Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Asesinos de los Mensajeros de Dios

 

Imagen de V Perez en Pixabay

 

11 de julio 2021

Séptimo Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 85: 8-13; Amós 7: 7-15; Efesios 1: 3-14; San Marcos 6: 14-29

Tema de hoy: Asesinos de los Mensajeros de Dios

Himnos: 285, 301, 303, 309, 311

Nuestra reflexión para el día de hoy Séptimo Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 6: 14-29

El rey Herodes oyó hablar de Jesús, cuya fama había corrido por todas partes. Pues unos decían: «Juan el Bautista ha resucitado, y por eso tiene este poder milagroso.»

Otros decían: «Es el profeta Elías.»

Y otros: «Es un profeta, como los antiguos profetas.»

Al oír estas cosas, Herodes decía:

—Ése es Juan. Yo mandé cortarle la cabeza y ahora ha resucitado.

Es que, por causa de Herodías, Herodes había mandado arrestar a Juan, y lo había hecho encadenar en la cárcel. Herodías era esposa de Filipo, hermano de Herodes, pero Herodes se había casado con ella. Y Juan había dicho a Herodes: «No debes tener como tuya a la mujer de tu hermano.»

Herodías odiaba por eso a Juan, y quería matarlo; pero no podía, porque Herodes le tenía miedo, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Y aunque al oírlo se quedaba sin saber qué hacer, Herodes escuchaba a Juan de buena gana. Pero Herodías vio llegar su oportunidad cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus jefes y comandantes y a las personas importantes de Galilea. La hija de Herodías entró en el lugar del banquete y bailó, y el baile gustó tanto a Herodes y a los que estaban cenando con él, que el rey dijo a la muchacha:

—Pídeme lo que quieras, y te lo daré.

Y le juró una y otra vez que le daría cualquier cosa que pidiera, aunque fuera la mitad del país que él gobernaba. Ella salió, y le preguntó a su madre:

—¿Qué pediré?

Le contestó:

—Pídele la cabeza de Juan el Bautista.

La muchacha entró de prisa donde estaba el rey, y le dijo:

—Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.

El rey se puso muy triste; pero como había hecho un juramento en presencia de sus invitados, no quiso negarle lo que le pedía. Así que mandó en seguida a un soldado con la orden de llevarle la cabeza de Juan. Fue el soldado a la cárcel, le cortó la cabeza a Juan y se la llevó en un plato. Se la dio a la muchacha, y ella se la entregó a su madre.

Cuando los seguidores de Juan lo supieron, recogieron el cuerpo y se lo llevaron a enterrar.

Es de observar, que estos pasajes bíblicos también fueron registrados por inspiración del Espíritu Santo, en los evangelios de San mateo y San Lucas, dándoles fuerza y consistencia al relato del evangelista.

El relato inicia con que el rey Herodes había oído hablar de Jesús motivado a la fama que había cobrado. En todas partes se hablaba de él.

La gente pensaba y, así lo hacía saber a sus coterráneos que, Jesús era algún profeta antiguo, otros insistían al igual que lo hicieron con Juan el Bautista, que se trataba del mismísimo profeta Elías.

La multitud creía esto de Jesús por los milagros que realizaba, su mensaje renovador y la autoridad mostrada en sus enseñanzas.

Notemos bien que ya no están sorprendidos que el chico de la vecindad, su compañero de juegos infantiles y juveniles se mostrara tal como era, desplegando su divinidad.

Ahora bien, por otro lado, vemos lo que piensa Herodes sobre Jesús y el porqué de este pensar.

Herodes está seguro que la persona de Jesús, es el mismo Juan el Bautista a quien él mandó decapitar, que ha resucitado.

La idea de la resurrección, era aceptada para ese tiempo y comunidad como algo natural.

Juan el Bautista, reprendía duramente con su discurso la abominación que había cometido Herodes al casarse con la esposa de su hermano y la violación a las leyes, tal como podemos leer en el libro de levítico 18:16 y 20:21.

“No deshonres a tu hermano teniendo relaciones sexuales con su mujer

“Si alguien le quita la esposa a su hermano, deshonra a su propio hermano. Éste es un acto odioso, y los dos se quedarán sin hijos.

Tanto Herodes como su esposa estaban viviendo en inmoralidad sexual a los ojos de Dios, Juan no podía callar ante esa situación generada por un líder político que, debía ante todo ser ejemplo de decencia y rectitud ante sus súbditos.

Hermano, ¿has conocido algún líder o persona que debiendo ser ejemplo dentro de su comunidad, ha caído en pecados de inmoralidades sexuales parecidos a lo de este pasaje bíblico.?

Hermano, ¿acaso te has encontrado inmerso en algún tipo de pecado de este tenor. Por ejemplo, ¿deseando a la mujer de tu prójimo?, ¿a la mujer de tu hermano? Recuerda lo que dice Jesús, basta con desearla en tu corazón, para consumar el pecado.

Bueno hermano, déjame decirte que, si has respondido afirmativamente a la pregunta antes formulada, tu alma pende de un hilo y está próxima a pasar la eternidad en el lugar destinado por Dios para los de mal proceder, sí, el infierno, donde el gusano no muere y el tormento de sus llamas es infinito.

¿Has conocido alguna persona creyente que te haya hablado de Dios y su infinito e inmerecido amor?

¿Estás en conocimiento de que esa persona es un hombre respetable, bueno y justo? ¿Has escuchado con atención sus palabras?

Eso mismo pensaba Herodes acerca de Juan el Bautista, mas sin embargo mandó decapitarlo. Y esto es así, porque a nadie le gusta que sus malas acciones sean expuestas claramente a la luz del día y, dejándose corromper por la sensualidad de un baile, procede a cometer un homicidio; talvez también deseaba a su hijastra, según se desprende de la descripción del texto.

¿Cuántas veces hemos tenido conocimiento de horrendos crímenes, por causa de la infidelidad y el desorden de vida sexual?

Los seguidores de Juan al tener noticias de su muerte, aceptaron con humildad y resignación de corazón la tragedia, no emprendieron actos de venganzas o retaliaciones, porque estaban seguros de su destino eterno con su Dios.

Hermano, tu que has hecho de tu vida sexual un desastre, que te identificas con los desafueros y crímenes cometido por Herodes, hoy te digo que vengas ante la presencia de Nuestro señor Jesucristo, ya que él ciertamente pagó todas tus culpas con su propia vida en la Cruz.

Cree que él puede hacer de toda tu vida una nueva vida, llena de amor sincero, fidelidad, comprensión y armonía, basada en su misericordia. Nunca es tarde para volvernos a Dios y dejar de sufrir por nuestras transgresiones.

Oremos: Dios Padre eterno, te suplicamos que pongas en nuestros corazones y mentes, que atiendan a tu mensaje de salvación, y no pretendamos asesinar a tus mensajeros, con la indiferencia de la sensualidad de nuestras vidas.

 

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 


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