04 de diciembre de 2022
Segundo Domingo
de Adviento.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas: Salmo 72:1-7, 18-19; Isaías 11:1-10; Romanos 15:4-13;
Mateo 3:1-12
Tema de hoy: El reino de
Dios está cerca.
La reflexión para el día de hoy, segundo servicio
de Adviento, se mueve alrededor del bautismo de Jesús, y cómo Juan el Bautista hace
una pequeña reseña de todo lo que representa Jesucristo para una humanidad que
se encuentra perdida en sus pecados.
Del evangelio leído hoy, quiere San Mateo que
nos detengamos a reflexionar sobre la presentación que hace San Juan Bautista acerca
de nuestro Señor Jesucristo. Juan se encuentra en el desierto de Judea y, su
predicación es legalista y fuerte, tal como la merecía un pueblo tan
espiritualmente negligente como el que conformaba su audiencia.
Juan les dice que se vuelvan a Dios, ya que,
el reino se ha acercado e inmediatamente, él mismo se identifica reflejado en
las profecías de Isaías como esa voz que clamaría en el desierto y le allanaría
el camino en su ministerio al Mesías prometido. Juan entendía que había sido
elegido por Dios para hacer los preparativos en dar a conocer a Jesús y que
pudiera iniciar su trabajo con plena gloria.
Juan vestía con pelo de camello y tenía un
cinturón de cuero alrededor de su cuerpo, lo que le conecta con la descripción
del profeta Elías tisbita en 2 Reyes 1: 8 y la profecía que declaraba que
primero vendría Elías antes del día del Señor Malaquías 4:5-6; más en Mateo 17:
12 Jesús les comunica a sus discípulos que ya Elías había venido, y ellos
entendieron claramente que se refería a Juan El Bautista.
Sigue relatando Mateo que, la gente salía
masivamente y eran bautizados por Juan, previa confesión de sus pecados. Muchos
de estos individuos iban a Juan, no porque les llevara el Espíritu Santo, sino
por diferentes intereses y hasta por simple y vulgar curiosidad. Fijémonos que también
se acercaban personas pertenecientes a los partidos político-religioso de los
fariseos y saduceos; mas Juan arreciaba en la predicación del peso inquietante
de la ley: «generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?»
Y, luego les exhortaba a llevar una vida que se correspondiera con hecho real
de haberse vuelto a Dios.
Hermanos, ¿pensamos y sentimos que nuestras
vidas se corresponden con el haber cambiado de dirección de la oscuridad hacia
la luz deslumbrante de nuestro Señor Jesucristo? ¿Estamos hoy en día en un
segmento de nuestras existencias en el cual nos deben predicar ley o mejor el
evangelio de nuestro Señor y Salvador? Hoy en día el equivalente para
«generación de víboras» sería «¡y ése!, ¡¿no y que es cristiano?!; ¡pero con esa
conducta no refleja nada de cristiano! Sí, hermanos, cada vez que nos
conducimos al igual que los fariseos y saduceos, damos muestras de que nuestra
fe es falsa y el mal testimonio acerca de lo que predicamos se hace estridente
y vergonzoso. Así, mis hermanos, que mantengamos una devoción saludable, para
que, de esta manera la comunión con nuestro Señor Jesucristo sea palpable,
evidente, carguemos el árbol de nuestras vidas con frutos propios de una
existencia en Cristo Jesús.
Juan les dice a los fariseos y saduceos que,
no se escudaran en la creencia de que por considerarse hijos de Abraham tenía
la salvación y el reino de Dios en sus manos, no, ya que, el mismo Dios podía
disponer que pueblos diferentes al judío, fueran adoptados como hijos y
arrebatarles la exclusividad.
Juan manifiesta que él solamente bautizaba
con agua; pero, Jesús cuya dignidad le superaba según su propia confesión, él
nos bautizaría con el Espíritu Santo y fuego.
Hermanos, creemos que cuando cada persona es
bautizada recibe la fe, porque el Espíritu Santo se hace presente y vive en
ella. Cuando bautizamos a un niño recién nacido, debemos creer en ello, ese
infante adquiere la fe que es obrada por el Espíritu Santo que ahora pasa a
vivir en él.
Juan el Bautista, nos despide de la lectura
de hoy con una imagen escatológica, recordándonos que, en su segunda venida,
Jesucristo hará una selección de los creyentes fieles en un granero (el cielo)
y los impíos serán quemados en un fuego que nunca se apagará (el infierno).
Hermanos tengamos, en cuenta y presente que
el ser divino del Adviento, es el mismo ser que vendrá y juzgará con justicia y
rectitud a todas las naciones.
Oremos:
Amantísimo Señor de Sabaot, danos comprensión
para que el Dios humanado que esperamos en este tiempo de Adviento, nos
recuerde que, el rieno de Dios está cerca y ese mismo Jesús vendrá con gran poder y gloria a juzgar a todos
los pueblos.
Amén. Dios
los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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