Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel
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¡Jesús no es un hijo de vecina más!

 

Photo by RODNAE Productions from Pexels

 

04 de julio 2021

Sexto Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 123; Ezequiel 2: 1-5; 2 Corintios 12: 2-10; San Marcos 6: 1-13

Tema de hoy: ¡Jesús nos es un hijo de vecina más!

Himnos: 188, 195, 256, 268, 278

Nuestra reflexión para el día de hoy Sexto Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 6: 1-13

Jesús se fue de allí a su propia tierra, y sus discípulos fueron con él. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga. Y muchos oyeron a Jesús, y se preguntaron admirados:

—¿Dónde aprendió éste tantas cosas? ¿De dónde ha sacado esa sabiduría y los milagros que hace? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?

Y no tenían fe en él. Pero Jesús les dijo:

—En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa.

No pudo hacer allí ningún milagro, aparte de poner las manos sobre unos pocos enfermos y sanarlos. Y estaba asombrado porque aquella gente no creía en él.

Jesús recorría las aldeas cercanas, enseñando. Llamó a los doce discípulos, y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus impuros. Les ordenó que no llevaran nada para el camino, sino solamente un bastón. No debían llevar pan ni provisiones ni dinero. Podían ponerse sandalias, pero no llevar ropa de repuesto. Les dijo:

—Cuando entren ustedes en una casa, quédense allí hasta que se vayan del lugar. Y si en algún lugar no los reciben ni los quieren oír, salgan de allí y sacúdanse el polvo de los pies, para que les sirva a ellos de advertencia.

Entonces salieron los discípulos a decirle a la gente que se volviera a Dios. También expulsaron muchos demonios, y curaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.

Estos pasajes bíblicos también fueron registrados por inspiración del Espíritu Santo, en los evangelios de San mateo y San Lucas.

Venimos de un ciclo en el estudio de la fe y su forma de manifestarse. Un Maestro que parece dormir mientras se desata una mortal tormenta, sus discípulos incrédulos se llenan de temor, Jesús luego despierta y, regañando a los elementos de la naturaleza éstos obedecen y se calman.

Luego un jerarca religioso en su desespero por la grave enfermedad e inminente muerte de su hija, recurre al Señor Jesús e implorando le pide que la sane, indicándole a Jesús como tiene que hacerlo y lo hace.

Al propio tiempo una mujer enferma por largo tiempo, cree en su corazón, alma y mente que con tan sólo tocar la capa del Mesías quedará sana y al hacerlo lo logra.

Luego de haber sanado a la hija de Jairo, Jesús partió inmediatamente a Nazaret, acompañado por sus discípulos.

Llegado el sábado, día de reunión en el templo según la tradición judía, comenzó a predicar, enseñando en la sinagoga.

Esta sinagoga era el mismo sitio en donde Jesús había participado y compartido con sus amigos y familiares desde su niñez y hasta su adultez.

Quienes le conocían estaban asombrados, ante tanta sabiduría y autoridad de palabra con la cual se expresaba.

Ellos habían compartido con él; habían jugado, ido a las mismas fiestas, en fin, los mismos eventos, actividades y compromisos sociales.

Entonces, cómo es esto posible, no puede ser, de dónde sacó estas nuevas enseñanzas, dónde aprendió a hablar de esta manera. Él sólo es el hijo del carpintero y conocemos a sus padres y hermanos.

Esta gente no tenía fe en él, ya que veían a alguien igual a ellos, alguien a quien no debían darle tanta importancia o crédito.

Jesús en su omnisciencia, conociendo sus corazones, les menciona un refrán que dice “En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa”

Así las cosas, por ejemplo, alguien que conocemos, se forma en alguna área del conocimiento que, llegada la oportunidad usa en forma excelente ante nuestra presencia, mas como nosotros no conocíamos de sus estudios, nos negamos en creer que esa persona sea capaz de ejecutar sus destrezas o que sean fiables, confiables o de buena calidad.

Así trabaja la naturaleza humana por falta de humildad en reconocer los talentos ajenos, cayendo luego indefectiblemente en la mala hierba de la envidia y ataques infundados a esa persona.

Jesús fue objeto de este mal proceder de la conducta humana; pero identificándolo en sus detractores, les enseñó rápidamente con un proverbio, en la esperanza que entendieran, reflexionaran y se volvieran a la fe.

Es que tal vez, nosotros hoy en día negamos a Jesús, como Dios y Salvador de nuestras almas en la eternidad, debido a este sentimiento o forma de pensar.

Será que estamos viendo en Jesús a un simple mortal, a un hijo de vecina cualquiera.

He llegado a escuchar personas decir, yo creo en Dios, pero eso de Jesucristo es como comiquitas (dibujos animados, cartones) para mí.

Entonces, para esa persona desde su arrogancia, Jesús es un cuento inventado de la nada, sin fundamento para entretener a los niños en sus horas de ocio.

Amigo que lees, ¿has vivido con esta creencia, o una parecida acerca de Jesucristo?

Permíteme que te diga que, si esto es así, tu alma corre peligro de pasar la eternidad en el infierno, donde el fuego no se consume y los gusanos nunca mueren, el lugar de tormento jamás imaginado por la mente humana.

Dice la Palabra Santa de Dios, que el único camino al Padre es el Hijo, Jesús, a quien tu niegas como Dios y Salvador.

Piensa, reflexiona, hoy tienes tiempo de volverte a él, confiesa con tu boca que Jesucristo es Dios y cree en tu corazón para salvación eterna. Aún estás a tiempo…

Continuando con el texto bíblico, observamos como la incredulidad “incapacita” (Disculpas por el entrecomillado, el resaltado y el subrayado de la palabra) a Dios para realizar los milagros que en caso contrario veríamos manifestados abundantemente en nuestras vidas.

Hermano, si usted no tiene fe, Dios no podrá hacer nada en su vida, claro está, que dios como Soberano tiene misericordia de quien él quiere y, esta misericordia suele superar su propia justicia.

Nuestro Maestro, Señor y Dios no era un tele evangelista, no tengo nada en contra de ellos; pero observamos que Jesús caminaba, andaba en las calles, trabajando, enseñando, llevando las buenas nuevas de vida eterna, curando a los enfermos.

Cumpliendo la promesa que los haría pescadores de hombres, los discípulos fueron comisionados a ir en parejas para proporcionarse compañía, aliento, y apoyo en la oración, no debían llevar comida, ni ropa de repuesto.

Debían hospedarse en las casas a las que llegaran y permanecer allí hasta partir. Ellos no iban a hacer turismo, estarían trabajando en el reino de Dios.

El uso del aceite era de uso tradicional en esa cultura y tiempo, con el carácter de ungüento, mas no debemos hacer de esta mención, una práctica obligada al visitar a algún enfermo que requiera de oración.

No debemos llevar en el bolsillo una botellita de aceite cuando visitemos a algún enfermo, no convirtamos una practica de la cultura hebrea, en un ídolo más para adorar y que nos aleje de nuestro único camino, Jesucristo.

Oremos: Dios Padre eterno, te rogamos de todo corazón, podamos con corazón humilde reconocer cada día y en cada situación que Jesucristo, habiendo nacido de Padres humanos, también es Dios, y el único que nos salva por fe.

 

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

¿Un Dios como la “Lampara de Aladino”?

 

Imagen de Vicki Nunn en Pixabay


27 de junio 2021

Quinto Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 30; Lamentaciones 3: 22-33; 2 Corintios 8: 7-15 Marcos 5: 21-43

Tema de hoy: ¿Un Dios como la “Lampara de Aladino”?

Himnos: 149, 150, 158, 184, 186

Nuestra reflexión para el día de hoy Quinto Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 5: 21-43

Cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se le reunió mucha gente, y él se quedó en la orilla. En esto llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, que al ver a Jesús se echó a sus pies y le rogó mucho, diciéndole:

—Mi hija se está muriendo; ven a poner tus manos sobre ella, para que sane y viva.

Jesús fue con él, y mucha gente lo acompañaba apretujándose a su alrededor. Entre la multitud había una mujer que desde hacía doce años estaba enferma, con derrames de sangre. Había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, sin que le hubiera servido de nada. Al contrario, iba de mal en peor. Cuando oyó hablar de Jesús, esta mujer se le acercó por detrás, entre la gente, y le tocó la capa. Porque pensaba: «Tan sólo con que llegue a tocar su capa, quedaré sana.» Al momento, el derrame de sangre se detuvo, y sintió en el cuerpo que ya estaba curada de su enfermedad. Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de él, se volvió a mirar a la gente, y preguntó:

—¿Quién me ha tocado la ropa?

Sus discípulos le dijeron:

—Ves que la gente te oprime por todos lados, y preguntas “¿Quién me ha tocado?”

 Pero Jesús seguía mirando a su alrededor, para ver quién lo había tocado. Entonces la mujer, temblando de miedo y sabiendo lo que le había pasado, fue y se arrodilló delante de él, y le contó toda la verdad. Jesús le dijo:

—Hija, por tu fe has sido sanada. Vete tranquila y curada ya de tu enfermedad.

Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos de casa del jefe de la sinagoga a decirle al padre de la niña:

—Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar más al Maestro?

Pero Jesús, sin hacer caso de ellos, le dijo al jefe de la sinagoga:

—No tengas miedo; cree solamente.

Y no dejó que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga y ver el alboroto y la gente que lloraba y gritaba, entró y les dijo:

—¿Por qué hacen tanto ruido y lloran de esa manera? La niña no está muerta, sino dormida.

La gente se rió de Jesús, pero él los hizo salir a todos, y tomando al padre, a la madre y a los que lo acompañaban, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo:

—Talitá, cum (que significa: «Muchacha, a ti te digo, levántate»).

Al momento, la muchacha, que tenía doce años, se levantó y echó a andar. Y la gente se quedó muy admirada. Pero Jesús ordenó severamente que no se lo contaran a nadie, y luego mandó que dieran de comer a la niña.

La hija de Jairo y la mujer que tocó el manto de Jesús, son pasajes bíblicos que también fueron registrados por inspiración del Espíritu Santo, en los evangelios de San mateo y San Lucas.

Luego de haber calmado la tormenta, Jesús llegó al otro lado del lago y expulsó los demonios que tenían poseído a un hombre. Este episodio es saltado de la secuencia del leccionario cristiano en nuestro calendario, para enfocarnos más en las maravillas que obra la fe en nuestras vidas.

Así las cosas, Jesús regresa al otro lado del lago y, entre la multitud lo espera un líder de la sinagoga de nombre Jairo; su hija estaba muy enferma y dada su desesperación se arrodilló ante él y le suplicó que la curara.

Jairo le decía a Jesús, ven y solamente ponle tus manos sobre ella para que sane y viva.

Podemos observar que este personaje, tiene información de como Dios tiene que hacer las cosas para que funcionen

Podemos pensar, Jairo conocía de cómo Jesús había sanado hasta entonces a los enfermos, sabía de su proceder.

Para Jairo Jesús es Dios, el Mesías prometido, de eso no hay dudas; el Espíritu Santo le muestra a quien acudir y qué debe hacer esa persona para lograr la ayuda anhelada.

Muy bien, Jesús acepta su petición y decide ir a casa de Jairo para hacer según la fe de éste le había indicado hacer.

De camino al hogar del líder de la sinagoga le rodeaba mucha gente que casi no le permitía caminar.

Los amigos de Jairo le dicen que la niña habia muerto, que no moleste más al Maestro, pero Jesús les dice que la niña no estaba muerta, y efectivamente, la niña ante la presencia de Jesús abrió los ojos, nunca estuvo muerta, sino unicamente dentro de los corazones incredulos de sus allegados. Un detalle muy importante es que Jesús le dijo a Jairo, "No tengas miedo". No debemos, ni podemos orar a Dios y tener miedo al mismo tiempo, porque temor y fe son contrarios; la fe echa afuera todo temor, mientras que el temor disipa y anula cualquier manifestación de fe. 

Dentro de la muchedumbre había una mujer que tenía una enfermedad que le producía de derrame de sangre, había pasado doce años y los médicos habían consumido sus ahorros sin darle solución a su problema de salud.

Cuando oyó hablar del Mesías, pensaba que tan solo con tocar el borde de su manto sería curada; así mismo hizo, y el derrame cesó al instante, notando que ya estaba sana.

Por otro lado, Jesús manifestó que salió poder de su cuerpo y preguntó quién lo había tocado, él mirando alrededor vio a la mujer quien se arrodilló plena de miedo, y Jesús le declaró que había sido curada por su fe.

¿Acaso Jesús no sabía quién le había tocado (jalado) el manto? ¡Pues claro que lo sabía, porque estamos ante Dios quien es omnisciente, conoce todo y a todos!

Pero la pregunte a este punto es ¿Cómo sabía la mujer enferma que con tan solo tocar la capa se curaría?

Podemos pensar que ya otra persona amiga de la mujer, había hecho así, tocado alguna prenda de vestir de Jesús y eso la había curado.

Podemos deducir, que anteriormente Jesús se había enojado ante personas que recurrían a esa práctica de tocarlo para obtener algún beneficio, no solo físico sino social y financiero, es decir, lo trataban de convertir en un amuleto de la buena suerte.

Para la mujer enferma, al igual que vemos con Jairo, Jesús es Dios, el Mesías prometido, de eso no hay dudas; el Espíritu Santo le señala a donde ir por salud, ya que toda ciencia humana había fallado y, qué debe hacer esa persona para lograr la ayuda deseada.

He aquí el centro de la curiosidad que surge de ambos pasajes cuyas escenas se entrecruzan. El ser humano desde que existe, ha tratado de ubicar un ente que le proporcione toda clase de bienes y beneficios sin mayor esfuerzo. Ante ese pensamiento, ha surgido entre muchas comparaciones, la famosa “Lampara de Aladino” de la obra “Las Mil y Una Noches”, en donde Aladino frota una lampara de aceite y aparece un hosco genio que acuerda con él en concederle tres deseos.

Muchos “cristianos” confunden la fe, la voluntad de Dios, y su propio deseo egoísta con disponer de una lampara de Aladino, un cajero o dispensador de efectivo bancario, o una tarjeta de crédito de consumo ilimitado y sin responsabilidad en el pago de la misma.

En ambos casos descritos en el evangelio para hoy, debemos creer que, los personajes tenían una comunión por fe con Dios (Espíritu santo) quien le mostró la manera exacta de acercarse y pedirle a Dios (Jesús, el Hijo) con fe, quien intercedería con esa petición ante Dios (el Padre) y ¡voilá el milagro sucedió! Sencillo, ¿verdad?

Ah, yo quiero lo mismo para mi vida. ¿Cómo le hago entonces?

A ver, primero debo tener comunión con el Espíritu Santo, bueno, pero eso de leer las Sagradas Escrituras no va conmigo, eso es mucho esfuerzo para mí.

A ver, ¿y si oro? No, eso es para los religiosos y se ve como aburrido, es demasiado esfuerzo para mí.

Si ese es su pensar, luego usted no tiene relación alguna con Dios, porque de entrada, quien le colocará el deseo por las cosas divinas es el mismo Dios. ¿Y cómo hago que surja ese deseo en mí? Bueno, solamente por los medios de gracia podrá recibir el Espíritu Santo. Los cuales son a saber: La lectura o escucha de la Palabra de Dios (Biblia), la aplicación del Bautismo y la participación de la Santa Cena, Santa Comunión o Partimiento del Pan.

No existen atajos, ni magia, ni adoración de reliquias, ni intersección de lo creado, para producir milagros de parte de Dios, ni para influir en el destino eterno de tu alma. Solamente Dios es quien obra la fe, hace milagros y produce la salvación en el Hombre.

Oremos: Dios Padre eterno, te rogamos de todo corazón, que todo ser humano pueda entender que no es por su propio esfuerzo que llega a creer en ti, y que solamente está en tus manos su fe, los milagros y su salvación eterna, y al mismo tiempo dejemos de creer que tu eres un Dios como el Genio de la “Lampara de Aladino”.

 

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

¿Un Dios Negligente?

 

Foto de Julia Volk en Pexels

20 de junio 2021

Cuarto Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 107: 1-3, 23-32; Job 38: 1-11; 2 Corintios 6: 1-13; San Marcos 4: 35-41

Tema de hoy: ¿Un Dios Negligente?

Himnos: 141; 144; 145; 146; 148

Nuestra reflexión para el día de hoy Cuarto Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 4: 35-41

 

Al anochecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos:

—Vamos al otro lado del lago.

Entonces dejaron a la gente y llevaron a Jesús en la barca en que ya estaba; y también otras barcas lo acompañaban. En esto se desató una tormenta, con un viento tan fuerte que las olas caían sobre la barca, de modo que se llenaba de agua. Pero Jesús se había dormido en la parte de atrás, apoyado sobre una almohada. Lo despertaron y le dijeron:

—¡Maestro! ¿No te importa que nos estemos hundiendo?

Jesús se levantó y dio una orden al viento, y dijo al mar:

—¡Silencio! ¡Quédate quieto!

El viento se calmó, y todo quedó completamente tranquilo. Después dijo Jesús a los discípulos:

—¿Por qué están asustados? ¿Todavía no tienen fe?

Ellos se llenaron de miedo, y se preguntaban unos a otros:

—¿Quién será éste, que hasta el viento y el mar lo obedecen?

Este pasaje también es mostrado por San Mateo y San Lucas con imperceptibles diferencias, lo que le otorga coincidencia y solidez en los hechos registrados por ambos evangelistas.

A través de los siglos el hombre ha sentido un terror ante el hecho natural de la muerte, así como, situaciones subsiguientes que pudieran surgir ante la misma; de tal forma que por mucho tiempo y en diferentes culturas, unas de las peores pesadillas era el ser sepultado, y luego despertar dentro de la urna.

El temor a la muerte se resalta en estos versículos de Marcos. El sentimiento más agotador en la mente, corazón y ánimo del ser humano, sin lugar a dudas es el de perder la vida.

Por otro lado, se muestra los grados en los cuales los discípulos guardaban la fe en Dios, así como, una negligencia de parte de Jesús quien tarda en socorrerlos.

El lago de Galilea, aunque circundado por montañas, es objeto de constantes tormentas.

Mientras sucede el fenómeno natural, los discípulos se desesperan, no hallan que hacer, ven hacia todos lados y no encuentran recurso ni herramientas adecuadas para proteger su preciada vida.

Observan en forma asombrada como su Maestro, despreocupadamente duerme con la cabeza recostada sobre una almohada. Jesús mediante el fisiológico uso del sueño, manifiesta humilde pero grandemente su naturaleza humana, él necesita dormir, para reponer las energías empleadas en un día largo y trabajoso.

No querían molestarlo, ellos entendían de la labor que su Señor había realizado en la jornada.

Hasta que llamaron a Jesús y él respondió, como promete Dios según leemos en Jeremías 33: 3 “Clama a mí y yo te responderé…”

Jesús sabía todo lo que estaba sucediendo, él no necesita el pronostico del clima, ni una brújula o GPS, porque él es el único Dios omnisciente; él conoce todo y a todos, lo que pasó, lo que está aconteciendo y lo que sucederá.

A este punto despiertan a Jesús e inmediatamente regañó al viento, y dirigiéndose al mar le dijo que se quedara quieto, luego de lo cual hubo total calma.

Jesús es verdadero Dios, así que, ejerce dominio sobre su creación y, la naturaleza no se puede resistir a obedecerle. Aquí se aprecia claramente la omnipotencia de Dios, ante todo y en todos.

Lo que parecía una actitud negligente de parte de Jesús, en verdad podemos pensar que él estaba probando la fe de sus discípulos, y que la misma creciera en ellos con poder.

Los discípulos primero estaban asustado porque pensaban perderían sus vidas; mas luego se llenan de temor ante la presencia de la gloria de Dios, la manifestación de su dominio y majestad sobre todas las cosas, visibles e invisibles, animadas o inanimadas, él es Dios.

Oremos: Dios Padre eterno, te rogamos de todo corazón, nos guíes con tu amor para tener valor ante las dificultades de nuestras vidas y clamar por tu respuesta, de tal manera que logremos descartar de nuestros pensamientos que, cuando tardas en contestar nuestras oraciones, no es porque seas un dios negligente, sino que deseas probar nuestra fe.

 

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

 

Un Reino Aparejado a la Humildad

 

Foto de nappy en Pexels

13 de junio 2021

Tercer Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 92: 1-4, 12-15; Ezequiel 17: 22-24; 2 Corintios 5: 6-10, 14-17; San Marcos 4: 26-34

Tema de hoy: Un Reino Aparejado a la Humildad 

Himnos: 102; 115; 116; 118; 139

Nuestra reflexión para el día de hoy Tercer Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 4: 26-34

“Jesús dijo también: «Con el reino de Dios sucede como con el hombre que siembra semilla en la tierra: que lo mismo da que esté dormido o despierto, que sea de noche o de día, la semilla nace y crece, sin que él sepa cómo. Y es que la tierra produce por sí misma: primero el tallo, luego la espiga y más tarde los granos que llenan la espiga. Y cuando ya el grano está maduro, lo recoge, porque ha llegado el tiempo de la cosecha.»

También dijo Jesús: «¿A qué se parece el reino de Dios, o con qué podremos compararlo? Es como una semilla de mostaza que se siembra en la tierra. Es la más pequeña de todas las semillas del mundo, pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las otras plantas del huerto, con ramas tan grandes que hasta las aves pueden posarse bajo su sombra.»

De esta manera les enseñaba Jesús el mensaje, por medio de muchas parábolas como éstas, según podían entender. Pero no les decía nada sin parábolas, aunque a sus discípulos se lo explicaba todo aparte.”

Así vemos en el evangelio para el día de hoy, dos parábolas que tratan sobre la agricultura, la unión del hombre con la naturaleza para su deleite, desarrollarse en su trabajo diario y obtener el sustento en su vida, tanto para él como para su familia y, en fin, toda la sociedad.

La primera parábola solamente es plasmada en el evangelio de Marcos. Jesús nos enseña como es el proceso natural en el reino de Dios.

Su desarrollo es semejante al hombre que siembra una semilla, quien, estando dormido o despierto, sea de noche o de día, la semilla, crece y llega a dar el fruto que corresponda, sin que él esté afanado ni pendiente de ella las veinticuatro horas del día.

Me hace recordar el himno cristiano que dice, “Yo sembré, Apolos regó, pero el crecimiento lo da Dios…”

Así es el reino de los cielos, por más que pensemos que nuestro aporte es minúsculo, nunca sabremos con certeza adónde va a terminar, así como, la magnitud que tomará la siembra realizada.

Existen muchas personas que se equivocan con la Iglesia de nuestro señor Jesucristo, pensando que ésta es un club social, se desbocan en acciones alejadas del verdadero sentir cristiano y, luego de tanto esfuerzo, piensan que fue la voluntad de Dios que sus actos no trajeran progreso a la comunidad de Dios.

Pero lo que realmente sucede es que, las intenciones del corazón estuvieron alejadas del deseo y mandato de Dios, según lo contemplado en las sagradas escrituras.

Hay casos en los cuales, estos hermanos después de tanto esfuerzo, al sentir que no son tomados en cuenta por su dedicación, deciden irse de la iglesia y al mismo tiempo sonsacar a un grupo de creyentes a irse con él.

Estas son personas que trabajan por el reconocimiento humano, mas no, como si sirvieran a Cristo.

Esta enseñanza de la primera parábola, no sólo es aplicable al reino de Dios, sino también al desarrollo de nuestras propias vidas, cosecharemos lo que sembramos y cómo lo sembramos.

En nuestro diario vivir, la clave se encuentra en lo que sembramos y su forma.

Si sembramos cosas provechosas y pensando en el bien tanto propio, como en el de los demás, así como, de una manera sólida e industriosa, con la idea de que somos un ecosistema y que nuestras iniciativas individuales afectan de una u otra forma a nuestro prójimo y la sociedad en general, la siembra será todo un éxito y los frutos a cosechar en cantidad y calidad.

Hagamos lo mejor de nosotros mismos y dejemos a Dios cumplir con su parte, sea en el trabajo para su reino como en nuestra vida secular, dejando aun lado las preocupaciones estériles e innecesarias.

En la segunda parábola Dios nos quiere mostrar entre muchas otras ideas que, la mayoría de las veces pensamos que, para trabajar en su reino debemos ser unos grandes personajes, profesionales especializados o empezar con Iglesias en grandes construcciones etc.

Sin embargo, esto nos es necesariamente así. Creo que Jesús quiso hacer una distinción que tocara la mentes y corazones de sus escuchas, quienes venían del conocimiento de un antiguo testamento que, asimilaba la fuerza, majestad y grandeza con los imponentes arboles como el cedro y en especial los del Líbano.

Una congregación, muy bien puede iniciar sus actividades en una casa, yo, personalmente tuve la oportunidad de ver en la Isla de Margarita – Venezuela, una feligresía reunida bajo la sombra de un árbol, no recuerdo la especie, pero no era del tipo frondoso.

Lo realmente importante es, que nos adecuemos a la voluntad de Dios para que su reino crezca a dimensiones que solamente él determinará.

Oremos: Dios Padre eterno, te rogamos de todo corazón, que nos muestres las oportunidades para sembrar en tu reino y, nos hagas entender que no es nuestra voluntad lo que hace crecer tus designios sino tu gran poder.

 

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!