19 de diciembre 2021
Cuarto Domingo De Adviento.
Pastor: Miguel
Moreno
Lecturas:
Lucas 1: 46b-55; Miqueas 5: 2-5a;
Hebreos 10: 5-10; Lucas 1: 39-45, 46-55
Tema de hoy: Mi Alma Alaba La Grandeza Del Señor
Nuestra reflexión para el día de hoy Cuarto
Domingo De Adviento, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Lucas 1: 39-45, 46-55 y sobre el mismo podemos reflexionar
lo siguiente:
Esta narración es única y exclusiva de este
evangelio de Lucas, no lo encontramos en ninguno de los otros tres.
Adviento, la estación o temporada en la cual
esperamos que Cristo venga a nosotros tiene un patrón que se extiende a través
de los cuatro domingos: el primer domingo comienza por el fin de tal forma que
esperamos la segunda venida de Cristo. El enfoque de las semanas dos y tres se
centra en Juan el Bautista, quien prepara el camino para la llegada del
ministerio de Jesús. El cuarto domingo nos remite al comienzo de la historia de
Jesús para hacernos centrar la atención en la preparación para la natividad de
Cristo, esto es para la encarnación.
Cuando el ángel Gabriel anunció a María que
iba a ser madre de un hijo, también anunció a Isabel que había concebido.
Entonces María no perdió tiempo y se fue a visitar a su ya anciana parienta.
María hizo un viaje desde Nazaret hasta la
región montañosa de Judá.
María nunca pudo imaginarse el tipo de recepción
que recibiría. Lucas nos dice que el Espíritu Santo llenó el alma de Isabel
luego de lo cual con voz fuerte exclamó: «¡Dios te ha bendecido más que a todas
las mujeres, y ha bendecido a tu hijo!». Ella estaba maravillada de que «venga
a visitarme la madre de mi Señor». El niño que estaba en su vientre (Juan el
Bautista) se unió a su alabanza y saltó de gozo.
Rendirle honor a María de la misma forma que
lo hizo Isabel, motivado por el Espíritu Santo, es verdaderamente del agrado de
Dios.
Los cristianos hoy en día también honramos a
María de la misma manera que lo hizo Isabel, como ejemplo de fe y servicio;
pero sin ir jamás más allá de ese respeto. Jesús, el niño que nacería de ella,
también le serviría de Salvador al igual que a nosotros.
Desde el versículo 46 hasta el 56 Lucas nos
presenta el «Magnificat» y recibe este nombre debido a que en la versión latina
ese canto empieza «Magnificat anima mea Dominus».
Desde el versículo 46 hasta el 49 se centran
en las bendiciones que recibió María. Acá María reconoce su condición de sierva
de Dios.
En el versículo 50 María se enfoca en la «reverencia
a Dios» esta reverencia se refiere al respeto santo que uno tiene por el Señor
Ese respeto conducirá a la adoración y a la
sujeción a Dios en forma de obediencia.
María es el vivo ejemplo de la persona que reverencia
a Dios.
Así María sigue recordando los grandes actos
misericordiosos del Señor: deshizo los planes de los orgullosos; puso en lo
alto a los humildes; llenó de bienes a los hambrientos; ayudó al pueblo de
Israel, su siervo.
El tema que trata el Magnifcat se verá
desarrollado y cumplido por el ministerio de su hijo Jesucristo.
De una manera que abarca y sobrepasa a todo
el antiguo testamento, la obra salvadora de Jesús revela toda la misericordia
de Dios a quienes le reverencian.
Concluye el pasaje de Lucas con que, María se
quedó tres meses con Isabel justo hasta el tiempo en que nacería Juan el
Bautista.
¿Conoces a alguna madre que, contra todos los
pronósticos, ha esperado cosas maravillosas en el futuro de sus hijos?
¿Reverenciamos y respetamos a Dios con
devoción y humildad como lo hacía María?
Oremos:
Amantísimo
Padre celestial, venimos a ti, con la misma fe que tenía María, de servirte y
adorarte de todo corazón; permite que tengamos fe como padres en el futuro de éxito
de nuestros hijos.
Amén.
Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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