09 de octubre de 2022
Decimooctavo domingo después de Pentecostés.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas: Salmo 111; 2 Reyes 5:1-3, 7-15c; 2 Timoteo 2:8-15; Lucas 17:11-19
Tema de hoy: ¡Solamente un diez por ciento de agradecidos al Señor!
El mensaje para el día de hoy, cuando arribamos al día dieciocho después de haber asistido al servicio de celebración de Pentecostés, nos dirige a tratar un tema que es muy particular por decir lo menos, y se trata de la honra y agradecimientos debidos a Dios.
Así las cosas, en el Salmo 111 versículo 10 leemos: «La mayor sabiduría consiste en honrar al Señor; los que le honran, tienen buen juicio. ¡Dios será siempre alabado!»
De entrada el salmista por inspiración divina nos enseña que no hay mayor sabiduría que apreciar y respetar lo que Dios significa y hace en favor nuestro. Y también añade que la persona que enaltece al Señor, debe tenerse por un ser que goza de entendimiento, prudencia y buen proceder en todos sus actos.
En la primera lectura asignada para hoy nos encontramos con un hombre de nombre Naamán, quien era jefe del ejército del rey de Siria, y quien estaba enfermo de lepra; supo por medio de una niña israelita que había sido hecha cautiva, que si él acudía al profeta que estaba en Samaria obtendría la salud. El rey de Siria envío carta al rey de Israel para que lo curara, el rey de Israel se enfureció mucho diciendo que el no era Dios para curar de tan terrible enfermedad a nadie.
Cuando el profeta Eliseo se enteró de lo que había sucedido, le mando a decir al rey que le dijera al leproso que fuera a visitarle; mas cuando el hombre se presentó ante el profeta Eliseo, este le indicó como medicina para su mal, que se lavara siete veces en el río Jordán, prometiendole que su cuerpo quedaría totalmente sano. En fin, a Naamán no le gustó mucho la medicina propuesta por el profeta; pero al final atendió con obediencia lo prescrito por Eliseo y su piel se volvió como la de un joven. Y ya en el versículo 15c podemos apreciar a un Naamán agradecido con Dios por haber sido curado de esa terrible enfermedad como lo era y lo sigue siendo la lepra «¡Ahora estoy convencido de que en toda la tierra no hay Dios, sino sólo en Israel!»
El militar Naamán al dar gracias y reconocimiento al Dios de Israel, manifestó que lo que le curó no fue el agua del río Jordán, sino el poder de Dios que actuó por la fe que él puso en la promesa expresada por el profeta Eliseo.
En la epístola leída hoy, Pablo, en su carta a su amigo Timoteo, también considerado como un hijo, le dice bajo la inspiración celestial en el versículo 13 «si no somos fieles, él sigue siendo fiel, porque no puede negarse a sí mismo»
En el pasaje del Santo evangelio designado para ser leído, estudiado, predicado y acogido en nuestras mentes y corazones, nos hallamos ante la presencia de nuestro Señor Jesucristo, quien de camino a Jerusalen pasó entre las regiones de Samaria y Galilea. Allí se le aparecieron diez hombres que estaban enfermos de lepra, y desde la distancia le gritaban que tuviera compasión de ellos; nuestro Señor, solamente les dijo: vayan y preséntense al sacerdote, esto, en cumplimiento de las instrucciones dadas por Dios a Moisés cuando se trataba de la purificación de los leprosos Levítico 14: 1-32; es decir, entre tantas indicaciones: el sacerdote verificaba si el enfermo había sido sanado y si efectivamente lo estaba, le ordenaba traer una serie de elementos para cumplir con el rito de la purificación.
En pocas palabras, lo que Jesús les quería dar a entender era que ya habían sido sanados. Mientras los hombres iban caminando, se dieron cuenta que estaban sanos; solamente uno de los hombres al verse curado se regresó y se arrodilló para dar gracias a Jesús. El Señor le preguntó a quien aun estaba inclinado en el suelo: ¿Y es que acaso no eran diez los leprosos sanados? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Solamente un extranjero ha regresado para dar gloria y gracias a Dios?
En la lectura del antiguo testamento, vimos que el militar y extranjero de nombre Naamán fue un leproso que supo expresar el agradecimiento sincero ante el Dios de Israel; mas del evangelio hoy leído, vemos que de diez hombres leprosos, solamente uno y extranjero se regresó para dar gracias a Dios.
Hermanos, solamente volvió para dar gracias a quien honra merece un diez por ciento de los beneficiados por el Señor Jesucristo. Muchas personas hablan que en las listas de oraciones la sección menos llena siempre es la que corresponde con las «Acciones de Gracia del Pueblo de Dios» de lo que podemos concluir que, somos rapidos y constantes para pedirle a Dios todo lo que se nos ocurra; pero a la hora de ser agradecidos, siempre somos muy pocos, a lo máximo un diez por ciento. Si bien esto es así, no nos aflijamos, ya que Dios lo dijo por medio de la pluma del apóstol Pablo en 2 Timoteo Capítulo 2, versículo 13: «si no somos fieles, él sigue siendo fiel, porque no puede negarse a sí mismo».
Hermanos, seamos obedientes, como lo fue al final Naamán, a lo que Dios nos dice que hagamos en determinados casos, no solamente en lo referente a la salud y veremos el milagro del Señor, y cuando esto suceda, pidamos a su grandeza y misericordia que permita comportarnos como el único leproso que regreso a dar gracias, honor, respeto y alabanzas a nuestro Dios Santo de Israel.
Oremos: Dios de cielo y tierra, creador de todo lo visible e invisible, dános tu gracia, para poder confiar en tus mandamientos sin cuestionamiento alguno, y reconocer en ti al dador de todo nuestra dicha y bienestar.
Amén. Dios los bendiga, y recuerden: ¡Solo Dios salva!
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