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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Decimoctavo domingo después de Pentecostés - ¡Un noventa por ciento de malagradecidos!



12 de octubre 2025

Decimoctavo domingo después de Pentecostés.

 

Autor: Miguel Moreno

 

Lecturas: Salmo 111; 2 Reyes 5:1-3, 7-15c; 2 Timoteo 2:8-15; Lucas 17:11-19

 

Tema de hoy: ¡Un noventa por ciento de malagradecidos!


El mensaje para el día de hoy, cuando arribamos al día dieciocho después de haber asistido al servicio de celebración de Pentecostés, nos dirige a tratar un tema que es muy particular por decir lo menos, y se trata de la honra y agradecimientos debidos a Dios.


Así las cosas, en el Salmo 111 versículo 10 leemos: «La mayor sabiduría consiste en honrar al Señor; los que le honran, tienen buen juicio. ¡Dios será siempre alabado!»


De entrada el salmista por inspiración divina nos enseña que no hay mayor sabiduría que apreciar y respetar lo que Dios significa y hace en favor nuestro. Y también añade que la persona que enaltece al Señor, debe tenerse por un ser que goza de entendimiento, prudencia y buen proceder en todos sus actos. 

En la primera lectura asignada para hoy nos encontramos con un hombre de nombre Naamán, quien era jefe del ejército del rey de Siria, y quien estaba enfermo de lepra; supo por medio de una niña israelita que había sido hecha cautiva, que si él acudía al profeta que estaba en Samaria obtendría la salud. El rey de Siria envió carta al rey de Israel para que lo curara, el rey de Israel se enfureció mucho diciendo que él no era Dios para curar de tan terrible enfermedad a nadie.


Cuando el profeta Eliseo se enteró de lo que había sucedido, le mandó a decir al rey que le dijera al leproso que fuera a visitarle; mas cuando el hombre se presentó ante el profeta Eliseo, éste le indicó como medicina para su mal, que se lavara siete veces en el río Jordán, prometiéndole que su cuerpo quedaría totalmente sano. En fin, a Naamán no le gustó mucho la medicina propuesta por el profeta; pero al final atendió con obediencia lo prescrito por Eliseo y su piel se volvió como la de un joven. Y ya en el versículo 15c podemos apreciar a un Naamán agradecido con Dios por haber sido curado de esa terrible enfermedad como lo era y lo sigue siendo la lepra «¡Ahora estoy convencido de que en toda la tierra no hay Dios, sino sólo en Israel!»


El militar Naamán al dar gracias y reconocimiento al Dios de Israel, manifestó que lo que le curó no fue el agua del río Jordán, sino el poder de Dios que actuó por la fe que él puso en la promesa expresada por el profeta Eliseo.


En la epístola leída hoy, Pablo, en su carta a su amigo Timoteo, también considerado como un hijo, le dice bajo la inspiración celestial en el versículo 13 «si no somos fieles, él sigue siendo fiel, porque no puede negarse a sí mismo».


En el pasaje del Santo evangelio asignado para ser leído, estudiado, predicado y acogido en nuestras mentes y corazones, nos hallamos ante la presencia de nuestro Señor Jesucristo, quien de camino a Jerusalén pasó entre las regiones de Samaria y Galilea. Allí se le aparecieron diez hombres que estaban enfermos de lepra, y desde la distancia le gritaban que tuviera compasión de ellos; nuestro Señor, solamente les dijo: vayan y preséntense al sacerdote, esto, en cumplimiento de las instrucciones dadas por Dios a Moisés cuando se trataba de la purificación de los leprosos Levítico 14: 1-32; es decir, entre otras indicaciones: el sacerdote verificaba si el enfermo había sido sanado y, si efectivamente lo estaba, le ordenaba traer una serie de elementos para cumplir con el rito de la purificación.


En pocas palabras, lo que Jesús les quería dar a entender era que ya habían sido sanados. Mientras los hombres iban caminando, se dieron cuenta que estaban sanos; solamente uno de los hombres al verse curado se regresó y se arrodilló para dar gracias a Jesús. El Señor le preguntó a quien aún estaba inclinado en el suelo: ¿Y es que acaso no eran diez los leprosos sanados? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Solamente un extranjero ha regresado para dar gloria y gracias a Dios?


En la lectura del antiguo testamento, vimos que el militar y extranjero de nombre Naamán fue un leproso que supo expresar el agradecimiento sincero ante el Dios de Israel; mas del evangelio hoy leído, vemos que de  diez hombres leprosos, solamente uno y además extranjero se regresó para dar gracias a Dios.


Hermanos, solamente volvió para dar gracias a quien honra merece un diez por ciento de los beneficiados por el Señor Jesucristo. Muchas personas hablan que en las listas de oraciones la sección menos llena siempre es la que corresponde con las «Acciones de Gracia del Pueblo de Dios» de lo que podemos concluir que, somos rápidos y constantes para pedirle a Dios todo lo que se nos ocurra; pero a la hora de ser agradecidos, siempre somos muy pocos, a lo máximo un diez por ciento, es decir el noventa por ciento se comportará indiferente o malagradecido ante los milagros de Dios. Si bien esto es así, no nos aflijamos, ya que Dios lo dijo por medio de la pluma del apóstol Pablo en 2 Timoteo Capítulo 2, versículo 13: «si no somos fieles, él sigue siendo fiel, porque no puede negarse a sí mismo».


Hermanos, seamos obedientes, como lo fue al final Naamán, a lo que Dios nos dice que hagamos en determinados casos, no solamente en lo referente a la salud y veremos el milagro del Señor, y cuando esto suceda, pidamos a su grandeza y misericordia que permita comportarnos como el único leproso que regresó a dar gracias, honor, respeto y alabanzas a nuestro Dios Santo de Israel.


Oremos: Dios de cielo y tierra, creador de todo lo visible e invisible, danos tu gracia, para poder confiar en tus mandamientos sin cuestionamiento alguno, y reconocer en ti al dador de toda nuestra dicha y bienestar.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden: ¡Solo Dios salva!


Decimoséptimo Domingo Después de Pentecostés - Una pequeña fe nos hace servir con humildad



05 de octubre 2025

Decimoséptimo Domingo Después de Pentecostés 

Autor:  Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 37:1-9; Habacuc 1:1-4; 2:1-4; 2 Timoteo 1:1-14; Lucas 17:5-10


Tema de hoy: Una pequeña fe nos hace servir con humildad

 

Hermanos, ¿cuántas veces nos hemos equivocado en relación a algún producto o bien que, siendo de pequeñas dimensiones, luego resulta asombrar a la persona que lo adquirió?


Desde un medicamento contenido en una mínima pastilla hasta algún artefacto electrodoméstico que lo compramos sin mucho interés, y cuando los utilizamos nos sorprende con exagerado asombro su potencia o calidad, más allá de su tamaño y hasta precio pagado por éste.


 También, tal vez, podemos haber conocido la frase en algún diálogo: «fulanita está medio embarazada, ante lo que la otra persona le responde: no se puede estar medio embarazada, eso no existe, o se está embarazada o no se está».


En la vida hay cosas que no se pueden valorar o predecir su ejecución por el tamaño que presenta.


Los discípulos consideraban que no podían vivir según las enseñanzas de Jesús y, menos en esa esfera social y religiosa en la que agradar a Dios estaba supeditada a cumplir la ley dada por el creador al pueblo de Israel.


Ellos, los discípulos, le piden a Jesús que les aumente la fe y él les da a entender que no existen grados de la fe, sino solamente la fe, la cual tiene tanto poder que puede desarraigar un árbol y ordenarle que se mueva, si con fe se lo pidieran.


No es nuestro estado de cuenta bancario ni nuestros estados de ánimo lo que respalda ni dirige nuestra fe para hacerla efectiva y suficiente, y de esta manera enfrentar el mal, el sufrimiento y los desafíos de la vida.


En el evangelio para hoy Jesús también enseña sobre de lo que no se debe esperar el recibir reconocimientos ni honores; por ejemplo: un trabajador que labora y se esfuerza más que sus compañeros, solamente debe aspirar a su paga al igual que los demás y, tener conciencia de que no le está haciendo ningún favor a su patrón, porque ha recibido una contraprestación por su obra, es decir, se le ha entregado su salario equivalente por los servicios prestados.


Esto quiere significar que la obediencia a Dios no se trata de logros o expectativas de premios o reconocimientos humanos, sino de cumplir la voluntad de Dios con humildad.


La gracia de Dios nos sostiene, nos llama a la obediencia humilde y nos fortalece para perseverar en medio de las dificultades y tentaciones y es bien sabido que nunca tendremos como pagarle a nuestro Señor.


Oremos:

Que Dios nos haga entender día a día que no necesitamos de emocionalidades para desarrollar nuestra fe y ver sus beneficios, y de esta manera servir en su reino sin esperar nunca nada a cambio porque él ya nos lo ha dado todo.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!


Decimosexto Domingo Después de Pentecostés - ¡Que los bienes que me das no me alejen de ti, Señor!



28 de septiembre 2025

Decimosexto Domingo Después de Pentecostés 

Autor:  Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 146; Amós 6:1a, 4-7; 1 Timoteo 6:6-19; Lucas 16:19-31


Tema de hoy: ¡Que los bienes que me das no me alejen de ti, Señor!

 

El evangelio de hoy nos narra la única parábola que tiene nombres y, se ha discutido si es una parábola o una historia verdadera la que expone Jesús.


Bueno, primeramente en la parábola Dios no trata de penalizar al Rico por el solo hecho de serlo, ni de premiar con el cielo a Lázaro por ser pobre (muchos de quienes se han hecho monjes mendicantes, tal vez siguen este ejemplo de Lazaro como una forma de vida a imitar, en la creencia de que esta obra les llevará al cielo, hecho que está muy lejos de la realidad).


Se trata de la inversión de las riquezas en los asuntos del Reino de Dios y, que el disfrute de los recursos que nos da Dios, no nos distraigan de su camino.


Mientras el rico vivía, nunca tuvo compasión del hombre que se recostaba a la puerta de la entrada de su casa, y era tanto su desdicha que no podía espantar a los perros que llegaban a lamer sus heridas.

Jesús da por entendido que el mendigo no tenía la vida de derroche socio económico que exhibía el hombre rico y, este era el motivo que le mantenía rogando a Dios por su vida.


Así las cosas, el salmo de hoy nos invita a poner la confianza solamente en el Señor porque los poderes de este mundo no pueden salvar.


El pasaje del antiguo testamento nos enseña que los ricos se dedicaban al disfrute máximo de sus riquezas, mientras el país caía en una profunda crisis, tal como lo vemos hoy en día en los países en los cuales sus gobernantes corruptos, roban el erario público y crean la escasez y miseria en la población que los eligió.


En la epístola, Pablo coincide con las anteriores lecturas y le dice a Timoteo: quienes se enriquecen caen en la «trampa» de la tentación y muchos codician cosas necias y dañinas que llevan al ser humano a la destrucción y perdición eternas.


Al final el rico muere y va al lugar de tormento y ve a la lejos a Lázaro con Abrahán, le pide que mande a Lázaro que le calme la sed mojando la punta de su dedo; pero Abrahán le dice que eso no puede ser porque hay un abismo muy grande entre ambos.


Luego el hombre rico pide que envíe a Lazaro a advertirle a su familia para que no terminen como él, Abrahán le dice que hay tienen a Moisés y a los profetas para escuchar y seguir sus enseñanzas.


El hombre rico insiste que si alguien de entre los muertos se les aparece, ellos se arrepentirán. Y Abrahán le replicó si no escuchan a Moisés y a los profetas, mucho menos harán caso a alguien que se levante de los muertos.


Hermanos, la única oportunidad para creer y ser salvos es en vida. Las apariciones y demás hechos paranormales o extraordinarios que nos sucedan en la vida, no nos llevarán a la fe porque no son medios por los cuales Dios obra la fe en los corazones de los hombres.


Y por último, ¿cuántas personas que se le predica que Jesús se levantó de los muertos llegan a creer y se arrepienten? Muy pocas. Y siendo el creer en este Jesús levantado de los muertos la única manera de ser salvos por fe.


Oremos:

Excelentísimo Dios, que los bienes que pones a nuestra disposición de tu infinita misericordia, sean para acordarnos de los desposeídos de este mundo, para tu infinita gloria.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

Decimoquinto Domingo Después de Pentecostés - ¿Quieres que sea como Robin Hood, Señor?



21 de septiembre 2025

Decimoquinto Domingo Después de Pentecostés 

Autor:  Moreno Villarroel

Lecturas: Salmo 113; Amós 8:4-7; 1 Timoteo 2:1-7; Lucas 16:1-13 


Tema de hoy: ¿Quieres que sea como Robin Hood, Señor?

 

Robin Hood es un arquetipo de héroe y forajido del folclore inglés medieval. Inspirado por Ghino di Tacco (ladrón histórico italiano cuya fama lo llevó a ser mencionado en la Divina comedia y el Decamerón), su personaje es un hombre llamado Robin Longstride o Robin de Locksley (o Loxley), quien sería de gran corazón y viviría fuera de la ley, escondido en los bosques de Sherwood y Barnsdale, cerca de la ciudad de Nottingham. El mejor arquero, defensor de los pobres y oprimidos, según la leyenda luchaba contra el sheriff de Nottingham y el príncipe Juan sin Tierra, quienes utilizaban la fuerza pública para acaparar ilegítimamente las riquezas de los nobles que se les oponían. En la Inglaterra medieval, todo individuo que se oponía a los edictos reales era considerado forajido. Fuente: Wikipedia.


Hemos visto en películas a este muy original héroe. Su razón de ser y modus operandis era asaltar a los viajeros ricos que osaban tomar los caminos de los bosques de Sherwood y Barnsdale ,y luego entregar estos tesoros a los más pobres para esa época, según el folclore anglosajón.


El Salmo para hoy nos habla de la alabanza a Dios y su poder transformador. El Señor está por encima de toda cosa o ser creado; pero en su infinita misericordia desciende para salvarnos.


El profeta Amós nos trae una lista que muestra en qué los ricos se aprovechaban de los pobres. Amós nos muestra una serie de triquiñuelas que hacían los comerciantes y con engaños aumentaban sus riquezas en detrimento de los necesitados. El pacto de Dios tiene muy en cuenta el trato deferente hacia los desposeídos.


Las personas en el tiempo de Amós no se dedicaban a una oración de corazón, sino que lo hacían por cumplir con un rito, e inmediatamente continuaban en su afán de amasar fortunas, en su mayoría mal habidas.


Pablo en su epístola le resalta a Timoteo la necesidad de la oración y de lo agradable que resulta a Dios. No todos van a ser salvos, porque hay quienes resisten el llamado del Espíritu Santo, quien es verdadero Dios.


En el versículo 5, Pablo nos dice que existe un único mediador entre Dios y los hombres, y es solo Jesucristo hombre.


Pablo afirma que fue constituído apóstol y predicador, para dar a conocer que Jesús se dio así mismo para pagar el precio de nuestra deuda espiritual.


El evangelio de hoy se nos presenta como el pasaje más difícil de entender o el peor interpretado.


¿Nos está pidiendo Jesús que seamos, en pocas palabras, como Robin Hood, robar a los ricos para dárselo a los pobres? No, Jesús no está diciendo esto.


Si bien las riquezas proceden de un mundo caído y en continúa decadencia, los discípulos de Cristo pueden hacer de ellas algo útil para las obras que por fe somos impulsados a hacer.


Las riquezas injustas son todas las terrenales, las riquezas justas o lo verdadero son los valores perdurables y eternos del evangelio.


Hermanos, ¿en que empleamos nuestras riquezas? ¿Somos instrumentos de Dios para que él haga justicia a los pobres? ¿Invertimos tiempo y recursos en lo verdadero?



Es de observar que en la parábola, el antiguo patrono del hombre sagaz lo alabó por su astucia, lo que no quiere decir que aprobó o que estuviera moralmente correcto lo que hizo.


Oremos:

Excelentísimo Dios, danos la sabiduría que procede de ti para invertir en lo que trae la vida eterna.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!