11 de diciembre de 2022
Tercer Domingo
de Adviento.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas: Salmo 146:5-10; Isaías 35:1-10; Santiago 5:7-10; Mateo
11:2-11
Tema de hoy: ¡Es el
Mesías, Confirmado!
La reflexión para el día de hoy, tercer servicio
de Adviento, nos lleva hacia la alegría, incertidumbre y curiosidad que producían
y causan hoy en día, las profecías que nos hablan sobre la venida de nuestro Salvador,
Jesucristo.
Ya en el Salmo leído hoy, encontramos bienaventuranzas
para todo aquel que reconozca y tenga al Dios de Israel como su fiel ayuda. Nos
enseña que Jehová es un ser libertador de los oprimidos, que da vista a los
ciegos, tanto físicos como espirituales, como constante y reiterativo en su
Santa Palabra se da a conocer como defensor y protector de los huérfanos,
viudas y extranjeros, y finaliza declarando el salmista inspirado por el
Espíritu Santo que nuestro Dios y Salvador reinará eternamente.
Hermanos, ¿nos sentimos y creemos confiados
de la ayuda que proviene de nuestro Dios? ¿Hacemos causa común con quienes
defienden la causa de los esclavos modernos que tanto abundan laboralmente
sobre este planeta? ¿Promovemos o participamos de iniciativas en las cuales se
evangelice y los ciegos espirituales vean la luz de Cristo Jesús? ¿Cómo nos
proyectamos en el futuro con un Dios y Salvador eterno; nos vemos formando
parte de su rebaño?
En el libro del profeta Isaías nos
encontramos con palabras de aliento y esperanza. El profeta por inspiración
divina nos anuncia que Dios viene para abrir los ojos a los ciegos y los oídos a
los sordos, y entonces los cojos saltarán como los ciervos y toda tristeza será
quitada de los perdonados de su pueblo santo.
Hermanos, cada vez que leamos o escuchemos
estas profecías, debemos tener presente que el amor de Dios es infinito para con
el ser humano; él desde la eternidad tenía preparado todas estas
manifestaciones de misericordia para su creación.
En la epístola universal de Santiago, siervo
de Dios, se nos conmina a tener paciencia hasta la venida del Señor. Nos pide
que, además de la paciencia, tengamos un corazón estable en la fe, que no sea
vacilante ni cambiante, previendo la venida de nuestro Señor Jesucristo; y si
nos faltan fuerzas, nos sugiere que volquemos nuestra mirada en la vida ejemplar
de los profetas que nos precedieron en la fe.
El evangelio para hoy nos relata que Juan, estando en la cárcel, y conociendo los milagros realizados por Jesús, les pide
a dos de sus seguidores que le preguntaran, si él era el que estaban esperando o
debían esperar a otro. Hermanos, cuando Juan bautizó a Jesús, lo presentó al
pueblo de Judea como el Mesías prometido; nos preguntamos, ¿por qué ahora
muestra dudas y manda a preguntar, si él es el Salvador esperado? Una de dos, digo
yo con mucha humildad: O a Juan lo trastocó mucho la realidad y dureza de la cárcel
y la posibilidad real de morir o, fue influenciado por el espíritu Santo a reclamar
de Jesús esa confesión, para que la misma sirviera de testimonio ante sus discípulos
y quedara también registrada por la eternidad en su Santa Palabra, ya que,
Jesús responde con el contenido prístino de las profecías.
Ahora bien, como si terminara de establecer
una relación bidireccional, Jesús les recalca acerca del importantísimo
ministerio cumplido a cabalidad por Juan el Bautista.
Hermanos, ¿apreciamos las buenas nuevas del
evangelio de nuestro Señor Jesucristo y su contenido para nuestras vidas hoy en
día? ¿Creemos que Jesús es el que había de venir que vino y, que ha de volver
en el día del juicio final?
Oremos:
Señor Jehová, haznos entender el propósito de
tu Santa Palabra para nuestras vidas presentes y en la gloriosa eternidad a tu
lado, por la fe que has puesto en nuestros mentes y corazones por medio de tu
Hijo Jesucristo.
Amén. Dios
los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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