07 de agosto 2022
Noveno Domingo Después de Pentecostés.
Pastor: Miguel
Ángel Moreno Villarroel
Lecturas: Salmo 33:12-22;
Génesis 15:1-6; Hebreos 11:1-3, 8-16; Lucas 12:32-40
Tema de hoy: Preparado a Recibirte, Señor.
Nuestra reflexión para el día de hoy Noveno Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que
acabamos de leer en Lucas Capítulo 12, Versículos desde el 32 hasta el 40.
Tal y como vemos en el versículo 22 de
este capítulo 12, Jesús está hablando a solas con sus discípulos. Y nuestro
pasaje a reflexionar en el día de hoy empieza con las palabras de Jesús
diciendo «No tengan miedo, ovejas mías» en otra versión dice «No temáis, manada
pequeña» de este inicio nos queda grabado de manera solida la forma en la cual
nuestro Señor veía a sus discípulos; él, es el buen Pastor y ellos sus ovejas,
tímidas, llenas de temor y ansiedad ante sus enseñanzas, su presencia y el
futuro que tendrían que enfrentar una vez que él ya no estuviera con ellos;
pero, él las tranquiliza revelándoles la misericordia de Dios que por medio de
su sacrificio ha movido al Padre en regalarles el reino. Y, ¿qué es reino de Dios?
Bien, el termino no se refiere a un reino externo como el que ejercieron el Rey
David o el Rey Salomón, sino a un reinado espiritual, el dulce y apacible
gobierno de Dios en los corazones y mentes de los seres humanos. Por este reino
que es otorgado a los discípulos, a su pequeña manada, sus inquietudes, dudas y
temores, desaparecerían porque ahora era Dios quien gobernaría toda su
existencia.
Hermanos, ¿Creemos y sentimos que hemos
recibido el reino de Dios a través de la fe en Nuestro Señor Jesucristo? O ¿Seguimos
viendo hacia los lados buscando a Dios por los rincones o dentro del envase de
los cereales?
Ahora bien, el relato continúa y Jesús les
dice: Vendan lo que tengan y dénselo a los necesitados; háganse de bolsas que
no envejezcan, riquezas infinitas en el cielo, donde el ladrón no puede robar ni
plaga alguna destruir, ya que, donde esté su riqueza o tesoro, justo ahí,
también estará su corazón. Con la expresión de vender todo y dárselo a los menesterosos,
Dios no nos pide que nos deshagamos de lo que nos ha costado tanto esfuerzo
obtener en esta vida, sino que seamos buenos administradores o mayordomos de las
riquezas que hemos recibido de él, para de esta forma poder ayudar al prójimo.
En muchas oportunidades del devenir histórico del hombre, ciertos “enviados especiales
de Dios” lideres de sectas, manipulando y tergiversando estas palabras bíblicas,
han arruinado a familias enteras en beneficio de sus propios intereses y
cuentas bancarias y, cuando estos seguidores despertaron a la realidad, ya
había sido demasiado tarde como para recuperar su patrimonio. Hermanos, si
vivimos una vida sin sentido, si no conseguimos propósitos a nuestra
existencia, si la depresión y frustración nos alcanzan, busquemos en dónde
estamos depositando nuestras riquezas ¿En elementos transitorios, pasajeros y
vanidosos? O ¿En las interminables moradas celestiales en donde todo perdura y
rinde buenos frutos?
Debemos estar preparados
En la lectura asignada para hoy
encontramos como subtítulo «Hay que estar preparados» al leer esto pensamos qué
nos irá a decir Jesús ahora; a ver, estén preparados, vestidos y con sus
lámparas encendidas. El Señor nos quiere regalar con el conocimiento de que: principalmente,
estemos revestidos con su presencia en nuestras vidas y con el Espíritu Santo moviéndonos
a actuar. El pasaje trata de mostrarnos la importancia de estar en comunión con
Dios a cada instante de nuestras existencias y no solamente cuando vamos a la
iglesia. El estar despiertos hace mención directa a no dejarnos atrapar por las
vicisitudes y ocupaciones sin sentido del día a día; luego Nuestro Señor
Jesucristo se refiere a los asuntos del fin de los tiempos, de las últimas
cosas y, sí, hay una gran verdad que no podemos ocultar ni desdeñar, por cuanto
no sabemos el día ni la hora cuando volverá el Hijo de Dios, Nuestro Señor Jesucristo,
verdadero Dios de verdadero Dios a juzgar al mundo, necesariamente, tenemos que
estar atentos, alertas y siempre en la Santa comunión con Nuestro Dios.
Hermanos, ¿cómo vivimos la cotidianidad? ¿Reflexionando
en la maravillosa experiencia de la fe en Nuestro Señor Jesucristo? O ¿Enajenados
y ausente de su presencia y bendiciones?
Oremos:
Señor Padre eterno, permite que entendamos
que tú nos ha dado el reino de tu infinita misericordia y gracia, y que debemos
poner nuestros tesoros en el cielo; danos conciencia de nuestra fe para estar
preparados, despiertos y conscientes a recibir a tu Hijo, Nuestro Dios, Señor y
Salvador Jesucristo en su segunda venida a este mundo.
Amén. Dios los bendiga, y
recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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