04 de julio 2021
Sexto Domingo Después de Pentecostés.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas: Salmo 123; Ezequiel 2: 1-5; 2 Corintios 12: 2-10; San
Marcos 6: 1-13
Tema de hoy: ¡Jesús nos es un hijo de
vecina más!
Himnos: 188, 195, 256, 268, 278
Nuestra reflexión para el día de hoy Sexto Domingo
Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra
en: San Marcos 6:
1-13
“Jesús se fue
de allí a su propia tierra, y sus discípulos fueron con él. Cuando llegó el
sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga. Y muchos oyeron a Jesús, y se
preguntaron admirados:
—¿Dónde aprendió éste
tantas cosas? ¿De dónde ha sacado esa sabiduría y los milagros que hace? ¿No es
éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y
Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?
Y no tenían fe en él. Pero
Jesús les dijo:
—En todas partes se honra a
un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa.
No pudo hacer allí ningún
milagro, aparte de poner las manos sobre unos pocos enfermos y sanarlos. Y
estaba asombrado porque aquella gente no creía en él.
Jesús recorría las aldeas cercanas,
enseñando. Llamó a los doce discípulos, y comenzó a enviarlos de dos en dos,
dándoles autoridad sobre los espíritus impuros. Les ordenó que no llevaran nada
para el camino, sino solamente un bastón. No debían llevar pan ni provisiones
ni dinero. Podían ponerse sandalias, pero no llevar ropa de repuesto. Les dijo:
—Cuando entren ustedes en
una casa, quédense allí hasta que se vayan del lugar. Y si en algún lugar no
los reciben ni los quieren oír, salgan de allí y sacúdanse el polvo de los
pies, para que les sirva a ellos de advertencia.
Entonces salieron los
discípulos a decirle a la gente que se volviera a Dios. También expulsaron
muchos demonios, y curaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.”
Estos pasajes
bíblicos también fueron registrados por inspiración del Espíritu Santo, en los
evangelios de San mateo y San Lucas.
Venimos de un ciclo en el estudio de la
fe y su forma de manifestarse. Un Maestro que parece dormir mientras se desata
una mortal tormenta, sus discípulos incrédulos se llenan de temor, Jesús luego despierta
y, regañando a los elementos de la naturaleza éstos obedecen y se calman.
Luego un jerarca religioso en su
desespero por la grave enfermedad e inminente muerte de su hija, recurre al
Señor Jesús e implorando le pide que la sane, indicándole a Jesús como tiene
que hacerlo y lo hace.
Al propio tiempo una mujer enferma por
largo tiempo, cree en su corazón, alma y mente que con tan sólo tocar la capa
del Mesías quedará sana y al hacerlo lo logra.
Luego de haber sanado a la hija de
Jairo, Jesús partió inmediatamente a Nazaret, acompañado por sus discípulos.
Llegado el sábado, día de reunión en el
templo según la tradición judía, comenzó a predicar, enseñando en la sinagoga.
Esta sinagoga era el mismo sitio en donde
Jesús había participado y compartido con sus amigos y familiares desde su niñez
y hasta su adultez.
Quienes le conocían estaban asombrados,
ante tanta sabiduría y autoridad de palabra con la cual se expresaba.
Ellos habían compartido con él; habían jugado,
ido a las mismas fiestas, en fin, los mismos eventos, actividades y compromisos
sociales.
Entonces, cómo es esto posible, no puede
ser, de dónde sacó estas nuevas enseñanzas, dónde aprendió a hablar de esta
manera. Él sólo es el hijo del carpintero y conocemos a sus padres y hermanos.
Esta gente no tenía fe en él, ya que
veían a alguien igual a ellos, alguien a quien no debían darle tanta importancia
o crédito.
Jesús en su omnisciencia, conociendo sus
corazones, les menciona un refrán que dice “En todas partes se honra a
un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa”
Así las cosas, por ejemplo, alguien que
conocemos, se forma en alguna área del conocimiento que, llegada la oportunidad
usa en forma excelente ante nuestra presencia, mas como nosotros no conocíamos de
sus estudios, nos negamos en creer que esa persona sea capaz de ejecutar sus
destrezas o que sean fiables, confiables o de buena calidad.
Así trabaja la naturaleza humana por
falta de humildad en reconocer los talentos ajenos, cayendo luego indefectiblemente
en la mala hierba de la envidia y ataques infundados a esa persona.
Jesús fue objeto de este mal proceder de
la conducta humana; pero identificándolo en sus detractores, les enseñó rápidamente
con un proverbio, en la esperanza que entendieran, reflexionaran y se volvieran
a la fe.
Es que tal vez, nosotros hoy en día
negamos a Jesús, como Dios y Salvador de nuestras almas en la eternidad, debido
a este sentimiento o forma de pensar.
Será que estamos viendo en Jesús a un simple
mortal, a un hijo de vecina cualquiera.
He llegado a escuchar personas decir, yo
creo en Dios, pero eso de Jesucristo es como comiquitas (dibujos animados, cartones)
para mí.
Entonces, para esa persona desde su arrogancia, Jesús es
un cuento inventado de la nada, sin fundamento para entretener a los niños en
sus horas de ocio.
Amigo que lees, ¿has vivido con esta creencia, o una
parecida acerca de Jesucristo?
Permíteme que te diga que, si esto es así, tu alma corre
peligro de pasar la eternidad en el infierno, donde el fuego no se consume y
los gusanos nunca mueren, el lugar de tormento jamás imaginado por la mente
humana.
Dice la Palabra Santa de Dios, que el único camino al
Padre es el Hijo, Jesús, a quien tu niegas como Dios y Salvador.
Piensa, reflexiona, hoy tienes tiempo de volverte a él,
confiesa con tu boca que Jesucristo es Dios y cree en tu corazón para salvación
eterna. Aún estás a tiempo…
Continuando con el texto bíblico, observamos como la incredulidad “incapacita” (Disculpas por el entrecomillado, el resaltado y el subrayado de la palabra) a Dios para realizar los milagros que en caso contrario veríamos manifestados abundantemente en nuestras vidas.
Hermano, si usted no tiene fe, Dios no podrá hacer nada
en su vida, claro está, que dios como Soberano tiene misericordia de quien él
quiere y, esta misericordia suele superar su propia justicia.
Nuestro Maestro, Señor y Dios no era un tele evangelista,
no tengo nada en contra de ellos; pero observamos que Jesús caminaba, andaba en
las calles, trabajando, enseñando, llevando las buenas nuevas de vida eterna,
curando a los enfermos.
Cumpliendo la promesa que los haría pescadores de
hombres, los discípulos fueron comisionados a ir en parejas para proporcionarse
compañía, aliento, y apoyo en la oración, no debían llevar comida, ni ropa de
repuesto.
Debían hospedarse en las casas a las que llegaran y
permanecer allí hasta partir. Ellos no iban a hacer turismo, estarían
trabajando en el reino de Dios.
El uso del aceite era de uso tradicional en esa cultura y
tiempo, con el carácter de ungüento, mas no debemos hacer de esta mención, una práctica
obligada al visitar a algún enfermo que requiera de oración.
No debemos llevar en el bolsillo una botellita de aceite
cuando visitemos a algún enfermo, no convirtamos una practica de la cultura
hebrea, en un ídolo más para adorar y que nos aleje de nuestro único camino, Jesucristo.
Oremos: Dios Padre eterno, te rogamos de todo corazón, podamos
con corazón humilde reconocer cada día y en cada situación que Jesucristo, habiendo
nacido de Padres humanos, también es Dios, y el único que nos salva por fe.
Amén. Dios los bendiga, y
recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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