitarte a probar, aunque sea un bocado del Pan de Vida, sí,
Jesucristo. Él te dará lo que asegura en su Palabra: vida eterna y en
abundancia; desde hoy, ya, inmediatamente, desde el primer bocado que comas. ¡Así
será!
Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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