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Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Cuarto Domingo Después de Epifanía

 

Imagen de falco en Pixabay

30 de enero 2022

Cuarto Domingo Después de Epifanía.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas:

Salmo 71:1-6; Jeremías 1:4-10; 1 Corintios 13:1-13; Lucas 4:21-30

Tema de hoy: Cuarto Domingo Después de Epifanía.

Nuestra reflexión para el día de hoy Cuarto Domingo Después de Epifanía, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Lucas 4: 21-30 y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:

Empezamos nuestra reflexión en donde quedamos el domingo pasado; recordemos que Jesús había leído el libro del profeta Isaías y había despertado gran admiración en los oyentes.

Apenas con haber leído el texto, Jesús se había hecho acreedor de la admiración de todos los asistentes al templo; todos los presentes estaban muy atentos a él, esperando y pendientes de lo que iba a decir.

De la introducción a la explicación del texto: “Hoy mismo se ha cumplido esta Escritura delante de ustedes” mostraron complacencia y podemos imaginar que asentían con la cabeza.

Luego, a los pocos segundos comprendieron la magnitud de lo que confirmaban con su complacencia y admiración, acerca de lo que Jesús expresaba.

Sí, entendieron que Jesús declaraba que, él mismo era el siervo del Señor que había sido consagrado con el Espíritu y a quien se señalaba en las profecías.

Para nosotros, hoy en día, en la distancia histórica de los acontecimientos, resulta fácil comprenderlo por la fe que obra el Espíritu Santo en nuestros corazones y en nuestras mentes; mas para la gente de esa época constituía un exabrupto, ya que ellos sabían quién era Jesús y se preguntaban: “¿No es él hijo de José el carpintero?” El pueblo que vio crecer a Jesús no lo había conocido como alguien que hiciera milagros cuando estuvo entre ellos, y así lo notamos del versículo 23 cuando Jesús les dice: y además ustedes me dirán: haz lo que oímos que hiciste cuando estabas en Capernaum.

Su lógica natural y humana, aunado a los prejuicios egoístas, no permitió que sus oyentes tuvieran fe y llegaran a ser salvos por el sacrificio de Jesús en la cruz como el esperado sustituto.

Hermano: ¿aún hoy en día evaluamos a Jesús desde nuestra lógica corrompida, vemos o no vemos a Dios en Jesús?

¿Podemos decir como el salmista leído hoy, Señor Jesús “Sé tú mi roca protectora, ¡sé tú mi castillo de refugio y salvación! ¡Tú eres mi roca y mi castillo!?

Nuestro Señor Jesús les habla sobre un refrán muy conocido en ese tiempo: “Ningún profeta es bien recibido en su propia tierra”; y esto es visto en la actualidad cuando preferimos los bienes y servicios fabricados o prestados por personas o entes desconocidos por nosotros; preferimos lo extranjero a lo patrio o nacional; porque de lo familiar hacemos desprecio.

Seguidamente Nuestro Señor habla acerca de la voluntad de Dios, sus mandatos y designios.

Primero les cuenta sobre la viuda de Sarepta, les dice que había muchas viudas en Israel cuando vivió el profeta Elías; pero él fue enviado solamente a la viuda que determinó Dios en su soberanía.

Después pasa a hablarles del leproso Naamán, y les refiere que en la época en que vivió el profeta Eliseo había muchas personas que padecían de esta enfermedad; mas no fue sanado ninguno de ellos, sino únicamente Naamán quien era sirio.

Jesús les hace entender que, él estaba en esa sinagoga unicamente por la voluntad de su Padre, declarándoles que él era el Mesías de que hablaban las profecías; mas no porque ellos fueran hijos de Abraham, como les habían enseñado los maestros de la ley o que por otros méritos se creyeran algo especial.

Tampoco iba a hacer milagro alguno, ya que, él, Jesús, no era alguien que obedeciera a los deseos mezquinos de un pueblo que quería presenciar un espectáculo y de esta manera poder creer.

No, Jesús era y es, un fiel obediente de la voluntad de su excelso Padre y a ella se somete.

La verdad que Jesús les dijo tan sabiamente, causó en ellos una ira tan grande que quisieron darle muerte; pero Jesús siendo Dios, pasó entre ellos y se fue indemne.

Hermano, ¿nos gusta ver espectáculos de “curaciones milagrosas” o de otra indole para poder creer? ¿Asistimos a las iglesias locales que ofrecen ese tipo de distracciones, las cuales no dejan ningún tipo de enseñanza que edifique nuestro espíritu, ni nos hacen crecer como cristianos?

Oremos:

Hermanos, roguemos a Nuestro Padre celestial, nos haga confiar en la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, y guardemos toda paciencia para confiar en la voluntad de Dios hacia nuestras vidas, dejando atrás todo morbo por los espectáculos malsanos que ofrecen personas llenas de intereses egoístas.

 

Amén. Dios los bendiga y recuerden Sólo Dios Salva.

 

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