Revised Common Lectionary - Daily Readings

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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel
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Ciudadanía Celestial

 


05 de septiembre 2021

Decimoquinto Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 146; Isaías 35: 4-7a; Santiago 2: 1-10, 14-17; San Marcos 7: 24-37

Tema de hoy: Ciudadanía Celestial

Nuestra reflexión para el día de hoy Decimoquinto Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 7: 24-37 y es del siguiente tenor:

 

De allí se dirigió Jesús a la región de Tiro. Entró en una casa, sin querer que nadie lo supiera; pero no pudo esconderse. Pronto supo de él la madre de una muchacha que tenía un espíritu impuro, la cual fue y se arrodilló a los pies de Jesús. La mujer no era judía, sino originaria de Sirofenicia. Fue, pues, y rogó a Jesús que expulsara de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo:

—Deja que los hijos coman primero, porque no está bien quitarles el pan a los hijos y dárselo a los perros.

Ella le respondió:

—Pero, Señor, hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan caer los hijos.

Jesús le dijo:

—Por haber hablado así, vete tranquila. El demonio ya ha salido de tu hija.

Cuando la mujer llegó a su casa, encontró a la niña en la cama; el demonio ya había salido de ella.

Jesús volvió a salir de la región de Tiro y, pasando por Sidón, llegó al Lago de Galilea, en pleno territorio de Decápolis. Allí le llevaron un sordo y tartamudo, y le pidieron que pusiera su mano sobre él. Jesús se lo llevó a un lado, aparte de la gente, le metió los dedos en los oídos y con saliva le tocó la lengua. Luego, mirando al cielo, suspiró y dijo al hombre: «¡Efatá!» (es decir: «¡Ábrete!»)

Al momento, los oídos del sordo se abrieron, y se le desató la lengua y pudo hablar bien. Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, tanto más lo contaban. Llenos de admiración, decían: «Todo lo hace bien. ¡Hasta puede hacer que los sordos oigan y que los mudos hablen!»

Oración del día

Dios misericordioso, a lo largo de los siglos transformas la enfermedad en salud y la muerte en vida. Ábrenos al poder de tu presencia y haznos un pueblo dispuesto a proclamar tus promesas al mundo entero, a través de Jesucristo, nuestro sanador y Señor.

Aclamación al Evangelio

Aleluya. Alégrense siempre en el Señor. Repito: ¡Alégrense! Aleluya. (Filipenses 4:4)

Sermón

Imagine por un momento, que su hija sufre de una enfermedad que ni usted ni nadie sabe cuál es su origen. Usted se encuentra perdido, desorientado, vulnerable. Usted piensa «mi hija va a morir y no puedo hacer nada».

Luego, cuando ya usted está haciendo los preparativos para el entierro, repentinamente, un vecino le dice: —Mira por ahí anda un judío, profeta él, que dicen ha hecho milagros de curaciones. Si bien, nosotros pertenecemos a otra cultura y otra religión, no está demás hablar con ese señor. Amigo, creo que no tienes nada que perder.

¿Qué haría usted? ¿Se quedaría paralizado, y seguiría con los preparativos del sepelio de su hija o, iría y rogaría a ese sujeto que le han recomendado para que la sane?

Muy bien, el contexto de la historia es que, Jesús quería estar en soledad con sus discípulos e hizo algo raro en él, y se fue a tierras de gentiles, tierras de Tiro y Sidón, donde actualmente está ubicado el Líbano.

La mujer del relato acudió con fe a Jesús, se ve bien que la recomendación hecha por las personas y su gran fama, la habían convencido que él era el único camino que le quedaba por transitar.

Ahora bien, para el Señor, esta era una situación muy difícil en la que lo ponía la petición de la señora, ya que él había sido enviado a las ovejas perdidas de Israel y así, cumplir la promesa histórica de siglos hecha por Jehová.

Podemos pensar que, si Jesús hubiese empezado su ministerio en tierras de gentiles, tal vez se hubiese retrasado o frustrado el cumplimiento de su plan.

No debemos entender con la palabra «perros», que Jesús pretendía ofender a la dama necesitada.

Y la señora lo supo bien, ya que Jesús lo que daba a entender era que primero debía predicarse a los hijos del pueblo de Israel y luego a los otros pueblos en general.

Jesús le dijo: por haber hablado así, vete en paz, lo que has venido a buscar se te ha concedido.

Y la pregunta curiosa e inquisitiva aquí es ¿Cómo habló la señora? ¿Dijo Abracadabra? ¿Le mostró un amuleto para que se lo bendijera y con eso curaría a su niña?

Bueno, creo que la forma de hablar fue con total fe, autoridad y confianza en que iba a recibir solución de su Señor.

La siguiente historia nos habla de que le llevaron a Jesús, un sordo y tartamudo.

Hemos de precisar que Decápolis también era una región de gentiles, nuestro Señor Jesucristo predicó la Palabra en estos lugares y también realizó muchos milagros.

Jesús toma aparte al hombre y con señas le enseña lo que va a hacerle, luego introduce sus dedos en los oídos y con saliva le toca la lengua, como haciendo una transfusión de fluidos divinos, desde su lengua hacia la lengua del tartamudo. Jesús utiliza la misma palabra que usó con la hija de Jairo «Efatá».

Jesús termina pidiendo al hombre que no mencione lo que había sucedido, pero como la gloria de Dios es indetenible e inexorable, más se corría acerca de la fama de Jesús.

La multitud se maravilla y dice todo lo puede hacer bien.

Sí, Jesús todo lo hace bien.

Hermano, ¿tienes miedo de acercarte a Jesús? ¿Crees que Jesús lo hace todo bien? Quiero recordarte que por la promesa que hizo Dios a nuestro Padre Abraham, tú formas parte del pueblo de Israel. Sí, puedes decir confiadamente que tienes doble nacionalidad porque ere ciudadano del Israel celestial.

Oremos: Dios Padre eterno, te rogamos nos hagas entender que todos nosotros formamos parte de la ciudadanía del Israel celestial, para que de esta forma podamos confiar en tus pactos y promesas.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

 

Un dios Alejado de las Tradiciones del Hombre

 

Imagen de Samer Chidiac en Pixabay

29 de agosto 2021

Decimocuarto Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 15; Deuteronomio 4: 1-2, 6-9; Santiago 1: 17-27; Marcos 7: 1-8, 14-15, 21-23

Tema de hoy: Un dios Alejado de las Tradiciones del Hombre

Nuestra reflexión para el día de hoy Decimocuarto Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Marcos 7: 1-8, 14-15, 21-23 y es del siguiente tenor:

Se acercaron los fariseos a Jesús, con unos maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén. Éstos, al ver que algunos discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin haber cumplido con la ceremonia de lavárselas, los criticaron. (Porque los fariseos y todos los judíos siguen la tradición de sus antepasados, de no comer sin antes lavarse las manos debidamente. Y cuando regresan del mercado, no comen sin antes cumplir con la ceremonia de lavarse. Y aún tienen otras muchas costumbres, como lavar los vasos, los jarros, las vasijas de metal y las camas.) Por eso, los fariseos y los maestros de la ley le preguntaron:

—¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?

Jesús les contestó:

—Bien habló el profeta Isaías acerca de lo hipócritas que son ustedes, cuando escribió:

“Este pueblo me honra con la boca, pero su corazón está lejos de mí. De nada sirve que me rinda culto: sus enseñanzas son mandatos de hombres.”

Porque ustedes dejan el mandato de Dios para seguir las tradiciones de los hombres.

Luego Jesús llamó a la gente, y dijo:

—Escúchenme todos, y entiendan: Nada de lo que entra de afuera puede hacer impuro al hombre. Lo que sale del corazón del hombre es lo que lo hace impuro.

Porque de adentro, es decir, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos, los adulterios, la codicia, las maldades, el engaño, los vicios, la envidia, los chismes, el orgullo y la falta de juicio. Todas estas cosas malas salen de adentro y hacen impuro al hombre.

Oración del día

Oh Dios, fortaleza nuestra, sin ti somos criaturas débiles y descarriadas. Protégenos de todos los peligros que nos atacan desde el exterior y límpianos de todo mal que surge de nuestro interior, para que seamos preservados por tu Hijo, Jesucristo, nuestro Salvador y Señor.

Aclamación al Evangelio

Aleluya. Él, porque así lo quiso, nos dio vida mediante el mensaje de la verdad, para que seamos los primeros frutos de su creación. Aleluya. (Santiago 1:18)

Sermón

El niño de dos años de edad se encontraba jugando sobre la tierra, mientras se pasaba las manos por el rostro y comía del pan que le había dado su padre.

El padre del niño, no se había dado cuenta de esa situación, ya que estaba conversando con un amigo, que se había hallado en el parque que frecuentaban los fines de semana.

El padre del niño, al darse cuenta exclamó ¡Ay! ¡Santo Dios, se va a enfermar y su madre me va a matar! El amigo del angustiado padre, le miró con ojos de tranquilidad y le dijo —Épale amigo no te preocupes, que dicen que así y que los niños agarran anticuerpos y se enferman menos...según dicen.

Esa afirmación, que forma parte de la sabiduría o la ignorancia general en ciertos grupos sociales, no sabemos decirles que tanto de verdad contenga. Lo que sí es cierto es que, en la sociedad de los fariseos y judíos de hace dos milenios, tenían una obsesión que ellos llamaban eufemísticamente «ceremonia».

Esta sociedad, se lavaba las manos con tanta asiduidad que rayaba en un sin sentido lo hacían: si comían, si iban al mercado, si iban, si regresaban etc.

Ellos, estaban encadenados a una ley que pensaban les traería la paz con Dios; pero estaban lejos de lograr la paz con Dios, ya que estos cumplimientos eran más de tipo social, para cumplir ante los hombres «el qué dirán».

Y lo anterior es tan cierto que, como niños que buscan aceptación y popularidad con sus coetáneos, le dicen a Jesús: mira tu que dices que eres maestro, ¿por qué no les enseñas a tus seguidores que cumplan con la tradición de nuestros antecesores?

Jesús, responde con las palabras del profeta Isaías y les llamó: seguidores de enseñanzas y mandatos de hombres, también los catalogó de hipócritas, en fin, ustedes hace tiempo que abandonaron lo que ordena Dios para obedecer lo que dicen los hombres.

Nuestro Señor les dice: lo que entra al cuerpo del hombre no le puede hacer impuro «espiritualmente hablando» (recordemos la enseñanza de Jesús “cuídense de la levadura de los fariseos) el niño en el parque con las manos sucias de tierra que se la lleva a la boca, muy bien pudiera desarrollar parásitos y otras patologías; mas espiritualmente no podrá ser afectado por ello.

Pero, el mismo niño, sometido a enseñanzas malsanas desde su infancia, pudiera traerles consecuencias de eterna perdición espiritual, que no afectarían en principio su organismo, pero sí su alma.

Culmina Jesús diciendo: todas las cosas malas salen del corazón del hombre. Pudiéramos decir que, esas cosas malas, primero debieron llegar al corazón del hombre para luego poder salir.

Recordemos y tengamos muy presente, que el ser humano es pecador desde el vientre de su madre; el pecado original le domina y somete, el hombre ya desde que nace se encuentra equipado con toda esa artillería pesada de maldad; y lo que resta es tiempo para que este empiece a manifestarla en su cotidianidad.

 No sólo el pecado original es abastecedor confiable de todas estas inmundicias; el hombre en su desenvolvimiento social va adquiriendo todo este bagaje de maldad, que luego saldrá de su corazón, contaminando todo a su alrededor y principalmente a él mismo.

Hermano, ¿cuáles prácticas tradicionales inventadas por los hombres sigues hoy en día? ¿De cuáles ritos o ceremonias eres copartícipe, pensando que con eso estarás en la buena con Dios y ganarás el cielo?

Déjame decirte que, solamente el sacrificio y pago por todos nuestros pecados, obtenido por Jesucristo en la Cruz gloriosa del Calvario lo han logrado, sí, es un hecho irrepetible, no acepta otro vicario, él es el único que puede y quiere llevarte a la vida eterna junto a su Padre,

Oremos: Dios Padre eterno, te suplicamos que nos sostengas en nuestro diario vivir, de tal forma que no nos desviemos detrás de elementos y actores que pretendan y finjan conducirnos a tu reino eterno de gloria.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!


Palabras de Vida Eterna

 

Imagen de ashbrauw en Pixabay

22 de agosto 2021

Decimotercer Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 34: 15-22; Josué 24: 1-2a, 14-18; Efesios 6: 10-20; Juan 6: 56-69

Tema de hoy: Palabras de Vida Eterna

Himnos: 06, 130, 305, 325, 665

Nuestra reflexión para el día de hoy Decimotercer Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Juan 6: 56-69 y es del siguiente tenor:

El que come mi carne y bebe mi sangre, vive unido a mí, y yo vivo unido a él. El Padre, que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él; de la misma manera, el que se alimenta de mí, vivirá por mí. Hablo del pan que ha bajado del cielo. Este pan no es como el maná que comieron los antepasados de ustedes, que a pesar de haberlo comido murieron; el que come de este pan, vivirá para siempre.

Jesús enseñó estas cosas en la sinagoga en Cafarnaúm.

Al oír estas enseñanzas, muchos de los que seguían a Jesús dijeron:

—Esto que dice es muy difícil de aceptar; ¿quién puede hacerle caso?

Jesús, dándose cuenta de lo que estaban murmurando, les preguntó:

—¿Esto les ofende? ¿Qué pasaría entonces, si vieran al Hijo del hombre subir a donde antes estaba? El espíritu es el que da vida; lo carnal no sirve para nada. Y las cosas que yo les he dicho son espíritu y vida. Pero todavía hay algunos de ustedes que no creen.

Es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién era el que lo iba a traicionar. Y añadió:

—Por esto les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.

Desde entonces, muchos de los que habían seguido a Jesús lo dejaron, y ya no andaban con él. Jesús les preguntó a los doce discípulos:

—¿También ustedes quieren irse?

Simón Pedro le contestó:

—Señor, ¿a quién podemos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna. Nosotros ya hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios.

Oración del día

Santo Dios, tu palabra alimenta a tu pueblo con vida eterna. Dirige nuestras elecciones y consérvanos en tu verdad, para que, renunciando a lo falso y a lo malo, vivamos en ti, por tu Hijo, Jesucristo, nuestro Salvador y Señor.

Aclamación al Evangelio

Aleluya. Señor, ¿a quién podemos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna. Aleluya. (Juan 6:68)

Sermón

La predicación para hoy incluye dos versículos que vimos el pasado domingo en los cuales observamos y aprendimos que:

Jesús enseña acerca de la Santa Cena del Señor, Partimiento del Pan, Eucaristía o Santa Comunión, según los nombres con que se le conoce.

Nuestro Señor Jesucristo, manifiesta y nos adoctrina que: el que se alimenta por su Palabra (no sólo de pan vivirá el Hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios) y participa de la Santa Cena del Señor, vivirá en perfecta unión con él, al igual que él vive en perfecta unión con Nuestro Padre celestial.

En esos dos versículos, Jesús vuelve a cotejar y explicarles a sus paisanos, que no hagan de la tradición del pan comido en el desierto una reliquia, ya que, todos los que comieron ese pan solamente se llenaron el estómago, pero finalmente murieron.

El maestro nos ilustra amplia y sencillamente que: su pan, que es él mismo dándose en su Palabra, en la cruz del Calvario y en la Santa Cena del Señor, nos proporciona con plena seguridad, que viviremos eternamente, eso sí, desde este mismo momento histórico, desde que creamos con corazones limpios y sinceros, que Jesús es nuestro único Salvador confiable y perfecto.

En este pasaje también se puede apreciar, como la piedra que desecharon los edificadores ha llegado a ser la piedra principal.

El Apóstol Pedro en: 1 Pedro 2:4-5 nos explica qué fue lo que le sucedió al auditorio que muestra esta lectura para el día de hoy. Veamos.

Acérquense, pues, al Señor, la piedra viva que los hombres desecharon, pero que para Dios es una piedra escogida y de mucho valor. De esta manera, Dios hará de ustedes, como de piedras vivas, un templo espiritual, un sacerdocio santo, que por medio de Jesucristo ofrezca sacrificios espirituales, agradables a Dios.”

Estos israelitas, desecharon a la piedra viva. Les parecía una locura lo que revelaba Dios.

Jesús les dice que, si murmuran por lo que les estoy diciendo, que será entonces si vieran subir al Hijo de Dios a donde antes estaba.

Estos señores escuchaban la predicación con mente carnales; mas no espirituales.

Podemos observar, si lo hacemos con cuidado, que; Dios sabe quien lo sigue y sirve en Espíritu y verdad, y quien NO. Dios no puede ser engañado.

Cada uno de nosotros que ha llegado a creer en Jesús, lo ha logrado porque Dios Padre se lo envió a su Hijo, Jesús.

Entonces, los hipócritas, la cizaña que había crecido alrededor de Jesús, se fue, se separó de él, porque se vio descubierta.

Así sucede mucho en nuestras iglesias hoy en día. Las personas se cansan de fingir, y un día cualquiera, ya no aparecen ni en esa iglesia a la que asistían, ni en ninguna otra más.

Y como nadie puede estar junto a Jesús por obligación, interés mezquino o apariencias sociales etc.; nuestro Señor les preguntó frontalmente ¿y ustedes, también quieren irse?

Y Pedro respondió como deberíamos respondernos nosotros a diario, cuando la tentación y la duda nos acosen, y sin necesidad que alguien nos pregunte.

«Señor, ¿a quién puedo ir? Tus palabras son palabras de vida eterna. Yo ya he creído, y sé que tú eres el Santo de Dios»

Oremos: Dios Padre eterno, te rogamos con nuestros corazones dispuestos, que siempre nos hagas reconocer, que no podemos ir a nadie más, porque sólo tú eres la Palabra de vida eterna para nosotros.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 

 

Vivamos Unidos a Jesús

 

Imagen de Mikes-Photography en Pixabay

15 de agosto 2021

Duodécimo Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 34: 9-14; Proverbios 9: 1-6; Efesios 5: 15-20; Juan 6: 51-58

Tema de hoy: Vivamos Unidos a Jesús

Himnos: 05, 129, 304, 324, 663

Nuestra reflexión para el día de hoy Duodécimo Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: Juan 6: 51-58 y es del siguiente tenor:

“«Yo soy ese pan vivo que ha bajado del cielo; el que come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propia carne. Lo daré por la vida del mundo.»

Los judíos se pusieron a discutir unos con otros:

—¿Cómo puede éste darnos a comer su propia carne?

Jesús les dijo:

—Les aseguro que, si ustedes no comen la carne del Hijo del hombre y beben su sangre, no tendrán vida. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el día último. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive unido a mí, y yo vivo unido a él. El Padre, que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él; de la misma manera, el que se alimenta de mí, vivirá por mí. Hablo del pan que ha bajado del cielo. Este pan no es como el maná que comieron los antepasados de ustedes, que a pesar de haberlo comido murieron; el que come de este pan, vivirá para siempre.

Oración del día

Dios amoroso, tu Hijo se da a sí mismo como pan vivo para la vida del mundo. Llénanos con tal conocimiento de su presencia que podamos ser fortalecidos y sostenidos por su vida resucitada para servirte continuamente, a través de Jesucristo, nuestro Salvador y Señor.

Aclamación al Evangelio

Aleluya. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive unido a mí, y yo vivo unido a él.  Aleluya. (Juan 6:56)

Sermón

El evangelista Juan, continúa la exposición narrativa que viene desde la alimentación de multitudes, hasta la revelación que de manera paulatina efectúa Jesús; talvez pensando en la insensatez del alma y mente de sus escuchas.

Podemos pensar por un momento, que Jesús tenía sobreentendido que su auditorio, poseía más allá de un pensamiento tradicionalista embotado, corazones vacíos, que solamente creían en los rangos sociales, que proporcionaban estatus de superioridad; mas la humildad, relucía por su ausencia.

El leccionario programado para hoy, nos indica empezar en el versículo 51, el mismo en donde quedamos el pasado domingo; y esto es así, para marcarnos la atención y recordar en donde habíamos quedado.

Comer de Jesús significa tener fe completa y sincera de que él es Dios, y este creer da la vida eterna.

Esto es de sencilla comprensión para todos nosotros hoy en día. Pero deberíamos tratar de entender el pensamiento, que tenían los lideres y el mismo pueblo de Israel.

Esta nación se encontraba bajo la ocupación y dominio férreo de una potencia-imperio, el romano; que los sometía con ordenanzas e impuestos inhumanos y casi impagables.

Luego de tantos siglos sin el advenimiento de profeta alguno, por supuesto que esperaban el Mesías prometido por Jehová, el Hijo de David; un reino que no tendría fin.

Sus sufridas vidas deseaban con ansias un vengador, que con un ejercito de hombres, les quitara ese yugo tan fuerte que representaba el dominio romano, y de esta manera vivir vidas apacibles y abundantes en todos los sentidos.

Es necesario decir, que en sus mentes no veían en Jesús de Nazaret, el hijo de José y María, al líder aguerrido y sanguinario que deseaban, para emprender su venganza a magnitudes invencibles.

Mucho menos, entendían que Jesús prometiera dar su cuerpo por la vida del mundo.

Las palabras de Nuestro Señor Jesús, apuntaban hacia la cruz del Calvario. Un sacrifico de amor perfecto, por los pecados de todos quienes habitamos este mundo.

La pregunta que se hacen de: cómo puede este darnos a comer de su cuerpo, tiene semejanza a la que le hacen Nicodemo y la mujer de Samaria.

¿Cómo puede un hombre volver a ingresar al vientre de su madre para volverá nacer? —dijera Nicodemo en forma expectante al Señor.

¿Señor de dónde vas a darme agua viva? —preguntó dubitativamente, la mujer samaritana en su oportunidad.

En el texto que nos ocupa hoy, Jesús los intriga aún más porque, en pocas palabras les dice y asegura «Miren señores, si no comen mi cuerpo y beben mi sangre…ustedes definitiva e irremediablemente morirán»

Pero, el que hace lo que les estoy diciendo que hagan: tendrá vida eterna porque Yo, lo resucitaré en el día final; es decir, será vuelto a la vida para existencia eterna; mas ustedes, que no creen, serán resucitados para muerte y eterna perdición.

Seguidamente, empieza Jesús a hablar acerca de la Santa Cena del Señor, Partimiento del Pan, Eucaristía o Santa Comunión, según los nombres con que se le conoce.

El que se alimenta de Jesús por su Palabra (no sólo de pan vivirá el Hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios) y participa de la Santa Cena del Señor, vivirá en perfecta unión con él, al igual que Jesús vive en perfecta unión con Nuestro Padre celestial.

Por último, Jesús vuelve a comparar y aclararles a sus conciudadanos, que no hagan de la tradición del pan comido en el desierto una reliquia, ya que, todos los que comieron ese pan solamente se llenaron el estómago, pero murieron.

Su pan, que es, él mismo dándose en su Palabra, en la cruz del Calvario y en la Santa Cena del Señor, nos otorga con plena seguridad, que viviremos eternamente, eso sí, desde ya, desde que creamos con corazones limpios y sinceros, que Jesús es nuestro único Salvador confiable y perfecto.

Oremos: Dios Padre eterno, te pedimos con humildad y la sabiduría que sólo tu nos das, que siempre estemos deseosos de leer tu Palabra, y participar de la Santa Cena de Nuestro Señor Jesucristo, para desde hoy vivir la vida eterna y, en el día final ser resucitados para vida abundante en tu presencia.

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!