Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Décimo Sexto Domingo Después de Pentecostés - Perdón Ilimitado como el tuyo, mi Señor

 17 de septiembre de 2023

Décimo Sexto Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 103: 8-13; Génesis 50:15-21; Romanos 14:1-12 ; Mateo 18:21-35

Tema de hoy:   Perdón Ilimitado como el Tuyo, mi Señor

Muy buenos días, hermanos y hermanas en nuestro Señor Jesucristo; en esta oportunidad vamos a reflexionar acerca de la lectura del evangelio según Mateo capítulo 18, versículos desde el 21 hasta el 35.

El pasado domingo, decíamos que: Dios nos invita a llevar una vida de concordia, armonía, amor y reconciliación constantes y perpetuas; así como, es eterna la reconciliación con nuestro Dios Padre, que nuestro Dios Hijo y Señor Jesucristo ganó con su sacrificial muerte en la Cruz para todos nosotros.

Para hoy, seguimos en el versículo inmediatamente posterior al último leído hace una semana, y empieza con una pregunta de parte de Pedro a Jesús: Señor, yo quiero saber ¿cuántas veces debo perdonar al hermano que peque contra mí? ¿Solamente hasta siete?

Hermanos, ¿somos de la clase de personas que llevamos una libreta en el bolsillo y escribimos las veces que hemos perdonado a alguien? «A fulanito lo he perdonado veinte veces, a zutanito lo he perdonado setenta veces, uff, ya ha sido demasiado perdonado por mí». Podemos pensar que Pedro pensaba de esta manera y por eso es que hace la pregunta. 

Nuestro Señor Jesús le responde: no te digo que perdones hasta siete, sino, inclusive lo hagas hasta setenta veces siete. Muchas personas creen que Jesus le está dando un número limitado de hasta cuatrocientos noventa (490) veces para perdonar, y por el contrario, debemos entender que no existe un límite determinado para el acto liberador, en muchos casos, del perdón. Y, es que el punto de vista de Jesús es el mismo de Dios. ¿Qué sería de nosotros y de nuestro destino eterno, si Dios llevara una cuenta de nuestras ofensas hacia él? Si es una verdad incuestionable, que Dios nos perdona a cada instante que pecamos y reconocemos nuestro mal proceder ante él; luego, no nos queda mejor ejemplo, que con un corazón agradecido, perdonemos abundantemente a nuestros ofensores.

Seguidamente en el texto del evangelio leído, el Señor Jesús cuenta una parábola para ilustrar la respuesta dada a Pedro y de cómo procede la justicia divina. El pasaje habla acerca de un rey que le perdona una gran deuda a un hombre, esta deuda era tan grande que tendría que pasar toda una vida para resarcirla, ante lo que el acreedor ordenó vender al deudor junto con su esposa e hijos y de esta forma tratar de recuperar el dinero prestado. El deudor puesto de rodillas suplicó que le perdonará la deuda y, el acreedor, movido a misericordia le perdonó toda su deuda.

La Palabra de Dios continúa diciendo que, una vez hubo salido el perdonado a la calle, se encontró con un amigo que le debía una cantidad mínima de dinero, que para muchos estudiosos sería el equivalente a tres meses de salario mínimo en los Estados Unidos de América. El acreedor lo presionó para que le pagara lo que le debía. Su amigo le suplicó que tuviera paciencia, ya que él se lo pagaría todo. Pues no, la medida que tomó fue la de echarlo enseguida en la cárcel. Los otros amigos en común de los dos individuos de la parábola, fueron y le contaron todo lo que había pasado al rey. El mandatario, al enterarse de todo lo sucedido, hizo llamar al deudor que había antes perdonado y le dijo: eres una persona muy mala, recuerda toda la inmensa deuda que te perdoné porque me lo rogaste, tú debiste haber tenido misericordia con tu amigo deudor como la tuve yo contigo; luego de lo cual, el señor lo entregó a los trabajadores carcelarios hasta que pagara toda la deuda.

Finaliza la narración cuando Jesús dice: De esta misma manera mi Padre que está en los cielos, procederá con ustedes, si no perdonan de todo corazón las ofensas de sus hermanos.

Hermanos, si Dios nos ha perdonado toda nuestra inmensa deuda espiritual producto de una vida de constante pecado, nosotros, por fe, debemos vivir la misericordia de nuestro Señor Jesucristo y perdonar a nuestros ofensores, tal y como lo prometemos en la oración del Padre Nuestro.

Hermanos, por medio del perdón que hemos recibido de Dios, vamos a querer vivir una vida de perdón hacia nuestro prójimo, porque de lo contrario no podríamos llamarnos discípulos de Cristo ni Hijos de Dios.


Oremos:

Amantísimo Dios de perdón. Hoy, queremos venir hasta tu presencia para suplicarte que, el Espíritu Santo nos mueva a vivir el perdón en cada situación de nuestra cotidianidad, y, de esta forma recordar el glorioso e inigualable sacrificio hecho por tu Hijo en la Cruz por todos nosotros para perdonar todos nuestros pecados.

Amén. Dios los bendiga y recuerden: ¡Solo Dios Salva!


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