Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

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Revised Common Lectionary - Daily Readings

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La Santa Cena Luterana, Significado y Creencia

 

Imagen de Gordon Johnson en Pixabay

He creído necesario hacer un resumen acerca de lo que representa La Santa Cena para la Iglesia Luterana, que si bien, no constituye la totalidad de sus enseñanzas, representa una parte importante de su doctrina manifestada en su tiempo histórico.

LA CONFESION DE FE DE AUGSBURGO 1530

Artículo X: La Santa Cena del Señor

En cuanto a la Santa Cena del Señor, enseñamos que el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de Cristo están realmente presentes, distribuidas y recibidas en la Cena bajo las especies del pan y del vino. Rechazamos pues la doctrina contraria.

APOLOGIA DE LA CONFESION DE AUGSBURGO

Por Felipe Melanchton

Art. X.

De La Santa Cena.

 

Acerca del Sacramento del Altar

 

1.  Sostenemos que el pan y el vino en la Santa Cena es el verdadero Cuerpo y la verdadera Sangre de Cristo y es administrado y recibido no sólo por los buenos cristianos sino también por los malos.

 

2.   También sostenemos que no se le debe dar únicamente bajo una especie; y no tenemos necesidad de una alta ciencia que nos enseñen que bajo una especie hay tanto como bajo ambas, como afirman los sofistas y el concilio de Constanza.

3.   Incluso si fuese cierto que bajo una especie hay tanto como bajo ambas, sin embargo, no constituye el orden completo y la institución fundados y ordenados por Cristo.

4.  Y especialmente condenamos y maldecimos en el nombre de Dios a aquellos que no solamente prescinden de ambas especies, sino que también lo prohíben soberanamente, lo condenan, lo tratan como herejía y se colocan con ello contra y sobre Cristo, nuestro Señor y Dios, etcétera.

 

5.  En cuanto a la transubstanciación, despreciamos las agudezas de la sofistería que enseñan que el pan y el vino abandonan o pierden su esencia natural, no quedando sino sólo la forma y el color del pan y no pan verdadero. Pues lo que está en mejor acuerdo con la Escritura es que el pan está presente y permanece, como San Pablo mismo lo designa: “El pan que partimos”. De la misma manera: “De este modo como el pan” (1Co. 10:16; 11:28).


LOS ARTÍCULOS DE ESMALCALDA

Acerca del Sacramento del Altar

 

1.  Sostenemos que el pan y el vino en la Santa Cena es el verdadero Cuerpo y la verdadera Sangre de Cristo y es administrado y recibido no sólo por los buenos cristianos sino también por los malos.

 

2.  También sostenemos que no se le debe dar únicamente bajo una especie; y no tenemos necesidad de una alta ciencia que nos enseñen que bajo una especie hay tanto como bajo ambas, como afirman los sofistas y el concilio de Constanza.

 

3.   Incluso si fuese cierto que bajo una especie hay tanto como bajo ambas, sin embargo, no constituye el orden completo y la institución fundados y ordenados por Cristo.

 

4.  Y especialmente condenamos y maldecimos en el nombre de Dios a aquellos que no solamente prescinden de ambas especies, sino que también lo prohíben soberanamente, lo condenan, lo tratan como herejía y se colocan con ello contra y sobre Cristo, nuestro Señor y Dios, etcétera.

 

 

5.   En cuanto a la transubstanciación, despreciamos las agudezas de la sofistería que enseñan que el pan y el vino abandonan o pierden su esencia natural, no quedando sino sólo la forma y el color del pan y no pan verdadero. Pues lo que está en mejor acuerdo con la Escritura es que el pan está presente y permanece, como San Pablo mismo lo designa: “El pan que partimos”. De la misma manera: “De este modo como el pan” (1Co. 10:16; 11:28).

 

FORMULA DE CONCORDIA

VII. LA SANTA CENA DE CRISTO

Aunque los teólogos partidarios de Zwinglio no deben ser contados entre los teólogos que aceptaron la Confesión de Augsburgo, ya que aquéllos se separaron de éstos ya en el tiempo en que esta confesión se estaba proponiendo; sin embargo, ante el hecho de que se están introduciendoindebidamente en el otro grupo y están tratando, bajo el nombre de esta confesión, de diseminar sus errores, creemos prudente informar a la iglesia de Cristo en cuanto a esta controversia.

AFIRMATIVA

La confesión de la doctrina pura respecto a la santa cena, en refutación a los sacramentarios.

 

1.   Creemos, enseñamos y confesamos que en la santa cena el cuerpo y la sangre de Cristo están presentes real y esencialmente, y realmente se distribuyen y se reciben con el pan y el vino.

2.   Creemos, enseñamos y confesamos que las palabras del testamento de Cristo no deben entenderse de otro modo sino tal como están escritas, de manera que el pan no significa el cuerpo de Cristo ni el vino la sangre ausente de Cristo, sino que, por causa de la unión sacramental, el pan y el vino son verdaderamente el cuerpo y la sangre de Cristo.

 

3.   Y en lo referente a la consagración creemos, enseñamos y confesamos que esta presencia del cuerpo y la sangre de Cristo en la santa cena no puede ser producida por ninguna obra del hombre, ni tampoco por las palabras que pronuncia el ministro oficiante, sino que debe atribuirse sola y únicamente al poder sin límites de nuestro Señor Jesucristo.

 

4.    Pero al mismo tiempo también creemos, enseñamos y confesamos unánimemente que en la administración de la santa cena no deben omitirse de ningún modo las palabras de la institución de Cristo, sino que deben recitarse públicamente, como está escrito en 1ª Corintios 10:16: «La copa de bendición que bendecimos», etc. Esta bendición se efectúa mediante la recitación de las palabras de Cristo.

5.    Las razones empero sobre las cuales nos basamos en esta controversia con los sacraméntanos son las que el Dr. Lutero ha establecido en su Confesión Mayor respecto a la santa cena.

 

La primera es el siguiente artículo de nuestra fe cristiana: Jesucristo es el Dios y hombre verdadero, esencial, natural y perfecto, en una sola persona, indivisible e inseparable.

La segunda: La diestra de Dios a la cual Cristo está puesto de hecho y en verdad según su naturaleza humana, se halla en todo lugar, y así él rige y tiene en sus manos y debajo de sus pies todo lo que está en el cielo y en la tierra, como lo declara la Escritura (Ef. 1:21); y a esta diestra no ha sido puesto ningún humano ni ningún ángel, sino únicamente el Hijo de María; por este motivo él puede hacer todo esto que acaba de decirse.

 La tercera razón: La palabra de Dios no es falsa y no engaña.

 La cuarta: Dios tiene y conoce varios modos de estar presente en cualquier lugar, y no está limitado a aquel único que los filósofos llaman local o circunscrito.

 

6.  Creemos, enseñamos y confesamos que el cuerpo y la sangre de Cristo se reciben con el pan y el vino, no sólo de un modo espiritual, sino también con la boca; pero no de un modo capernaítico, sino sobrenatural o celestial, por causa de la unión sacramental, como lo demuestran claramente las palabras de Cristo, pues Cristo nos ordena tomar, comer y beber, cosa que también los apóstoles hicieron, como está escrito, Marcos 14:23: «Y bebieron de él todos». San Pablo dice por su parte en 1ª Corintios 10:16: «El pan que partimos, es la comunión del cuerpo de Cristo», o lo que es lo mismo: El que come este pan, come el cuerpo de Cristo.

Así también lo declaran unánimemente los principales Padres antiguos de la iglesia, tales como Cipriano, León I, Gregorio, Ambrosio y Agustín.

 

7.   Creemos, enseñamos y confesamos que el verdadero cuerpo y sangre de Cristo los reciben no sólo los verdaderos creyentes y los que son dignos, sino también los incrédulos e indignos; pero estos últimos los reciben no para vida y consuelo, sino para juicio y condenación, si no se convierten y se arrepienten (1ª Co. 11:27, 29).

Pues, aunque rechazan a Cristo como Salvador, sin embargo, tienen que admitirlo aun en contra de su voluntad como Juez severo. Y tal como el Cristo presente en la santa cena obra vida y consuelo en el corazón de los verdaderos creyentes y convidados dignos, así el Cristo presente ejerce y ejecuta el juicio en los convidados impenitentes.

 

8.  También creemos, enseñamos y confesamos que existe una sola clase de convidados indignos: Los que no creen. De éstos se nos dice (Jn. 3:18): «El que no cree, ya ha sido condenado». Y a raíz del uso indigno de la santa cena, este juicio se acumula, se agranda y se agrava (1ª Co. 11:29).

 

9.  Creemos, enseñamos y confesamos que ningún creyente verdadero en tanto que retiene una fe viva, no importa cuán débil sea esa fe, recibe la santa cena para su condenación, pues la santa cena fue instituida especialmente para los que son débiles en la fe, pero penitentes, para el consuelo y fortalecimiento de su débil fe (Mt. 9:12; 11:5, 28).

 

10.              Creemos, enseñamos y confesamos que toda la dignidad de los convidados a esta fiesta celestial consiste y estriba únicamente en la santísima obediencia y el mérito perfecto de Cristo. Este mérito nos lo apropiamos mediante la verdadera fe y nos lo garantiza el sacramento, y no alguna virtud o preparación interior y exterior de parte nuestra.

El Bautismo Luterano, Significado y Creencia

Imagen de Hans Braxmeier en Pixabay

He creído necesario, hacer un resumen acerca de lo que representa el Sacramento del Bautismo para la Iglesia Luterana, que si bien no constituye la totalidad de sus enseñanzas, representa una parte importante de su doctrina manifestada en su tiempo histórico.

 LA CONFESION DE FE DE AUGSBURGO 1530

 Artículo IX

 Enseñamos que el Bautismo es necesario para la salvación y que por el Bautismo se nos da la gracia divina. Enseñamos también que se deben Bautizar los niños y que por este Bautismo son ofrecidos a Dios y reciben la gracia de Dios

Es por esto que condenamos a los Anabaptistas que rechazan el Bautismo de los niños.

APOLOGIA DE LA CONFESION DE AUGSBURGO

Por Felipe Melanchton

Art. IX

Del Bautismo

 51] Fue aprobado el Artículo Noveno, en el que declaramos que el Bautismo es necesario para la salvación, que los niños han de ser bautizados y que el Bautismo de los niños no es vano, sino necesario y eficaz para la salvación.

52] Y como entre nosotros el Evangelio se predica pura y diligentemente, hemos recibido también por beneficio de Dios el fruto de que en nuestras iglesias no ha habido Anabaptistas, porque nuestro pueblo ha sido fortificado por la Palabra de Dios contra la impía y sediciosa facción de esos ladrones. Y así como condenamos muchos errores de los Anabaptistas, así también condenamos el que consiste en afirmar que el Bautismo de los niños es inútil. Porque es ciertísimo que la promesa de salvación abarca también a los niños. Mas no abarca a quienes están fuera de la Iglesia de Cristo, donde no existen la Palabra ni los Sacramentos, porque el reino de Cristo tan sólo existe con la Palabra y los Sacramentos. Por tanto, es necesario bautizar a los niños, para que se les aplique la promesa de salvación, conforme al mandato de Cristo, Mat. 28,19: Bautizad a todas las naciones. Y así como se ofrece a todos la salvación, así también se ofrece a todos el Bautismo, a los varones, a las mujeres, a los niños, a los pequeños. Síguese, pues, claramente que los pequeños han de ser bautizados, porque por el Bautismo se ofrece la salvación.

53] En segundo lugar, es evidente que Dios aprueba el Bautismo de los niños. Por tanto, los Anabaptistas piensan perversamente cuando condenan el Bautismo de los niños. Que Dios aprueba el Bautismo de los niños lo muestra el que Dios da el Espíritu Santo a los así bautizados. Porque si este Bautismo fuese vano, a ninguno sería dado el Espíritu Santo, ninguno sería salvo y finalmente no existiría ninguna Iglesia. Esta sola razón puede confirmar suficientemente las mentes buenas y piadosas contra las impías y fanáticas opiniones de los Anabaptistas.

LOS ARTÍCULOS DE ESMALCALDA

Sobre el Bautismo

1. El Bautismo no es otra cosa que la Palabra de Dios en el agua, ordenado por su institución o, como dice Pablo: Lavacrum in verbo. o,

2. Como dice también Agustín: Accedat verbum ad elementum et fit sacramentum. Por eso no estamos de acuerdo con Tomás y los monjes predicadores que olvidan la Palabra (la institución divina) y dicen que Dios ha colocado un poder espiritual en el agua que lava el pecado mediante el agua.

3. Tampoco estamos de acuerdo con Escoto, y los monjes descalzos que enseñan que el Bautismo lava el pecado gracias a la asistencia de la voluntad divina, de manera que este lavado se lleva a efecto sólo por la voluntad de Dios, en ningún caso por la Palabra o el agua.

Acerca del Bautismo de los Niños

4. Sostenemos que se debe bautizar a los niños, pues ellos pertenecen también a la redención prometida, cumplida por Cristo, y la iglesia debe administrárselo cuando sea solicitado.

SOBRE EL BAUTISMO

"Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. El que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere, será condenado"

Para el hombre sencillo bastará conocer este pasaje de la Escritura sobre el bautismo. También respecto al otro sacramento, será suficiente que sepa algunas palabras breves y sencillas, como son las del texto de San Pablo (1 Corintios 11: 23-25).

FORMULA DE CONCORDIA

Los errores de los anabaptistas

Los anabaptistas se dividen entre sí en muchas sectas, de las cuales unas sostienen un gran número de errores, y otras menos; pero todas ellas en general profesan doctrinas tales que ni en la iglesia ni en el estado ni en la vida doméstica se pueden tolerar o permitir.

Artículos que no se pueden tolerar en la iglesia

4. Los niños que no han sido bautizados, Dios no los considera pecadores sino justos e inocentes; y en su inocencia, por cuanto no han llegado aún al uso de la razón, se salvan sin bautismo (que según los anabaptistas no les hace falta). Esto quiere decir que los anabaptistas rechazan de plano la doctrina acerca del pecado original con todos sus detalles.

5. Los niños no deben ser bautizados antes de haber llegado al uso de la razón, y de estar en condiciones de poder confesar ellos mismos su fe.

6. Los hijos de padres cristianos, puesto que son hijos de creyentes, son santos e hijos de Dios aun sin el bautismo y antes de recibirlo. Por esta razón los anabaptistas ni dan mucha importancia al bautismo de niños ni lo apoyan, todo lo cual es contrario a las palabras expresas de la promesa divina que es sólo para aquellos «que guardan su pacto y no lo menosprecian» (Gn. 17:4-8, 19:21 y sigtes.).

Artículos erróneos de los anabaptistas

Rechazamos y condenamos la doctrina errónea y herética de los anabaptistas, que no puede ser tolerada ni en la iglesia ni en el orden público ni en el privado; ellos enseñan que:

2. Los niños no bautizados ante Dios no son pecadores, sino justos e inocentes, y en esa su inocencia se salvan sin bautismo, del cual no han menester. De tal suerte, los anabaptistas niegan y rechazan la doctrina entera respecto del pecado original, y lo que con ella se relaciona.

3. Los niños deben ser bautizados no antes de haber alcanzado el uso de la razón y de poder confesar ellos mismos su fe.

4. Los hijos de los fieles, por haber nacido de padres cristianos y creyentes, son santos e hijos de Dios aun sin bautismo y antes de él—razón por la cual los anabaptistas ni aprecian debidamente ni favorecen el bautismo de los párvulos, contrariamente a las expresas palabras de la promesa, que rigen solamente para aquellos que guardan el pacto de Dios y no lo desprecian (Gn. 17:4-8; 19-21).


Asesinos de los Mensajeros de Dios

 

Imagen de V Perez en Pixabay

 

11 de julio 2021

Séptimo Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 85: 8-13; Amós 7: 7-15; Efesios 1: 3-14; San Marcos 6: 14-29

Tema de hoy: Asesinos de los Mensajeros de Dios

Himnos: 285, 301, 303, 309, 311

Nuestra reflexión para el día de hoy Séptimo Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 6: 14-29

El rey Herodes oyó hablar de Jesús, cuya fama había corrido por todas partes. Pues unos decían: «Juan el Bautista ha resucitado, y por eso tiene este poder milagroso.»

Otros decían: «Es el profeta Elías.»

Y otros: «Es un profeta, como los antiguos profetas.»

Al oír estas cosas, Herodes decía:

—Ése es Juan. Yo mandé cortarle la cabeza y ahora ha resucitado.

Es que, por causa de Herodías, Herodes había mandado arrestar a Juan, y lo había hecho encadenar en la cárcel. Herodías era esposa de Filipo, hermano de Herodes, pero Herodes se había casado con ella. Y Juan había dicho a Herodes: «No debes tener como tuya a la mujer de tu hermano.»

Herodías odiaba por eso a Juan, y quería matarlo; pero no podía, porque Herodes le tenía miedo, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Y aunque al oírlo se quedaba sin saber qué hacer, Herodes escuchaba a Juan de buena gana. Pero Herodías vio llegar su oportunidad cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus jefes y comandantes y a las personas importantes de Galilea. La hija de Herodías entró en el lugar del banquete y bailó, y el baile gustó tanto a Herodes y a los que estaban cenando con él, que el rey dijo a la muchacha:

—Pídeme lo que quieras, y te lo daré.

Y le juró una y otra vez que le daría cualquier cosa que pidiera, aunque fuera la mitad del país que él gobernaba. Ella salió, y le preguntó a su madre:

—¿Qué pediré?

Le contestó:

—Pídele la cabeza de Juan el Bautista.

La muchacha entró de prisa donde estaba el rey, y le dijo:

—Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.

El rey se puso muy triste; pero como había hecho un juramento en presencia de sus invitados, no quiso negarle lo que le pedía. Así que mandó en seguida a un soldado con la orden de llevarle la cabeza de Juan. Fue el soldado a la cárcel, le cortó la cabeza a Juan y se la llevó en un plato. Se la dio a la muchacha, y ella se la entregó a su madre.

Cuando los seguidores de Juan lo supieron, recogieron el cuerpo y se lo llevaron a enterrar.

Es de observar, que estos pasajes bíblicos también fueron registrados por inspiración del Espíritu Santo, en los evangelios de San mateo y San Lucas, dándoles fuerza y consistencia al relato del evangelista.

El relato inicia con que el rey Herodes había oído hablar de Jesús motivado a la fama que había cobrado. En todas partes se hablaba de él.

La gente pensaba y, así lo hacía saber a sus coterráneos que, Jesús era algún profeta antiguo, otros insistían al igual que lo hicieron con Juan el Bautista, que se trataba del mismísimo profeta Elías.

La multitud creía esto de Jesús por los milagros que realizaba, su mensaje renovador y la autoridad mostrada en sus enseñanzas.

Notemos bien que ya no están sorprendidos que el chico de la vecindad, su compañero de juegos infantiles y juveniles se mostrara tal como era, desplegando su divinidad.

Ahora bien, por otro lado, vemos lo que piensa Herodes sobre Jesús y el porqué de este pensar.

Herodes está seguro que la persona de Jesús, es el mismo Juan el Bautista a quien él mandó decapitar, que ha resucitado.

La idea de la resurrección, era aceptada para ese tiempo y comunidad como algo natural.

Juan el Bautista, reprendía duramente con su discurso la abominación que había cometido Herodes al casarse con la esposa de su hermano y la violación a las leyes, tal como podemos leer en el libro de levítico 18:16 y 20:21.

“No deshonres a tu hermano teniendo relaciones sexuales con su mujer

“Si alguien le quita la esposa a su hermano, deshonra a su propio hermano. Éste es un acto odioso, y los dos se quedarán sin hijos.

Tanto Herodes como su esposa estaban viviendo en inmoralidad sexual a los ojos de Dios, Juan no podía callar ante esa situación generada por un líder político que, debía ante todo ser ejemplo de decencia y rectitud ante sus súbditos.

Hermano, ¿has conocido algún líder o persona que debiendo ser ejemplo dentro de su comunidad, ha caído en pecados de inmoralidades sexuales parecidos a lo de este pasaje bíblico.?

Hermano, ¿acaso te has encontrado inmerso en algún tipo de pecado de este tenor. Por ejemplo, ¿deseando a la mujer de tu prójimo?, ¿a la mujer de tu hermano? Recuerda lo que dice Jesús, basta con desearla en tu corazón, para consumar el pecado.

Bueno hermano, déjame decirte que, si has respondido afirmativamente a la pregunta antes formulada, tu alma pende de un hilo y está próxima a pasar la eternidad en el lugar destinado por Dios para los de mal proceder, sí, el infierno, donde el gusano no muere y el tormento de sus llamas es infinito.

¿Has conocido alguna persona creyente que te haya hablado de Dios y su infinito e inmerecido amor?

¿Estás en conocimiento de que esa persona es un hombre respetable, bueno y justo? ¿Has escuchado con atención sus palabras?

Eso mismo pensaba Herodes acerca de Juan el Bautista, mas sin embargo mandó decapitarlo. Y esto es así, porque a nadie le gusta que sus malas acciones sean expuestas claramente a la luz del día y, dejándose corromper por la sensualidad de un baile, procede a cometer un homicidio; talvez también deseaba a su hijastra, según se desprende de la descripción del texto.

¿Cuántas veces hemos tenido conocimiento de horrendos crímenes, por causa de la infidelidad y el desorden de vida sexual?

Los seguidores de Juan al tener noticias de su muerte, aceptaron con humildad y resignación de corazón la tragedia, no emprendieron actos de venganzas o retaliaciones, porque estaban seguros de su destino eterno con su Dios.

Hermano, tu que has hecho de tu vida sexual un desastre, que te identificas con los desafueros y crímenes cometido por Herodes, hoy te digo que vengas ante la presencia de Nuestro señor Jesucristo, ya que él ciertamente pagó todas tus culpas con su propia vida en la Cruz.

Cree que él puede hacer de toda tu vida una nueva vida, llena de amor sincero, fidelidad, comprensión y armonía, basada en su misericordia. Nunca es tarde para volvernos a Dios y dejar de sufrir por nuestras transgresiones.

Oremos: Dios Padre eterno, te suplicamos que pongas en nuestros corazones y mentes, que atiendan a tu mensaje de salvación, y no pretendamos asesinar a tus mensajeros, con la indiferencia de la sensualidad de nuestras vidas.

 

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!

 


¡Jesús no es un hijo de vecina más!

 

Photo by RODNAE Productions from Pexels

 

04 de julio 2021

Sexto Domingo Después de Pentecostés.

Pastor: Miguel Moreno

Lecturas: Salmo 123; Ezequiel 2: 1-5; 2 Corintios 12: 2-10; San Marcos 6: 1-13

Tema de hoy: ¡Jesús nos es un hijo de vecina más!

Himnos: 188, 195, 256, 268, 278

Nuestra reflexión para el día de hoy Sexto Domingo Después de Pentecostés, está basada en el pasaje del evangelio que se encuentra en: San Marcos 6: 1-13

Jesús se fue de allí a su propia tierra, y sus discípulos fueron con él. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga. Y muchos oyeron a Jesús, y se preguntaron admirados:

—¿Dónde aprendió éste tantas cosas? ¿De dónde ha sacado esa sabiduría y los milagros que hace? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?

Y no tenían fe en él. Pero Jesús les dijo:

—En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa.

No pudo hacer allí ningún milagro, aparte de poner las manos sobre unos pocos enfermos y sanarlos. Y estaba asombrado porque aquella gente no creía en él.

Jesús recorría las aldeas cercanas, enseñando. Llamó a los doce discípulos, y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus impuros. Les ordenó que no llevaran nada para el camino, sino solamente un bastón. No debían llevar pan ni provisiones ni dinero. Podían ponerse sandalias, pero no llevar ropa de repuesto. Les dijo:

—Cuando entren ustedes en una casa, quédense allí hasta que se vayan del lugar. Y si en algún lugar no los reciben ni los quieren oír, salgan de allí y sacúdanse el polvo de los pies, para que les sirva a ellos de advertencia.

Entonces salieron los discípulos a decirle a la gente que se volviera a Dios. También expulsaron muchos demonios, y curaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.

Estos pasajes bíblicos también fueron registrados por inspiración del Espíritu Santo, en los evangelios de San mateo y San Lucas.

Venimos de un ciclo en el estudio de la fe y su forma de manifestarse. Un Maestro que parece dormir mientras se desata una mortal tormenta, sus discípulos incrédulos se llenan de temor, Jesús luego despierta y, regañando a los elementos de la naturaleza éstos obedecen y se calman.

Luego un jerarca religioso en su desespero por la grave enfermedad e inminente muerte de su hija, recurre al Señor Jesús e implorando le pide que la sane, indicándole a Jesús como tiene que hacerlo y lo hace.

Al propio tiempo una mujer enferma por largo tiempo, cree en su corazón, alma y mente que con tan sólo tocar la capa del Mesías quedará sana y al hacerlo lo logra.

Luego de haber sanado a la hija de Jairo, Jesús partió inmediatamente a Nazaret, acompañado por sus discípulos.

Llegado el sábado, día de reunión en el templo según la tradición judía, comenzó a predicar, enseñando en la sinagoga.

Esta sinagoga era el mismo sitio en donde Jesús había participado y compartido con sus amigos y familiares desde su niñez y hasta su adultez.

Quienes le conocían estaban asombrados, ante tanta sabiduría y autoridad de palabra con la cual se expresaba.

Ellos habían compartido con él; habían jugado, ido a las mismas fiestas, en fin, los mismos eventos, actividades y compromisos sociales.

Entonces, cómo es esto posible, no puede ser, de dónde sacó estas nuevas enseñanzas, dónde aprendió a hablar de esta manera. Él sólo es el hijo del carpintero y conocemos a sus padres y hermanos.

Esta gente no tenía fe en él, ya que veían a alguien igual a ellos, alguien a quien no debían darle tanta importancia o crédito.

Jesús en su omnisciencia, conociendo sus corazones, les menciona un refrán que dice “En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa”

Así las cosas, por ejemplo, alguien que conocemos, se forma en alguna área del conocimiento que, llegada la oportunidad usa en forma excelente ante nuestra presencia, mas como nosotros no conocíamos de sus estudios, nos negamos en creer que esa persona sea capaz de ejecutar sus destrezas o que sean fiables, confiables o de buena calidad.

Así trabaja la naturaleza humana por falta de humildad en reconocer los talentos ajenos, cayendo luego indefectiblemente en la mala hierba de la envidia y ataques infundados a esa persona.

Jesús fue objeto de este mal proceder de la conducta humana; pero identificándolo en sus detractores, les enseñó rápidamente con un proverbio, en la esperanza que entendieran, reflexionaran y se volvieran a la fe.

Es que tal vez, nosotros hoy en día negamos a Jesús, como Dios y Salvador de nuestras almas en la eternidad, debido a este sentimiento o forma de pensar.

Será que estamos viendo en Jesús a un simple mortal, a un hijo de vecina cualquiera.

He llegado a escuchar personas decir, yo creo en Dios, pero eso de Jesucristo es como comiquitas (dibujos animados, cartones) para mí.

Entonces, para esa persona desde su arrogancia, Jesús es un cuento inventado de la nada, sin fundamento para entretener a los niños en sus horas de ocio.

Amigo que lees, ¿has vivido con esta creencia, o una parecida acerca de Jesucristo?

Permíteme que te diga que, si esto es así, tu alma corre peligro de pasar la eternidad en el infierno, donde el fuego no se consume y los gusanos nunca mueren, el lugar de tormento jamás imaginado por la mente humana.

Dice la Palabra Santa de Dios, que el único camino al Padre es el Hijo, Jesús, a quien tu niegas como Dios y Salvador.

Piensa, reflexiona, hoy tienes tiempo de volverte a él, confiesa con tu boca que Jesucristo es Dios y cree en tu corazón para salvación eterna. Aún estás a tiempo…

Continuando con el texto bíblico, observamos como la incredulidad “incapacita” (Disculpas por el entrecomillado, el resaltado y el subrayado de la palabra) a Dios para realizar los milagros que en caso contrario veríamos manifestados abundantemente en nuestras vidas.

Hermano, si usted no tiene fe, Dios no podrá hacer nada en su vida, claro está, que dios como Soberano tiene misericordia de quien él quiere y, esta misericordia suele superar su propia justicia.

Nuestro Maestro, Señor y Dios no era un tele evangelista, no tengo nada en contra de ellos; pero observamos que Jesús caminaba, andaba en las calles, trabajando, enseñando, llevando las buenas nuevas de vida eterna, curando a los enfermos.

Cumpliendo la promesa que los haría pescadores de hombres, los discípulos fueron comisionados a ir en parejas para proporcionarse compañía, aliento, y apoyo en la oración, no debían llevar comida, ni ropa de repuesto.

Debían hospedarse en las casas a las que llegaran y permanecer allí hasta partir. Ellos no iban a hacer turismo, estarían trabajando en el reino de Dios.

El uso del aceite era de uso tradicional en esa cultura y tiempo, con el carácter de ungüento, mas no debemos hacer de esta mención, una práctica obligada al visitar a algún enfermo que requiera de oración.

No debemos llevar en el bolsillo una botellita de aceite cuando visitemos a algún enfermo, no convirtamos una practica de la cultura hebrea, en un ídolo más para adorar y que nos aleje de nuestro único camino, Jesucristo.

Oremos: Dios Padre eterno, te rogamos de todo corazón, podamos con corazón humilde reconocer cada día y en cada situación que Jesucristo, habiendo nacido de Padres humanos, también es Dios, y el único que nos salva por fe.

 

Amén. Dios los bendiga, y recuerden. ¡¡Sólo Dios Salva!!