17 de octubre 2021
Vigesimoprimer Domingo Después de
Pentecostés.
Pastor: Miguel
Moreno
Lecturas:
Salmo 91: 9-16; Isaías 53: 4-12; Hebreos
5: 1-10; San Marcos 10: 35-45
Tema de hoy: Señores, esos asientos están
reservados.
Nuestra reflexión para el día de hoy Vigesimoprimer
Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se
encuentra en: Marcos 10: 35-45 y sobre
el mismo podemos reflexionar lo siguiente:
Continuamos
con nuestro pasaje evangélico para el día de hoy y, recordando que, el domingo
pasado dejamos a Jesús en el versículo 31 diciendo que… «pero muchos que ahora
son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán
los primeros». Seguidamente desde el verso 32 hasta el 34 Jesús vuelve a anunciar
su muerte.
Los
hijos de Zebedeo tomando en cuenta lo contenido en el versículo 31, le dan otro
giro para hacerle una petición diferente; pero que al mismo tiempo significa
poder, autoridad y jerarquía. Jesús les pregunta amablemente qué es lo que quieren
que haga por ellos. Y aquí es donde viene la variante: No es ser los primero y
segundo en el reino de los cielos; sino el estar sentados los dos hermanos a ambos
lados de nuestro Señor Jesucristo por toda la eternidad.
Jesús
les responde con una pregunta: ¿es que ustedes pueden morir en la cruz, soportar
todos los pecados de la humanidad sobre sus hombros y recibir el bautismo de
regeneración que tendré con propia misma sangre.
Los
muy atrevidos hombres, manifestaron que sí estaban capacitados para eso. Jesús,
no pudo más que decirles que, efectivamente ellos iban a beber de ese trago
amargo porque morirían martirizados por su fe y su misma sangre los cubriría al
igual que el bautismo cruento padecido por el Señor.
Luego
viene lo que sí era imposible recibir o ser concedido por Jesús, el sentarse a
la derecha o izquierda, porque esos lugares han sido preparados por Dios Padre
para dos personas en especial; y aquí es bueno precisar y recordar que Jesús
está sentado a la derecha de Dios Padre en señal confirmada de autoridad
suprema; es decir que Dios está a su la izquierda, faltaría completar el
asiento a la derecha de Jesús y, ese está preparado y reservado por Dios Padre.
Inmediatamente
surgieron en los otros discípulos, los esperados y humanos celos, pugnacidad y
la amargura de corazón que se genera en las mentes y corazones de quienes se
consideran marginados, burlados y segregados.
El sentimiento
del celo siempre va de la mano de la envidia, desde que la serpiente en el
huerto del Edén, introdujo en los seres humanos el germen del pecado original;
y tomando como precursor de estos malsanos comportamientos a Caín dando muerte
a su hermano Abel.
Hoy
en día, podemos evidenciar este sentimiento como el más popular, abundante y
pernicioso con el que cuenta nuestra sociedad actual.
Se
envidia y se tiene celos de cualquier cosa o persona. No crea usted amigo que
lee, que solamente se envidia o tiene celos de abundantes muestras de riquezas
o talento, usted puede encontrarse en esta sociedad con personas que envidian y
matan a otra persona solo porque su vivienda fabricada con desechos de cartón y
latón luce diferente a la del asesino. También se puede encontrar conque el
recoger de latas, sintiendo envidia de un regalo obtenido por otro trabajador
del reciclaje el cual resulta muy vistoso, va y lo asesina o inventa alguna denuncia
de tal forma que la policía lo saque de circulación.
Ahora
bien, para no hacer la reflexión demasiado larga en el día de hoy, vemos que
Jesús en el último párrafo asignado como lectura evangélica para hoy, muestra
algo que se aprecia para quien tenga la capacidad de observación preparada;
como en verdad pareciera que, la razón de existir de muchos personeros
representantes de los entes encargados de la socialización del hombre, fuese el
dominio egoísta ejercido para el sometimiento del prójimo; llámense: políticos,
educadores, lideres religiosos; todos parecieran perseguir y al propio tiempo
sentirse cómodos y felices haciendo el papel de dictadores de sus
administrados.
Jesús
dice que eso no debe suceder jamás entre los hermanos cristianos.
Deben
dejar a un lado el protagonismo y servirse los unos a los otros, porque hasta él
mismo vino a este mundo a servir y no a ser servido y dar su vida como valor
inapreciable por la libertad de muchos.
Oremos:
Amantísimo
Padre celestial, permite que nuestras aspiraciones espirituales solo consistan
en poder contemplar tu rostro por la eternidad y en esta vida terrenal jamás pretendamos
con manipulaciones y egoísmos, tratar de dominar o gobernar para satisfacer
nuestro orgullo propio a nuestros semejantes.
Amén.
Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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