Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Quinto Domingo Después de Epifanía

 


06 de febrero 2022

Quinto Domingo Después de Epifanía.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas:

Salmo 138; Isaías 6:1-8; 1 Corintios 15:1-11; Lucas 5:1-11

Tema de hoy: Quinto Domingo Después de Epifanía.

Nuestra reflexión para el día de hoy Quinto Domingo Después de Epifanía, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Lucas 5:1-11 y sobre el mismo podemos reflexionar lo siguiente:

Jesús va a la orilla del lago de Genasaret, continúa enseñando con iniciativa y apremio, no tiene tiempo que perder, su ministerio debe desarrollarse como ha dispuesto la voluntad de su Padre. No utiliza la sinagoga, no porque tuviera miedo de los maestros de la ley, sino, porque esas edificaciones no podían contener tanta gente que deseaba escuchar sus enseñanzas que gozaban de extraordinaria fama y popularidad. Hay una población hambrienta del mensaje de vida.

Jesús busca un sitio alrededor desde donde poder hablar y que todos le puedan escuchar y ver, y al mismo tiempo no ser apretujado, talvez teme que alguien aproveche la aglomeración para cometer un atentado revoltoso y justificar que las autoridades quieran adelantar el tiempo de cumplimiento de su obra salvadora, tiempo este, que solamente le correspondía disponer a Dios Padre.

Jesús mira alrededor y lo que se ocurre es echar mano de los recursos de su amigo para llevar la palabra de vida, y sube a una de las barcas que tenía Simón-Pedro.

Para asegurarse que todos pudieran escucharlo y verlo solicita a Pedro que separe la embarcación de la orilla.

Una vez sentado en la barca, empezó a enseñar a la gente. Como se trata de un lago, no existen olas que rompan en la orilla y dificulten el ser escuchado por el pueblo.

Como Pedro había prestado sus bienes para el reino de Dios, Jesús le da un regalo, «le dice lleva la barca a la parte más honda del lago y echa allí las redes». 

Hermanos, ¿estamos dispuestos a prestar nuestros vienes para el reino de Dios? O ¿Nuestra mezquindad nos arropa?

Pedro le responde que es inútil, que ya estuvieron pescando toda la noche y no habían logrado pesca alguna; pero maestro, si tú me lo ordenas entonces yo voy a hacerlo. Como dice el Salmo designado para hoy en su versículo 6 «Aunque el Señor está en lo alto, se fija en el hombre humilde, y de lejos reconoce al orgulloso». Pedro fue humilde en aceptar la sugerencia y la gloria de Dios se hizo presente en esa pesca milagrosa.

Las redes se rompían de tantos pescados que recogieron y buscaron ayudas a sus compañeros para que los ayudaran.

Hermanos, de esta manera debemos actuar cuando evangelizamos; buscar apoyarnos con otros cristianos para atender las necesidades de quienes quieran venir a Jesús.

Al igual que el profeta Isaías, Pedro no pudo sino, ponerse de rodillas y reconocer que estaba frente al Dios vivo de Israel.

Todos estaban asustados por el hecho de estar en la presencia de Dios, lo que representaba una posibilidad cierta de morir. Ellos conocían las profecías como la de Isaías versículo 5 «Y pensé: “¡Ay de mí, voy a morir! He visto con mis ojos al Rey, al Señor todopoderoso; yo, que soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros”.

Jesús les dice a Pedro «No tengas miedo; desde ahora vas a ser pescador de hombres».

Jesús nos dice a todos nosotros hoy en día las mismas palabras. ¿Acaso tenemos miedo de compartir el evangelio con otras personas? ¿Qué nos detiene? ¿Prejuicios vanos? ¿Una vida de comodidad y egoísmo?

El pasaje sigue y nos dice que: Luego de lo cual dejaron su forma de ganarse la vida y fueran tras la verdadera vida (Jesús). Vemos en la profecía de Isaías versículo 8 como el profeta dice «Aquí estoy yo, envíame a mí».

Hermanos, podemos decir y hacer como los discípulos y como el profeta Isaías, esto es, dejar todo atrás y decir con emoción a nuestro Señor Jesucristo «¿Aquí estoy yo, envíame a mí?»

Oremos:

Pidamos a Dios nos llene de humildad para ser de su agrado, podamos ser testimonio vivo de su presencia en nuestras vidas y saber administrar con amor y sabiduría a los nuevos creyentes que deseen seguir a nuestro Señor Jesucristo.

Amén. Dios los bendiga y recuerden Sólo Dios Salva.

 

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