20
de noviembre de 2022
Cristo Rey -
Último domingo después de Pentecostés.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas: Salmo 46; Jeremías 23:1-6; Colosenses 1:11-20; Lucas
23:33-43
Tema de hoy: Jesucristo,
Nuestro Rey Soberano
El
mensaje para el día de hoy, cuando arribamos al último servicio después de
haber asistido al culto de celebración de Pentecostés, nos invita a abocarnos a
desarrollar el tema del oficio de Cristo como Rey Supremo y Soberano.
En el
Salmo 46, el salmista por inspiración divina nos anuncia lo que deberíamos
esperar de parte de Dios; sí, Él es nuestro refugio perfecto, nuestro castillo
infranqueable, y desde esa perspectiva, nos afirma que por nada debemos temer
si se presentaran movimientos telúricos como en los últimos tiempos se han
manifestado; no sintamos miedo si surgen sunamis, así como hemos visto sobre el
planeta en los más recientes años.
Nada
podrá conmover la tierra, porque Él se encuentra en medio de ella; en el devenir
de la humanidad hemos podido conocer que los reinos han fallado, las naciones
se han corrompido sobremanera; mas, nuestro Señor dando una orden les reprendió
de la manera soberana que solo Él, sabe y puede disponer.
Hermanos,
Dios ha desplegado su poder y soberanía desde que creo los cielos y la tierra;
solo Él puede traer la paz hasta los lugares más apartados del mundo. Jehová
nos recuerda que estemos en quietud, hagamos silencio y, que reconozcamos que
solo Él es Dios. Por ser Rey, necesariamente deberá ser alabado, honrado como
nada ni nadie; el Señor de Sabaot, único comandante de los ejércitos celestiales;
Él nos promete estar con nosotros y ser nuestro guardador por siempre, según la
promesa hecha a Jacob y todos sus ascendientes.
Nuestra
lectura del Antiguo Testamento viene del Libro de Jeremías; inicia con una
advertencia hacia los pastores y las ovejas que han sido puestas a su cuidado.
Dios les dice a estos pastores que las han dispersado, no le han dado el
cuidado que requerían; Jehová promete que Él mismo reunirá a esas ovejas y
colocará pastores responsables que les den el alimento necesario y correcto;
estas ovejas, ya no temerán porque confiarán en que esos pastores han sido
instituidos por el mismo Jehová. Hermanos, hoy en día, nos llegan noticias de
abusos que cometen estas personas que haciéndose llamar pastores, someten a su
rebaño a tensiones graves de dominación y, muchas de esas congregaciones
terminan convirtiéndose en sectas alejadas del amor y la salvación que se
espera en «Cristo».
El
profeta continúa diciendo que: vendrán días en que Dios establecerá un sucesor
del Rey David y, ese descendiente reinará como Rey, sí hermanos, Dios hablando
por medio del profeta, nos promete que su hijo Jesucristo será el soberano que
gobernará sobre toda criatura, haciendo verdadera justicia, porque Él, Cristo,
es la justicia de Dios hecha Rey soberano.
Cuando
reflexionamos sobre la lectura de la epístola, nos encontramos con una verdad
que todo cristiano debería atesorar en su corazón y mente, y se trata de la
sentencia vivificante que nos habla Dios por medio de la pluma del Apóstol
Pablo, quien nos dice, que demos gracias a Dios Padre quien nos capacitó para
poder ser constituidos como herederos que tiene todo santo en luz; ya que Dios
nos ha rescatado, puesto en libertad y llevado hasta el reino de su hijo amado,
y nos asegura y ratifica, otra vez, que en Él, su hijo Jesucristo, tenemos el
pleno perdón por su sangre derramada en la cruz.
Hermanos,
si alguien quiere saber como es Dios, que vea al Hijo, ya que Él es la imagen
misma del Dios que no podemos ver. En Jesús fueron creadas todas las cosas y su
existencia es antes que todo, así como también Él es la cabeza de la iglesia.
Hermanos,
solamente debemos reconocer como líder espiritual a Nuestro Señor Jesucristo,
que nadie les engañe, en virtud de que solo Él, derramó su sangre preciosa y murió
por nosotros, una sola vez y por siempre, sacrificio suficiente e irrepetible.
Hermanos, llegamos al evangelio escuchado hoy
y, las imágenes nos muestran que Jesús es llevado al monte de la Calavera; allí
fue crucificado, tal como tenían los romanos como método de ejecución de los condenados
a muerte. El evangelista nos habla que a ambos lados de Jesús se encontraban
dos reos que habían sido condenados a morir también en la cruz. Los soldados estaban
apresurados en darle muerte y le insultaban diciendo: por qué no te salvas a ti
mismo; mas Jesús, de entrada, le pide a su Padre que los perdone porque su
actuar es producto directo de la ignorancia. Había un letrero sobre Jesús que
decía: Este es el Rey de los judíos. De los dos malhechores, uno le injuriaba;
pero el otro reprendió a este, reconociendo su vida de pecado y la justicia que
estaban recibiendo e imploró a Jesús: «Acuérdate de mí cuando vengas en tu
reino». Jesús le respondió: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el
paraíso».
Está señalado en la Palabra de Dios que,
hasta las piedras hablarán. En el caso anterior, vemos como el Espíritu Santo mueve
al corazón de uno de los malhechores y, confiesa y reconoce que Jesucristo es
Rey. Y, por otro lado, la respuesta de Jesús nos asegura que Jesús ya es Rey,
sin que tengamos que esperar su segunda venida para que ostente ese oficio de
Rey Soberano. Su reino ya tiene vigencia y toma posesión en nuestras vidas
cuando nos sujetamos a Él, y permitimos que sea nuestro Rey Soberano, Glorioso
y Eterno, y todo esto, solamente por fe, sin obras que exponer, alegar o que
traten de justificar nuestros méritos.
Cuando ya estamos próximos a empezar nuestra temporada de Adviento, fijemos nuestras miradas en el niño del pesebre, que nació en la humildad; pero verdaderamente es Rey soberano de la humanidad.
Oremos:
Señor, Dios nuestro. Hoy venimos ante ti para
suplicarte que mores en nuestras vidas, y que reconozcamos que solo tú, eres
nuestro Rey soberano.
Amén. Dios
los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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