19 de febrero de 2023
Último Domingo Después de Epifanía.
Pastor: Miguel Ángel Moreno
Villarroel
Lecturas: Salmo 2; Éxodo 24:12-18; 2 Pedro 1:16-21; Mateo 17:1-9
Tema de hoy: La Transfiguración de
nuestro Señor.
La reflexión para el día de hoy, corresponde al último
servicio después del día de Epifanía; en esta oportunidad, podremos observar cómo
nuestro Señor Jesucristo se transfigura y sirve de testimonio a los discípulos
que le acompañaban.
Se suele decir dentro del mundo cristiano
conocedor, que la transfiguración probablemente tuvo lugar en Cesarea de
Filipo.
Jesús lleva consigo a Pedro, Santiago y Juan a la cima
del monte, estaban compartiendo tiempo juntos, orando, aprendiendo del Señor.
Repentinamente, allí frente a ellos, tanto la apariencia
como la vestidura de Jesús, cambiaron. La palabra de Dios nos dice que su ropa
brillaba y quedó más blanca que la tela mejor lavada.
Con la transfiguración, Jesús da a conocer su naturaleza
divina, ratificando de esta manera todo cuanto había contado a sus discípulos.
Esta manifestación en Jesús, nos hace recordar el resplandor
reflejado en el rostro del patriarca Moisés cuando descendió del monte Sinaí,
pero Moisés sólo reflejaba la gloria de Dios; Jesús, la suya propia.
También nos hace recordar la gloria de Dios, que se
expandió alrededor de los pastores en Belén, la noche en que nació Nuestro
Señor Jesucristo, y de los ángeles brillantes y relucientes en la tumba de
Jesús en la mañana de la Pascua de Resurrección.
Podemos pensar y decir con toda certeza, que con este
acontecimiento se produce el punto máximo de la Epifanía de Dios, ya que su
manifestación, contiene las características de los otros eventos considerados
por los expertos en Biblia, como “Manifestaciones de Dios a los hombres”
Sencillamente la gloria de Dios que le corresponde y
pertenece, se hizo presente en Jesús. Él estaba revelando, tanto el testimonio
vivo de que era Dios y, todas sus aseveraciones que como Dios había enseñado
privadamente a sus discípulos.
El porqué de las apariciones especiales y específicas de
Moisés y Elías, se puede deber a que, de Moisés se dice que no se conoce dónde
fue sepultado Deuteronomio 34:6 y de Elías nos habla
la palabra de Dios que subió al cielo sin conocer la muerte 2 Reyes 2:11
Finalmente, vemos la aparición de una nube y, desde allí una voz que dijo, "éste es mi hijo amado, escúchenlo", muy parecido al anuncio y consejo que nos da dios Padre durante el bautismo de Jesús.
Oremos:
Amantísimo Padre eterno, muéstranos todo tu amor para apreciar el
resplandor de tu paz en nuestras vidas, y que podamos por fe sincera exclamar
todos los días ¡Jesús, Lava Mis Ropas!
Amén.
Dios me los bendiga y recuerden. Solo Dios Salva.
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