03 de octubre 2021
Decimonoveno Domingo Después de Pentecostés.
Pastor: Miguel Moreno
Lecturas:
Genesis
2:18-24; Salmo 8; Hebreos 1:1-4; 2:5-12; Marcos 10:2-16
Tema de hoy: No nos Divorciemos de Dios
Nuestra reflexión para el día de hoy Decimonoveno Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se
encuentra en: Marcos 10:2-16 y sobre
el mismo podemos reflexionar lo siguiente:
Los fariseos,
quienes siempre estaban buscando alguna excusa o motivo para detener el
ministerio de Jesús, esta vez le hacen una pregunta para tratar de hacerlo caer
en una trampa. Y ¿cuál es la pregunta? Bueno, que si al esposo le era permitido
divorciarse de su esposa.
Jesús,
a su vez, les responde con una pregunta ¿qué les concedió hacer Moisés en
relación a ese tema? Y, ellos contestaron «Moisés nos permitió separarnos de la
esposa dándole un certificado de divorcio»
Luego
de lo cual, Jesús los adoctrinó de tal manera que entendiesen que no sabían nada
acerca del plan de Dios para la humanidad. Y les expuso: 1.- Moisés les permitió
esa separación, por la terquedad que su egoísmo produce en ustedes. 2.- Si no lo
han leído, aquí se los enseño: en el principio, cuando mi Padre creó los cielos
y la tierra, y todo lo que hay en ellos; él los creó hombre y mujer. 3.- Y ¿con
qué motivo u objeto los creó hombre y mujer?, para que el hombre, en alguna
etapa de su vida, deje a su padre y madre y se una a su mujer. Y ¿por qué se
deben unir? Sencillo, porque ese fue el plan para su creación, que vivieran
juntos y, ambos fuesen como un solo ser. Así que, donde esté constituido un
matrimonio, Dios no ve dos personas sino solamente una. Y si se
preguntan ¿hasta cuándo vivirán juntos? Jesús les responde: Ahora bien, ya que
son un solo ser, que el hombre no separe lo que ha unido Dios.
Debemos
estar vigilantes en no ser causa de separación de lo que ha unido Dios, sino por el contrario, procurar ayudar que las parejas lleven una vida armoniosa y rica en bendiciones
de Nuestro Dios y, de esta manera formar parte de su plan para la humanidad.
Ya
más reposados y en casa con los discípulos, Jesús les aclaró sobre el punto tratado
con los fariseos: El que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete
adulterio, y, esto es así, porque aún está unido a los ojos de Dios a su esposa y
así mismo se aplica esto para la esposa.
El párrafo anterior nos da luces para pensar por contrario sensu que, el que comete adulterio se divorcia de su esposa o esposo ante los ojos de Dios.
Continuamos
con nuestro pasaje evangélico para el día de hoy y, nos encontramos con el
hecho de que, les llevaron unos niños a Jesús para que los tocara; pero los
discípulos pensando que con esto Jesús perdía tiempo y le perturbaba en el
ministerio, trataban de evitarlo llamándole la atención a quienes llevaban los
niños.
Mas,
Jesús les dijo a los discípulos que no impidieran que los niños se acercaran a
él; porque de quienes son como ellos es el reino de Dios.
Y
luego asegura que: el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará
en él.
Es
erróneo pensar como muchos «cristianos», que suelen decir, por ejemplo: «no
bautices al niño, porque Jesús dijo que ellos ya tienen la salvación asegurada»
Esa premisa se desecha de las palabras del salmista en el Salmo 51: 5 «Soy pecador desde el
vientre de mi madre» concatenado con Juan 3: 6 «lo que es nacido de carne,
carne es».
Jesús
quiere que sepamos que para recibir la fe, nuestros corazones deben ser
desprejuiciados y humildes como el de los niños, de lo contrario sería
engañarnos.
Oremos:
Hermanos, pidamos a Dios nos
separe de las personas descuidadas que, conscientes o inconscientemente
promueven el divorcio entre los matrimonios; haznos instrumentos de unión y
reconciliación en ellos y, crea en nosotros corazones humildes y fieles como el
de los niños para poder entrar en tu reino eterno.
Amén.
Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!
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