24 de diciembre de 2023
Cuarto domingo de Adviento.
Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel
Lecturas: Salmo 89:1-4, 19-26; 2 Samuel 7:1-11, 16; Romanos 16:25-27; Lucas 1:26-38
Tema de hoy: El anuncio más maravilloso hecho a la humanidad
Nuestra predicación está basada en la lectura del evangelio para el día de hoy, Cuarto Domingo de Adviento. Y el pasaje nos muestra el trabajo desplegado por un ángel de nombre Gabriel; uno de los pocos mensajeros mencionados por su nombre propio en el texto bíblico.
El lugar en donde se desarrolla el pasaje es Nazaret, la casa donde vivía una joven de nombre María, que no conocía varón, era virgen y, se encontraba comprometida con un hombre de nombre José, quien era descendiente del rey David. El ángel la saludó : —El Señor está contigo.
¿Qué significaba este saludo? «El Señor está contigo», tal vez, pensaría María, y, ¿por qué yo? Mas el ángel la calma inmediatamente y pasa a explicarle de qué se trata su anuncio de parte de Dios.
En primer término, todo parece bien planteado, algo natural, sí, por supuesto; María tendrá un hijo, le llamarán Jesús e Hijo del Dios altísimo, y, éste lo hará rey como a su antepasado David, con la fiferencia sustancial de su reino será eterno, no tendrá fin.
Todo hasta aquí es sorprendente para María dentro del mundo natural y creíble; pero, hay un detalle muy relevante. Siendo virgen y no habiendo conocido varón: ¿cómo se hará realidad todo ese mensaje que anuncia el ángel? Porque se ve el pronto cumplimiento del hecho anunciado en la frase: —Ahora vas a quedar encinta. Ese «ahora» significa que no hay tiempo que perder, que ya Dios Padre había determinado en el tiempo, el cumplimiento de todas las profecías que había comunicado a sus profetas, y estos al pueblo de Israel.
El ángel le manifiesta como si fuera algo común y cotidiano, que el Espíritu Santo vendrá, y el poder de Dios se posará sobre ella. Y como confirmación de un hecho con otro, le dice que también su familiar Isabel se encuentra embarazada, sí, la que decían que le era imposible tener hijos, ya tiene seis meses de gestación. Para Dios no hay nada imposible.
María, responde que ella es una esclava de Dios y que se haga su voluntad, tal como ha sido anunciado.
Debemos pensar que María, era una joven que tenía una estrecha comunión con Dios, para expresa sin dudas ni miedos la frase anterior: «soy una esclava de Dios y que se haga su voluntad».
De lo anterior podemos reflexionar:
Primero: Vemos a un mensajero que cumple excelentemente con su misión. Encuentra con eficacia la casa donde vive María.
Segundo: Hace una ceremoniosa y contextual presentación con su saludo. Se identifica a sí mismo y al ser que lo ha enviado a hablar con María.
Tercero: Explica en forma sucinta, pero clara y precisa, lo que le encomendaron anunciar; ni más ni menos. Es entendible para María, como receptora del mensaje, de cómo serán cumplidos esos milagros en su vida. Ante la duda y curiosidad de María, este mensajero explica los detalles de cómo sucederán todas las cosas que comprenden el mensaje.
Cuarto: Hace una revelación de control, acerca de la veracidad de su anuncio, al comunicar a María que su parienta Isabel, también está encinta. El ángel le dice, es más, para que esté más segura que vengo de parte de Dios, te quiero revelar que tu parienta está embarazada, anda y compruébalo.
El hecho que una mujer virgen, que no ha conocido varón, como el caso de María, pueda quedar embarazada, ha sido un asunto a suponer como cierto solo visto desde la fe. A través de los siglos ha sido así; los religiosos han manifestado el creer ese pasaje por fe en el poder de Dios.
Ahora bien, restaría preguntar si hoy en día, una mujer virgen pudiera quedar embarazada. La respuesta sería que, absolutamente sí; tomando en consideración las técnicas y avances de la ciencia en el área de la inseminación artificial.
Entonces, concluímos: si esto lo pueden lograr unos simples mortales; ¿que no podrá hacer el maravilloso y Todopoderoso ser que creó el cielo y la tierra, y toda la vida sobre ella en seis días calendarios?
Oremos:
Hermanos, oremos a nuestro Dios, creador del cielo y la tierra, y tengamos fe en que para él no hay nada imposible.
Amén. Dios los bendiga. Y recuerden: ¡Solo Dios Salva!
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