06 de noviembre de 2022
Vigesimosegundo
domingo después de Pentecostés.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas: Salmo 17:1-9;
Job 19:23-27a; 2 Tesalonicenses 2:1-5, 13-17 Lucas 20:27-38
Tema de hoy: ¡Resucítame
Señor y Hazme tu Hijo!
El
mensaje para el día de hoy, cuando arribamos al servicio vigesimosegundo
después de haber asistido al culto de celebración de Pentecostés, nos dirige a
tratar un tema que siempre ha creado polémicas, y se trata sobre hecho glorioso
de la resurrección en el día final, cuando regrese nuestro Señor Jesucristo.
Cuando
leemos el pasaje del libro de Job asignado para hoy, vemos que el profeta por
inspiración divina dice: «Yo sé que mi defensor vive, y que él será mi abogado
aquí en la tierra. Y aunque la piel se me caiga a pedazos, yo, en persona, veré
a Dios. Con mis propios ojos he de verlo».
Hermanos,
Dios nos habla por medio de Job anunciándonos que, efectivamente todos nosotros
veremos por nuestros propios ojos, la presencia de Dios cara a cara. Sí, hermanos,
en la resurrección de todos los muertos, tendremos ese privilegio, el
contemplar el rostro de nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo.
En
la epístola para el día de hoy, aprendemos de Dios por intermedio del Apóstol
Pablo que: «les rogamos que no cambien fácilmente de manera de pensar, ni
se dejen asustar por ningún mensaje espiritual, discurso o carta que
reciban como si fuera nuestra, diciendo que el día del regreso del Señor ya
llegó. No se dejen engañar de ninguna manera».
Hermanos,
siempre vamos a encontrarnos con personas, pertenecientes a sectas o no, que
con sus filosofías vanas y frías, tratan de inventar enseñanzas descabelladas,
y en esta oportunidad estamos advertidos por Dios acerca de lo que ha de venir
de parte de lideres que, inventan cosas tan torcidas como que, nuestro Señor ya
regresó en algún momento de la historia o que vendrá en cierto y determinado
día y, que ninguna otra venida tendrá lugar, la primera premisa (de que ya tuvo
lugar la resurrección) de por sí, ya es muy grave en razón de que quita toda
esperanza del corazón del creyente, quien ansía con gran amor el día en el cual
su Salvador volverá y lo despertará del sueño eterno, de allí que debemos estar
muy atentos con tanto bombardeo de mensajes que, en la actualidad encuentran autopistas
de circulación a través de la famosas redes sociales. Y la segunda premisa (de
ponerle fecha a la segunda venida del Señor) ha dado fundamento a los suicidios
masivos más aterradores de la humanidad. Mantengámonos apegados a lo que nos
dice nuestro Señor en su Palabra y estaremos seguros de que la doctrina aprendida
tiene la mejor y única fuente confiable.
El
evangelio asignado para hoy, nos trae como eje central, las creencias erradas
que se tenían hace dos milenios acerca del proceso de resurrección de los
muertos y posterior vida eterna, así como, la correcta doctrina enseñada de
primera mano por nuestro Dios, Jesucristo.
Nuestro
evangelista Lucas, al igual que Mateo y Marcos, registran este pasaje ocurrido
en Jerusalén, y el mismo va de la manera siguiente: Dentro del contexto de la
historia, podemos ver que Jesús viene de ser puesto a prueba por sus enemigos,
quienes habían enviado a unos espías que aparentando ser hombres de bien, le
habían hecho una pregunta sobre si era correcto o no pagar impuestos para el
emperador romano, y Jesús resolvió la situación, y salió ileso de la trampa tendida,
debido a que Dios siempre sale victorioso de la asechanzas del diablo.
Ahora
bien, seguidamente algunos individuos pertenecientes al partido judío
político-religioso de los saduceos, se presentan ante Jesús y le plantean una
pregunta: Desde el principio del pasaje, el evangelista nos advierte que los
saduceos no creían en la resurrección de los muertos; luego, dicen: maestro,
Moisés nos dio como mandamiento que, si un hombre se casaba y al tiempo moría
sin tener descendientes, el hermano del fallecido debería casarse con la viuda
y de esta forma darle hijos al difunto. Bien maestro, vamos a suponer lo
siguiente; había una vez siete hermanos, el primero se casa y luego muere sin
tener hijos, el segundo hermano va y se casa con la mujer; pero, este también muere
sin tener descendencia y así mismo hizo el tercer hermano, sin lograr tener
hijos y levantarle descendencia ninguno de ellos a su correspondiente hermano.
Al final de esta sucesión de esposos, la mujer también murió. Y la pregunta no
se dejó esperar: maestro, en la resurrección de los muertos, ¿de quién será
esposa esta mujer?
Hermanos,
Jesús pudo haber dicho para salir del paso, una explicación y analogía de la
vida civil llana y sencilla, y decirles, bueno, ella será esposa del último hombre
con quien estuvo casada; pero no, les habló Dios mismo y les respondió: en este
mundo la gente se casa, mas quienes lleguen al día de la resurrección porque
así lo merezcan, por su fe en Dios, no volverán a la practica de los
casamientos, porque no podrán morir jamás. Además, ellos serán como ángeles y
serán hijos de Dios por el hecho de haber resucitado. De lo anterior, siempre
se ha sacado como conclusión de que los ángeles no tienen órganos sexuales
alguno, lo que no podemos asegurar, sino, pensar que Jesús lo que está dando a
entender es que, en el cielo la celebración de bodas o reafirmación o sujeción
de vínculos obtenidos en vida, ya no tendrán vigencia ni usos.
Al
final, Jesús habla de lo experimentado por Moisés en el relato de la zarza que
ardía, Dios nos hace saber que los muertos resucitan, él no es un Dios de
muertos sino de vivos.
Oremos:
Amado Dios y Señor de los cielos, hoy te rogamos
que nos enseñes a tener una visión clara de cómo será nuestra vida contigo, una
vez nos hayas resucitado a la eternidad gloriosa a tu lado.
Amén. Dios
los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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