15
de mayo 2022
Quinto Domingo de Pascua.
Pastor: Miguel Ángel Moreno
Villarroel
Lecturas: Salmo 148; Hechos 11: 1-18; Apocalipsis 21: 1-6; Juan
13: 31-35
Tema de hoy: ¡Señor, haznos ver tu gloria!
Nuestra reflexión para el día de hoy Quinto
Domingo de Pascua, está basada en el pasaje del evangelio que acabamos de leer
en Juan Capítulo 13 Versículos desde el 31 hasta el 35.
En el escenario para este pasaje bíblico Juan a
diferencia de los otros tres evangelistas no hace referencia a la institución
de la Santa Cena; pero si nos muestra lo conversado por Jesús en el aposento
alto, antes de ir con sus discípulos al huerto de Getsemaní, también deja
registrado para todos los cristianos el «lavatorio de pies» a sus discípulos.
*Después que Judas hubo salido.
¿A dónde salió Judas? ¿A dónde iba con
tanta prisa?
Judas salió apresuradamente a confundirse
con la oscuridad que vivía en su mente y corazón, fue a fundirse en un abrazo
con su amigo el diablo y entregar a Jesús.
*Ahora se muestra la gloria del Hijo del
hombre, y la gloria de Dios se muestra en él.
Ese «Ahora», podemos tomarlo como un: «bueno, ya que
el diablo entró en Judas, y se ha activado mi camino hacia la Cruz del Calvario,
el Hijo del hombre, y Dios Padre en él, serán glorificado. La gloria de Dios
Padre estaba unida a la gloria de Dios Hijo de una manera inseparable, tal como
lo indica el mismo Juan en el Capítulo 1, Versículo 14 «…Y hemos visto su
gloria, la gloria que como hijo único recibió del padre».
Hermanos, Dios envió a su Hijo para que se convirtiera
en hombre, un hombre como Dios originalmente concibió al ser humano en su plan
de la creación; quería que fuera todo hombre cuando lo creó: sin pecado. Es así
que Jesús, como el Hijo del hombre, debía tomar el lugar del hombre pecador y
ser el sacrificio perfecto e irrepetible por todos los pecados. Ahí estaba su
gloria y la de su Padre Dios, quien lo había enviado.
Cuando se habla de que Jesús tomó en la Cruz el lugar
del hombre pecador, hermanos, no veamos a nuestro alrededor, apliquémonos esa
frase y a la vez promesa divina a nosotros mismos y considerémonos los primeros
pecadores, para que de esta manera desaparezca el vicio oculto de querer
justificarnos a nosotros mismos
Pareciera contradictorio decir y hasta pensar que Jesucristo
iba a ser glorificado teniendo como vinculación la vil traición de Judas; pero,
efectivamente ese iba a ser el camino hacia la gloria para Jesús.
Solamente en el Cristo crucificado y resucitado (la
Pascua del Señor) y a través de él, cada uno de nosotros puede realmente apreciar,
disfrutar y vivir la gloria de Dios y al mismo tiempo darle la gloria a él.
La crucifixión de Nuestro Señor en sí misma iba a opacar
la gloria sólo por un tiempo.
Mediante la resurrección y en la ascensión, Nuestro
Padre celestial hará que nuestra mirada se pose en toda su gloria a través de
su Hijo.
*Hijitos míos, ya no estaré con ustedes mucho tiempo
El tiempo se acortaba rápidamente para que Jesús
dejara a sus discípulos. Él los llama «hijitos» y, es que para él eran tan amados
como si se tratara de sus hijos, y ellos comprendían lo que les hablaba con sus
mentes humanas y en forma muy limitada; mas con la inocencia y ternura como un
niño lo podría entender.
Su maestro tenía que dejarlos, y ellos no podrían ir
con él.
Hermanos, ¿tenemos la certeza que los tiempos se
acortan para poner nuestra confianza en Jesús? ¿Creemos en Jesucristo con
la fe como la de un niño, sin prejuicios, ni etiquetas de ningún tipo?
Tiempo atrás les había dicho a los judíos que tendría
que partir. Pero en ese caso, los judíos quedarían separados de él por la
eternidad motivado a su incredulidad; pero los discípulos solo estarían separados
de su Señor por un corto período de tiempo.
Hermanos, y les pregunto ¿Por cuánto tiempo has vivido separado
de Jesús? ¿Piensas seguir separado por un breve tiempo o por la eternidad?
*Les doy este mandamiento nuevo…
Así como un padre que va a viajar encomienda ciertas
cosas o deja una herencia a sus hijos o familiares cercanos, nuestro Señor les
dio a sus discípulos un nuevo mandamiento y que al mismo tiempo venía desde la antigüedad.
El líder del pueblo Israelita, Moisés, les había dicho que el Señor se había
dirigido a él y que le dijera a la comunidad: “...Ama a tu prójimo, que es como
tú mismo” libro de Levítico Capítulo 19, versículo 18.
Algunos conocedores interpretan que la palabra «nuevo»
aquí significa que es «moderno» «actualizado» «remozado» y «fresco» y que conlleva
una nueva connotación.
El mandamiento de nuestro Señor era de que, mostraran
amor a los demás, así como él se los había demostrado a ellos. Desde esa misma
noche, los discípulos pondrían en acción el amor bajo el cariz del sacrificio
de Jesús en la cruz del calvario.
Es frecuente que esta clase de amor sea llamado «amor ágape».
Es ese tipo de amor en el que alguien usualmente se sacrifica por
otras personas.
Hermano, ¿en qué forma sabrán las personas que somos verdaderos
seguidores de Cristo?
La respuesta sería, solo si ponemos en práctica en
nuestra cotidianidad esta manifestación de amor los unos por los otros
Oremos:
Amantísimo Padre celestial, hoy te rogamos
para que nos permitas ver tu gloria en el sacrificio y resurrección de tu Hijo
Jesucristo, estemos preparados para su segunda venida y mantengamos en nuestra
vida el amor al prójimo que él nos enseñó.
Amén. Dios los bendiga, y
recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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