Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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¡Jesús no es un hijo de vecina más!

 

Photo by RODNAE Productions from Pexels

 

04 de julio 2021

Sexto Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 123; Ezequiel 2: 1-5; 2 Corintios 12: 2-10; San Marcos 6: 1-13

Tema de hoy: ¡Jesús nos es un hijo de vecina más!

Himnos: 188, 195, 256, 268, 278

Nuestra reflexión para el día de hoy Sexto Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 6: 1-13

Jesús se fue de allí a su propia tierra, y sus discípulos fueron con él. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga. Y muchos oyeron a Jesús, y se preguntaron admirados:

—¿Dónde aprendió éste tantas cosas? ¿De dónde ha sacado esa sabiduría y los milagros que hace? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?

Y no tenían fe en él. Pero Jesús les dijo:

—En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa.

No pudo hacer allí ningún milagro, aparte de poner las manos sobre unos pocos enfermos y sanarlos. Y estaba asombrado porque aquella gente no creía en él.

Jesús recorría las aldeas cercanas, enseñando. Llamó a los doce discípulos, y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus impuros. Les ordenó que no llevaran nada para el camino, sino solamente un bastón. No debían llevar pan ni provisiones ni dinero. Podían ponerse sandalias, pero no llevar ropa de repuesto. Les dijo:

—Cuando entren ustedes en una casa, quédense allí hasta que se vayan del lugar. Y si en algún lugar no los reciben ni los quieren oír, salgan de allí y sacúdanse el polvo de los pies, para que les sirva a ellos de advertencia.

Entonces salieron los discípulos a decirle a la gente que se volviera a Dios. También expulsaron muchos demonios, y curaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.

Estos pasajes bíblicos también fueron registrados por inspiración del Espíritu Santo, en los evangelios de San mateo y San Lucas.

Venimos de un ciclo en el estudio de la fe y su forma de manifestarse. Un Maestro que parece dormir mientras se desata una mortal tormenta, sus discípulos incrédulos se llenan de temor, Jesús luego despierta y, regañando a los elementos de la naturaleza éstos obedecen y se calman.

Luego un jerarca religioso en su desespero por la grave enfermedad e inminente muerte de su hija, recurre al Señor Jesús e implorando le pide que la sane, indicándole a Jesús como tiene que hacerlo y lo hace.

Al propio tiempo una mujer enferma por largo tiempo, cree en su corazón, alma y mente que con tan sólo tocar la capa del Mesías quedará sana y al hacerlo lo logra.

Luego de haber sanado a la hija de Jairo, Jesús partió inmediatamente a Nazaret, acompañado por sus discípulos.

Llegado el sábado, día de reunión en el templo según la tradición judía, comenzó a predicar, enseñando en la sinagoga.

Esta sinagoga era el mismo sitio en donde Jesús había participado y compartido con sus amigos y familiares desde su niñez y hasta su adultez.

Quienes le conocían estaban asombrados, ante tanta sabiduría y autoridad de palabra con la cual se expresaba.

Ellos habían compartido con él; habían jugado, ido a las mismas fiestas, en fin, los mismos eventos, actividades y compromisos sociales.

Entonces, cómo es esto posible, no puede ser, de dónde sacó estas nuevas enseñanzas, dónde aprendió a hablar de esta manera. Él sólo es el hijo del carpintero y conocemos a sus padres y hermanos.

Esta gente no tenía fe en él, ya que veían a alguien igual a ellos, alguien a quien no debían darle tanta importancia o crédito.

Jesús en su omnisciencia, conociendo sus corazones, les menciona un refrán que dice “En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa”

Así las cosas, por ejemplo, alguien que conocemos, se forma en alguna área del conocimiento que, llegada la oportunidad usa en forma excelente ante nuestra presencia, mas como nosotros no conocíamos de sus estudios, nos negamos en creer que esa persona sea capaz de ejecutar sus destrezas o que sean fiables, confiables o de buena calidad.

Así trabaja la naturaleza humana por falta de humildad en reconocer los talentos ajenos, cayendo luego indefectiblemente en la mala hierba de la envidia y ataques infundados a esa persona.

Jesús fue objeto de este mal proceder de la conducta humana; pero identificándolo en sus detractores, les enseñó rápidamente con un proverbio, en la esperanza que entendieran, reflexionaran y se volvieran a la fe.

Es que tal vez, nosotros hoy en día negamos a Jesús, como Dios y Salvador de nuestras almas en la eternidad, debido a este sentimiento o forma de pensar.

Será que estamos viendo en Jesús a un simple mortal, a un hijo de vecina cualquiera.

He llegado a escuchar personas decir, yo creo en Dios, pero eso de Jesucristo es como comiquitas (dibujos animados, cartones) para mí.

Entonces, para esa persona desde su arrogancia, Jesús es un cuento inventado de la nada, sin fundamento para entretener a los niños en sus horas de ocio.

Amigo que lees, ¿has vivido con esta creencia, o una parecida acerca de Jesucristo?

Permíteme que te diga que, si esto es así, tu alma corre peligro de pasar la eternidad en el infierno, donde el fuego no se consume y los gusanos nunca mueren, el lugar de tormento jamás imaginado por la mente humana.

Dice la Palabra Santa de Dios, que el único camino al Padre es el Hijo, Jesús, a quien tu niegas como Dios y Salvador.

Piensa, reflexiona, hoy tienes tiempo de volverte a él, confiesa con tu boca que Jesucristo es Dios y cree en tu corazón para salvación eterna. Aún estás a tiempo…

Continuando con el texto bíblico, observamos como la incredulidad “incapacita” (Disculpas por el entrecomillado, el resaltado y el subrayado de la palabra) a Dios para realizar los milagros que en caso contrario veríamos manifestados abundantemente en nuestras vidas.

Hermano, si usted no tiene fe, Dios no podrá hacer nada en su vida, claro está, que dios como Soberano tiene misericordia de quien él quiere y, esta misericordia suele superar su propia justicia.

Nuestro Maestro, Señor y Dios no era un tele evangelista, no tengo nada en contra de ellos; pero observamos que Jesús caminaba, andaba en las calles, trabajando, enseñando, llevando las buenas nuevas de vida eterna, curando a los enfermos.

Cumpliendo la promesa que los haría pescadores de hombres, los discípulos fueron comisionados a ir en parejas para proporcionarse compañía, aliento, y apoyo en la oración, no debían llevar comida, ni ropa de repuesto.

Debían hospedarse en las casas a las que llegaran y permanecer allí hasta partir. Ellos no iban a hacer turismo, estarían trabajando en el reino de Dios.

El uso del aceite era de uso tradicional en esa cultura y tiempo, con el carácter de ungüento, mas no debemos hacer de esta mención, una práctica obligada al visitar a algún enfermo que requiera de oración.

No debemos llevar en el bolsillo una botellita de aceite cuando visitemos a algún enfermo, no convirtamos una practica de la cultura hebrea, en un ídolo más para adorar y que nos aleje de nuestro único camino, Jesucristo.

Oremos: Dios Padre eterno, te rogamos de todo corazón, podamos con corazón humilde reconocer cada día y en cada situación que Jesucristo, habiendo nacido de Padres humanos, también es Dios, y el único que nos salva por fe.

 

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

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