02 de abril de 2023
Domingo de Ramos
Pastor: Miguel Ángel Moreno
Villarroel
Lecturas: Salmo 31:9-16; Isaías 50:4-9a; Filipenses 2:5-11; Mateo
21:1-11
Tema de hoy: Un Rey Montado en un
Burrito
Nuestra reflexión para el día de hoy, Domingo de Ramos,
tiene como basamento central el pasaje del evangelio que hemos leído y,
sobre
el mismo podemos reflexionar lo siguiente:
Leemos
que Jesús siguió su viaje y se encontraba cerca de Jerusalén; los historiadores
indican que es muy difícil saber el lugar exacto en el cual estaba ubicado
Betfagé; luego se acerca al monte de los Olivos, a unos cinco kilómetros de
Jerusalén, el evangelista Lucas hace mención a la aldea de Betania; recordemos
que en esta aldea de Betania, Jesús pasó algún tiempo viviendo en casa de sus
amigos: María, Marta y Lázaro, y esto lo sabemos de parte del evangelio según
San Juan, recordemos, que hacía poco tiempo que Jesús había resucitado a Lázaro.
¡Qué
bueno compartir momentos con nuestros hermanos en la fe!, orando, leyendo la
biblia, reflexionando en las maravillas que nos ha dado el Señor.
Hermanos:
¿tomamos tiempo de calidad para invertirlo en la presencia de nuestro Dios, al
igual que Lázaro y sus hermanas?
De
una actitud prudente de parte de Jesús, a una exhibición pública, es todo un
reto lo que se propone Nuestro Señor y que finalmente lleva a cabo. Jesús da
instrucciones precisas a dos de sus discípulos, tan precisas que debemos creer
que el Señor había preparado y acordado con la persona dueña de la bestia su
utilización.
La
característica de que el animal de carga no hubiese sido todavía montado, según
nos lo revela Lucas 19: 30, lleva implícito el significado de que, de esa misma
manera y hasta ese momento, nadie en el mundo había cargado con los pecados de
la humanidad como efectivamente pronto lo haría Jesús.
Lucas
28: 33 y 34 nos relata que, cuando los dos discípulos desataban el burro, los
dueños les dijeron ¿por qué lo desatan? Y ellos respondieron —Porque el Señor
lo necesita.
Si
Dios necesita de algo o alguien, ¿quién puede negarse o resistirse? Al igual
que Dios Padre necesitaba que alguien, su unigénito Hijo, cargara con los
pecados de todo el mundo, el burro es una simbólica muestra de humildad al
cargar con Jesús.
Dándole el trato justo de Rey, los discípulos colocaron sus propias ropas sobre el lomo
del animal. Una vez Nuestro Señor estuvo sobre la bestia, empezó a avanzar y la
gente colocaba sus propias ropas sobre el camino para que Jesús pasara sobre
ellas.
Hermanos,
¿colocamos nuestras ropas delante de Jesús para que él avance hacia nuestras
vidas? O ¿por el contrario le ponemos obstáculos o resistimos a cualquier forma
de aproximación?
Ahora
bien, es aquí donde podemos comprender y aparejar esta actividad de Jesús con
la profetizada por Zacarías 9: 9 «¡Alégrate mucho, ciudad de Sión! ¡Canta de
alegría, ciudad de Jerusalén! Tu rey viene a ti, justo y victorioso, pero
humilde, montado en un burro, en un burrito, cría de una burra» y deducir por
fe y creer que Jesús cumplía con plena conciencia esta profecía.
Interesante
notar como Jesús en su oficio de Rey, manifiesta al mismo tiempo y plenamente
su estado de «humillación» ante todo el pueblo. Este es un vivo ejemplo para la
humanidad, de cómo debería conducirse cualquier persona envestida de un cargo,
profesión o jerarquía. Mientras mayor el nombramiento o distinción, mayor aún
debería ser la sencillez y humildad a demostrar para con nuestros semejantes.
La
multitud daba gritos de alegría y alababan a Dios por todos los milagros que
habían visto.
Hermanos,
¿damos gracias en todo tiempo a Dios porque amanecemos vivos todas las mañanas;
porque hemos comido; porque tenemos salud tanto nosotros como nuestros
familiares? O ¿damos por sobrentendido y merecidos todas estas bondades de
parte de Nuestro Señor?
Hermanos,
¿bendecimos al que viene en el nombre del Señor? O ¿hacemos caso de personas
fariseas que nos piden que nos callemos, y no adoremos ni alabemos a Nuestro
Señor?
Según
el relato de este pasaje acerca de la vida de Jesús, escrito por Lucas 19: 39 y 40, observamos
la infalible y perfecta respuesta divina a los saboteadores de su sagrado
ministerio; ante el requerimiento por parte de los fariseos de que Jesús
hiciera callar a la multitud —Les digo que, si éstos se callan, las piedras
gritarán.
Hermanos,
debemos entender que no existe en todo el universo, tal como lo conocemos,
entidad alguna que pueda sabotear, impedir o trastocar la adoración y alabanza
a Nuestro Santo de Israel.
Oremos:
Dios Padre eterno, te pedimos que nuestro Señor
Jesucristo pueda hacer su entrada triunfal en nuestros corazones y podamos
vivir su paz y amor eternos.
Amén. Dios me los bendiga y recuerden. Solo Dios Salva.
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