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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Cuarto Domingo de Adviento - Un Hombre Cuyo Ejemplo Deberíamos Seguir

18 de diciembre de 2022

Cuarto Domingo de Adviento. 

Pastor: Miguel A. Moreno Villarroel 

Lecturas: Salmo 80:1-7, 17-19; Isaías 7:10-16; Romanos 1:1-7 Mateo 1:18-25 

Tema de hoy: Un Hombre Cuyo Ejemplo Deberíamos Seguir

La reflexión para el día de hoy, cuarto servicio de Adviento, nos hace reflexionar sobre cómo Dios cambió los planes y el pensar de José de Nazaret, en relación al maravilloso evento que él junto con María tendrían que acoger en sus vidas.

En los evangelios se menciona muy pocas veces, sobre la vida y obra de San José, cuando se nos relata la forma en que se produjo el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. En esta oportunidad, Mateo honra la memoria y ministerio de este santo patriarca.

San Mateo nos dice que: estando ya casados José y María, antes que consumasen su unión, resultó que María estaba embrazada del Espíritu Santo; mas él, no lo sabía, y como era un hombre consciente del daño que le produciría a María dentro de la comunidad, el hecho de revelar la situación de su estado de gravidez, quiso marcharse secretamente sin mayores problemas. El hecho de que José quisiera irse sigilosamente, era un acto de amor hacia su María, ya que, de saberse acerca de su embarazo, sería condenada a muerte por adultera tal como podemos leer del libro de Levítico 20: 10.

Debemos considerar que José no ha sido valorado con la grandeza que debería. Para muchos viene a ser como el santo silencioso; pero de este mutismo que podríamos apreciar en este personaje, también hay una enseñanza que muchos deberíamos considerar.

Antes de divorciarse secretamente de su esposa, se le aparece en sueños un ángel, no se dice su nombre; mas sería correcto pensar que se trataba del ángel Gabriel. El mensajero de Dios le dice que no tema unirse y recibir a María, porque el ser que se está formando en el vientre de tu esposa, ha sido engendrado por el Espíritu Santo. Seguidamente, le indica que será un varón que llevará por nombre Jesús, que significa «Salvador».

De las palabras del enviado, se develan las profecías de Isaías 7:14, las cuales hemos leído hoy: «Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel».


Nos sigue relatando el evangelista que, una vez se despertó José, siguió las instrucciones del ángel que Dios le había enviado, y aceptó a su esposa; pero, se abstuvieron de consumar su unión hasta que hubo nacido su hijo primogénito a quien llamaron Jesús.

Hermanos, lo que nos trae San Mateo, no es una simple versión más sobre el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, sino, el drama que vive un hombre moralmente cabal y honrado como el que más, quien se entera que su esposa está embarazada, sin que ellos hubiesen tenido relaciones conyugales; su dilema debió ser aterrador, tal vez se imaginaba, por un lado, la deshonra que representaría para él ante la comunidad, y por otro lado, sentirse culpable de la muerte por lapidación a la que sería sometida su bien amada María.

José, hijo de David, padre de Jesús, nuestro Salvador, sí, a él, al igual que María se le encomendó el cuidado, educación y protección del niño Dios, sí, ese mismo cuyo nacimiento celebraremos dentro de una semana, que esperamos con ansias; pero con paz inigualable en su segunda venida.

Hermanos, reconozcamos en José un hombre ejemplar, cuya honradez y discreción debe ser emulada por todos nosotros, cuando se nos asignan responsabilidades que, tal vez, nuestras flaquezas en la fe, no nos permiten afrontar con valentía y éxitos.

Hermanos, desde hoy, veamos en reflexión a José junto a su amada María y nuestro Salvador Jesucristo, como modelo para hombres y mujeres de santa sujeción a los mandatos y designios de nuestro Dios Padre.

Oremos:

Señor Dios Padre, guíanos en este tiempo de adviento, a seguir el ejemplo de nuestro santo patriarca José, y someternos las maravillosas responsabilidades que tengas a bien asignarnos, tanto `para nosotros como para el cumplimiento de tu voluntad sobre el mundo que tu has creado.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

 

 

Tercer Domingo de Adviento - ¡Es el Mesías, Confirmado!

11 de diciembre de 2022

Tercer Domingo de Adviento.

 

Pastor: Miguel Moreno

 

Lecturas: Salmo 146:5-10; Isaías 35:1-10; Santiago 5:7-10; Mateo 11:2-11

 

Tema de hoy: ¡Es el Mesías, Confirmado!

La reflexión para el día de hoy, tercer servicio de Adviento, nos lleva hacia la alegría, incertidumbre y curiosidad que producían y causan hoy en día, las profecías que nos hablan sobre la venida de nuestro Salvador, Jesucristo.

Ya en el Salmo leído hoy, encontramos bienaventuranzas para todo aquel que reconozca y tenga al Dios de Israel como su fiel ayuda. Nos enseña que Jehová es un ser libertador de los oprimidos, que da vista a los ciegos, tanto físicos como espirituales, como constante y reiterativo en su Santa Palabra se da a conocer como defensor y protector de los huérfanos, viudas y extranjeros, y finaliza declarando el salmista inspirado por el Espíritu Santo que nuestro Dios y Salvador reinará eternamente.

Hermanos, ¿nos sentimos y creemos confiados de la ayuda que proviene de nuestro Dios? ¿Hacemos causa común con quienes defienden la causa de los esclavos modernos que tanto abundan laboralmente sobre este planeta? ¿Promovemos o participamos de iniciativas en las cuales se evangelice y los ciegos espirituales vean la luz de Cristo Jesús? ¿Cómo nos proyectamos en el futuro con un Dios y Salvador eterno; nos vemos formando parte de su rebaño?

En el libro del profeta Isaías nos encontramos con palabras de aliento y esperanza. El profeta por inspiración divina nos anuncia que Dios viene para abrir los ojos a los ciegos y los oídos a los sordos, y entonces los cojos saltarán como los ciervos y toda tristeza será quitada de los perdonados de su pueblo santo.

Hermanos, cada vez que leamos o escuchemos estas profecías, debemos tener presente que el amor de Dios es infinito para con el ser humano; él desde la eternidad tenía preparado todas estas manifestaciones de misericordia para su creación.

En la epístola universal de Santiago, siervo de Dios, se nos conmina a tener paciencia hasta la venida del Señor. Nos pide que, además de la paciencia, tengamos un corazón estable en la fe, que no sea vacilante ni cambiante, previendo la venida de nuestro Señor Jesucristo; y si nos faltan fuerzas, nos sugiere que volquemos nuestra mirada en la vida ejemplar de los profetas que nos precedieron en la fe.

El evangelio para hoy nos relata que Juan, estando en la cárcel, y conociendo los milagros realizados por Jesús, les pide a dos de sus seguidores que le preguntaran, si él era el que estaban esperando o debían esperar a otro. Hermanos, cuando Juan bautizó a Jesús, lo presentó al pueblo de Judea como el Mesías prometido; nos preguntamos, ¿por qué ahora muestra dudas y manda a preguntar, si él es el Salvador esperado? Una de dos, digo yo con mucha humildad: O a Juan lo trastocó mucho la realidad y dureza de la cárcel y la posibilidad real de morir o, fue influenciado por el espíritu Santo a reclamar de Jesús esa confesión, para que la misma sirviera de testimonio ante sus discípulos y quedara también registrada por la eternidad en su Santa Palabra, ya que, Jesús responde con el contenido prístino de las profecías.

Ahora bien, como si terminara de establecer una relación bidireccional, Jesús les recalca acerca del importantísimo ministerio cumplido a cabalidad por Juan el Bautista.

Hermanos, ¿apreciamos las buenas nuevas del evangelio de nuestro Señor Jesucristo y su contenido para nuestras vidas hoy en día? ¿Creemos que Jesús es el que había de venir que vino y, que ha de volver en el día del juicio final?

Oremos:

Señor Jehová, haznos entender el propósito de tu Santa Palabra para nuestras vidas presentes y en la gloriosa eternidad a tu lado, por la fe que has puesto en nuestros mentes y corazones por medio de tu Hijo Jesucristo.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

 

Segundo Domingo de Adviento - El Reino de Dios está cerca

04 de diciembre de 2022

Segundo Domingo de Adviento.

 

Pastor: Miguel Moreno

 

Lecturas: Salmo 72:1-7, 18-19; Isaías 11:1-10; Romanos 15:4-13; Mateo 3:1-12

 

Tema de hoy: El reino de Dios está cerca.

La reflexión para el día de hoy, segundo servicio de Adviento, se mueve alrededor del bautismo de Jesús, y cómo Juan el Bautista hace una pequeña reseña de todo lo que representa Jesucristo para una humanidad que se encuentra perdida en sus pecados.

Del evangelio leído hoy, quiere San Mateo que nos detengamos a reflexionar sobre la presentación que hace San Juan Bautista acerca de nuestro Señor Jesucristo. Juan se encuentra en el desierto de Judea y, su predicación es legalista y fuerte, tal como la merecía un pueblo tan espiritualmente negligente como el que conformaba su audiencia.

Juan les dice que se vuelvan a Dios, ya que, el reino se ha acercado e inmediatamente, él mismo se identifica reflejado en las profecías de Isaías como esa voz que clamaría en el desierto y le allanaría el camino en su ministerio al Mesías prometido. Juan entendía que había sido elegido por Dios para hacer los preparativos en dar a conocer a Jesús y que pudiera iniciar su trabajo con plena gloria.

Juan vestía con pelo de camello y tenía un cinturón de cuero alrededor de su cuerpo, lo que le conecta con la descripción del profeta Elías tisbita en 2 Reyes 1: 8 y la profecía que declaraba que primero vendría Elías antes del día del Señor Malaquías 4:5-6; más en Mateo 17: 12 Jesús les comunica a sus discípulos que ya Elías había venido, y ellos entendieron claramente que se refería a Juan El Bautista.

Sigue relatando Mateo que, la gente salía masivamente y eran bautizados por Juan, previa confesión de sus pecados. Muchos de estos individuos iban a Juan, no porque les llevara el Espíritu Santo, sino por diferentes intereses y hasta por simple y vulgar curiosidad. Fijémonos que también se acercaban personas pertenecientes a los partidos político-religioso de los fariseos y saduceos; mas Juan arreciaba en la predicación del peso inquietante de la ley: «generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?» Y, luego les exhortaba a llevar una vida que se correspondiera con hecho real de haberse vuelto a Dios.

Hermanos, ¿pensamos y sentimos que nuestras vidas se corresponden con el haber cambiado de dirección de la oscuridad hacia la luz deslumbrante de nuestro Señor Jesucristo? ¿Estamos hoy en día en un segmento de nuestras existencias en el cual nos deben predicar ley o mejor el evangelio de nuestro Señor y Salvador? Hoy en día el equivalente para «generación de víboras» sería «¡y ése!, ¡¿no y que es cristiano?!; ¡pero con esa conducta no refleja nada de cristiano! Sí, hermanos, cada vez que nos conducimos al igual que los fariseos y saduceos, damos muestras de que nuestra fe es falsa y el mal testimonio acerca de lo que predicamos se hace estridente y vergonzoso. Así, mis hermanos, que mantengamos una devoción saludable, para que, de esta manera la comunión con nuestro Señor Jesucristo sea palpable, evidente, carguemos el árbol de nuestras vidas con frutos propios de una existencia en Cristo Jesús.

Juan les dice a los fariseos y saduceos que, no se escudaran en la creencia de que por considerarse hijos de Abraham tenía la salvación y el reino de Dios en sus manos, no, ya que, el mismo Dios podía disponer que pueblos diferentes al judío, fueran adoptados como hijos y arrebatarles la exclusividad.

Juan manifiesta que él solamente bautizaba con agua; pero, Jesús cuya dignidad le superaba según su propia confesión, él nos bautizaría con el Espíritu Santo y fuego.

Hermanos, creemos que cuando cada persona es bautizada recibe la fe, porque el Espíritu Santo se hace presente y vive en ella. Cuando bautizamos a un niño recién nacido, debemos creer en ello, ese infante adquiere la fe que es obrada por el Espíritu Santo que ahora pasa a vivir en él.

Juan el Bautista, nos despide de la lectura de hoy con una imagen escatológica, recordándonos que, en su segunda venida, Jesucristo hará una selección de los creyentes fieles en un granero (el cielo) y los impíos serán quemados en un fuego que nunca se apagará (el infierno).

Hermanos tengamos, en cuenta y presente que el ser divino del Adviento, es el mismo ser que vendrá y juzgará con justicia y rectitud a todas las naciones.

Oremos:

Amantísimo Señor de Sabaot, danos comprensión para que el Dios humanado que esperamos en este tiempo de Adviento, nos recuerde que, el rieno de Dios está cerca y ese mismo Jesús vendrá con gran poder y gloria a juzgar a todos los pueblos.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

 

Primer Domingo de Adviento - No sabemos el día y la hora de su regreso; pero, como en temporada de Adviento lo esperamos.

27 de noviembre de 2022

Primer Domingo de Adviento.

 

Pastor: Miguel Moreno

 

Lecturas: Salmo 122, Isaías 2:1-5, Romanos 13:11-14, Mateo 24:36-44

 

Tema de hoy: No sabemos el día y la hora de su regreso; pero, como en temporada de Adviento lo esperamos.

La reflexión para el día de hoy, primer servicio de Adviento, gira en tormo al hecho mismo de que, quien vino una vez como un humilde y tierno niño al cobijo de un pesebre, vendrá otra vez, en un tiempo indeterminado, con gran poder y gloria a juzgar a los vivos y a los muertos.

Del evangelio leído hoy, tenemos que nuestro Señor Jesucristo nos dice de manera firme: «Pero el día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre».

Hermanos, cuanta locura hemos tenido que percibir a lo largo de los años, escuchando profecías acerca de la segunda venida de nuestro Dios Jesús. La insensatez ha sobreabundado en muchos que, haciéndose llamar lideres, apostaron por el retorno de Jesús en una fecha de exacto cumplimiento; para luego, dejar como resultado, la decepción o justificación asombrosa del hecho no realizado.

El texto bíblico nos aclara más: la segunda venida será como en los días en que vivió el patriarca Noé, en el sentido de que todo transcurría de manera normal, las personas realizaban todas sus actividades, incluidos los pecados más horrendos, desentendidos de un Dios todopoderoso que les había creado y a quien debían sujeción y respeto. Ellos no hacían caso en lo relacionado con la potestad del juicio de Dios, como lo expresa el Salmo 122 en su versículo 5: en Jerusalén están las sillas del juicio, los tronos de la casa de David.


La gente del tiempo de Noé vivía despreocupada de la presencia y autoridad de Dios sobre su creación; hermanos, ¿estamos nosotros desentendidos de que ahí está un Dios y que, con certeza algún día vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos? Por lo general, Dios siempre advierte al ser humano cuando va a desatar su ira, nosotros normalmente no prestamos atención y luego la calamidad nos toma por sorpresa. En el libro del profeta Isaías capítulo 2 verso 4, el Espíritu Santo reitera que: Dios vendrá en los postreros tiempos, juzgará entre las naciones y castigará a muchos países.

Nuestro Señor Jesucristo en Mateo 24: 42, nos aconseja diciéndonos que: procuremos estar despiertos, en vigilia, ya que, no conocemos la fecha exacta ni aproximada en la cual Él regresará. Y en el verso 43 nos dice que: si un padre de familia supiera a que hora sufrirá un allanamiento de su hogar por algún criminal, haría todo lo posible para velar, estar despierto y preparado, y así repeler al malhechor que pretende hacerles daño; más aún, tratándose de nuestro propio, personal e individual destino eterno, deberíamos hacer de nuestras vidas una vigilia continua a la espera de nuestro Señor Jesucristo en su segundo adviento; pero, ya no como un niño humilde, pobre, indefenso; mas sí como Juez de majestad, gloria y con el infinito poder que como Rey de todo lo visible e invisible le pertenece.

Pablo en su carta a los romanos nos conmina a: que desechemos las obras de las tinieblas y marchemos en el carruaje de la luz; comportémonos como si siempre estuviéramos a pleno día, en la santidad, que no santurronería, que solo nos puede comunicar la comunión perfecta que es por fe en nuestro Dios verdadero, el Dios humanado que nació en Belén.

Oremos:

Dios Padre eterno, danos comprensión para que el Dios humanado que esperamos en este tiempo de Adviento, nos recuerde que, ese mismo Jesús que ascendió a los cielos, volverá un día, cuando menos lo esperemos.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!