Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Claro que puedo ver a mi Señor

 

Imagen de CCXpistiavos en Pixabay

24 de octubre 2021

Vigesimosegundo Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas:

Salmo 126; Jeremías 31: 7-9; Hebreos 7: 23-28; San Marcos 10: 46-52

Tema de hoy: Claro que puedo ver a mi Señor

Nuestra reflexión para el día de hoy Vigesimosegundo Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 10: 46-52 y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:

Continuamos con nuestro pasaje evangélico para el día de hoy y, recordando que, el domingo pasado dejamos a Jesús en el versículo 45 de este mismo capítulo 10, diciendo que… «Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y dar su vida como precio por la libertad de muchos».

Recordemos que Jesús y sus discípulos se dirigían hacia Jerusalén entonces tuvieron que pasar por Jericó; pero cuando ya dejaban la ciudad, seguido de sus discípulos y una gran multitud, un mendigo que a su vez era ciego de nombre Bartimeo, estaba sentado junto al camino, suponemos que estaba colocado sobre la polvorienta y sucia orilla de tierra, ya que ahí y en esa forma solía ganarse el pan diario suplicando por unas monedas o algo de comida.

Debemos suponer que la fama de Jesús había viajado por todos esos territorios más rápidamente que él; ya que, Bartimeo solamente al enterarse que liderizando esa gran cantidad de personas se encontraba Jesús de Nazaret con nombre y apellido, se dijo, «indudablemente, no puede ser sino quien me va a conceder lo que yo le pida». El ciego empezó a gritar fuertemente, decía «Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí» hemos de observar de ese grito lanzado por Bartimeo, que al relacionar a Jesús con David nos da a entender que él estaba en conocimiento claro que el mesías vendría como descendiente de David, es como si Bartimeo dijera: «Mira mesías esperado por tanto tiempo, yo sé que eres mi salvador enviado por Dios Padre, sí, a ti estoy clamando, yo sé quién eres, no me ignores».

Y para mayor abundamiento en esta teoría, el hombre ciego reitera el mismo clamor habiendo sido regañado por muchos de los que seguían al maestro.

Sí, Bartimeo no se deja intimidar por nadie y alzando su voz vuelve a repetir: «Mira mesías esperado por tanto tiempo, yo sé que eres mi salvador enviado por Dios Padre, sí, a ti estoy clamando, yo sé quién eres, no me ignores».

Ahora bien, ¿qué hizo Jesús? No pudo hacer nada más que detenerse inmediatamente y pidió que llamaran al ciego.

El hombre dio un salto, se incorporó alegremente y se aproximó a Jesús.

Y es como si le dijera: «sé que conoces las profecías, sé qué sabes quién soy y lo más importante, conozco el valor tan grande de tu fe, y es por ello que te preguntó “qué quieres que haga por ti”».

Este ciego no es como los tantos “ciegos” que nos encontramos por ahí, que, teniendo buena visión, optan por sacarle el cuerpo al trabajo y prefieren estar arrastrados en el suelo por largas horas en espera de minucias para sobrevivir.

Bartimeo pudo haber pedido riquezas, comodidades etc.; pero no, el quiso tener la oportunidad de volver a ver para ganarse la vida trabajando, sintiéndose útil a él y a la sociedad en la cual se desenvolvía.

Hermanos, ¿sabemos y podemos identificar a Jesucristo como el mesías descendiente del Rey David, anunciado por los profetas, enviado por Dios Padre y esperado por los hombres; y cuyo sacrificio suficiente nos perdona nuestros pecados y nos lleva a la salvación eterna o tal vez seguimos ciegos sin poder verlo ni reconocerlo como tal?

Oremos:

Amantísimo Padre celestial, solamente te pedimos, que nos quites diariamente cualquier venda que cubra nuestros ojos, impidiendo ver las maravillas de tu salvación en Cristo Jesús.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

 

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