Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Segundo domingo de Pascua - Jesús atravesó la puerta, así como también nuestros corazones.

07 de abril de 2024

Segundo domingo de Pascua 

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 133; Hechos 4:32-35; 1 Juan 1:1—2:2; Juan 20:19-31

Tema de hoy: Jesús atravesó la puerta, así como también nuestros corazones.

Nuestra predicación está basada en la lectura del evangelio para el día de hoy, segundo domingo de Pascua, y la misma se encuentra en el evangelio según Juan 20: 19-31.

Así nos llega la noche del día domingo. Los discípulos decidieron encerrarse llenos de terror por la persecución de los lideres judíos, así como también de las autoridades romanas y, esto es así porque hay un cuerpo desaparecido que no está en su tumba, y debe ser ubicado, debe aparecer, ya que a los líderes hebreos no les convenía que se dijera que Jesús había resucitado, y a las autoridades romanas les guiaba su responsabilidad formal ante el Emperador; proceso éste, que  era muy severo a la hora de juzgar estos casos.

La Palabra de Dios dice que Jesús entró y se puso en medio de los once discípulos. Recordemos que para este momento Judas, el traidor, se había quitado la vida.

¿Cómo pudo ser esto posible si la puerta estaba cerrada? Bien, la explicación es muy sencilla y por todos conocida, Jesucristo es Dios y Dios es Omnipresente, esto significa que puede estar en todas partes y ante todos al mismo tiempo.

Muchas personas acostumbran juzgar desafortunadamente a los discípulos por haberse escondido; mas sus motivos fueron serios, reales y de consecuencia fatales.

Es muy fácil juzgarlos, pero, cuántas veces nos ocultamos, detrás de la máscara de la insensatez y por omisión negamos conocer a Jesús; alguien que necesita del consuelo del evangelio y nosotros negligentemente guardamos silencio.

¿Será que somos peores que los discípulos?

Continúa el Maestro y les da su paz, y les dice, que no pueden quedarse para siempre enclaustrados en sus casas, que deben ir al mundo a proclamar su victoria sobre la muerte y el pecado que la produce.

Les proporcionó la efectiva llenura del Espíritu Santo e, instituyó el Oficio de las Llaves, que es: el peculiar poder que nuestro Señor Jesucristo ha dado a su Iglesia de perdonar los pecados a los penitentes, y de retener los pecados a los impenitentes mientras no se arrepientan.

Tomás no estaba cuando les visitó Jesús, y él dijo que, si no veía a Jesús, y comprobaba por él mismo las marcas que la crucifixión dejaran sobre su cuerpo, no creería.

Una semana más tarde, volvió a aparecerse Jesús, les dio su paz y, dirigiéndose a Tomás le invitó a tocar su cuerpo donde se suponía estaban sus heridas; mas no fue necesario la comprobación; creemos que este discípulo colmado de emoción y llanto, solamente exclamó: ¡mi Señor y mi Dios!

En este punto siempre se menciona a Tomás como el discípulo incrédulo, pero, es que, ¿alguno de ellos estaba claro en esperar la resurrección gloriosa de su Maestro? Basta mencionar al discípulo más amado; cuando entró en la tumba vacía, fue que entendió lo que Jesús en tantas ocasiones les confesara.

¿Y nosotros? ¿Creemos firmemente en que Jesús ha resucitado, está a la derecha de Dios Padre y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos? ¿O somos como cualquiera de los discípulos que dudaron?

Oremos

Hermanos, oremos a Dios Padre pidiendo que, cada vez que nos encerremos en la habitación de nuestra timidez y del qué dirán los demás, envíe a Jesús para que, así como atravesó la puerta para llegar hasta sus discípulos, atraviese nuestros corazones y luego podamos exclamar ¡Mi Señor y mi Dios!

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!




 

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