20 de agosto de 2023
Decimosegundo Domingo Después de Pentecostés.
Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel
Lecturas: Salmo 67; Isaías 56:1, 6-8; Romanos 11:1-2a, 29-32; Mateo 15: 21-28
Tema de hoy: En Jesucristo No Hay Discriminación
Hoy vamos a reflexionar sobre el Evangelio leído hoy; mas para ello vamos a revisar las lecturas que nos antecedieron: el salmista pide por la compasión de Dios, teniendo como propósito que todos los pueblos de la Tierra lleguen a conocer la salvación que es en y por Jesucristo.
En el Antiguo Testamento, el profeta Isaías transmite las palabras de Jehová y sus promesas para los extranjeros que les amen y sirvan, a quienes él mismo traerá y los hará que estén con él en su templo y en su monte santo.
En el libro de Romanos observamos que Dios también volcó sus ojos a los pueblos diferentes a Israel y, les dispensa su abundante misericordia; los adopta como hijos amados y les da la salvación. Sabemos que somos descendientes de Israel por la promesa hecha a nuestro padre Abraham y esto es por fe, nunca por obras, ni por la vinculación geográfica que suelen asignar los hombres. Dios tiene compasión de todos nosotros sin jamás hacer exclusión de personas.
En el evangelio leído hoy, nos encontramos que Jesús fue hacia la región de Tiro y Sidón y, una mujer cananea de aquella región se le acercó gritando. Según lo relatado, la necesidad de la mujer era que tenía una hija que se encontraba poseída por un espíritu impuro o demonio. Ella le pide que tenga compasión ya que, el sufrimiento de la hija es desesperante. Al mismo tiempo los discípulos le dicen a su maestro que no haga caso de la mujer y que mejor la despida, porque viene con gritos que causan mucha vergüenza. Jesús le dice a la mujer que solamente había sido enviado a las ovejas perdidas de Israel, ante lo cual ella responde e insiste que la ayude. El Señor Jesús le responde que no está bien quitarle la comida a los hijos y dársela a los perros; mas ella responde que hasta los perros comen de las migajas que caen de las mesas de sus amos. Jesús maravillado le dice: mujer qué grande es tu fe, hágase como sea tu deseo, y en ese mismo momento la hija de la mujer cananea quedó curada.
Hermanos, muchos cristianos confunden este pasaje pensando que Jesús, quien es verdadero Dios, estaba haciendo distinción y exclusión de personas. Nuestro Señor, lejos de esa intención, lo que estaba haciendo era probar la fe de la mujer cananea y que confesara su confianza en que Dios puede hacer maravillas en las vidas de quienes se acercan con temor (respeto) y le sirven gustosa y misericordiosamente. No existe diferencia ni distinción para nuestro Dios entre perros y ovejas, (ninguna nacionalidad o gentilicio es mejor que otro ante él) ninguno es más merecedor que otro de la salvación eterna que es en y por Cristo Jesús.
Oremos:
Amantísimo Padre celestial, te pedimos que mantengas nuestros corazones plenos de humildad, para reconocer a nuestro prójimo como merecedor de la gracia de la salvación ganada por Jesuscristo, sin importar su nacionalidad, estatus socioeconómico u otra particularidad aparente.
Amén. Dios los bendiga y recuerden: ¡Solo Dios Salva!