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Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Decimocuarto domingo después de Pentecostés - Dios siempre nos anda buscando

11 de septiembre de 2022

Decimocuarto domingo después de Pentecostés.

 

Pastor: Miguel Moreno

 

Lecturas: Salmo 51:1-10; Éxodo 32:7-14; 1 Timoteo 1:12-17; Lucas 15:1-10

 

Tema de hoy: Dios siempre nos anda buscando

 

La predicación para hoy Decimocuarto domingo después de Pentecostés está basada en la lectura del evangelio que acabamos de leer, y la misma se encuentra en el evangelio según San Lucas Capítulo 15 versículos desde el 1 hasta el 10.

 

En el pasaje del evangelio asignado para su estudio y predicación, Lucas nos dice que las personas de los grupos sociales evidentemente pecadores se acercaban a Jesús. Los del partido de los fariseos y los maestros de la ley se quejaban y criticaban esto; decían, este Jesús recibe pecadores y hasta come con ellos. El simple acto de comer con alguien, significaba que compartía no solamente los alimentos, sino sus costumbres, creencias, ideas y hasta preferencias en muchos aspectos de la vida; como dijera el refrán popular «dime con quien andas y te diré quién eres».

 

Para los criticones, Jesús no podía proceder de algo bueno, estaba ante ellos bajo constante sospecha de ser un charlatán, embaucador, así como, falso profeta y maestro de lo divino.

 

Creemos que los fariseos y maestros de la ley, esperaban que Jesús solamente tratara a los buenos, de apariencia religiosa y a los que asistían con regularidad al templo.

Y, ¿qué pasaría con los pecadores, no creyentes o los que no asistían al templo a escuchar la palabra de Dios? ¿Tendrían que seguir con una vida pecaminosa, nadie se acordaría de ellos, ni siquiera Dios?

 

Veamos que nos dice la palabra de Dios. Del Salmo 51, aprendemos que el ser humano al reconocer su rebeldía ante Dios, puede aspirar a recibir el perdón y empezar una vida de gozo y alegría junto a su creador.

 

En la carta de Pablo a Timoteo, podemos apreciar el reconocimiento del Apóstol cuando manifiesta: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores de los cuales yo soy el primero.

 

Pues allí es cuando entra en acción Jesús para enseñarles como el mejor maestro que nadie haya conocido jamás, y les dice que existen en la vida diaria situaciones que llaman a la urgencia y con esto se va a la acción inmediata.

 

Les pone como ejemplos dos parábolas. En la primera, un propietario o pastor de ovejas que teniendo cien de estos animales pierde una, va y deja atrás a las noventa y nueve que están a salvo y con desespero y gran amor va a buscar a ésa única que se haya perdida.

 

Así es Dios con nosotros, nos anda buscando en los peores sitios en donde el pecado abunda, nos encuentra y nos rescata, y el cielo se llena de alegría por esa persona que vuelve arrepentido a su Dios y creador.



 

Y en el segundo ejemplo, muy parecido al primero, también habla sobre una pérdida. Una mujer que tiene diez monedas y pierde una; enciende una lampara y barre hasta encontrarla y, entonces se alegra mucho por esa moneda que había perdido y que al fin ha hallado.

 

Así también es Dios con nosotros, tiene que mostrar la luz de Cristo allí en la oscuridad de vida en donde nos hallamos y nos rescata; luego hay mucha alegría en el cielo por ese pecador convertido por Dios.

 

Hermanos, ¿podemos darnos cuenta del lugar y momento en el cual Dios nos rescató de nuestra perdición en el pecado? ¿Sabemos acaso, por qué Dios tiene esa urgencia en buscarnos, encontrarnos, sacarnos del pecado y llevarnos a su reino?

 

La explicación la podemos encontrar en la lectura del libro de Éxodo para el día de hoy, observamos que los israelitas mostraron rápida desesperación cuando vieron que Moisés tardaba en bajar del monte en donde Dios le había entregado las dos tablas de piedra con la ley y, exigieron a Aaron que les hiciera dioses que les guiaran. El Señor se enojó mucho y le dijo a Moisés que iba a acabar con ellos; pero, más adelante el hombre de Dios le rogó a Jehová que recordara la promesa hecha a: Abraham; Isaac e Israel y, del juramento de que tendrían una descendencia tan grande como las estrellas del cielo; luego de lo cual, el Señor abandonó la idea de hacerles daño.

 

Hermanos, ¿nos consideramos descendientes de Abraham; Isaac e Israel? ¿Llevamos una vida de devoción que se corresponda con un verdadero descendiente de estos padres de la fe? 

Oremos:

Señor de los cielos, hoy te suplicamos con humildad que nos busques cada día, nos rescates, nos conviertas y lleves a tu reina de gloria y majestad.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

 

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