20 de junio 2021
Cuarto Domingo Después de Pentecostés.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas: Salmo 107: 1-3, 23-32; Job 38:
1-11; 2 Corintios 6: 1-13; San Marcos 4: 35-41
Tema de hoy: ¿Un Dios Negligente?
Himnos: 141; 144; 145; 146; 148
Nuestra reflexión para el día de hoy Cuarto Domingo Después de Pentecostés,
está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 4: 35-41
“Al anochecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus
discípulos:
—Vamos al otro lado del
lago.
Entonces dejaron a la gente
y llevaron a Jesús en la barca en que ya estaba; y también otras barcas lo
acompañaban. En esto se desató una tormenta, con un viento tan fuerte que las
olas caían sobre la barca, de modo que se llenaba de agua. Pero Jesús se había
dormido en la parte de atrás, apoyado sobre una almohada. Lo despertaron y le
dijeron:
—¡Maestro! ¿No te importa
que nos estemos hundiendo?
Jesús se levantó y dio una
orden al viento, y dijo al mar:
—¡Silencio! ¡Quédate
quieto!
El viento se calmó, y todo
quedó completamente tranquilo. Después dijo Jesús a los discípulos:
—¿Por qué están asustados?
¿Todavía no tienen fe?
Ellos se llenaron de miedo,
y se preguntaban unos a otros:
—¿Quién será éste, que
hasta el viento y el mar lo obedecen?”
Este pasaje también
es mostrado por San Mateo y San Lucas con imperceptibles diferencias, lo que le
otorga coincidencia y solidez en los hechos registrados por ambos evangelistas.
A través de los
siglos el hombre ha sentido un terror ante el hecho natural de la muerte, así
como, situaciones subsiguientes que pudieran surgir ante la misma; de tal forma
que por mucho tiempo y en diferentes culturas, unas de las peores pesadillas
era el ser sepultado, y luego despertar dentro de la urna.
El temor a la
muerte se resalta en estos versículos de Marcos. El sentimiento más agotador en
la mente, corazón y ánimo del ser humano, sin lugar a dudas es el de perder la
vida.
Por otro lado,
se muestra los grados en los cuales los discípulos guardaban la fe en Dios, así
como, una negligencia de parte de Jesús quien tarda en socorrerlos.
El lago de Galilea, aunque circundado por montañas, es objeto de constantes
tormentas.
Mientras sucede el fenómeno natural, los discípulos se desesperan, no hallan
que hacer, ven hacia todos lados y no encuentran recurso ni herramientas
adecuadas para proteger su preciada vida.
Observan en forma asombrada como su Maestro, despreocupadamente duerme con
la cabeza recostada sobre una almohada. Jesús mediante el fisiológico uso del
sueño, manifiesta humilde pero grandemente su naturaleza humana, él necesita
dormir, para reponer las energías empleadas en un día largo y trabajoso.
No querían molestarlo, ellos entendían de la labor que su Señor había
realizado en la jornada.
Hasta que llamaron a Jesús y él respondió, como promete Dios según leemos
en Jeremías 33: 3 “Clama a mí y yo te responderé…”
Jesús sabía todo lo que estaba sucediendo, él no necesita el pronostico del
clima, ni una brújula o GPS, porque él es el único Dios omnisciente; él conoce
todo y a todos, lo que pasó, lo que está aconteciendo y lo que sucederá.
A este punto despiertan a Jesús e inmediatamente regañó al viento, y dirigiéndose
al mar le dijo que se quedara quieto, luego de lo cual hubo total calma.
Jesús es verdadero Dios, así que, ejerce dominio sobre su creación y, la
naturaleza no se puede resistir a obedecerle. Aquí se aprecia claramente la
omnipotencia de Dios, ante todo y en todos.
Lo que parecía una actitud negligente de parte de Jesús, en verdad podemos
pensar que él estaba probando la fe de sus discípulos, y que la misma creciera
en ellos con poder.
Los discípulos primero estaban asustado porque pensaban perderían sus vidas;
mas luego se llenan de temor ante la presencia de la gloria de Dios, la
manifestación de su dominio y majestad sobre todas las cosas, visibles e
invisibles, animadas o inanimadas, él es Dios.
Oremos: Dios Padre eterno, te rogamos de todo corazón, nos guíes con tu
amor para tener valor ante las dificultades de nuestras vidas y clamar por tu
respuesta, de tal manera que logremos descartar de nuestros pensamientos que,
cuando tardas en contestar nuestras oraciones, no es porque seas un dios
negligente, sino que deseas probar nuestra fe.
Amén.
Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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