Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Quinto Domingo Después de Pentecostés - Yo Quiero Ser Un Buen Samaritano

 

10 de julio 2022

Quinto Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 25:1-10; Deuteronomio 30:9-14; Colosenses 1:1-14; Lucas 10:25-37

Tema de hoy: Yo Quiero Ser Un Buen Samaritano

Para el día de hoy, continuamos en el despliegue y estudio del evangelio según San Lucas; y en esta oportunidad, vemos que el detonante de la parábola enseñada por Jesús, es un maestro de la Ley, quien, como si fuera el diablo en el desierto, fue a ponerlo a prueba, sí, uno de los personajes a quien Jehová había confiado el cuidado, puesta en práctica y enseñanza fiel de la Ley, lo confronta como si de un charlatán más, de tanto que había en esa época, se tratara.

Jesús lo lleva hacia el conocimiento de la ley, y para ello le pregunta ¿qué está escrito en la ley que tanto conoces y adoras? Y en pocas palabras le contestó: ama a Dios y ama a tu prójimo como a ti mismo.

Jesús le dice que ha respondido correctamente, tiene un gran conocimiento le la ley, entonces anda y simplemente haz eso que dice la ley y tendrás vida. Mas el maestro de la ley, queriendo hacerse el desentendido y ocultar su mala intención de probar a Jesús, desconociendo que se encontraba ante el Dios verdadero, le suelta la pregunta siguiente: y, ¿quién es mi prójimo? Jesús, sabe que este sujeto conoce muy bien qué significa el termino prójimo a que se refiere la enseñanza; pero, él no le da excusa ni motivos para que se haga el desentendido y, le relata una parábola. Un hombre iba por un camino y fue asaltado; luego, pasó un sacerdote y al verle, lo rodeó como si tratara de basura; también un levita lo vio y, lo rodeó como si le diera asco; mas apareció un hombre de la población de Samaria y lo vio y, sintió compasión del sujeto malherido, le aplicó primeros auxilios y lo llevó a un hotel cercano, al día siguiente el samaritano, dio dinero al dueño del hotel y le dijo que cuidara del sujeto herido, y si requería el pago de cualquier cosa, yo al regreso se lo reembolsaré. Después del relato, Jesús hizo una pregunta fácil de contestar; pero muchas veces difícil de practicar: ¿Cuál de los tres individuos que pasaron por el camino en donde estaba el herido fue su prójimo? Y, el maestro de la ley respondió fácilmente: el que tuvo compasión de él. Jesús le indicó: ya que fácilmente has respondido, anda y fácilmente haz lo mismo con todas las personas que te encuentres en la misma situación de necesidad.

Hermanos, ¿nosotros conocemos la Biblia, la Palabra de Dios; vamos a la iglesia o templo con regularidad todos los fines de semana; nos creemos super religiosos al igual que el sacerdote y el levita de la parábola? ¿Conocemos quién es nuestro prójimo?

Hermanos, si sus respuestas han sido afirmativas; entonces ustedes han sido guiados por el Espíritu Santo para abundar en buenas obras para con sus prójimos, y de hecho debo suponer que lo hacen a diario. Y, si revisándose cada uno, llega a la conclusión de que han fallado en eso; luego, quiere significar que, se han quedado en lo fácil como el maestro de la ley, que es, conocer quién es nuestro prójimo; mas no han podido cumplir con la parte difícil de la enseñanza que es tener COMPASIÓN por quien la necesita. Y esto es así, porque la fe verdadera no vive en nosotros, sino la avaricia, la comodidad, y el aparentar ser religiosos para con la sociedad en donde nos movemos, estas cosas han tomado el sitio que le pertenece al amor que, Nuestro Señor Jesucristo nos manda a compartir con nuestros prójimos cada día de nuestras vidas. Tengamos presentes las palabras del siervo de Dios y del Señor Jesucristo, el Apóstol Santiago, en su carta universal capítulo 4 versículo 17: «El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado».

Oremos:

Señor Padre eterno, crea en nosotros corazones que estén colmados del amor de tu Hijo Jesucristo, con la finalidad de que podamos estar pendientes de hacer el bien y ayudar a todos nuestros prójimos, que tengan necesidad de nuestra compasión.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

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