11 de julio 2021
Séptimo Domingo Después de Pentecostés.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas: Salmo 85: 8-13;
Amós 7: 7-15; Efesios 1: 3-14; San Marcos 6: 14-29
Tema de hoy: Asesinos de los Mensajeros
de Dios
Himnos: 285, 301, 303, 309, 311
Nuestra reflexión para el día de hoy Séptimo Domingo
Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra
en: San Marcos 6:
14-29
“El rey Herodes oyó hablar de Jesús, cuya fama había corrido por
todas partes. Pues unos decían: «Juan el Bautista ha resucitado, y por eso
tiene este poder milagroso.»
Otros decían: «Es el profeta Elías.»
Y otros: «Es
un profeta, como los antiguos profetas.»
Al oír estas cosas, Herodes decía:
—Ése es Juan.
Yo mandé cortarle la cabeza y ahora ha resucitado.
Es que, por causa de Herodías, Herodes había mandado arrestar a Juan, y lo
había hecho encadenar en la cárcel. Herodías era esposa de Filipo, hermano de
Herodes, pero Herodes se había casado con ella. Y Juan había dicho a
Herodes: «No debes tener como tuya a la mujer de tu hermano.»
Herodías odiaba por eso a Juan, y quería matarlo; pero no podía, porque
Herodes le tenía miedo, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo
protegía. Y aunque al oírlo se quedaba sin saber qué hacer, Herodes escuchaba a
Juan de buena gana. Pero Herodías vio llegar su oportunidad cuando
Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus jefes y comandantes y a las
personas importantes de Galilea. La hija de Herodías entró en el lugar
del banquete y bailó, y el baile gustó tanto a Herodes y a los que estaban
cenando con él, que el rey dijo a la muchacha:
—Pídeme lo que
quieras, y te lo daré.
Y le juró una y otra vez que le daría cualquier cosa que pidiera, aunque
fuera la mitad del país que él gobernaba. Ella salió, y le preguntó a su
madre:
—¿Qué pediré?
Le contestó:
—Pídele la
cabeza de Juan el Bautista.
La muchacha entró de prisa donde estaba el rey, y le dijo:
—Quiero que
ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.
El rey se puso muy triste; pero como había hecho un juramento en presencia
de sus invitados, no quiso negarle lo que le pedía. Así que mandó en
seguida a un soldado con la orden de llevarle la cabeza de Juan. Fue el soldado
a la cárcel, le cortó la cabeza a Juan y se la llevó en un plato. Se la
dio a la muchacha, y ella se la entregó a su madre.
Cuando los seguidores de Juan lo supieron, recogieron el cuerpo y se lo
llevaron a enterrar.”
Es de observar,
que estos pasajes bíblicos también fueron registrados por inspiración del
Espíritu Santo, en los evangelios de San mateo y San Lucas, dándoles fuerza y
consistencia al relato del evangelista.
El relato inicia con que el rey Herodes
había oído hablar de Jesús motivado a la fama que había cobrado. En todas
partes se hablaba de él.
La gente pensaba y, así lo hacía saber a
sus coterráneos que, Jesús era algún profeta antiguo, otros insistían al igual
que lo hicieron con Juan el Bautista, que se trataba del mismísimo profeta
Elías.
La multitud creía esto de Jesús por los
milagros que realizaba, su mensaje renovador y la autoridad mostrada en sus
enseñanzas.
Notemos bien que ya no están
sorprendidos que el chico de la vecindad, su compañero de juegos infantiles y
juveniles se mostrara tal como era, desplegando su divinidad.
Ahora bien, por otro lado, vemos lo que
piensa Herodes sobre Jesús y el porqué de este pensar.
Herodes está seguro que la persona de
Jesús, es el mismo Juan el Bautista a quien él mandó decapitar, que ha
resucitado.
La idea de la resurrección, era aceptada
para ese tiempo y comunidad como algo natural.
Juan el Bautista, reprendía duramente con
su discurso la abominación que había cometido Herodes al casarse con la esposa
de su hermano y la violación a las leyes, tal como podemos leer en el libro de levítico 18:16 y 20:21.
“No
deshonres a tu hermano teniendo relaciones sexuales con su mujer”
“Si
alguien le quita la esposa a su hermano, deshonra a su propio hermano. Éste es
un acto odioso, y los dos se quedarán sin hijos.”
Tanto
Herodes como su esposa estaban viviendo en inmoralidad sexual a los ojos de
Dios, Juan no podía callar ante esa situación generada por un líder político que,
debía ante todo ser ejemplo de decencia y rectitud ante sus súbditos.
Hermano, ¿has
conocido algún líder o persona que debiendo ser ejemplo dentro de su comunidad,
ha caído en pecados de inmoralidades sexuales parecidos a lo de este pasaje
bíblico.?
Hermano, ¿acaso
te has encontrado inmerso en algún tipo de pecado de este tenor. Por ejemplo, ¿deseando
a la mujer de tu prójimo?, ¿a la mujer de tu hermano? Recuerda lo que dice
Jesús, basta con desearla en tu corazón, para consumar el pecado.
Bueno
hermano, déjame decirte que, si has respondido afirmativamente a la pregunta
antes formulada, tu alma pende de un hilo y está próxima a pasar la eternidad
en el lugar destinado por Dios para los de mal proceder, sí, el infierno, donde
el gusano no muere y el tormento de sus llamas es infinito.
¿Has conocido alguna persona creyente
que te haya hablado de Dios y su infinito e inmerecido amor?
¿Estás en conocimiento de que esa
persona es un hombre respetable, bueno y justo? ¿Has escuchado con atención sus
palabras?
Eso mismo pensaba Herodes acerca de Juan
el Bautista, mas sin embargo mandó decapitarlo. Y esto es así, porque a nadie le
gusta que sus malas acciones sean expuestas claramente a la luz del día y, dejándose
corromper por la sensualidad de un baile, procede a cometer un homicidio;
talvez también deseaba a su hijastra, según se desprende de la descripción del texto.
¿Cuántas veces hemos tenido conocimiento
de horrendos crímenes, por causa de la infidelidad y el desorden de vida sexual?
Los seguidores de Juan al tener noticias de su muerte,
aceptaron con humildad y resignación de corazón la tragedia, no emprendieron
actos de venganzas o retaliaciones, porque estaban seguros de su destino eterno
con su Dios.
Hermano, tu que has hecho de tu vida sexual un desastre,
que te identificas con los desafueros y crímenes cometido por Herodes, hoy te
digo que vengas ante la presencia de Nuestro señor Jesucristo, ya que él
ciertamente pagó todas tus culpas con su propia vida en la Cruz.
Cree que él puede hacer de toda tu vida una nueva vida,
llena de amor sincero, fidelidad, comprensión y armonía, basada en su
misericordia. Nunca es tarde para volvernos a Dios y dejar de sufrir por
nuestras transgresiones.
Oremos: Dios Padre eterno, te suplicamos que pongas en nuestros
corazones y mentes, que atiendan a tu mensaje de salvación, y no pretendamos
asesinar a tus mensajeros, con la indiferencia de la sensualidad de nuestras
vidas.
Amén. Dios los bendiga, y
recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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