30 de octubre de 2022
Vigesimoprimer
domingo después de Pentecostés.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas: Salmo 32:1-7; Isaías 1:10-18; 2
Tesalonicenses 1:1-4, 11-12; Lucas 19:1-10
Tema de hoy: Sin Excusas para Volverse a Dios.
El
mensaje para el día de hoy, cuando arribamos al día vigesimoprimero después de
haber asistido al servicio de celebración de Pentecostés, nos dirige a tratar
un tema en el cual la mayoría de las veces estamos confundidos en su aplicación,
y se trata de la oportunidad para arrepentirse de una mala vida alejados de
Dios.
El
salmista nos habla acerca de la felicidad que embarga al hombre que confiesa
sus pecados; notamos como el organismo somatiza las consecuencias de una vida
pecaminosa; el decaimiento físico y las enfermedades psicológicas que el impío
sufre hasta que no confiesa sus pecados a Dios y se vuelve con total
arrepentimiento de corazón a su creador y Salvador.
Cuando
leemos el pasaje del profeta Isaías asignado para hoy, vemos que por
inspiración divina el profeta dice: «¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista
sus maldades! ¡Dejen de hacer el mal! ¡Aprendan a hacer el bien, esfuércense en
hacer lo que es justo, ayuden al oprimido, hagan justicia al huérfano,
defiendan los derechos de la viuda!»
Lo
anterior se convierte en una guía para aquellas personas que se hacen las
tontas y preguntan: ¿pero no entiendo que es lo que me pide Dios que haga? Como
si no estuviera más que claro lo que requiere Dios de nosotros. ¿Cree usted que
está bien con Dios porque va a la iglesia todos los fines de semana? ¿Dice que
usted ha creído en Jesús como su Señor y único Salvador; pero usted ni desde lejos hace
lo justo? ¡Usted debe revisarse interiormente en quién usted ha creído! No se
llame a engaño y busque la verdad, busque una relación en comunión con Jesús.
En
la epístola para el día de hoy, aprendemos de Dios por intermedio del Apóstol
Pablo que: el escribe esta carta a los hermanos que están unidos a Dios nuestro
Padre; el apóstol se siente muy orgulloso por la fe demostrada por los hermanos
de Tesalónica, ya que muestran fe y fuerza ante las aflicciones y persecuciones
que para ese tiempo sufrían. Ya en el versículo 11 y 12, Pablo les indica que: por esta razón siguen orando por ellos para que sean merecedores del gran
privilegio de haber sido llamados a la fe por el mismo Dios, y de esta manera servirán
de testimonio vivo de lo que significa Jesús para la humanidad y, finalmente
alcanzarán honra en nuestro Señor.
Hermanos,
debemos seguir el ejemplo del apóstol Pablo, en el sentido de permanecer en
oración por los hermanos que se congregan en iglesias diferentes a las nuestras,
para que se cumpla la maravillosa promesa de Dios en nuestro Señor Jesucristo,
que permanezcan en la fe y sean vencedores espirituales.
El
evangelio para hoy, nos trae como propósito mostrar como el Espíritu Santo toma
al pecador, crea en él la fe y, esa persona se vuelve de su vida pecaminosa a una
vida santa, (que no santurrona), por el encuentro personal y directo con nuestro
Señor Jesucristo.
Nuestro
evangelista Lucas nos habla de un pasaje ocurrido en Jericó. Este hecho es relatado solamente
en este evangelio de Lucas, y el mismo va de la manera siguiente: Jesús empezó
a recorrer la ciudad de Jericó, allí vivía un director de aquellos que se
encargaban de cobrar los impuestos para el imperio romano que ocupaba esos
territorios conquistados. Relata Lucas, que ese personaje jefe de esa gente considerada
de muy mala fama quería conocer a Jesús; mas no podía ni siquiera alcanzar a
verlo porque era de una estatura diminuta y la multitud se lo impedía.
En
este punto de la narración podemos hacer una pausa y preguntarnos, ¿qué o quién
ponía en la mente y corazón de Zaqueo ese deseo tan grande de conocer a Jesús?
Es tal el deseo y necesidad de ver a Jesús que el hombre se sube a un árbol;
pero Jesús cuando camina cerca del árbol miró hacia arriba y le dijo al
cobrador de impuestos que bajara, porque tenía que quedarse en su casa.
De
lo anterior podemos ver como Jesús nos muestra su atributo de omnisciencia, al
saber no tan solo que Zaqueo estaba en el árbol, sino la fe y necesidad
espiritual creada en él por el Espíritu Santo de anhelar conocer a Jesús.
Lucas
continua la historia diciendo que: efectivamente Zaqueo descendió del lugar en
donde se encontraba y fue con Jesús a su casa y le mostró atenciones de amistad
y aprecio. La mayoría de los presentes en vez de preguntarse: qué era lo que Jesús
había visto en Zaqueo, empezaron a criticar y murmurar que Jesús hacía mal en
compartir con un evidente pecador y en su propia casa.
Luego,
Zaqueo mostrando frutos claros de arrepentimiento en su forma de vida, le
declaró a nuestro Señor Jesucristo que iba a tratar de hacer justicia y reparar
los daños que hubiese causado en su mal vivir anterior.
Jesús
no pudo más que decir que: en esa misma hora había llegado la salvación a la
casa de Zaqueo y, respondiendo indirectamente a los criticones y murmuradores dijo: «Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido».
Hermanos,
ahora la pregunta para finalizar sería ¿en nuestro diario vivir mostramos
frutos de arrepentimiento? ¿Estamos claro con el hecho cierto, espiritual y
eterno que, nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo a buscar y salvar lo que
se había perdido? ¿Hoy en día nos consideramos como «perdidos» para poder ser hallados
y salvados por Jesús?
Oremos:
Amado Dios y Señor de Sabaot, hoy te suplicamos
que nos enseñes a identificar a las persona que quieren conocer a Jesús, para
guiarlos hacía su encuentro glorioso con él, y sean encontrados y salvados por
su gracia eterna.
Amén. Dios
los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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